Guerra civil española (1936-1939) – LHistoria

Guerra civil española (1936-1939)

La Guerra civil española fue una rebelión militar orquestada contra el gobierno republicano de España en 1936, que pronto evoluciona en un conflicto polifacético que enfrentó a civiles en una lucha de clases, a facciones militares, facciones religiosas, nacionalismos opuestos e ideales políticos.

La Guerra civil española inicia como una rebelión militar entre el 17 y 18 de julio de 1936 contra el gobierno de la Segunda República Española, originalmente bajo el mandato de José Sanjurjo. Los sublevados no consiguieron el objetivo principal de apoderarse de Madrid o de grandes ciudades como Barcelona, Valencia, Bilbao, Málaga o Murcia. El alzamiento se convierte entonces en una guerra civil que se prolongaría hasta el 1 de abril de 1939 con la victoria del bando sublevado y la implantación de la dictadura de Francisco Franco, quien gobernaría hasta su muerte en 1975. La Guerra civil española estuvo caracterizada por atrocidades cometidas por ambos bandos contra poblaciones civiles. Fue un conflicto polifacético en el sentido que facciones lo consideraban como la lucha de clases, una guerra de religión, una lucha entre la dictadura y la democracia republicana, entre revolución y contrarrevolución, así como entre fascismo y el comunismo.

El bando republicano estuvo constituido en torno al Gobierno, conformado por una coalición de partidos de centro-izquierda a extrema izquierda a los que eventualmente se sumaron los marxistas-leninistas del Partido Comunista de España y el POUM, el Partido Sindicalista de corte anarquista y en Cataluña por los nacionalistas de izquierda. Los republicanos fueron apoyados por la Unión Soviética y México, así como por brigadas de voluntarios extranjeros. El bando de los sublevados, que se hacían llamar «nacionalistas» o «bando nacional«, estaba organizado en torno a las facciones militares que organizaron el golpe de Estado. El «bando nacional» estuvo integrado por la fascista Falange Española, los carlistas, la Liga Regionalista, los monárquicos alfonsinos, gran parte de los votantes de la CEDA, y otros grupos conservadores de derecha, así como por la iglesia católica. Los nacionalistas fueron apoyados militarmente por la Alemania nazi de Hitler y la Italia fascista de Mussolini.

Milicianos en la Sierra de Guadarrama durante la Guerra civil española en 1936. Fue un importante frente de batalla que se mantuvo durante casi todo el conflicto, extendiéndose a lo largo de las provincias de Ávila, Segovia y Madrid.
Milicianos en la Sierra de Guadarrama durante la Guerra civil española en 1936. Fue un importante frente de batalla que se mantuvo durante casi todo el conflicto, extendiéndose a lo largo de las provincias de Ávila, Segovia y Madrid.

La Guerra civil española sería determinante en la historia contemporánea de España. El conflicto produjo un colapso demográfico como consecuencia de los asesinatos, desapariciones forzadas, así como los genocidios ocurridos durante y después de la guerra. También fue notable por la completa destrucción de ciudades, infraestructura y medios de producción en medio de los combates, por fuego de artillería o bombardeos aéreos. Regiones enteras resultaron devastadas. la economía española quedó devastada; tardaría décadas en recuperarse. Tras la guerra, la dictadura de Francisco Franco comenzó una etapa de represión y limpieza, lo que llevó a muchos republicanos al exilio o la muerte.

Antecedentes

En los turbulentos años del periodo entreguerras emergieron gobiernos autoritarios no sólo en Alemania e Italia, sino además en España, Portugal, en los Estados sucesores del Imperio de los Habsburgo (exceptuando a Checoslovaquia) y en el resto de los Estados de Europa oriental y sudoriental. Al finalizar la Primera Guerra Mundial en 1918, España era un país donde las lealtades locales competían con el sentimiento nacionalista. Los catalanes y los vascos continuaban la lucha política en pro de la creación de Estados independientes. Aunque la religión católica había unificado a los españoles contra los musulmanes en la Edad Media y contra los protestantes entre los siglos XVI y XVII, la iglesia ya había dejado de ser un factor de unidad tan fuerte. España se acercó en varias ocasiones a la autonomía en materia de agricultura y materias primas industriales, pero el suelo era pobre y los métodos de cultivo anticuados. Las zonas rurales se encontraban sobrepobladas, la pobreza era corriente y las masas estaban cada vez más descontentas con su dirigencia nacional.

