MARIANA DE NEOBURGO Y SU ENTORNO CORTESANO:
MARÍA JOSEFA GERTRUDIS WOLFF VON GUDENBERG
(BERLIPS)
VALENTINA MARGUERITE KOZÁK
TRABAJO DE FIN DE MÁSTER
TUTOR: PROF. DR. CARMEN SANZ AYÁN
CURSO 2015-2016
CONVOCATORIA DE SEPTIEMBRE
MÁSTER UNIVERSITARIO EN HISTORIA DE LA MONARQUÍA HISPÁNICA
DPTO. DE HISTORIA MODERNA – F. DE GEOGRAFÍA E HISTORIA
UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID
AGRADECIMIENTOS
Escribir este Trabajo de Fin de Máster ha sido una de las mayores satisfacciones
que he tenido a lo largo de mis estudios. Siempre he querido encontrar una temática que
uniera la Historia de mi País natal, Austria, con la de la Monarquía Hispánica. Esta
investigación me ha posibilitado vincular ambas Historias y simultáneamente analizar
los acontecimientos desde un punto de vista político y diplomático, la sub-disciplina de
la Historia que me interesa más. Experimentarlo en un nuevo ámbito universitario tan
amable, con profesores motivadores y muy competentes ha sido una experiencia
inolvidable para mí. Sin embargo, la mayor satisfacción de este trabajo ha sido
escribirlo en castellano. Así, doy las gracias a todos los profesores y miembros de este
Máster por haberme dado la posibilidad de estudiar en la UCM para descubrir, no
solamente la Historia de la Monarquía Hispánica, sino también una nueva cultura. En
particular quiero agradecer a mi tutora, Carmen Sanz Ayán, que me ha motivado,
aconsejado y guiado a lo largo de este año, teniendo siempre confianza y fe en mi
estudio. Ha sido un verdadero placer trabajar con ella y estar bajo su tutela.
ÍNDICE
1.
2.
INTRODUCCIÓN
5
1.1
8
CONTEXTUALIZACIÓN HISTÓRICA: MARIANA DE NEOBURGO Y SU
VIAJE A ESPAÑA
16
2.1
ELECCIÓN DE LA NUEVA REINA
16
2.2
ORGANIZACIÓN DE LA JORNADA DE NEOBURGO
2.3
3.
ESTADO DE LA CUESTIÓN
AL PUERTO DEL FERROL
20
EL VIAJE A ESPAÑA
23
LA CASA DE LA REINA ENTRE 1696 Y 1700
28
3.1
LA CASA
29
3.2
LA CABALLERIZA
34
3.3
LA CÁMARA
35
3.4
LA CAPILLA
38
3.5
LA FINANCIACIÓN DE LAS CASAS REALES
39
4.
EL ENTORNO CORTESANO DE MARIANA DE NEOBURGO
41
5.
ESTUDIO BIOGRÁFICO: MARÍA JOSEFA GERTRUDIS DE BERLEPSCH
51
5.1
SUS ORÍGENES
51
5.2
LOS CARGOS PALATINOS ANTES DE SU LLEGADA A ESPAÑA
54
5.3
SU LLEGADA A ESPAÑA Y SUS ACTIVIDADES ENTRE 1690 Y 1694
58
5.4
LAS ACTIVITADES POLÍTICAS ENTRE 1695 Y 1700
62
5.5
VIDA POLÍTICA Y SOCIAL DE LA CONDESA ENTRE 1700 Y 1723
69
6.
ENTRE MITO Y REALIDAD: LA CONSTRUCCIÓN DE LA VISIÓN
POLÉMICA DE LA CONDESA MARÍA JOSEFA GERTRUDIS DE BERLEPSCH
70
7.
CONCLUSIONES
80
8.
FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA
86
8.1 FUENTES MANUSCRITAS
86
8.2 BIBLIOGRAFÍA
87
APÉNDICE DOCUMENTAL
95
9.1 MAPAS
95
9.2 ÁRBOL GENEALÓGICO Y ESCUDOS DE ARMAS
99
9.3 IMÁGENES
104
9.
1. INTRODUCCIÓN
Con la llegada de Mariana de Neoburgo a España, en 1690, se fue constituyendo
en la corte madrileña un núcleo cortesano alemán. Este estaba compuesto por miembros
del séquito de la reina que recibieron cargos palatinos a inicios de su reinado consorte y
que pudieron, a partir de entonces, permanecer en su entorno más cercano. El presente
estudio pretende esclarecer el papel e influencia que tuvo uno de los personajes más
próximos a la reina: la condesa María Josefa Gertrudis de Berlepsch. La interpretación
de su cursus honorum en la corte española requiere una contextualización que necesita
partir del conocimiento de la Casa de la reina que formaba su entorno social. También
tenemos que situar el ascenso social y político de la condesa en su contexto histórico,
por lo que comenzaremos esta investigación analizando la situación política de la
Monarquía Hispánica en 1689 y el viaje emprendido por la reina en el mismo año desde
Neoburgo a España.
Antes de detallar la estructura de esta investigación y de aludir a sus fuentes y
contenidos, queremos explicitar el marco teórico en el cual se desarrolla. Este estudio
pretende interpretar el peso del poder informal de un personaje femenino en el contexto
de la corte madrileña. Aunque el enfoque de este estudio micro-histórico no es,
específicamente, el de la Historia de las Mujeres, los trabajos focalizados en la realeza
femenina y en el ámbito cortesano nos resultarán muy útiles a la hora de cuestionar la
importancia que tuvo el entorno de la Casa de la reina para la consecución del ascenso
social y político de la condesa de Berlepsch. Ella se situaba en un ámbito protegido
desde el que es posible vislumbrar sus actividades políticas y percibir, a partir de la
reconstrucción de sus relaciones cuáles eran sus afinidades políticas y diplomáticas. Por
esa razón debemos tener en cuenta también en este estudio, las corrientes
historiográficas relativas a la Historia Política, Historia Social y Cultural e Historia de la
Diplomacia, que detallaremos más adelante, para asegurarnos una interpretación lo más
correcta y coherente posible, de la trayectoria seguida por la condesa.
Las repetidas guerras contra Francia y la precaria situación económica de la
Monarquía Hispánica influyeron en la decisión de reforzar nuevamente, a inicios de la
última década del siglo XVII, la alianza política con la segunda rama de la Casa de
Austria, y con el Imperio. El matrimonio celebrado entre Mariana de Neoburgo y Carlos
II consolidaba esta unión política que había de resolver la cuestión sucesoria a favor de
5
un heredero Habsburgo. La elección de una princesa alemana tuvo como consecuencia,
la creación de una nueva facción política en el ámbito cortesano madrileño. Esta estaba
compuesta por los personajes más cercanos a Mariana de Neoburgo y defendía los
intereses políticos de su soberana. Nuestra intención es la de interpretar las actividades
políticas de dicha facción, denominada camarilla alemana, para ponerla en relación
con la situación política del reino, dado que sus miembros intentaban proyectar sus
intereses en la política de la Monarquía Hispánica. Partir de ese contexto históricopolítico es necesario, para llegar al entorno social del personaje objeto de nuestro
estudio en la corte y poder esclarecer así su papel e influencia al lado de la reina en la
última década del siglo XVII.
Nuestra intención ha sido elaborar un estudio del entorno cortesano alemán de la
reina que nos permita diferenciar entre una interpretación objetiva de sus actividades y
la visión satírica que de ellos se promovió en su época. Asimismo, la elaboración del
estudio biográfico específico de la condesa de Berlepsch, resulta indispensable para
analizar el conjunto de las actividades que desarrolló no sólo en su individualidad sino
dentro de la camarilla alemana y de la Casa de la reina. Expondremos en la primera
parte cómo una mujer extranjera y conversa, logró adquirir un papel tan importante en
la corte de Su Majestad Católica. También interpretaremos el aspecto simbólico de la
incorporación de María Josefa Gertrudis al ámbito más próximo de la reina y su
participación en el gobierno “corrompido por alemanes” de la Monarquía Hispánica. En
un segundo apartado temático, más restringido, debatiremos si la visión polémica que se
tenía de la condesa de Berlepsch era, e incluso sigue siendo, justificada.
