Wilf Wild, el hombre para todo del Manchester City

Historias irrepetibles

El hombre para todo del City

Wilf Wild, el entrenador que llevó al equipo de Mánchester a la primera Liga de su historia, compatibilizaba su trabajo técnico con el cargo de secretario del club

Wild, sentado en el centro, con la plantilla del Manchester City campeona

Wild, sentado en el centro, con la plantilla del Manchester City campeona / FDV

Juan Carlos Álvarez

Juan Carlos Álvarez

Los clubes de fútbol tardaron bastante tiempo en entender la necesidad de crear estructuras que dieran respuesta a su crecimiento en la primera mitad del siglo XX. Prueba de ello es que en Inglaterra, durante mucho tiempo, el entrenador compatibilizaba su tarea con la de secretario del club. Llevado a nuestro tiempo sería como si el técnico, después de dirigir al equipo en el campo, se subiese a las oficinas para ejercer de director general. Se veía como algo normal tener apenas tres empleados en tareas administrativas aunque el dinero empezase a correr con alegría, los estadios se hiciesen cada vez más grandes y el interés de los aficionados estuviese completamente desatado.

Durante mucho tiempo esa doble función en el Manchester City la desempeñó Ernest Mangnall que, algo desbordado por todo lo que debía atender, contrató en 1920 a un viejo amigo llamado Wilf Wild para que le echase una mano con el trabajo en las oficinas. Eran días complicados porque un incendio había destruido el viejo estadio de Hyde Road y el club estaba envuelto en el complicado proceso de traslado a Maine Road, el que sería su hogar durante casi ochenta años. Wild se transformó en subsecretario del City hasta que en 1924, con la salida de Mangnall, el conjunto de Mánchester tomó una decisión totalmente innovadora: separar ambas funciones, un camino que no tardarían en seguir muchos otros clubes británicos. Dieron el banquillo y la responsabilidad de la parcela técnica a David Ashworth y elevaron a Wild a la categoría de secretario del club. Allí vivió tranquilo hasta que en 1932, con la salida del técnico, a la directiva del Manchester City le dio por ahorrarse un sueldo y volver a unificar la tarea de técnico y de secretario del club. Así se convirtió Wilf Wild en el decimocuarto entrenador de la historia de los “Citizens”, sin apenas conocimientos técnicos ni una formación anterior ya fuese como futbolista o entrenador. Era un oficinista, un administrativo, al que habían sentado en el banquillo de Maine Road.

Pero por esos misterios que tiene el fútbol a Wild comenzaron a rodarle las cosas en la buena dirección. En su primera temporada al frente del equipo el Manchester City se clasificó para la final de Copa aunque cayeron derrotados por el Everton del legendario Dixie Dean, el goleador más grande de la historia de la Liga inglesa. Un año después regresaron a Wembley con el mismo objetivo y en este caso consiguieron imponerse al Portsmouth por 2-1 con lo que el City conquistaba el segundo título de su historia después de la Copa de 1903. Casi nada. Y todo ello con Wild en el banquillo. El secretario-entrenador no parecía sentirse afectado por el exceso de trabajo que acumulaba porque el definitivo traslado a Maine Road vino acompañado de un incremento en el número de aficionados. Eso multiplicó los ingresos, los gastos, las gestiones y las necesidades dentro del club. Pero Wild parecía llevarlo con naturalidad: entrenaba al equipo, se ocupaba de los salarios y gastos del club, organizaba la seguridad en el estadio, gestionaba las taquillas… parecía tener una especie de don. La directiva del Manchester City estaba encantada con él porque el equipo era cada vez mejor y eran uno de los pocos que parecían en condiciones de competir con el poderoso Arsenal, que era el club hegemónico de aquel tiempo.