España también había sufrido una merma en su prestigio y ya no era la potencia mundial que una vez fue. El 1898 perdió sus últimos territorios coloniales ante Estados Unidos en la breve Guerra hispano-estadounidense, surgida en medio de la Guerra de independencia cubana. Durante la Primera Guerra Mundial permaneció neutral, sin participar en el conflicto. En este periodo no tenía otro mercado de exportación en Europa que el de corcho, lo que beneficiaba a la región más desarrollada, intensificando el sentimiento de desigualdad entre las regiones. Los productos textiles dominaban la economía española, pero la producción estaba confinada al mercado interno, donde el consumo del algodón no era mayor que en Europa oriental. Aunque la industria del algodón era la más importante en España, no se logró introducir etapas más avanzas de industrialización como ocurrió en Francia, Suiza y Bélgica. La poca prosperidad que trajo la industria textil se limitó en gran parte a Cataluña. España no había logrado avanzar hacia el industrialismo moderno y los niveles de producción agrícola eran bajos, mientras que existía una gran brecha entre ricos y pobres. No parecían haber perspectivas de cambios.

Cuando los españoles se volcaron a las doctrinas revolucionarias, lo hicieron principalmente hacia las creencias anarquistas de Bakunin y más tarde hacia el sindicalismo de Sorel. El anarquismo y el anarcosindicalismo arraigaron solo en España. Los anarquistas querían destruir completamente al Estado en lugar de conquistarlo. Sin embargo, el anarquismo, que en su mayor apogeo llegó a contar de un millón a millón y medio de adeptos, no llegó a hacer otra cosa que hostigar a los gobiernos, nunca derrocarlos. Este movimiento era profundamente puritano y anti-católico; sus partidarios quemaron iglesias y mataron sacerdotes.

En 1921, el ejército español fue derrotado en Annual el líder por fuerzas lideradas por el rifeño Abd-el-Krim, lo que fue un duro revés para el dominio español en Marruecos. E motivó una comisión investigadora parlamentaria que produjo un informe sobre la situación del ejército en Marruecos (Expediente Picasso) y las responsabilidades de la derrota, una dura crítica al régimen político español. A principios de 1923 era evidente la indignación en gran parte del Ejército hacia el gobierno del liberal Manuel García Prieto a causa de su política «claudicante» en el Protectorado español de Marruecos.

El 13 de septiembre de 1923 ocurre el Golpe de Estado de Primo de Rivera, cuando el entonces capitán general de Cataluña se subleva contra el Gobierno español. A medianoche del 12 al 13 de septiembre de 1923, Primo de Rivera proclama en Barcelona el estado de guerra y saca a los militares a la calle, que fueron tomando los edificios clave de la ciudad. Lo mismo sucedió en el resto de las capitales catalanas. A las dos de la madrugada reunió a la prensa catalana y entregó su «Manifiesto al País y al Ejército español» en el que justificaba la rebelión, y anunciaba que tomaría el poder con el beneplácito del rey. Primo Rivera proclamó la ley marcial, disolvió las Cortes (el parlamento español), impuso la censura, obligó a los críticos liberales al exilio y gobernó de 1923 a 1930.

En la década de 1930 un partido socialista marxista emerge, con su propia federación de sindicatos. La principal fuerza de los socialistas provenía de los trabajadores urbanos de Castilla, así como de los centros mineros y productores de acero en el norte. Cuando España se convierte en república en 1931 los socialistas ganaron muchos adeptos rurales; el partido llegó a contar con un millón y cuarto de miembros en 1934. Los socialistas eran moderados que rehusaron adherirse al Komentern en 1920 pero que se afiliaron a la resucitada Segunda Internacional pocos años más tarde. Los disidentes fundaron un pequeño partido comunista, y los catalanes tenían su propia organización socialista.

