Situación De La América En Víspera De La Batalla De Chacabuco - Nuestro Bio Bío
Virreinatos y Capitanías Españoles
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Al principio del siglo XIX la dominación española se ejerció en Sud-América por medio de los siguientes virreinatos:

Al norte el de Nueva Granada que tenía bajo su jurisdicción la Capitanía General de Venezuela y la Presidencia de Quito.

En el centro el virreinato del Perú del cual dependía la Capitanía General del Reino de Chile y,

Al sur el virreinato del Plata que comprendía la Presidencia de Charcas en Alto Perú y las provincias del Paraguay y del Uruguay.

El más importante de estos virreinatos por su riqueza y comercio era el del Perú de donde irradiaban en todo sentido los distintos recursos con los cuales se mantenían las numerosas colonias no solo en sus relaciones comerciales, políticas y administrativas; sino también, muy especialmente, en sus relaciones militares.

Allá por el año 1808 sobrevino, como se sabe, la invasión de Napoleón a la península Ibérica y este sugestivo acontecimiento no pudo por menos que conmover profundamente el espíritu americano y fué, puede decirse, una de las causas inmediatas que originó o promovió los primeros síntomas de la revolución de la independencia.

Pero, la mayor parte de los conatos que por todas partes brotaban en este sentido se sofocaban muy pronto, logrando mantenerse la rebelión con cierta energía solo en los más distantes territorios de los virreinatos y, especialmente en Chile.

Así el virreinato del Perú fuera de algunas tentativas que se reprimiera con toda energía en el Cuzco, La Paz y Cochabamba, el resto del territorio tenía que permanecer, sino tranquilo, por lo menos en la expectación de lo que pudiera sobrevenir más tarde.

Este virreinato, como acabamos de expresarlo era, por su situación central y estratégica, lleno de cuanto recurso e influencia moral podía exigirse en aquellos tiempos, la fuente inagotable de donde emanaban las fuerzas que sofocaban esas rebeliones; era el foco en donde el poder español concentraba todas sus energías para esparcirlas a donde quiera que hubiese que ahogar el más leve grito de libertad que osara levantarse; era, en una palabra, y usando el tecnicismo militar correspondiente, la base de operaciones con que el poder español podía contar en la América del Sur para hacer frente a la guerra que por la libertad e independencia todos los pueblos de este continente estaban dispuestos a sostener.

En esta base de operaciones o sea en el Callao, precisando las ideas al respecto, se recibían de España los recursos de hombres, dinero, armamento, vestuario, etc., etc., y cuanto recursos era necesario para sostener la causa real que con toda franqueza se combatía ya, unániemente, por todas las colonias españolas ya sea por el Callao o por el interior, esos mismos elementos y recursos iban hasta los puntos más apartados de esa base de operaciones para sostener y mantener la causa española.

Esta causa, por otra parte, no podía, en la época que contemplamos, estar en mejores condiciones, pues el virreinato del norte se había reconquistado y Bolivar y los demás caudillos de la revolución tenían que abandonar el continente.

En Chile el desastroso sitio de Rancagua dió también a los españoles, nuevamente, el dominio absoluto del país, coincidiendo este triunfo con una serie de ventajas que la metrópoli obtenía en sus demás colonias. La Reposición misma de Fernando VII en el trono de España a fines de 1814 vino también a contribuir a que los españoles se lisonjearan con la esperanza de estar próximos a dominar por completo la insurrección americana. Solo en Buenos Aires se mantenía un gobierno regular de insurgentes, cuyo ejército esperaba de un momento a otro los probables ataques del enemigo por el lado de Los Andes o bien por el Alto-Perú.

Los españoles con su base de operaciones en el Perú, extendían, pues, sus líneas estratégicas ofensivas en dirección a los puntos en que los patriotas de las distintas colonias hacían sus últimas resistencias.

Tocábales ahora a los patriotas de Buenos Aires rechazar estos ataques, y de ellos iba a depender la libertad de Sud América.

 

Fuente: El Paso de Los Andes y La Batalla de Chacabuco. Enrique Monreal, Coronel de Ingenieros. Concepción, 1924. 72 Pág.

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