Este estudio micro-histórico está, por tanto, dividido en cinco capítulos, seguidos
por una recopilación de fuentes primarias y obras bibliográficas y un apéndice. Desde
un punto de vista temático los cinco apartados se distinguen aunque se complementan a
la hora de interpretar y analizar el ascenso político y social de la condesa de Berlepsch.
El primer capítulo corresponde a la contextualización histórica de la llegada de
la condesa de Berlepsch y su incorporación a la corte madrileña. Comienza con el relato
de la elección de la reina Mariana de Neoburgo y su viaje a España. Hemos dedicado en
él, un espacio para analizar la situación bélica en el Sacro Imperio, que nos permite
enlazar también con la situación política interna de la Monarquía Hispánica en 1689.
6
El siguiente capítulo trata del contexto social y jerárquico en el que la condesa ganó
espacios de cercanía con la soberana durante la última década del reinado de Carlos II.
Entender el funcionamiento y la composición de la Casa de la reina resulta esencial para
este estudio, razón por la que hemos dividido este apartado en dos grandes bloques
temáticos. Primero abordaremos la estructura de la Casa de la reina, explicitando los
cargos y jerarquía de la corte. En segundo lugar se aludirá a la financiación de las Casas
reales, lo que nos permitirá conectar nuevamente con el contexto histórico de la
Monarquía Hispánica y con sus dificultades económicas. Asimismo, enlazaremos los
problemas financieros de la corte con el estudio biográfico de la condesa con el fin de
localizar a partir de 1696 las mercedes obtenidas y sus especiales características.
El tercer capítulo del trabajo es el relativo al entorno alemán de la soberana,
compuesto por cortesanos que pertenecían a la Casa de la reina. Puesto que no existe
ningún estudio centrado exclusivamente en la camarilla alemana, hemos decidido
centrarnos en el análisis de sus miembros más influyentes, compilando sus datos
biográficos más importantes antes de aludir a sus actividades políticas y sociales. Así,
mientras los dos capítulos previos sirven para entender en qué contexto se inserta la
camarilla alemana, este apartado resulta ser una introducción obligada para entender la
trayectoria específica de la Berlepsch compilada en el estudio biográfico que compone
el siguiente capítulo que consideramos la aportación más novedosa de esta
investigación.
En este cuarto apartado, hemos elaborado un estudio biográfico todavía
inexistente de la condesa María Josefa Gertrudis de Berlepsch. El análisis de sus
orígenes y de sus actividades previas a la última década del reinado de Carlos II nos
permitirá ampliar la investigación y ponerla adecuadamente en relación con su contexto
histórico y político. El conocimiento de esta trayectoria biográfica nos ha permitido
percibir un vínculo más fuerte de lo que pensamos entre la política de la Monarquía
Hispánica y la del Sacro Imperio. El conjunto de los cuatro primeros capítulos nos
permite entender el ascenso social y político de la condesa de Berlepsch y su papel al
lado de la reina.
En un quinto y último espacio, interpretaremos las obras satíricas que hemos
podido localizar y que se publicaron en la última década del siglo XVII, relativas a la
7
condesa de Berlepsch y a su entorno político. Los temas tratados por la sátiras políticas
giraban en torno a la crisis sucesoria, a la camarilla alemana y al ascenso social y
político de sus miembros por lo que su análisis resulta muy útil al final de este estudio
micro-histórico ya que nos permite pulsar la opinión que se generó alrededor de las
actividades “políticas” de la condesa.
En definitiva creo que, el conjunto de capítulos que conforman este estudio
micro-histórico, nos permitirá interpretar el papel que tuvo la cortesana alemana al lado
de la reina en Madrid y entender así la visión polémica que se tenía de ella.
1.1 Estado de la Cuestión
María Josefa Gertrudis de Berlepsch fue un personaje clave en el entorno
cortesano de Mariana de Neoburgo. Entender su papel e influencia al lado de la reina es
el objetivo de esta investigación y requiere una contextualización que necesita partir del
conocimiento de la Casa de la reina y de la interpretación historiográfica que existe
respecto al papel político que tuvo Mariana de Neoburgo en la gobernación de la
Monarquía Hispánica desde su llegada a España en 1690 como segunda esposa del rey
Carlos II. Tradicionalmente, la amplia historiografía existente sobre la vida y obra de
los monarcas contrasta fuertemente con el muy tardío interés por las esposas y madres
de sus hijos, es decir, por la realeza femenina. Por ello, en este ejercicio de
contextualización
historiográfica
es
preciso
tener
en
cuenta
la
producción
historiográfica relativa al reinado de Carlos II; tanto la que se ha ocupado de la antigua
visión sobre él, como la que, iniciada a finales del siglo XX, ofrece una relectura de su
reinado.
La representación de un monarca débil sin propia voluntad fue una de las
constantes que acompañó la tendencia historiográfica decimonónica tradicional
describiendo el declive del Imperio hispano. La obra de Antonio Cánovas del Castillo1
analiza la Historia de la decadencia de la Monarquía, que según su interpretación,
comenzó con la llegada al trono de Felipe III y concluyó con el fallecimiento del último
Habsburgo, Carlos II. A finales del reinado de este último, la figura de la reina Mariana
1
CÁNOVAS DEL CASTILLO, A., Historia de la decadencia de España desde el advenimiento de Felipe III
al trono hasta la muerte de Carlos II, Madrid, Librería Gutenberg de José Ruiz, 2ª ed. 1910.
8
de Neoburgo fue representada como la encarnación del mal, defensora de la facción proaustríaca en la última década del siglo XVII. La poca historiografía existente sobre su
persona se encuentra vinculada casi siempre con un estudio biográfico de su esposo el
rey, o de un análisis político de la situación antes del inicio de la Guerra de Sucesión.
Así algunos de los primeros trabajos que mencionan a la reina Mariana de Neoburgo
como mera actriz de la política del reinado de Carlos II datan de la primera mitad del
siglo XX y fueron escritos por Gabriel Maura Gamazo 2 y Ludwig Pfandl 3 . Sus
monografías siendo muy parecidas, merecen un resumen conjunto de sus objetivos.
Ambos autores hicieron un análisis biográfico del último Habsburgo, repartiendo la
temática en dos bloques: su minoría de edad hasta 1677 y sus matrimonios. Los datos
biográficos están aclarados por su contexto político, mencionando así a los actores más
importantes de su reinado y dando la visión más tópica sobre el papel de la reina.
Los estudios aparecidos a finales del siglo XX se centraron, sobre todo, en
analizar la opinión política del reinado de Carlos II a través de la sátira política. La
temática de los estudios de Teófanes Egido López4, Mercedes Etreros5 y Carlos GómezCenturión Jiménez 6 aluden a las polémicas surgidas en la corte, describiendo las
tensiones entre los miembros de las facciones opuestas. En acuerdo con estas obras, el
interés por el reinado del último Habsburgo fue revitalizado en obras como la de Henry
Kamen7, que trata las fuertes tensiones políticas y los comportamientos políticos de los
nobles de la época. Las obras de José Calvo Poyato8 y Adolfo Carrasco Martínez9 giran
en torno al estudio de la cultura política y social exponiendo su evolución dentro del
marco del reinado de Carlos II y de la cuestión sucesoria. Podemos entonces decir que
estos estudios se publicaron con el fin de cuestionar las razones de la visión polémica
que se tenía de la Monarquía Hispánica en este periodo.
2
MAURA GAMAZO, G., Vida y reinado de Carlos II, Madrid, Espasa-Calpe, 1946. (vol. 1 y 2)
PFANDL, L., Carlos II, Madrid, Afrodisio Aguado, 1947.