Por el lado de la extrema derecha estaba el carlismo, fundado en el siglo XIX como un movimiento de apoyo a Don Carlos, un aspirante al trono español. El carlismo demandana el restablecimiento de la Inquisición, consideraba al ferrocarril y al telégrafo como fuentes del mal y rechazaba la teoría copérnica del universo. El carlismo también tenía seguidores en las clases bajas, particularmente entre agricultores rebeldes de Navarra en el norte.

Primo de Rivera dimite en enero de 1930 ante la progresiva pérdida de apoyos sociales y políticos, así como el creciente rechazo a la dictadura y por el hecho adicional que padecía de una agravada diabetes. Tras la caída del dictador aumentaron las manifestaciones antimonárquicas, se acusó al rey de haber auspiciado la dictadura de Primo de Rivera y de tener responsabilidades en el Desastre de Annual. Los partidos republicanos se unieron contra la monarquía con el Pacto de San Sebastián. Hubo pronunciamientos militares republicanos que fueron frustrados por el gobierno en la base aérea de Cuatro Vientos (Madrid) y en Jaca (encabezado por los capitanes Fermín Galán y Ángel García Hernández, quienes fueron fusilados tras un consejo de guerra). En febrero de 1931 el almirante Juan Bautista Aznar fue designado como presidente del gobierno por Alfonso XIII. Su gobierno convocó elecciones municipales el 12 de abril de 1931. Con la victoria de las candidaturas republicanas el 14 de abril se proclama la Segunda República Española. El rey abandonó el país ese mismo día sin una abdicación formal, con el fin de evitar una guerra civil. Las elecciones para una asamblea constituyente en junio de 1931 produjeron una mayoría republicana socialista, y en noviembre la asamblea prohibió el regreso del rey y confiscó sus propiedades.

La Asamblea Constituyente adoptó una nueva constitución en diciembre de 1931 en la que se establecía un ministerio responsable, un parlamento de una sola cámara y un presidente que sería elegido por un colegio electoral compuesto por el parlamento y un número igual de electores escogidos por medio del voto popular. Parecía evidente que el ejército se levantaría contra la república en la primera oportunidad y que tendría el apoyo de la iglesia y los grandes terratenientes. Por otra parte, aunque la nueva república gozaba de momento con el apoyo de los socialistas, no contaba con el de los anarquistas. El peligro se cernía desde tanto desde la derecha como desde la izquierda.

La primera crisis política surgió con motivo de una nueva ley constitucional que definía la posición de la iglesia. La asamblea rechazó una propuesta moderada que habría mantenido a la Iglesia como una persona jurídica especial con sus propias escuelas, que podría haber sido un resultado aceptable para la mayoría de los católicos. En cambio, la ley promulgada era más extrema; ordenaba el cierre de las escuelas eclesiásticas y la suspensión de los subsidios del Estado para la iglesia al cabo de dos años. Esto produjo a los republicanos la pérdida de muchos partidarios, en especial entre el clero bajo.

Las reformas que emprendió el gobierno republicano encontraron gran resistencia entre los grupos sociales y corporativos que eran afectados en sus posiciones: los terratenientes, los grandes empresarios, los patronos, la Iglesia católica, las órdenes religiosas, la opinión monárquica, y el militarismo «africanista». El 10 de agosto de 1932 estalla la Sanjurjada, un golpe de Estado liderado desde Sevilla por el general José Sanjurjo en el que sólo toma parte una parte del Ejército español, lo que supuso su fracaso desde el comienzo. Fue el primer levantamiento de las Fuerzas Armadas contra la Segunda República Española desde su instauración en 1931, y su fracaso convenció erróneamente a muchos políticos y militares republicanos que el peligro de las conspiraciones había pasado y la República era definitiva.

