«Al perder el músculo de la publicidad se ha perdido también independencia y credibilidad»

Un periodismo tocado de muerte: «Al perder el músculo de la publicidad se ha perdido también independencia y credibilidad»

Derrota o muerte del periodismo. Ambos términos son verdad si analizamos lo que ha sucedido en los periódicos, en las radios, televisiones y en internet en los últimos diez o quince años. El periodista no está derrotado ni ha muerto, porque de hecho los medios de comunicación se nos antojan más vivos que nunca pero, como asegura Teodoro León Gross (Málaga, 1966), la función y el rol que ha tenido en la modernidad, dentro de las sociedades democráticas y dentro del esquema de contrapesos y de equilibrios que hoy hemos heredado, ha tocado de muerte esta honorable actividad.

León Gross, que es periodista, ensayista y profesor universitario, no tiene motivos para el optimismo. Y cuenta sus razones en el libro titulado La muerte del periodismo, editado en Deusto, donde junto al veredicto y las consecuencias incorpora el cronograma que nos ha llevado al lugar en el que estamos. «Arrastramos desde hace al menos dos décadas una crisis de modelo que arranca de una pérdida de la publicidad, una de las principales vías de ingreso de las empresas informativas. Al perder ese músculo se pierde la independencia económica y con ella se pierde la independencia editorial. Aparecen entonces dependencias de las administraciones e instituciones públicas, de las decisiones más o menos arbitrarias del poder político o incluso del poder financiero».

Dicho de otro modo: Quien te presta el músculo también coloniza tu independencia. El autor de La muerte del periodismo fue columnista en EL MUNDO y El País. Hoy firma en Abc y dirige el programa de televisión Mesa de Análisis, en los mediodías laborables de Canal Sur. El problema, a juicio del periodista, es que la deriva se veía venir. O al menos hubo profetas que lo intuyeron. Primero se produce una crisis en el modelo de negocio: las vías que mantenían la salud financiera de las empresas periodísticas entran en crisis. Frente a esa debilidad se desata una crisis aún peor que afecta directamente a la línea de flotación de todo negocio periodístico y que es la credibilidad. Sumemos a esa palabra sagrada tantos adjetivos positivos como inunden nuestra cabeza. ¿Los tenemos? Todos han entrado en crisis: independencia, profesionalidad, verdad, contraste, distancia, perspectiva…

Teodoro León Gross lo explica así: «Philip Meyer, en su libro titulado The Vanishing Newspaper, habla de la codicia de los editores, que había empezado a debilitar el periodismo antes de internet en el momento en que los periódicos se empiezan a integrar en los grandes grupos multimedia, en esos entramados del show business. Neil Postman plantea en su ensayo Divertirse hasta morir, ese concepto que en el siglo XXI va a ser determinante y omnipresente, el de infortainment, cómo el periodismo se va haciendo infoentretenimiento, un proceso que tiene que ver con que los editores son conscientes de que tienen un instrumento muy poderoso que daba entonces una enorme rentabilidad económica. Ahí comienza ese proceso».

Y en estas llegó el populismo. León Gross avisa: «Estamos en el ciclo político de los populismos, del deterioro de la democracia liberal. Hemos visto debilitarse la democracia liberal y el periodismo como instrumento democrático. Han ido en paralelo. Es muy fácil reconocer muchos de los tics trumpistas en España en Pablo Iglesias. Luego Pedro Sánchez le usurpa a Pablo Iglesias un montón de elementos característicos del movimiento de la irrupción de Podemos, los absorbe para el Partido Socialista y deja a Podemos fuera del tablero». Dicho de otro modo: «Corren paralelos el debilitamiento de la democracia liberal y el del periodismo. Con un periodismo fuerte habría sido más difícil que se deteriorara la democracia liberal de esa manera y con las democracias en un estado muy saludable habría sido más difícil que el periodismo claudicara».

Nunca hemos vivido tan pendientes del sesgo de confirmación. Leemos la prensa, escuchamos la radio, vemos la televisión buscando que los periodistas refuercen nuestros prejuicios informativos, reflejo perfecto de nuestros prejuicios ideológicos. El periodista nunca ha sido un profesional inmaculado de independencia, pero los datos eran sagrados. La opinión, claro está, podía virar de la derecha a la izquierda, del conservadurismo liberal al progresismo socialdemócrata. «Estaba la interpretación y la tematización marcada por la ideología. A partir de este proceso se pierde el relato informativo y empezamos a vivir en burbujas. Se opera desde una lógica de buenos y malos, desde una adhesión moral, no desde la ética en el espacio público, sino desde un moralismo que tiene mucho de religioso. No importa lo que digan los otros porque son los malos, mientras nosotros somos los buenos», lamenta Teodoro León Gross.

via ELMUNDO https://www.elmundo.es

May 14, 2024 at 07:03PM