La iconografía de la Inmaculada Concepción - La Cámara del Arte

La iconografía de la Inmaculada Concepción

COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE LA ICONOGRAFÍA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN

El debate de la Inmaculada surge y con mucha fuerza en Sevilla, que será la gran defensora de este dogma adelantándose varios siglos hasta que el Vaticano lo aceptó. ¿En qué consistía esta disputa teológica? Todo giraba en torno a si María fue concebida sin el pecado original.

Los dominicos se apoyaban en la versión de Santo Tomás de Aquino, que defendía que la Virgen fue Pura y Limpia ex útero. Es decir, cuando nació, del mismo modo que Juan, el Bautista.

El resto de congregaciones y órdenes religiosas manifestaban que fue concebida, engendrada in útero, considerando que fue concebida sin pecado original en ese momento

Echando la vista al pasado hay que recordar la importancia que tuvo Sevilla en cuanto al voto inmaculista. Todo parte del discurso realizado el 8 de septiembre de 1613 por un dominico, que ponía en duda la Inmaculada Concepción de María. Esto generó tal malestar en la ciudad que se realizaron multitud de manifestaciones públicas, hasta el punto de que surgen letras que hoy son tan famosas como las coplillas de Miguel Cid:

“Todo el mundo en general

A voces reina escogida

Diga que sois concebida

Sin pecado original”.

Sevilla, a través de sus hermandades, no tardó en mostrarse a favor del voto inmaculista y vemos cómo en 1615 los Negritos o el Silencio incluyen en sus cultos la devoción a esta advocación, incluso llegando a jurar defenderlo con voto de sangre.

La iconografía de la Inmaculada Concepción
Inmaculada Concepción, atribuida a Luisa Roldán. Parroquia de Santa Ana, de Sevilla.

La Iglesia de Roma, en cambio, tardará mucho más tiempo que Sevilla en reconocer la Inmaculada Concepción de María. Hasta el 8 de diciembre de 1854 el papa Pío IX no proclama el dogma de la Inmaculada, a través de la carta apostólica Ineffabilis Deus. Para entonces, Sevilla ya llevaría más de dos siglos defendiéndolo. No es hasta entonces que se dicta que es In útero, dejando de lado la postura dominica.

Todo esto comienza a manifestarse en el arte, todo el mundo en Sevilla quería una representación de la Virgen Inmaculada, incluso el pintor Francisco Pacheco creará un tratado de pintura “El Arte de la Pintura”, en el que especifica cómo debe representarse esta iconografía y de ella beberán los artistas que le sigan en el tiempo.

Se generan principalmente dos modelos de representación de la Inmaculada Concepción de María:

Tota Pulchra

Se trata de la Virgen asuncionista. Colores de pureza, túnica Jacinto y manto azul. La Virgen constelada por 12 estrellas. El padre Martín, jesuita, es al que se le aparece en la noche del 7-8 de diciembre, se lo comenta a un pintor para que lo reproduzca al carecer de esta habilidad y así poder demostrar lo que ha visto.

Alegoría de la Inmaculada Concepción de María. Hernando de Esturmio (1555). Colegiata de Osuna.

Hubo dos apariciones más, la cromática (1511), una monja portuguesa, Beatriz de Silva, de la orden franciscana, se le aparece la Virgen con los nuevos colores de pureza marianos (túnica blanca y manto azul celeste). La segunda aparición, la recibe Isabel de Villena de Valencia, donde la Virgen aparece rodeada de 12 estrellas. Ambas apariciones se funden en la del jesuita.

Apocalíptica

Se la representar entre 12-13 años, al modo de una Virgen niña. Vestida de sol, colocando un resplandor en la parte posterior. En escultura se le colocan unas ráfagas. Colores de pureza, túnica blanca y manto azul celeste. La corona de 12 estrellas. Luna a los pies, con los cuernos hacia abajo, en escultura difícilmente se ven hacia abajo, por razones estéticas.

La iconografía de la Inmaculada Concepción
Alegoría de la Inmaculada Concepción de María. Luis de Vargas (1561). Catedral de Sevilla.