Pero también se encontraba el riesgo de los anarquistas quienes consideraban a la república como el «orden burgués» que no tenía mayores diferencias con regímenes políticos anteriores como la dictadura y la monarquía, y que había de ser destruido para alcanzar el «comunismo libertario». Así se produjeron una serie de revueltas anarquistas en enero y diciembre de 1933 que fueron reprimidos con dureza. La reforma de los anarquistas restó a la república mucho apoyo de la izquierda, pero no le ganó apoyo de la derecha, la cual regresó con fuerza en las elecciones de 1933 como el partido con mayor representación en el parlamento.

Los socialistas competían ahora con los anarquistas por la lealtad de los trabajadores españoles. Las huelgas y desórdenes se multiplicaron. La Revolución de Octubre de 1934, convocada por amplios sectores socialistas y anarquistas, comenzó con una convocatoria a huelga general como protesta por la inclusión de fascistas en el gobierno: tres ministros de la derecha católica «accidentalista» (CEDA). El movimiento fracasa cuando el Gobierno republicano suprime las rebeliones ocurridas en Asturias y Cataluña, pero ocurren entre 1500 y 2000 muertes, y entre 15 mil y 30 mil detenidos. El nuevo ministro de guerra, Francisco Franco, fue blanco de un intenso odio. En la ciudad industrial gallega de Ferrol se registraron varios muertos y un número elevado de detenidos. La revuelta incrementó los temores en el gobierno radical-cedista que un eventual intento de una «Revolución bolchevique» acabaría triunfando en España. Esto acentuó la presión sobre el Partido Radical para llevar adelante una política legisladora más contrarrevolucionaria, y convenció a la CEDA de que era necesario alcanzar la presidencia del gobierno para dar el «giro autoritario» que el régimen, según ellos, requería.

La izquierda española, bajo el impacto de la insurrección asturiana e influenciada por el Komintern, se une en una Frente Popular para las elecciones de febrero de 1936. Por primera vez los anarcosindicalistas fueron a las urnas y votaron por los republicanos, socialistas y comunistas. La izquierda alcanzó una victoria considerable, en parte porque prometió una amnistía para los participantes de los disturbios pasados. Simultáneamente, de la derecha surge la Falange, un partido fundado por el fascista José Antonio Primo de Rivera, hijo de Primo Rivera, quien no se oponía a la reforma agraria ni a otros programas socialistas. La Falange empleaba como símbolo un manojo de flechas y un yugo, y su consigna era Arriba España. Su programa demandaba la expansión nacional en África, la anexión de Portugal y la construcción de un imperio en América del Sur. La Falange estableció grupos juveniles y un ejército privado, de la misma forma que lo hiciera Hitler. Aunque la Falange obtuvo relativamente pocos votos en la elección de 1936, trabajó con grupos militares, monárquicos, clericales y carlistas en pro de una contrarrevolución. Un golpe militar se estaba gestando.

Golpe de Estado de 1936

Un levantamiento militar fue bien planificado durante la primera parte de 1936 nada más conocerse la victoria del Frente Popular en las elecciones de febrero de ese año. La conspiración militar se inició con la reunión de varios generales en una casa de Madrid el 8 de marzo en la que acordaron organizar un alzamiento militar que derribara al gobierno recién constituido y «restableciera el orden en el interior y el prestigio internacional de España». A finales de abril, el general Emilio Mola asumió la dirección de la trama golpista. Su plan consistió en un levantamiento coordinado de todas las guarniciones comprometidas, que implantarían el estado de guerra en sus respectivas regiones, comenzando por el Ejército de África, que entre los días 5 y 12 de julio realizó unas maniobras en el Llano Amarillo donde se terminaron de perfilar los detalles de la sublevación en el Protectorado de Marruecos.

Guerra civil española, Marina Ginesta, Barcelona, 1936.

