La mística del Madison Square Garden resucita a los Knicks y a un Brunson estelar

La mística del Madison Square Garden resucita a los Knicks y a un Brunson estelar

NBA

Los Knicks recuperan la energía en el Madison Square Garden y aplastan a los Pacers con un recital de Brunson (121-91) para tomar ventaja de nuevo en la serie (3-2) 

El base se va hasta los 44 puntos en otra actuación memorable dirigiendo a unos Knicks que devoran a los Pacers en rebotes

Lo de Tom Thibodeau no tiene desperdicio: mantiene a Brunson todavía en pista con 5 minutos por jugar, una diferencia de más de 20 y los Pacers sentando a sus titulares

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Brunson pelea por un rebote con Nembhard

Michael Conroy / Ap-LaPresse

Como Nueva York y sus luces, la mística del Madison Square Garden, tampoco nunca duerme, capaz de hacer despertar para volver brillar a las estrellas que trabajan sin cesar de sol a sol como las que lucen estos testarudos e infatigables New York Knicks a imagen y semejanza de su entrenador con Jalen Brunson como astro rey. Como si el bullicio de los enajenados hinchas de los Knicks fuera capaz de silenciar también la extrema fatiga y una molesta lesión de pie, Brunson dejó absolutamente deslumbrados a los Pacers con 44 puntos en hasta 43 minutos de juego para que New York apabullara a Indiana (121-91) y recuperara su energía y la ventaja en esta serie de Semifinales de Conferencia (3-2). Un marcador casi clavado al del Game 4 en un arrebato de revancha ante unos Pacers que ganaron 121-89 el domingo. 

Pocos equipos más orgullosos de lo que son estos Knicks. En cuanto a su carácter para competir y su empecinamiento de desplegar ese baloncesto bélico con el inflexible Tom Thibodeau como jefe de filas sean cuales sean las heridas de guerra: ya pueden ir diciendo que el veterano entrenador no va a doblar en lo de dar tregua a sus estrellas ni ellos de creer por mucho que falten soldados del rango de Julius Randle, Mitchell Robinson, Bojan Bogdanovic y OG Anunoby. 

Los Pacers pueden tener más variedad de recursos en su juego y en una plantilla más amplia, pero el carácter de estos Knicks es infinito y lo personifica en todas sus vertientes Josh Hart, el hombre que no conoce fatiga -se zampó los dos primeros partidos enteros-, y atrae rebotes hasta los dobles dígitos con su 1,93, 18 tantos y 11 capturas anoche. 

El conjunto neoyorquino, con también 17 capturas para Isaiah Hartenstein, devoró a Indiana en rebotes casi doblando al cuadro de Rick Carlisle con 66 a 38. En este baloncesto de contacto de tan vieja escuela, los Knicks pasaron por encima de Indiana por momentos con algo tan simple y primitivo, tan de baloncesto street, como tirar con la confianza de que alguien cojera el rebote. 

Fue el caso sobre todo de los minutos a la vuelta del descanso en los que los de Carlisle doblaron a Brunson, a quien no le importó acumular fallos en sus lanzamientos pues ya tenía compañeros preparados para barrer los rebotes. 

Y es que los Knicks tuvieron más calle que su oponente. Al contrario que los dos choques en su casa, los Pacers pecaron de cándidos con Tyrese Haliburton en el ojo del huracán. El base, señalado en la final de la Copa NBA por su insuficiente desempeño contra los Lakers, se quedó en unos tímidos 13 puntos con un 5/9 en lanzamientos. 

Pascal Siakam anotó 22 y Myles Turner 16, ofreciendo esperanza a los Pacers con tres triples seguidos que pusieron a Indiana a 7 puntos al inicio del tercer cuarto. Apenas un silbido entre la algarabía de las enloquecidas gargantas de la catedral del baloncesto. 

El espíritu de estos Knicks hasta revitaliza a veteranos que parecían apagados como Alec Burks, con 18 puntos desde el banquillo. Y aunque a alguno ya se le empiece a agotar la energía, ahí, estará, en guardia para defender a los suyos como fue el caso de Donte DiVincenzo, sólo 8 puntos tras un 4/14 en lanzamientos pero bien entero para tenérselas con Myles Turner. 

Todos lo tienen muy claro en los Knicks y hasta los nuevos saben que, si hace falta, hay que jugarse la integridad como fue el caso de Precious Achiuwa, llegado en enero desde Toronto en el traspaso por OG Anunoby. El nigeriano perdió la zapatilla en un momento del segundo cuarto y siguió jugando durante 13 segundos descalzo y con la bamba en la mano hasta que el ritmo del partido se lo pudo permitir.

Pero, incluso con una pelea y tal anécdota de por medio, lo que no tuvo desperdicio es que con los Knicks ganando más de 20 desde que faltaran 7 minutos, con la diferencia creciendo y los Pacers sentando a sus titulares, Thibodeau no diera descanso a Brunson hasta a falta de 3 minutos y medio. El tozudo de Thibs no va a ceder como tampoco sus guerrilleros discípulos. Hasta que el sudor se convierta en sangre. 

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