Tal era la importancia que tuvo en nuestra ciudad todo lo anteriormente mencionado, que se incluyeron las apariciones en los tratados de arte a la hora de cómo representar a la Inmaculada Concepción. Así lo reflejó Francisco Pacheco en Arte de la Pintura su Antigüedad y Grandezas (1641):

“La Concepción, se ha de pintar en la flor de la edad de esta Santísima Señora, de doce á trece años, hermosísima, de lindos y graves ojos, nariz y boca perfectísima, y rosadas mejillas, los bellos cabellos tendidos, de color de oro; con túnica blanca y manto azul, que así apareció á Dª. Beatriz de Silva, Portuguesa, que fundó la religion de la Purísima Concepción, que confirmó el Papa Julio II año de 1541: coronada de doce estrellas, compartidas en un circulo claro entre resplandores; debajo de los pies la media luna con las puntas hacia abajo, porque estando sobre el convexo para que la alumbre, adórnase con ángeles y serafines enteros, que tienen algunos de los atributos: algunos ponen el dragon hollada su cabeza por el santísimo pié de la Virgen”.

Respecto al Dragón/Serpiente, se trata de una representación del maligno. Hasta 1640 era habitual que fuera como dragón, cuando Pedro Fourier se encarga de propagar a través de estampas y medallas la representación de la serpiente.

Inmaculada Concepción. Francisco Pacheco (hacia 1610). Palacio arzobispal de Sevilla.

Obras a destacar:

En escultura destacaremos las tres principales de las procesiones del Corpus de esta ciudad:

  • La de la Catedral, es obra en madera policromada de Alonso Martínez del siglo XVII, del exorno del paso se encarga la Hermandad del Silencio, ferviente defensora del dogma de la Inmaculada Concepción. Aparece la Virgen orante sobre tres cabezas de querubines y la luna, con los cuernos hacia arriba. Se encuentra en la capilla de la Concepción “Grande”.
  • En la iglesia de la Magdalena, dentro de la capilla Sacramental nos encontramos con un retablo académico del siglo XVIII, presidido por la imagen de la Inmaculada, obra de 1740, custodiada por las imágenes de los arcángeles San Miguel y San Rafael.
  • La capilla Sacramental de Santa Ana, de planta cuadrada del siglo XVI, alberga un retablo barroco de Miguel Franco, de 1713, presidido por la talla de la Inmaculada, del siglo XVII, relacionada con el taller de Luisa Roldán, “La Roldana”.
La iconografía de la Inmaculada Concepción
Inmaculada Concepción. Juan de Roelas (1600-1610). Gemäldegalerie de Berlín.

En pintura podemos ver la evolución artística de este tema iconográfico en pintores como:

Hernando de Esturmio, Luis de Vargas, Pacheco, Juan de Roelas, Velázquez, Zurbarán, Alonso Cano, Murillo o Valdés Leal.

Tanto Esturmio como Vargas fueron introduciendo con Alegorías el modelo de la Inmaculada, la del primero se encuentra en la colegiata de Osuna, obra de 1555. De San Joaquín y Santa Ana surgen ramos de azucenas que sirven de lazo de unión con la Virgen, son símbolos de su pureza. En la obra de Vargas de la Catedral de Sevilla sobre la Genealogía de la Virgen parte desde Adán y Eva, que los muestra con cierta desnudez (insólito en la época) al deberse de los personajes que vivían en el paraíso. Todos los personajes que aparecen son del Antiguo Testamento.

Inmaculada Concepción. Diego Rodríguez de Silva y Velázquez (1618-1619). National Gallery de Londres.

Como ya hemos visto, Pacheco será el que establezca el modelo a seguir a la hora de representar a las Inmaculadas en su tratado de pintura. En este caso, en una de sus muchas Inmaculadas, vemos cómo la representa siguiendo la visión de la monja portuguesa, Beatriz de Silva, de blanco y azul, adolescente, con las 12 estrellas, el paisaje de fondo es una excusa para colocar las letanías marianas. Aparece muy estática e ingrávida.