Fotografía de Marina Ginesta (17 años) el 21 de julio de 1936 en una azotea en Barcelona, a solo tres días del estallido de la rebelión militar en contra de la República española. Ginesta salió al exilió en Francia tras la derrota republicana en 1939.

El golpe de Estado revienta el 17 de julio de 1936 en guarniciones de toda España. Hasta el 21 de julio, los rebeldes habían logrado el control en Marruecos, las Islas Canarias y las Islas Baleares (excepto Menorca); y en la parte peninsular de España los insurgentes lograron dominar cerca de la mitad del territorio español, controlando prácticamente un tercio del norte peninsular (Galicia, León, Castilla la Vieja, Álava, Navarra, gran parte de la provincia de Cáceres, incluida la capital, y la mitad occidental de Aragón, incluyendo las tres capitales provinciales). Además dominaban las ciudades andaluzas de Sevilla, Córdoba y Cádiz conectadas entre sí por una estrecha franja, así como la ciudad de Granada.

Pero el golpe de Estado fracasa parcialmente cuando no se logra el objetivo de tomar Madrid, punto neurálgico del poder en España, así como otras grandes ciudades como Barcelona, Valencia, Bilbao, Málaga y Murcia. Las fuerzas republicanas habían logrado sofocar el levantamiento en otras áreas. Los nacionalistas y republicanos procedieron a organizar sus respectivos territorios y reprimir la oposición o la oposición sospechada. La violencia republicana ocurrió principalmente durante las primeras etapas de la guerra antes de que se restableciera el estado de derecho, pero la violencia nacionalista era parte de una política sistemática de terror durante todo el conflicto y en muchos aspectos después del mismo.

Guerra civil española

El liderazgo de los nacionalistas fue gradualmente asumido por el general Francisco Franco, quien comandaba fuerzas que había traído de Marruecos. El 1 de octubre de 1936, los insurrectos nombran a Franco como jefe de estado y establece un gobierno en Burgos. El gobierno republicano, que comenzó en septiembre de 1936, estaba encabezado por el líder socialista Francisco Largo Caballero. Fue seguido en mayo de 1937 por Juan Negrín, también socialista, que siguió siendo el primer ministro durante el resto de la guerra y más tarde ejerció funciones en el exilio hasta 1945. El presidente de la República Española hasta casi el final de la guerra fue Manuel Azaña, un liberal anti-clérigo. El conflicto interno entre los republicanos comprometió su esfuerzo desde el principio. Por un lado estaban los anarquistas y los socialistas militantes, que veían la guerra como una lucha revolucionaria y promovían la colectivización generalizada de la agricultura, la industria y los servicios; Por otro lado estaban los socialistas y republicanos moderados, cuyo objetivo era la preservación de la República. En busca de aliados contra la amenaza de la Alemania nazi, la Unión Soviética había adoptado una estrategia a favor del Frente Popular y, como resultado, la Comintern ordenó a los comunistas españoles que apoyaran a los republicanos.

El 6 de noviembre de 1936 ante el inminente avance del ejército sublevado sobre Madrid, el Gobierno republicano de Largo Caballero decide trasladarse a Valencia, encomendando la defensa de la ciudad al general Miaja quien lidera la Junta de Defensa de Madrid.

Guerra civil española, Bombardeo de Madrid, 1937.

Niños cubriéndose durante uno de los bombardeos de Madrid en 1937.

Tras el fracaso parcial del golpe de Estado de julio de 1936, particularmente al no lograrse el objetivo de la toma de la capital, las fuerzas nacionalistas intentan un nuevo ataque frontal el 8 de diciembre en lo que se conoce como la Batalla de Madrid. En asalto se extendió hasta el 23 de noviembre ante el aguerrido contraataque de las fuerzas republicanas con un fuerte apoyo de milicias conformadas con civiles madrileños. Nuevamente los nacionalistas fracasan en tomar Madrid, pero deciden enfocar sus esfuerzos en poner a la ciudad bajo sitio, aislándola de los canales de abastecimiento de alimentos, ropas de invierno, armamento, municiones y otros suministros esenciales para la población. El asedio se prolongó durante poco más de dos años. En 1937 se llevan a cabo varios enfrentamientos de envergadura por el control de Madrid: la Batalla del Jarama del 6 al 27 de febrero, la Batalla de Guadalajara del 8 al 23 de marzo, la Batalla de Brunete del 6 al 25 de julio, y la sangrienta Batalla de Teruel que ocurrió del 15 de diciembre de 1937 al 22 de febrero de 1938. El resto de 1938 permaneció invariable en Madrid, pero la población y las tropas sufrían graves carencias y caída en la moral tras meses de asedio.