Para la temporada 1936-37 Wilf Wild acometió una importante remodelación dentro del vestuario y se fue en busca de un puñado de jugadores. Fue una bendición para los “Citizens”. Llegaron Alec Herd, Sam Barkas, Matt Busby (quien una década después sería el responsable de crear el mejor Manchester United de la historia), Peter Doherty (para muchos el mejor jugador irlandés de la historia) o Frank Swift (el hombre que defendería su portería durante catorce años y que, ya reciclado como periodista, sería una de las víctimas en el accidente aéreo de Múnich ya que había viajado para cubrir el partido del United). La temporada había comenzado de forma inquietante porque solo fueron capaces de ganar dos de los primeros diez partidos para situarse muy cerca de las posiciones de descenso. El equipo fue reconduciendo con dificultades su andadura aunque no le daba para mucho más que para estar en mitad de la tabla. Sin embargo, a finales de diciembre el Manchester City entró en una magnífica racha que le tuvo invicto desde el 26 de diciembre hasta final de temporada. Al principio la sucesión de empates no les permitía despegar, pero cuando en enero encadenaron varias victorias se lanzaron como cohetes hacia lo alto de la clasificación. A cinco jornadas para el final el City se colocó en primera posición y la temporada parecía enfocarse a la visita que el Arsenal tenía que rendir a Maine Road a tres jornadas para el final. El día clave para saber quién sería el campeón.

Para Wilf Wild fue una semana especialmente estresante porque se le acumuló el trabajo dentro y fuera del campo. La petición de entradas fue exagerada, el bullicio y el trabajo crecieron alrededor del club como pocas veces antes había sucedido. Describen los que vivieron aquella época escenas extraordinarias con el entrenador-secretario como protagonista. Wild pasaba de estar en el vestuario con los jugadores a salir megáfono en mano al terreno de juego para dirigir el acceso de la muchedumbre a las gradas o asomarse a las taquillas porque había alguna clase de problema. Incluso en ocasiones tuvo que abandonar el banquillo en mitad de un partido para atender algún asunto. Poco importó la tarde en cuestión. El Manchester City fue mucho mejor que el Arsenal y se impuso por un tanteo de 2-0 (goles de Toseland y Doherty) para dejar a los londinense a tres puntos de distancia con solo tres partidos por delante. El equipo de Wild no dejó escapar ese tesoro y dos semanas después, en la penúltima jornada, se impusieron por 4-1 al Sheffield Wednesday para conquistar el primer título de Liga de toda su historia. El discreto y eficiente Wilf Wild ya estaba en los libros de historia del equipo celeste.

Wild murió a los 57 años en las oficinas del City donde seguía trabajando

Poco imaginaban el City y Wild lo que les esperaba a continuación. El equipo descendió solo doce meses después de una temporada nefasta y en la que les persiguió en exceso el infortunio en forma de lesiones. Por si fuera poco, el desenlace de la temporada fue una lotería. Seis equipos estaban empatados en la última posición con 36 puntos y otros dos estaban solo un punto por encima. Media categoría en riesgo de descenso. El City perdió por 1-0 en el campo del Huddersfield y fue uno de los condenados. Eran de nuevo protagonistas de un hecho histórico porque por primera vez en la historia (y no ha vuelto a suceder desde entonces) descendía a Segunda el vigente campeón. El momento era malo para perder la categoría porque en 1939 Inglaterra suspendió sus competiciones durante seis años a causa de la Segunda Guerra Mundial. Para todos los equipos fue un problema seguir en pie. El trabajo en el terreno de juego desapareció casi por completo aunque los clubes hicieron esfuerzos por mantener de alguna manera la actividad durante aquel tiempo, pero en las oficinas aumentó y estaba Wild. Maine Road era uno de los dolores de cabeza porque el club tenía previstas diferentes actuaciones en Maine Road que se paralizaron después del descenso de categoría y se descartaron por completo con el inicio de una guerra que les obligaría durante un lustro a compartir estadio con el United por los daños que los bombardeos produjeron en Old Trafford.

En 1946, con el regreso del fútbol, Wilf Wild pidió a la directiva del club que para el nuevo tiempo era mejor que buscasen a otra persona que dirigiera el equipo. Le hicieron caso. San Cowan, que había jugado años atrás para él, se hizo cargo del City y Wild se quedó sirviendo al club en el puesto de secretario. Lo hizo hasta el último día de su vida. Porque solo cuatro años después de apartarse de las tareas técnicas, en 1950, sufrió un infarto en las oficinas del club del que no pudo recuperarse. Murió con 57 años en el lugar donde más tiempo había pasado y donde más feliz fue. El primer entrenador que hizo campeón al Manchester City cuando eso parecía una tarea imposible.

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