4
EGIDO LÓPEZ, T., Sátiras políticas de la España moderna, Introducción, selección y notas de Teófanes
Egido, Madrid, Alianza Editorial, 1973.
5
ETREROS, M., La sátira política en el siglo XVII, Madrid, Fundación Universitaria Española, 1983.
6
GÓMEZ-CENTURIÓN JIMÉNEZ, C., «La sátira política durante el reinado de Carlos II», Cuadernos de
Historia Moderna y Contemporánea, 4 (1983), pp. 11-33.
7
KAMEN, H., La España de Carlos II, Barcelona, Editorial Crítica, 2ª ed. 1981.
8
CALVO POYATO, J., La vida y época de Carlos II el Hechizado, Barcelona, Planeta, 1998.
9
CARRASCO MARTÍNEZ, A., «Los grandes, el poder y la cultura política de la nobleza en el reinado de
Carlos II», Studia Histórica Historia Moderna, 20 (1999), pp. 77-136.
3
9
Sin embargo, ha sido solo durante los últimos años, cuando se ha hecho una
revisión de la historiografía del reinado de Carlos II con el objetivo de reinterpretar el
Centenario olvidado, según Luis Antonio Ribot García10, y al hilo del análisis del
declive de la Monarquía Hispánica. Este repaso es de mayor importancia para nuestra
investigación ya que analiza el entorno cortesano del monarca desde el punto de vista de
la nueva Historia Política y Social. Así los estudios de Davide Maffi11, Jesús Bravo12 y
Christopher Storrs13, interpretan los espacios de poderes y el rol de la élite nobiliaria. A
partir de entonces, la tendencia historiográfica ha cambiado centrada en analizar la corte
española y la evolución de su ceremonial en virtud de la evolución política.
De este modo, el enfoque biográfico ha sido reemplazado por un análisis
económico e institucional de la Casa de Austria. Con respecto a la vida de corte,
creemos necesario mencionar tres obras y una tesis doctoral como hitos que ilustran la
evolución de los estudios sobre el ceremonial cortesano. Aunque fueron publicadas con
cincuenta años de diferencia las obras de Antonio Rodríguez Villa14 y Dalmiro Válgoma
y Díaz Varela15 trataron la temática de las etiquetas y del ceremonial, con el fin de
mostrar su evolución general durante los doscientos años de la Casa de Austria en
España. Este interés por la corte fue combinado por Antonio Domínguez Ortiz16 con un
análisis económico y financiero, permitiéndole hacer una revisión de la vida de corte y
su influencia en la vida política. Por otro lado, la tesis doctoral defendida por José
Jurado Sánchez17, analiza la financiación de la casa Real de 1561 a 1808 e interpreta
10
RIBOT GARCÍA, L. A., El arte de gobernar: estudios sobre la España de los Austrias, Madrid, Alianza
Editorial, 2006; RIBOT GARCÍA, L. A., «Carlos II (1665-1700)», en FLORISTÁN IMICOZ, A. (coord.),
Historia de la España moderna, Barcelona, Ariel, 2004, pp. 539-563; RIBOT GARCÍA, L. A., Carlos II: El
rey y su entorno cortesano, Madrid, Centro de Estudios Europa Hispánica, 2009.
11
MAFFI, D., «Anatomía de una élite de poder. El gobierno de Milán en tiempos de Carlos II», en GARCÍA
GARCÍA, B. J., y ÁLVAREZ-OSORIO, A. (eds.), Vísperas de sucesión. Europa y la Monarquía de Carlos II,
Madrid, Fundación Carlos de Amberes, 2015, pp.159-182.
12
BRAVO LOZANO, J., «Gracia y merced en época de desgracias: cámara y vida cotidiana en el reinado de
Carlos II», en Congreso Internacional “Espacios de poder: Cortes, ciudades y villas (s. XVI-XVIII)”
Universidad Autónoma de Madrid octubre 2001, vol. 1, Madrid, Universidad Autónoma, 2002, pp. 101121.
13
STORRS, C., «El rey desconocido. Las audiencias de Carlos II con Constanzo Operti 1690-1700», en
GARCÍA GARCÍA, B. J., y ÁLVAREZ-OSORIO, A. (eds.), Vísperas de sucesión. Europa y la Monarquía de
Carlos II, Madrid, Fundación Carlos de Amberes, 2015, pp. 273-296.
14
RODRÍGUEZ VILLA, A., Etiquetas de la casa de Austria, Madrid, Imprenta de Medina y Navarro, 1913.
15
VÁLGOMA Y DÍAZ VARELA, D., Norma y ceremonia de las reinas de la casa de Austria, Discurso de
entrada a la Real Academia de Historia, 1958.
16
DOMÍNGUEZ ORTIZ, A., «Los gastos de corte en España del siglo XVII», en DOMÍNGUEZ ORTIZ, A.
(ed.), Crisis y decadencia en la España de los Austrias, Barcelona, Ariel, 1969.
17
JURADO SÁNCHEZ, J., La financiación de la casa Real 1561-1808, Tesis inédita leída en la Universidad
de la Complutense de Madrid, 1996.
10
históricamente sus fuentes en relación con la situación económica de la Monarquía
Hispánica.
Centrados en la figura de Mariana de Neoburgo dentro del análisis del reinado,
el príncipe Adalberto de Baviera 18 fue uno de los primeros que se dedicó
exclusivamente al estudio de esta reina y de su influencia política. Su objetivo fue
escribir una biografía para entender su papel en torno a la defensa de las pretensiones
bávaras en el contexto del problema sucesorio. Este amplio estudio se vio acompañado
por una recopilación de documentos inéditos que el autor publicó junto con Gabriel
Maura Gamazo19. Sin embargo tenemos que esperar hasta los años finales del siglo XX
para encontrar trabajos focalizados sobre la realeza femenina, así como sobre la reina
Mariana de Neoburgo y su entorno cortesano20. Este fenómeno se puede explicar por el
incremento de estudios sobre las mujeres de la Edad Moderna. Ejemplares son los
trabajos de Georges Duby21 y de Katrin Keller22. Más aún, el interés por la realeza
femenina, analizado en un ámbito social y político, se explica por la proliferación de
diversas corrientes historiográficas relativas a este tema. Así varios trabajos de
investigación han sido publicados sobre la cuestión del “poder informal” ejercido por
las mujeres en la corte. Entre otros tenemos que mencionar a autores como Simone
Bertière23, Jodi Campbell24, Alain Hugon25, Francisco Andújar Castillo26, Laura Oliván
Santaliestra27 y María Victoria López-Cordón Cortezo 28.
18
BAVIERA, A., Mariana de Neoburgo: reina de España, Madrid, Espasa-Calpe, 1938; BAVIERA, A.,
«Mariana de Neoburgo y las pretensiones bávaras a la sucesión española», Boletín de la Real Academia
de Historia, informes generales, t. LXXX, cuadernos 1, 2, 3 y 4, Junio 1922, pp. 21-40, pp. 107-122, pp.
219-240 y pp. 328-340.
19
BAVIERA, A., y MAURA GAMAZO, G., Documentos inéditos referentes a las postrimerías de la Casa de
Austria en España, Madrid, Real Academia de la Historia Centro de Estudios Políticos y
Constitucionales, 2004. (vols. 1 y 2)
20
CAPEL MARTÍNEZ, R. M., «Introducción», Cuadernos de Historia Moderna, 19 (1997), pp. 9-18.
21
DUBY, G., «El modelo cortés», en DUBY, G., y PERROT, M. (dirs.), Historia de las mujeres en el
Occidente, 2 (1992), pp. 301-320; G. DUBY y M. PERROT, Historia de las Mujeres en Occidente, t. III,
Del Renacimiento a la Edad Moderna, Madrid, Taurus, 2006.
