¿Qué líderes lograron esquivar el temible beso de Brézhnev, y cómo?

¿Qué líderes lograron esquivar el temible beso de Brézhnev, y cómo?

El reto

Y mañana: ¿Qué gran viajero del Reino de Navarra emuló en el siglo XII las gestas de Marco Polo o Ibn Battuta?

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El mítico beso de Brézhnev y Honecker, que el artista ruso Dimitri Vrubel pintó en el muro de Berlín, bajo el título 'Dios mío, ayúdame a sobrevivir a este amor mortal' 

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Que el líder soviético Leonid Brézhnev era un besucón no es ningún secreto. El que fue jefe del Estado de la URSS y secretario general del Partido Comunista, desde 1964 hasta su muerte en 1982, se hizo famoso en todo el mundo por lo que los rusos llamaban “el triple Brézhnev”: un beso en la mejilla izquierda, otro en la derecha y finalmente en los labios.

El mandatario se hizo famoso por lo que los rusos llamaban “el triple Brézhnev”: un beso en la mejilla izquierda, otro en la derecha y finalmente en los labios

El presidente palestino Yasir Arafat o la primera ministra Indira Gandhi, el primero sin ningún problema dada su coincidencia en el gusto por esta expresión de afecto, fueron algunos de los premiers extranjeros a los que el hombre de las cejas pobladas besó más efusivamente.

A ellos se suman naturalmente casi todos los líderes de los países satélites, que hay que poner aparte por la obvia razón de que la respuesta satisfactoria al triple del gran jefe formaba parte de sus obligaciones dentro del cargo. En el caso del presidente yugoslavo, yugoslavo, el apretón en los morros fue supuestamente tan fuerte que, dicen, el labio de Josip Broz Tito empezó a sangrar.

Fotografía del famoso beso que Brezhnev dio a Honecker durante la celebración del 30 aniversario de la República Democrática Alemana en 1979

Fotografía del famoso beso que Brezhnev dio a Honecker durante la celebración del 30 aniversario de la República Democrática Alemana en 1979

ALAIN MINGAM/GAMMA-RAPHO VIA GETTY IMAGES

Pero el ósculo más famoso que Brézhnev dio en su vida fue el que en 1979 propinó al presidente de la República Democrática Alemana, Erich Honecker, durante las conmemoración del 30º aniversario de la propia RDA. Si bien la foto se reprodujo  en publicaciones de todo el mundo, fue en 1990 cuando el artista ruso Dimitri Vrubel realmente inmortalizó la escena al reproducirla con libertad creativa en uno de los bloques conservados del muro de Berlín, caído el año anterior. Vrubel tituló su obra Dios mío, ayúdame a sobrevivir a este amor mortal.

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¿Qué dirigentes pudieron y supieron escapar de la temible efusión de Brézhnev? El caso más notorio fue el de Fidel Castro, en su primera visita a Moscú en 1974. Sabedor de lo que le esperaba y sobre todo muy consciente del cachondeo que la consumación del beso habría ocasionado en Cuba, el comandante en jefe evitó el contacto mediante el sencillo, efectivo y aparentemente natural procedimiento de ponerse un puro en la boca y no quitárselo hasta que el peligro hubo pasado. La escena, reportada por unos cuantos testigos, tuvo lugar en el aeropuerto de la capital rusa.

El caso más notorio fue el del mandatario que se puso un puro habano en la boca para sortear el lance

El líder caribeño se plantó el habano en la boca dentro del avión y ya no se lo sacó hasta después del saludo inicial a su anfitrión. Existe una foto de un saludo posterior en el que, ya sin el puro, Fidel se limita a mantener la distancia con Brézhnez cuando éste ya ha recibido claramente el mensaje en la ocasión anterior, la del recibimiento, que es la que cuenta.

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Cinco años más tarde, el rumano Nicolae Ceausescu se convirtió en el único y osado mandatario del bloque oriental soviético en rechazar el triple Brézhnev. Según la versión más extendida, alegó razones médicas: padecía de bacteriofobia. Puede que también le ayudara el hecho de que Bucarest, pese a la dureza de su política de sello comunista -y carácter genocida-, mantenía una considerable aunque relativa independencia respecto a Moscú.

Brezhnev también atacó a un líder del imperio enemigo, Jimmy Carter, aunque en este caso no pudo consumar y hubo de conformarse con un 'doble'

El jefe del Estado soviético no limitó sus pasionales acometidas a los hermanos ideológicos u homólogos de países no alineados. También atacó así a dignatarios del imperio occidental. Su presa de mayor peso fue el presidente estadounidense Jimmy Carter, a quien consiguió colocar sendos besos en las mejillas.

Fue durante la firma del segundo tratado de limitación de armas nucleares estratégicas SALT II, en junio de 1979. Aunque Brézhnev no pudo rematar la jugada y su triple se quedó en doble, aquello fue todo un acontecimiento; un excelente símbolo del deshielo que precedería al fin definitivo de la Guerra Fría. Y para descongelar la relación tampoco había que exagerar. No es bueno pasar de insultarse a, de pronto, darse besos de tornillo sin unos pocos preliminares de por medio.   

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