En enero de 1938 se configura el «Nuevo Estado» franquista con la promulgación por el «Generalísmo» de la Ley de la Administración Central del Estado por la que se creaba una estructura administrativa de forma ministerial, y con el nombramiento de su primer gobierno en el que el propio Franco asumió la presidencia, mientras que Francisco Gómez-Jordana asumía como vicepresidente y Ministro de Asuntos Exteriores.

El Frente del Norte, Campaña del Norte, u Ofensiva del Norte, comprendió al conjunto de operaciones y combates en la franja cantábrica desde la primavera al otoño de 1937 durante el desarrollo de la Guerra civil española. Las fuerzas republicanas en el norte, aunque superiores en números, se encontraban en clara desventaja en cuanto a equipos y armamentos. Pero el mayor problema de los republicanos en la región eran las diferencias políticas entre las facciones que apoyaban a la Segunda República. Las tropas republicanas del norte estaban divididas según sus regiones: milicias asturianas, las milicias cántabras y las milicias vascas; cada una bajo sus propios liderazgos e intereses regionales, lo que se prestaba para el desorden. No existía realmente un mando unificado. Por el contrario, el bando sublevado se encontraba en condiciones físicas y morales superiores, así como bajo un comando uniforme.

En el Norte. Durante la Ofensiva de Vizcaya, ocurrida entre el 31 de marzo y el 1 de julio de 1937, los sublevados buscaban conquistar tanto la provincia de Vizcaya como de su capital, Bilbao, un importante centro industrial para la época. El 19 de junio finalmente cae la capital tras la victoria sublevada en la prolongada Batalla de Bilbao. No tardó mucho tiempo cuando comienza la ofensiva en la Batalla de Santander el 14 de agosto, en la cual los sublevados buscaban la conquista de la provincia de Santander, en el territorio de lo que actualmente corresponde a Cantabria. En apenas unas semanas, ya para el 17 de septiembre, los sublevados franquistas logran una victoria decisiva en Santander, prácticamente aniquilando al ejército republicano del norte y dejando aislado al frente en Asturias. La Ofensiva en Asturias, entre el 1 de septiembre y el 21 de octubre, concluye con una decisiva victoria de los sublevados cuando la IV Brigada Navarra ocupa los últimos bastiones republicanos de Avilés y de Gijón, dando por finalizada toda la campaña en el Norte.

Las derrotas de las fuerzas republicanas en la Batalla de Teruel y la Ofensiva de Aragón  provocaron la crisis de marzo de 1938. La crisis se inició debido al quiebre entre facciones en el gobierno de la República, que por una parte buscaban continuar con la guerra, y por el otro, la consideraban una causa perdida.

General Franco. Batalla del Ebro, Guerra civil española, 1938.

Guerra civil española. El general Francisco Franco durante la decisiva Batalla del Ebro en 1938.

Con el éxito del ejército sublevado franquista en la Ofensiva de Aragón la República quedó efectivamente dividida en dos, y la amenaza ahora se cernía sobre Valencia, que servía como sede del gobierno constitucional. Ante la presión que sufría el ejército republicano, el general Vicente Rojo organizó el Ejército del Ebro con las unidades derrotadas en Aragón con el objetivo de cruzar el valle del Ebro y reunificar el territorio republicano. La Batalla del Ebro que ocurrió entre el 25 de julio y el 16 de noviembre de 1938 fue el enfrentamiento más sangriento y prolongado de la Guerra civil española. A pesar de los éxitos iniciales de la ofensiva republicana, para finales de octubre sus fuerzas se encontraban diezmadas ante los incesantes bombardeos aéreos, el desabastecimiento y la clara desventaja ante un ejército franquista siempre reforzado y apoyado por los alemanes nazi y los italianos fascistas. Para el 16 de noviembre la Batalla del Ebro se encontraba en un claro desenlace a favor del franquismo. 