22
KELLER, K., «Ladies-in-Waiting at the Imperial Court of Vienna from 1550 to 1700: Structures,
Responsibilities and Career Patterns», en AKKERMAN, N., y HOUBEN, B. (eds.), The politic of female
households. Ladies- in-waiting across Early Modern Europe, Leiden y Boston, Brill, 2014.
23
BERTIERE, S., «Régence et pouvoir féminin», en WILSON-CHEVALIER, K., y VIENNOT, E. (dirs.),
Royaume de fémynie. Pouvoirs, contraintes, éspaces de liberté des femmes, de la Renaissance à la
Fronde, París, Honoré Champion, 1999, pp. 63-70.
24
CAMPBELL, J., «Women and factionalism in the court of Charles II», en SÁNCHEZ, M. S., y SAINTSÄENS, A. (eds.), Spanish Women in the Golden Ages. Images and Realities, Westport, Greenwood Press,
1996, pp. 106-124.
11
De la misma manera, una nueva línea historiográfica con enfoque en las Casas
de las reinas puesto en relación con el análisis de las personas que formaron sus
entornos cortesanos se ha desarrollado recientemente. En acuerdo con nuestra intención
de mostrar la evolución de la historiografía hacia los análisis micro-históricos, hemos
analizado trabajos y artículos que acentúan esta nueva tendencia. José Martínez
Millán29, cuyo trabajo se basa en el análisis de la corte y Casa real, las redes clientelares
y los grupos de poder, es un historiador destacado para esta nueva línea historiográfica.
Asimismo, las investigaciones más recientes se han orientado hacia el estudio de
personajes específicos que formaban parte de una red clientelar dentro del entorno
cortesano. El espacio palatino, como lo muestra en su tesis doctoral Alejandra
Franganillo Álvarez30, está representado como un ámbito que favorece el acenso social
de sus miembros. Vemos entonces que las publicaciones que se dedican a las damas
cortesanas y su vida en los sitios reales nos posibilitan conocer su verdadero oficio e
influencia. Los estudios entorno a esta temática han sido publicados en los últimos años,
mostrando nuevamente la tendencia hacia el estudio del individuo en su entorno
sociopolítico. Entre otros, las autoras María Victoria López-Cordón Cortezo31, María
25
HUGON, A., «Mariages d’État et sentiments familiaux chez les Habsbourg d’Espagne», en POUTRIN, I.,
y SCHAUB, M. K. (dirs.), Femmes et pouvoir politique. Les princesses d’Europe, XVe –XVIIIe siècle, París,
Editions Bréal, 2007, pp. 80-99.
26
ANDÚJAR CASTILLO, F., «Mercedes dotales para mujeres, o los privilegios de servir en Palacio (siglos
XVII-XVIII)», Obradoiro de Historia Moderna, 19 (2010), pp. 215-247.
27
OLIVÁN SANTALIESTRA, L., «La dama, el aya y la camarera: perfiles políticos de tres mujeres de la casa
de Mariana de Austria», en MARTÍNEZ MILÁN, J., y MARÇAL LOURENÇO, M. P. P. (coords.), Las
relaciones discretas entre las Monarquías Hispana y Portuguesa: Las Casas de las Reinas (siglos XVXIX), vol. 2, Madrid, Ediciones Polifemo, 2009, pp. 1201-1355.
28
LÓPEZ-CORDÓN CORTEZO, M. V., «Poder femenino e interpretación historiográfica: El gobierno de
mujeres como manifestación de crisis política», en BOSSE, M. y STOLL, A. (eds.), La creatividad
femenina en el mundo barroco hispánico: María Zayas, Isabel Rebeca Correa, Sor Juana Inés de la
Cruz, vol. 1, Kassel, Edition Reichenberger, 1999, pp. 67-88; LÓPEZ-CORDÓN CORTEZO, M. V., «Las
mujeres en la vida de Carlos II», en RIBOT GARCÍA, L. A. (dir.), Carlos II: El rey y su entorno cortesano,
Madrid, Centro de Estudios Europa Hispánica, 2009, pp. 109-139.
29
MARTÍNEZ MILLÁN, J., «La Corte de la Monarquía Hispánica», Studia Historica. Historia Moderna, 28
(2006), pp. 17-61.
30
FRAGANILLO ÁLVAREZ, A., La reina Isabel de Borbón: las redes de poder en torno a su casa (16211644), Tesis inédita leída en la Universidad Complutense de Madrid, 2015. http://eprints.ucm.es/33659/.
Ver el amplio capítulo dedicado al estado de la cuestión sobre este aspecto.
31
LÓPEZ-CORDÓN CORTEZO, M. V., «La evolución de las damas entre los siglos XVII-XVIII», en
MARTÍNEZ MILLÁN, J., y MARÇAL LOURENÇO, M. P. P., (coords.), Las relaciones discretas entre la
monarquía hispánica y portuguesa: las casas de las reinas (s. XV-XIX), vol. 2, Madrid, Ediciones
Polifemo, 2008, pp. 1357-1398; LÓPEZ-CORDÓN CORTEZO, M. V., «Entre dama anda el juego: las
camareras mayores de Palacio en la Edad Moderna», Cuadernos de Historia Moderna, anejo II (2003),
pp. 123-152.
12
del Carmen Simón Palmer32 y María Luz González Mezquita33, han trabajado sobre la
evolución del oficio cortesano. Refiriéndonos a la historiografía sobre la reina Mariana
de Neoburgo en concreto, el volumen general publicado por María José Rubio34 tenía el
propósito de hacer una recopilación de las reinas de la Casa de Austria. El capítulo
sobre nuestra protagonista se limita a describir sus actividades políticas,
abundantemente estudiadas, y a enumerar los servidores principales de su Casa. Sin
embargo, esta obra es importante en su conjunto con las publicaciones de Katrin
Keller35, José Antonio López Anguita36 y María Amparo López Arandia37, que describen
la situación palaciega a través de un análisis de las redes clientelares existentes y de su
utilidad en los procesos de transferencia cultural. Estos estudios nos permiten interpretar
la importancia que tuvieron distintos miembros de la corte y reconstruir su proceso de
ascenso social, facilitado por su entorno palaciego. Aunque las obras clásicas sobre
Carlos II y Mariana de Neoburgo no dedican capítulos completos a estas cuestiones, sí
mencionan varias veces a ciertos cortesanos con el fin de acentuar su importancia en las
decisiones políticas. Por estos estudios sabemos que la Casa de la reina estuvo marcada
por la presencia de la camarilla alemana a la cual pertenecía la dueña de honor objeto de
nuestro estudio. Tan sólo un artículo reciente de Roberto Quirós Rosado38 está dedicado
exclusivamente a la condesa de Berlepsch y fue esencial a la hora de orientar nuestro
estudio.
A partir de este estado de la cuestión, la metodología aplicada contempla tres
fases o grupos temáticos, el primero referido directamente a la persona de Carlos II y su
32
CARMEN SIMÓN PALMER, M., «Notas sobre la vida de las mujeres en el real Alcázar», Cuadernos de
Historia Moderna, 19 (1997), pp. 21-37.
33
GONZÁLEZ MEZQUITA, M. L., «El oficio de cortesano: cursus honorum y estrategias políticas en el
reinado de Carlos II», Cuadernos de Historia de España, vol. 78, 1 (2003), pp. 189-219.
34
RUBIO, M. J., Reinas de España. Las Austrias siglos XV-XVII. De Isabel la Católica a Mariana de
Neoburgo, Madrid, La Esfera de los Libros, 2010.
35
KELLER, K., «Spanish politics and cultural transfer in the Diaries of Ernst Adalbert of Harrach», en
MARTÍNEZ MILLÁN, J., y GONZÁLEZ CUERVA, R. (coords.), La dinastía de los Austrias: Las relaciones
entre la Monarquía Católica y el Imperio, vol. 2, Madrid, Ediciones Polifemo, 2011, pp. 1023-1044.
