Las aventuras del Doctor Dolittle - Análisis

Mejor ni me hables, Doc.

John Cena es el encargado de dar voz a uno de los animales con más presencia de Las Aventuras de Dr. Dolittle y, sin ser un derroche de talento especialmente acertado, se convierte en una suerte de paradoja que ejemplifica bastante bien lo que supone la novísima readaptación del doctor capaz de hablar con los animales. Sin desmerecer, ni mucho menos, la trayectoria de John Cena, siempre ha sido un personaje absolutamente peculiar. Más allá de su carrera como luchador de la WWE y sus contadas apariciones en la gran pantalla, este ídolo atemporal de adolescentes es casi tan reconocido por su carrera profesional como por su presencia entre los memes más utilizados de todo internet. Y es que Las Aventuras del Dr. Dolittle transpira un olor similar al que recibiríamos del cuerpo sudoroso del luchador estadounidense si nos encontráramos a su lado en medio del ring: mucho músculo que aporta realmente poco en cuanto a la actuación y demasiada comedia mal llevada que cansa más bien rápido.

 

Es decir, esta película cuenta con tanta gente capaz de hacer bueno cualquier papel, que la conjunción tan mal llevada en la que desembocó todo este tinglado resulta casi incomprensible. Robert Downey Jr. y Antonio Banderas como cabezas de cartel, acompañados por las voces de tantas otras caras visibles de Hollywood como Emma Thompson o Tom Holland, ofrecen, en esencia, una experiencia tan mediocre, que da la impresión de haber sido un completo despropósito en cuanto a elección de tono y estilo.

Las Aventuras del Dr. Dolittle pone sobre la mesa una historia bastante simplona de salvación: la Reina Victoria ha sido envenenada, por lo que nuestro protagonista (que hacía escasos minutos llevaba muchos años sin salir de su casa) debe embarcarse en una búsqueda del antídoto a una isla desconocida acompañado por su variopinto grupo de colegas de distintas especies. Ya de por sí, la propia premisa resulta desganada, vaga en cuanto a detalles y, en efecto, bastante predecible y poco épica. Pero su desarrollo es, de largo, el punto más flaco del apartado argumental. A modo de tráiler, el largometraje va dando bandazos a diestro y siniestro, llegando al punto de saltar de un plumazo días enteros de supuesta travesía imposible ayudándose de una narradora que no hace más que evidenciar el pésimo trabajo de guión.

 

Además, el ritmo es tan apresurado y lo que acaban contando globalmente es tan poco, que resulta totalmente contradictorio haber confeccionado una película de algo más de hora y media y no haber desarrollado apenas nada. Por supuesto, excluir ciertas partes del camino es una obligación para una película tan supeditada a su género, en el que se lucha continuamente por mantener un ritmo alto. En este sentido, resulta natural quitar protagonismo al mismo acto de navegar, lo que concuerda con los abruptos cortes. Sin embargo, la poca predisposición que muestran para desarrollar siquiera al personaje protagonista, dista mucho de lo que se espera de un set en el que, literalmente, sólo existían dos personas físicas a las que hacer crecer de alguna manera.

Lo mismo pasa, de este modo, con el coprotagonista: un chico al que se le antoja seguir al doctor para convertirse así en su aprendiz, y al que se verá más bien poco durante la película, llegando al punto de ser apartado varias veces de la acción, literalmente. Su puesto, en un sentido amplio, lo ocuparían los animales. Unos especímenes con supuestas taras que tendrán el mismo peso que el resto de elementos que componen la narrativa. En el peor de los casos, ni siquiera nos daremos cuenta de que existían tales problemas en ellos hasta que se resuelven de un plumazo. Asimismo, todo en estos animales parece tomarse a broma. No tienen líneas de guión decentes, sólo son altavoces de chascarrillos, por lo que la mayoría de los personajes que representan son perfectamente olvidables y, por momentos, hasta da la impresión de estar mal implementados técnicamente.

 

Y, si hablamos de bromas, podríamos pararnos a pensar en qué ocurrió durante ese rodaje para que hasta Robert Downey Jr. transmita tan poco. Da la impresión que ninguno de los integrantes del grupo de actores era demasiado conscientes del tono que se le quiso imprimir a la película, porque parece haber sido totalmente improvisado en cada momento. Desconectados, como poco, de un estilo a medio camino entre la comedia y la pesadumbre que intentaban inculcar en el protagonista, no llega a asentarse siquiera una tónica entre salto y salto. Quizá perjudicados por un uso abusivo de CGI, que ocupaba la gran mayoría de la pantalla a cada paso, o por una pésima gestión de la dirección, la actuación es ciertamente pobre.

Pros

  • Provoca alguna sonrisa gracias a los animales.
  • No suele desentonar demasiado la CGI.

Contras

  • Un guión insufrible.
  • El ritmo está muy mal medido.
  • Las actuaciones son muy mejorables.
  • Predecible hasta decir basta.

El veredicto

Las Aventuras del Dr. Dolittle se convierte así en un absoluto despropósito en casi todos los aspectos y no hace honor a ninguno de los atributos que podrían convertirla en un producto de entretenimiento atractivo. Es tosca, desprovista de acción interesante y totalmente dependiente de una risa fácil que apenas logra provocar. Ni su reparto, plagado de gente interesante del sector, consigue insuflar vida a una nueva versión totalmente olvidable. Posiblemente, estamos ante el papel más flojo que se le recuerde a Robert Downey Jr., aunque no es culpa suya exclusivamente, ni mucho menos.

En este artículo

Las aventuras del Doctor Dolittle

17 de enero de 2020

Crítica de Las Aventuras del Dr. Dolittle

4
Malo
Una película con pocas cosas buenas que no hace honor a los nombres con los que cuenta ni a su género, que ha visto desfilar exponentes mucho más trabajados.
Las aventuras del Doctor Dolittle
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