Roelas irá un poco más allá, ya que Pacheco era un gran teórico, pero en la práctica no era un pintor de primer nivel como la mayoría de los que vamos a mencionar. Esta obra estaba en el antiguo convento de la Encarnación, tras el expolio francés acabó en Berlín. Aparece representado el canónigo Fernando de Mata, una estampa muy repetida por sevillanos al hacer el encargo para sentirse protegidos por la devoción de la ciudad. El paisaje con las letanías con cierta gracia coloca un ángel sosteniendo uno de los atributos marianos.

La iconografía de la Inmaculada Concepción
Inmaculada Concepción. Francisco de Zurbarán (hacia 1635). Museo Diocesano de Arte Antiguo de Sigüenza.

Velázquez si avanza mucho más a la hora de tomar ya un modelo del real, posiblemente su esposa, Juana Pacheco, hija de Francisco Pacheco, su maestro, al que supera notablemente. Era una obra de 1620 para el convento del Carmen que estaba acompañada de otra de San Juan, hoy se encuentra en la National Gallery de Londres.

La Inmaculada de Zurbarán juega con cierta geometría al colocar la peana de ángeles en un ligero semicírculo, sigue usando las directrices de Pacheco con los colores azul y blanco, doce estrellas y paisaje con las letanías. Recogida y recatada, sin mirar de frente, como las doncellas de la época.

Alonso Cano realiza sus Inmaculadas muy abultadas en el centro y estrechas en la cabeza y pies, adelantando una pierna para generar dobleces en el manto. La Virgen segura de sí misma mira al frente.

La iconografía de la Inmaculada Concepción
Inmaculada Concepción. Alonso Cano (hacia 1650). Museo Diocesano de Arte Sacro de Álava.

El más famoso de los artistas de la Inmaculada, Murillo realiza gran cantidad de ellas y eleva el tema al máximo exponente. Aparecen triunfantes, con gran movilidad barroca en sus ropajes, rodeada de una corte celestial que con gracia porta sus símbolos marianos. Espirituales al alzar la mirada al cielo.

Valdés Leal consigue en sus Inmaculadas reunir el recogimiento de una doncella de la época y no renunciar por ello a la movilidad que el barroco imperante obligaba a sus ropajes, dándoles dinamismo. La figura se curva para generar dobleces en el manto. Hasta Valdés Leal (1622-1690) sigue imperando el modelo de Pacheco, pese a las variantes técnicas que hemos visto en cada artista.

Inmaculada Concepción. Bartolomé Esteban Murillo (1645-1655). Museo del Hermitage de San Petersburgo (Rusia).

El maestro de Velázquez dejó bien clara sus intenciones a la hora de representar a la Inmaculada Concepción, justificado en visiones y en la confirmación de estos hechos por el papa Julio II. Es por ello, importante saber qué se está representando y qué significa cada uno de los elementos que la rodean.

La falta, por ejemplo, de la presencia del dragón es renunciar al mensaje de María como conductora para vencer al pecado. Quizás, la falta de conexión, de comprensión, de entendimiento, en fin, de transmisión de lo que estamos representando, sea la culpable de la situación de abandono de las normas de representación y de ignorancia de la Iconografía mariana, que padecemos en nuestra sociedad.

La iconografía de la Inmaculada Concepción
Inmaculada Concepción. Juan de Valdés Leal (hacia 1659). Parroquia de la Magdalena de Sevilla.

Como diría Francisco Pacheco:

“Si no he acertado á saber cumplir mi propósito, no será por falta de buen deseo en pro de la juventud, por la cual tengo la mayor simpatía; porque se muestra tan estudiosa como dotada de facultades para obtener un gran porvenir en la historia de las Bellas Artes”.

Sevilla, defensora de la Inmaculada Concepción desde 1613.

BIBLIOGRAFÍA:

  • BASSEGODA I HUGAS, Bonaventura: Adiciones y complementos al catálogo de Francisco Pacheco. Boletín del Museo e Instituto <<Camon Aznar>> XXXI-XXXII (151-176). Zaragoza. 1988.
  • ORTIZ DE ZÚÑIGA, Diego: Anales eclesiásticos y seculares de la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla. Madrid. 1677.
  • PACHECO, Francisco: Arte de la Pintura, su Antigüedad y Grandezas. Madrid. 1871.

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