36
LÓPEZ ANGUITA, J. A., «Madrid y Viena ante la sucesión de Carlos II: Mariana de Neoburgo, los
condes Harrach y la crisis del partido alemán en la corte española (1696-1700)», en MARTÍNEZ MILLÁN,
J., y GONZÁLEZ CUERVA, R. (coords.), La dinastía de los Austrias: Las relaciones entre la Monarquía
Católica y el Imperio, vol. 2, Madrid, Ediciones Polifemo, 2011, pp. 1111-1156.
37
LÓPEZ ARANDIA, M. A., «El poder de la conciencia. Fray Gabriel de Chiusa, confesor de Mariana de
Neoburgo)», en MARTÍNEZ MILLÁN, J., y GONZÁLEZ CUERVA, R. (coords.), La dinastía de los Austrias:
Las relaciones entre la Monarquía Católica y el Imperio, vol. 2, Madrid, Ediciones Polifemo, 2011, pp.
1089-1110.
38
QUIRÓS ROSADO, R., «De mercedes y beneficios: negociación, intermediarios y política cortesana en la
venta de los feudos napolitanos de la condesa Berlepsch (1698-1700)», Chronica Nova, 38 (2012), pp.
221-242.
13
reinado. En el segundo analizaremos más detalladamente la implicación de la reina
Mariana de Neoburgo en la política de la Monarquía Hispánica, lo que obliga a
centrarse en el estudio del entorno cortesano de la reina lo que a su vez nos conducirá
hacia el tercer y último grupo temático del trabajo centrado en el estudio micro-histórico
de la condesa de Berlepsch. La Casa de la reina nos servirá únicamente de marco para
poder esclarecer, si es posible, que el ámbito cortesano hubiera servido a la condesa
María Josefa Gertrudis de Berlepsch como herramienta para establecerse social y
políticamente. Por otra parte y en último término cuestionaremos la visión polémica que
se tenía de ella y que fue trasmitida por la literatura satírica de la época, lo que
entroncaría con un contexto historiográfico de Historia Cultural. Para este fin nos
referiremos a estudios bibliográficos de las redes clientelares, la sociedad y el ascenso
social. Así, nos basaremos en las investigaciones de Fernando Bouza Álvarez39, de
Antonio Domínguez Ortiz40 y de Santiago Martínez Hernández41.
Como ya se ha señalado, este estudio aborda un análisis biográfico de la dueña
de honor alemana que tradicionalmente se ha considerado que ejerció más influencia
política sobre la reina Mariana de Neoburgo: la condesa de Berlepsch (Berlips). Dada la
escasa bibliografía específica que existe al respecto, la localización e interpretación de
fuentes primarias resultaba fundamental para valorar los diversos aspectos de su
influencia social y política. De los fondos consultados, elegidos por su interés para
nuestro estudio y cronología, destacamos dos archivos trascendentes: el Archivo
General del Palacio y el Archivo General de Simancas. Ambos han servido para
constituir la parte central de esta investigación, aquella que describe el papel de la
condesa de Berlepsch en la corte madrileña entre 1690 y 1700.
39
BOUZA ÁLVAREZ, F., «La propaganda en la Edad Moderna Española: medios, agentes y consecuencias
de la comunicación política», en PÉREZ ÁLVAREZ, M. J., y RUBIO PÉREZ, L. M. (eds.), Campo y
Campesinos en la España Moderna; culturas políticas en el mundo hispano, vol. 1, León, Fundación
Española de la Historia Moderna, 2012, pp. 407-436; BOUZA ÁLVAREZ, F., «Culturas de élite, cultura de
élites. Intencionalidad y estrategias culturales en la lucha política de la aristocracia altomoderna», en
SORIA MESO, E., y otros (coords.), Las élites en la época moderna: la monarquía española, vol. 1,
Córdoba, Universidad de Córdoba Servicio de Publicaciones, 2009, pp. 29-46.
40
DOMÍNGUEZ ORTIZ, A., y ALVAR EZQUERRA, A., La sociedad española en la Edad Moderna, Madrid,
Istmo, 2005; DOMÍNGUEZ ORTIZ, A., Las clases privilegiadas en la España del Antiguo Régimen, Madrid,
Akal, 1973; DOMÍNGUEZ ORTIZ, A., «La nobleza como estamento y grupo social en el siglo XVII», en
IGLESIAS CANO, M. C. (ed. y dir.), Nobleza y sociedad en la España moderna, Madrid, 1996, pp. 113133.
41
HERNÁNDEZ FRANCO, J., y otros (coords.), Nobilitas. Estudios sobre la nobleza y lo nobiliario en la
Europa Moderna, Madrid, Edición Doce Calles, 2014.
14
En el Archivo General del Palacio encontramos la documentación relativa a los
servidores de la Casa de la reina. Desafortunadamente este fondo documental no se
conserva en su totalidad. Aún así, los legajos correspondientes al reinado de Carlos II
nos han permitido completar los expedientes y registros de asientos de la Casa de la
Reina. La información obtenida de estas fuentes es abundante para el estudio de los
empleados y servidores de la reina y, en consecuencia, hemos podido saber en qué
momento del reinado de Carlos II los próximos a la condesa de Berlepsch se
incorporaron a la Casa de Mariana de Neoburgo y qué cargo ocupaban, permitiéndonos
completar y precisar la cronología de este estudio. En nuestro caso la documentación del
Archivo General de Palacio nos ha ayudado a reconstruir el momento a partir del cual la
condesa tuvo la suficiente influencia para poder crear su propia red clientelar.
El Archivo General de Simancas ha sido esencial en nuestra intención de obtener
informaciones más precisas sobre las mercedes recibidas por nuestra protagonista. Para
esta investigación nos hemos centrado en dos secciones: Secretarías provinciales y
Consejo de Estado. La sección de Secretarías provinciales del Consejo de Italia contiene
un fondo documental que informa sobre las personas que recibieron mercedes otorgadas
por el rey, para destacar y compensar los servicios prestados a la Monarquía. La serie
“consultas originales y minutas de consultas”, incluida en esta misma sección, incluye
las fuentes que dan noticia de las mercedes otorgadas por el rey Carlos II a la condesa
de Berlepsch. En la sección Consejo de Estado, que contiene, entre otras cosas,
información relativa a los nombramientos de enviados extraordinarios procedentes de
las respectivas cortes extranjeras, hemos podido localizar en 1694 el nombramiento del
barón de Berlepsch, hijo de nuestra dueña de honor, que ejerció como enviado
extraordinario del rey polaco en la corte madrileña. También hemos localizado el de
Enrique Xavier Wiser, futuro colaborador de la condesa, llegado a Madrid en 1690
como enviado extraordinario del elector palatino. Queremos subrayar que la
documentación manejada nos ha permitido analizar de un modo más preciso la
naturaleza del cargo ejercido por la condesa, además de profundizar en la
reconstrucción del funcionamiento de la Casa de la reina, con el fin de contribuir a dar
una visión más amplia de nuestra investigación.
A la hora de analizar los vínculos familiares de la condesa, las fuentes del
Archivo Histórico Nacional han resultado fundamentales. Los expedientillos de la
15
sección Órdenes Militares nos explicitaron los antecedentes de la familia de los condes
de Berlepsch, a través de las investigaciones y pruebas necesarias para la obtención del
hábito de la Orden de Alcántara. Asimismo los manuscritos de la Biblioteca Nacional
de España y de la Biblioteca de la Real Academia de la Historia. Nos posibilitaron la
reconstrucción de la visión polémica que se tenía de los “alemanes” en la corte y que
abordamos en el último capítulo de nuestro estudio.