La última operación militar de la guerra fue la Campaña de Cataluña, que culminó nuevamente como un desastre para las fuerzas republicanas. El 26 de enero de 1939 las fuerzas franquistas entraban en Barcelona prácticamente sin resistencia. Para el 5 de febrero ocuparon Gerona.

El 6 de febrero de 1939 las principales autoridades republicanas cruzaban la frontera seguidos de una masa de civiles y militares que marchaban al exilio para huir de la persecución.

Consecuencias

La Guerra civil española se cobró la vida de alrededor de medio millón de personas. Esto no incluye a todos aquellos que murieron de desnutrición, inanición y enfermedades colaterales causadas por la guerra. El conflicto también produjo el éxodo de hasta medio millón de personas, cuyos descendientes en su mayoría ahora viven en países de América Latina, con unos 300 000 solo en Argentina. La Guerra civil española ha sido frecuentemente calificada como la primera campaña de la Segunda Guerra Mundial, con los militares sublevados siendo apoyados por la Italia fascista de Mussolini y la Alemania nazi de Hitler.

La consecuencia inmediata de la conclusión de 1939 de la Guerra civil española fue la instauración de la dictadura de Francisco Franco, quien gobernó a España hasta 1975, un prolongado período histórico en el que se desarrolló el franquismo. Debido a la amplia extensión temporal de la dictadura y el enfoque central del caudillo en la política, se suele denominar a esta etapa como la Era de Franco. Durante este periodo se impuso una fuerte represión y censura de la sociedad española. Sobre la clase media y la clase obrera cayó un terror sistemático. Todas las actividades económicas y sociales fueron sometidas a un estricto control de la Falange Española, ahora el único partido político legalizado, así como de sus organismos dependientes. La sociedad fue recatolizada con el apoyo del Estado franquista. Las autoridades franquistas prohibieron todos los impresos liberales, republicanos y de izquierda, y sus bienes fueron incautados. La libertad de expresión desapareció y todos los periódicos quedaron sometidos a la censura previa y sus directores fueron nombrados por el gobierno.

Guerra civil española, éxodo de refugiados, 1939.

Casi medio millón de españoles cruzaron la frontera con Francia después de que Barcelona cayera ante el general Francisco Franco en 1939. Muchos fueron detenidos en campos de internamiento improvisados durante un capítulo oscuro de la historia francesa que ha sido casi olvidado. Este éxodo se conoció más tarde como La Retirada.

Durante la dictadura de Franco, España, devastada tras la guerra civil, se declara neutral en la Segunda Guerra Mundial, pero los franquistas simpatizaban con las potencias del Eje que los habían apoyado en la insurrección. Después de la Segunda Guerra Mundial, España estuvo política y económicamente aislada, y se mantuvo fuera de las Naciones Unidas. Esto cambió en 1955, durante el período de la Guerra Fría, cuando se hizo estratégicamente importante para los Estados Unidos establecer una presencia militar en la península ibérica para contrarrestar cualquier posible movimiento de la Unión Soviética hacia la cuenca del Mediterráneo.

La economía española quedó devastada tras la guerra; tardaría décadas en recuperarse. Sería hacia la década de 1960 cuando España logra una tasa de crecimiento económico sin precedentes que reanuda la interrumpida transición hacia una economía moderna, en lo que se suele calificar como el «milagro español».


Editar
Esta web utiliza cookies para mejorar la experiencia del usuario y su correcto funcionamiento.    Política de cookies
Privacidad