Por último, para los años previos al periodo español, hemos recurrido a fuentes
impresas y primarias alemanas que nos han permitido contextualizar tanto su llegada a
Madrid, como su vida tras la muerte del último Habsburgo Carlos II. A través de las
plataformas digitales de la Bayrische Staatsbibliothek y del Hessisches Staatsarchiv
hemos podido consultar de la documentación extranjera esencial, para poder completar
el fondo documental español y ampliar su marco cronológico con el fin de mostrar la
trayectoria social y política de la Berlepsch, en las dos cortes europeas: la española y la
austríaca.
2. CONTEXTUALIZACIÓN HISTÓRICA: MARIANA DE NEOBURGO Y SU VIAJE A ESPAÑA
2.1 Elección de la nueva reina
Únicamente diez días después del temprano fallecimiento de la reina María
Luisa de Orleans, el 12 de febrero de 1689, los Consejeros de Estado celebraron una
reunión extraordinaria pidiendo al rey, a través de una solicitud, que considerara la
posibilidad de un nuevo matrimonio. Se debía buscar una esposa capaz de dar un
heredero al rey y así asegurar el bien de la Monarquía42. Esta solicitud del 22 de febrero
de 1689 reflejaba, además, el deseo de la población. Las facciones pro-francesa y proaustríaca vieron entonces la posibilidad de crear un nuevo enlace matrimonial con la
Casa española.
En la jerarquía nobiliaria europea del siglo XVII la Casa de los Habsburgo
estaba seguida por la de los Wittelsbach de Baviera. El emperador Leopoldo I no
disponía de una hija soltera que estuviese en edad de casarse. Su hija María Isabel nació
en 1680, lo que implicaba que el rey habría tenido que esperar demasiado tiempo antes
42
MAURA GAMAZO, vol. 1, op. cit. (nota 2, 1954), pp. 482-483.
16
de poder asegurar la descendencia de su Casa. Tampoco disponía de una princesa la
rama primogénita de los Wittelbach, encabezada por Maximiliano II Manuel. En
cambio el linaje segundogénito contaba con una numerosa descendencia y varias
princesas ya establecidas. Felipe Guillermo, elector palatino y padre de diecisiete hijos,
de las cuales ocho eran hijas; entre otras, Leonor de Neoburgo, esposa del emperador
Leopoldo I, y María Sofía, cónyuge de Pedro II, rey de Portugal. En 1689 Felipe
Guillermo tenía cuatro hijas entre diez y veintidós años43. El conde de Mansfeld, que
defendía los intereses de la Casa de los Habsburgo, lanzó la candidatura de Mariana de
Neoburgo, una de las hijas del elector palatino. Inicialmente la reina madre, Mariana de
Austria, no se pronunciaba a favor de una candidata en particular, sino que sugirió
únicamente a su hijo consultar la opinión del emperador44. Por su parte, los ministros
proponían además las candidaturas de Isabel María de Portugal, hija de Pedro II y de
Francisca Nemours45, y la de Mariana de Medici, hija del gran duque de Florencia,
Cosme III.
Los intereses políticos europeos se reflejaron en la corte madrileña ante la
elección de la futura reina. Así las tres candidatas representaban una afiliación política y
diplomática que adoptaría la Monarquía Hispánica. Dos de las tres princesas estaban
vinculadas por parentesco a la Monarquía francesa, reforzando entonces los derechos de
sucesión de dicha Casa en el caso de que Carlos II falleciera sin herederos46. La infanta
portuguesa estaba protegida por el conde de Oropesa y el marqués de los Vélez, pues
tenían enlaces familiares con los Braganza47. Otros muchos cortesanos eran adeptos a la
Monarquía francesa y apoyaban la candidatura de Mariana de Medici, nieta de Gastón
de Orleans. La elección se decidió entre la princesa palatina y la princesa florentina el 8
de mayo de 1689. En una sesión extraordinaria los ministros del Consejo de Estado
eligieron mayoritariamente a la princesa palatina por las alianzas de su Casa con otros
príncipes europeos y la supuesta fecundidad de sus mujeres48. También el enviado
imperial, el conde de Mansfeld, tuvo un papel importante en esta decisión, por haber
encontrado soluciones económicas para la organización del matrimonio y el traslado de
43
Ibidem, p. 485.
Ibidem, p. 485.
45
BAVIERA, op. cit. (nota 18, 1938), p. 19.
46
En este caso nos referimos a los “derechos” sucesorios de Luis XIV y Leopoldo I Véase RIBOT
GARCÍA, op. cit. (nota 10, 2006), pp. 228-230.
47
MAURA GAMAZO, vol. 1, op. cit. (nota 2, 1954), p. 486.
48
Ibidem, pp. 488-497.
44
17
la futura reina. El 15 de mayo de 1689, día de la festividad de San Isidro, Carlos II hizo
pública su decisión de casarse en segundas nupcias con Mariana de Neoburgo, hija del
elector palatino Felipe Guillermo49.
La elección de Felipe Guillermo como elector palatino en 1685 tuvo varias
consecuencias para la política de la segunda rama de los Wittelsbach. En primer lugar,
la política externa francófila del difunto elector palatino Carlos II, de la casa de los
Simmern, fue reemplazada por una política católica y pro-imperial50. De este modo las
alianzas políticas y matrimoniales hechas durante el periodo del gobierno de la Casa
Palatinado-Simmern no fueron reforzadas a partir de 1685. Hasta ese momento existía
una alianza con Francia hecha a través del matrimonio de Isabel Carlota, hermana del
elector palatino, con Felipe el duque de Orleans, hermano del rey Luis XIV. El rey Sol
reclamó entonces los derechos de su cuñada sobre estos territorios, lo que derivó en la
Guerra de Sucesión del Palatinado, también llamada la Guerra de los Nueve Años. Con
una efectiva política matrimonial, Felipe Guillermo quería consolidar su patrimonio y
su Casa, por lo que se crearon importantes enlaces familiares con grandes Casas
europeas. El elector palatino tenía cinco hijas que casar con las cuales quería consolidar
una fuerte alianza con Viena, ciudad imperial. Las mujeres de la Casa de Neoburgo eran
de “calidad”, siendo piadosas, fecundas y cariñosas con los niños51.
La necesidad de adquirir una descendencia era la prioridad del emperador y de
su imperio. Así Leopoldo I se casó en terceras nupcias con Eleonora de Neoburgo en
1676. Este matrimonio fue fundamental para el establecimiento de la Casa de Neoburgo
en la jerarquía nobiliaria europea. Para reforzar esta primera alianza con la Casa
49
SIMAL LÓPEZ, M., «La llegada de Mariana de Neoburgo a España. Fiestas para una reina», Revisa de
Arte, geografía e historia, 3 (2000), p. 101y ss.
50
El matrimonio del elector palatino Carlos II quedó sin sucesión, por lo que tenía que elegir un legítimo
heredero para sus territorios. Según las reglas preestablecidas de sucesión de la Casa de los Wittelsbach
había de nombrar la persona más cercana, por parentesco, al elector palatino. Asimismo, en 1685 Carlos
II de Simmern designó como heredero a Felipe Guillermo de la rama Palatinado-Neoburgo. Para evitar
una crisis sucesoria se hizo un tratado que legitimara esta elección. Sin embargo el elector palatino
falleció antes de poder firmar el tratado, dejando la cuestión sucesoria del Palatinado sin resolver. Luis
XIV aprovechó el enlace familiar de su hermano con la familia del elector palatino para hacer valer los
derechos sucesorios de la hermana del difunto elector palatino, Isabel Carlota. Aunque había renunciado a
sus derechos hereditarios con el matrimonio, la Monarquía francesa los impuso para acceder a los
territorios del Palatinado y se produjo una disputa entre los dos candidatos. Esta se convirtió en conflicto
bélico que duró de 1688 a 1697, llamado Guerra de los Nueve Años o también Guerra de la Gran Alianza.
Véase SCHMID, J. J., «Beau-père de l'Europe : les princesses dans la politique familiale et dynastique de
Philippe-Guillaume de Neubourg», Dix-septième siècle, 243 (febrero 2009), pp. 267-279 [en línea].
http://www.cairn.info/revue-dix-septieme-siecle-2009-2-page-267.htm [Consulta: 31 de mayo de 2016].
51
Ibidem, s. p.
18
imperial, Felipe Guillermo decidió casar en 1678 a su hijo y futuro elector palatino,
Juan Guillermo, con Mariana Josefa, hermana de Leopoldo I 52 . La doble alianza
matrimonial le permitió recibir del emperador la investidura del Palatinado en 1685.
Siguiendo la misma lógica, los dos matrimonios de la península ibérica de 1687
y 1689 se podían únicamente hacer gracias al apoyo y la recomendación de Leopoldo I.
En las dos ocasiones se pidió la mano de una de las hijas del emperador, que al no tener
ningún pariente femenino directo en condición de contraer matrimonio, propuso a una
de sus cuñadas de la Casa de Neoburgo. Por tanto Pedro II de Portugal se casó en
segundas nupcias con María Sofía de Neoburgo en 1687 y Mariana de Neoburgo fue
elegida segunda esposa de Carlos II, rey de la Monarquía Hispánica, en 1689. Además,
en la península de los Apeninos, se organizaron otros dos matrimonios más. Las uniones
se hicieron con la Casa de los Farnesio en Parma y la de los Medici en Florencia. El
primer matrimonio de Dorotea Sofía de Neoburgo con Eduardo II de Parma duró poco
tiempo por su temprana muerte en 169353. Se decidió entonces que Dorotea Sofía se
casara en segundas nupcias con el hermano de su marido difunto, Francisco I María de
Parma. La descendencia de este primer matrimonio sería de gran importancia para la
Monarquía Hispánica, porque Felipe V elegiría como segunda esposa a Isabel Farnesio,
hija de Dorotea Sofía y Eduardo II. El objetivo del elector palatino era crear una red
continental con sus hijos, en la que apoyarse para poder ampliar la importancia de la
Casa de Neoburgo 54. Siguiendo esta política, su hijo, Juan Guillermo, se casó en
segundas nupcias con la hija de Cosme III de Medici, asegurándose el apoyo de esta
importante Casa.
Mariana de Neoburgo, al igual que sus hermanas, fue educada por la señora de
Klau, encargada por la electora palatina, Isabel Amalia Magdalena de Hesse-Darmstadt,
para preparar a sus hijas a su destino y futuro papel siendo cónyuges de monarcas.
Partiendo de la idea que algunas de ellas llegarían a ser soberanas de Monarquías
europeas, su educación fue muy estricta y completa. Las princesas palatinas tenían
clases de cultura general, idiomas, música, baile, arte, enseñándoles también la etiqueta
y el protocolo, el deporte hípico, el paseo, las lecturas, tanto piadosas como profanas,
52
Ibidem, s. p.
Ibidem, s. p.
54
Ibidem, s. p.
53
19
etc.55. Aunque la apariencia física de su piel muy pálida, sus pecas y su pelo rojizo
disgustaba a los españoles de la época, se trataba de una mujer agradable, incluso linda
y preparada para ser reina.
2. 2 Organización de la jornada de Neoburgo al puerto del Ferrol
El viaje de la reina había de hacerse rápidamente y a bajo coste. El primer
problema al que el embajador conde de Mansfeld56 tuvo que hacer frente fue la
imposibilidad de pasar por territorios franceses a causa del conflicto bélico entre ambas
monarquías. Se propusieron dos itinerarios de viaje, el primero pasando por el
Milanesado y los territorios italianos de la Monarquía Hispánica y el segundo por
Holanda y el canal de la Mancha. Si la reina pasaba por los Estados de Milán, siendo
soberana de estos territorios, hubiera tenido que hacer entradas públicas y las ciudades
habrían de rendirle honores, lo que habría implicado altos costes57. Aunque el viaje
terrestre hubiera sido más seguro que el del camino del Norte, la reina se hubiera puesto
en grave peligro al atravesar el canal de León por causa de la presencia de la armada
francesa58. En cambio, el conde de Mansfeld propuso organizar el traslado pasando por
los Países Bajos y el canal de la Mancha, negociando en la corte inglesa la puesta a
disposición de una flota anglo-holandesa por el rey Guillermo III de Orange para el
viaje fluvial.
Carlos II aprobó la ruta del Norte, poniendo a disposición del conde embajador
un presupuesto de 100 000 ducados de oro para el traslado. El itinerario de la jornada de
la reina estaba dividido en tres grandes etapas que permitieron un viaje seguro y eficaz
desde Neoburgo hasta La Coruña, puerto donde la corte iba a recibir a su nueva
soberana. El séquito se dirigió dirección Noroeste, incorporando también en una
primera fase a la familia de Mariana. Después de haberse despedido de sus próximos
55
MAURA GAMAZO, vol. 1, op. cit. (nota 2, 1954), p. 515.
El conde de Mansfeld, príncipe de Fondi (I), fue elegido para acompañar a la reina Mariana de
Neoburgo en su viaje. Durante aquel periodo el rey Carlos II le otorgó el cargo de mayordomo mayor.
Aunque la elección de un embajador imperial como servidor de la reina española era atípica, se
consideraba la mejor adaptada a la situación política de la Monarquía Hispánica. El conde llevó a cabo las
negociaciones matrimoniales entre las dos casas y organizó la jornada. Véase BAVIERA, op. cit. (nota 18,
1938), p. 25; KAMEN, op. cit. (nota 7), pp. 588-590; CEBALLOS-ESCALERA Y GILA, A. (dir.), La insigne
Orden del Toisón de Oro, Madrid, Palafox & Pezuela S. L., 2000, p. 379.
57
MAURA GAMAZO, vol. 1, op. cit. (nota 2, 1954), p. 498.
58
Ibidem, p. 498.
56
20
cerca de la ciudad de partida, en el lado opuesto del Danubio, se dirigieron hacia
Würzburg. Para no acercarse demasiado a la frontera con la Monarquía francesa, el
conde de Mansfeld optó por seguir el camino en dirección de Fráncfort, sin pasar por las
ciudades afectadas por la Guerra de la Liga de Augsburgo. Una vez llegada a
Düsseldorf, ciudad natal de la reina, se inició la segunda etapa de la jornada y se cambió
el medio de transporte. Emprendieron entonces el viaje fluvial, que debía empezar en
dicha ciudad. El séquito subió el Rin, siguiendo por el bajo Rin, el Waal, para llegar
primero a Dordrecht, luego a Róterdam y por último a Flesinga, en Zelanda. En los
Países Bajos concluyó la segunda parte de la ruta y el séquito de la reina embarcó en los
navíos ingleses para emprender su viaje en alta mar. Inicialmente tenían que reunirse
estos barcos en Plymouth, ciudad inglesa, con el resto de la flota inglesa para
acompañar a la reina de manera segura hasta el puerto de La Coruña. Durante toda la
travesía por mar se temía, entre otras cosas, un asalto francés. Una vez cerca de la costa
española las tempestades impidieron a la flota anclar en el puerto de La Coruña y
tuvieron que refugiarse en una bahía cerca del puerto del Ferrol.
Para que todo el viaje pudiera efectuarse por la ruta del Norte, el conde de
Mansfeld adelantó su fecha de salida a fin de negociar con el rey inglés su colaboración
y llegar a tiempo a las celebraciones del matrimonio que estaban previstas para agosto
en Neoburgo. Las complicaciones organizativas comenzaron en Lisboa, cuando el rey
portugués, Pedro II, no quiso facilitarle su viaje a Inglaterra ni poner a su disposición un
buque de guerra de la armada portuguesa. El embajador tuvo entonces que financiar él
mismo un barco y armarlo con artillería para poder emprender su jornada a Inglaterra59.
El conde embajador logró negociar que el rey inglés proveyera una escuadra para la
jornada de Mariana de Neoburgo. El monarca aceptó proteger a la soberana española
durante el viaje por alta mar, acompañándola desde los Países Bajos hasta el puerto
previsto de llegada. Para esta misión encargó el mando de la flota al almirante Russell60.
Además Guillermo III puso a su disposición un navío para cruzar el canal de la Mancha
59
Ibidem, p. 502.
Eduardo Russell, conde de Oxford (I), hijo de Eduardo Russell, hermano del duque de Bedfort (I). En
diciembre de 1689 fue enviado con una pequeña escuadra a los Países Bajos para acompañar a la reina
Mariana de Neoburgo de Flesinga hasta La Coruña, lugar inicial del desembarque. Por causa de las
tempestades el navío hubo de refugiarse en el puerto del Ferrol, lugar del desembarco de la reina. En abril
de 1690 había regresado a Londres, donde permaneció los próximos meses. Véase WILSON, A., y CALLO,
J. F., The Who’s Who in naval history. From 1550 to the present, Nueva York y Londres, Routledge,
2004, p. 357; Carta de Lancier al elector, Madrid, 6 de abril de 1690, BAVIERA y MAURA GAMAZO, vol. 1,
op. cit. (nota 19, 2004), pp. 181-182.
60
21
y seguir viaje en dirección de Neoburgo. El embajador tenía entonces únicamente que
avisar al rey de Inglaterra de cuando la reina emprendería su viaje desde Neoburgo para
que la flota tuviera suficiente tiempo para llegar a Róterdam. Sin negociar los términos
de colaboración aceptados por Guillermo III, en los Países Bajos, el embajador
prosiguió su ruta hacia electorado del Palatinado, evitando así una situación diplomática
ambigua. Como puede apreciarse, la mayor dificultad que surgió durante la
organización del viaje a España era la multitud de territorios que había que atravesar y
sus necesarias negociaciones diplomáticas. Un ejemplo sería el caso del rey Guillermo
III de Orange que asumió simultáneamente poderes monárquicos en los Países Bajos e
Inglaterra, y debió hacerlo sin afectar a la autonomía de ambos gobiernos61.
Paralelamente se firmaron las capitulaciones matrimoniales, remitidas al
embajador español, marqués de Borgomanero, en Viena el 28 de julio de 1689. Al día
siguiente el emperador Leopoldo I emprendió, con parte de su familia, su jornada a
Neoburgo para poder asistir al matrimonio por poderes y luego seguir su viaje a
Augsburgo, lugar donde tuvo lugar la Dieta del Sacro Imperio y la elección de José, hijo
primogénito de Leopoldo I, como rey de Romanos62. Este gran séquito debió llegar
entorno al 6 de agosto a Ingolstadt, ciudad cerca de Neoburgo.
El papa Inocencio XI, que había firmado la dispensa el 16 de junio, había
fallecido el 12 de agosto de 1689 por lo que se debió solicitar nuevamente una dispensa
para salvar el parentesco de los novios63. Sin embargo, para no retrasar el viaje con el
riesgo de que comenzara el mal tiempo y las tempestades de otoño, permitiendo además
que la reina llegara a tiempo a Flesinga, lugar de embarque en los navíos ingleses, el
matrimonio debía celebrarse en la última quincena de agosto. Finalmente el 10 de ese
mes llegó la noticia de que el conde de Mansfeld llegaría a Neoburgo a finales, lo que
permitía celebrar el matrimonio de Carlos II con Mariana de Neoburgo sin retraso el 28
de agosto de 1689.
61
MAURA GAMAZO, vol. 1, op. cit. (nota 2, 1954), p. 502.
Ibidem, p. 504.
63
Los novios eran hijos de primos segundos, puesto que la abuela de Mariana de Austria, Ana de Baviera,
era al mismo tiempo tía del elector palatino, Felipe Guillermo.
62
22
2.3 El viaje a España64
El 24 de agosto de 1689 arribó a la corte palatina el conde embajador. Una vez
quedaron resueltas las últimas formalidades del matrimonio por poderes de Mariana de
Neoburgo con Carlos II se celebró, como se ha dicho, el 28 de agosto. A la ceremonia
asistieron, entre otros, los emperadores, los electores del Palatinado, la duquesa de
Lorena, María Antonia de Baviera y los príncipes hermanos de Mariana de Neoburgo.
El rey de Hungría, el archiduque José, representó por poderes a Carlos II durante la
solemne celebración. El cortejo se puso en marcha a las nueve de la tarde para entrar en
la Iglesia. Primero entraron los gentilhombres, seguidos por los consejeros de Estado y
los caballeros del Toisón de Oro, que portaban sus collares 65 . Les siguieron los
hermanos de la novia y detrás de ellos el archiduque José66, sus padres, los emperadores,
y poco después entró la princesa palatina. El marqués de Borgomanero, Carlos Emanuel
d’Este67, la acompañó y sirvió de padrino durante las nupcias. Las princesas hermanas
entraron posteriormente, seguidas por la duquesa de Lorena, la electora de Baviera y la
del Palatinado, todas con los respectivos jefes de sus Casas68. En último extremo
hicieron su entrada las damas y los caballeros que formaban parte de los séquitos. La
misa fue celebrada por Alejandro Segismundo de Neoburgo, hermano de la novia y
coadjutor de Augsburgo. Después de la misa el cortejo volvió por el mismo orden al
palacio, donde tuvieron lugar una recepción y un banquete69.
Los días después del matrimonio sirvieron al conde de Mansfeld para organizar
el desarrollo de la jornada de la reina, que comenzó el 3 de septiembre de 1689. El
conde había organizado que el séquito de la reina fuera protegido en el territorio del
Meno por el duque de Lorena, mientras que Juan Guillermo, hermano de la reina, la
escoltaría desde Düsseldorf, lugar donde había de comenzar el viaje fluvial en una
64
Ver mapas del viaje de la reina [Apéndice 9.1].
BAVIERA, op. cit. (nota 18, 1938), p. 36.
66
Ibidem, p. 36.
67
Biblioteca Nacional de España (BNE), Mss. 2061, fol. 2v., Diario de la reyna nuestra señora: desde el
día de su salida de Neoburgo asta el de su feliz llegada al puerto del Ferrol en el reyno de Galizia, que
pone a los pies de la reyna madre nuestra señora por Giovanni Rolandi, s. l., s. f.
68
BAVIERA, op. cit. (nota 18, 1938), p. 37.
69
BNE, Mss. 2061, fol. 2r.
65
23
flotilla financiada por el elector palatino y Holanda 70 . En Róterdam estarían
supuestamente esperando los navíos ingleses.
El día de la salida de Neoburgo, la reina viajaba en un coche junto a sus padres,
que la acompañaron hasta Bittenbrunn, aldea que se situaba en frente del lugar de
partida, en el lado opuesto del Danubio. En otro coche les siguieron los príncipes, sus
hermanos, y las princesas que se despidieron poco después en Monheim. El príncipeobispo de Breslavia, Francisco Luis, era el único que tenía el permiso de continuar el
viaje hasta Róterdam71. Una vez fuera de los territorios del elector palatino, la reina
debió viajar de incógnito a causa de la situación bélica del Sacro Imperio.
La Guerra de los Nueve Años comenzó con la agresiva invasión del Palatinado
en 1688 por parte de Francia. La Monarquía Hispánica entró a formar parte de la Gran
Alianza, llamada también Liga de Augsburgo, que suponía la unión del emperador con
los príncipes alemanes y el rey inglés Guillermo III de Orange, en 1689. El teatro de la
guerra, en primer lugar estuvo centrado en el Sur-Oeste del Sacro Imperio y se traslado
progresivamente a los territorios holandeses. Luis XIV ordenó a sus tropas arrasar el
Palatinado al retirarse, orden que siguieron las huestes del general Ezéchiel de Mélac.
Las ciudades que fueron completamente destruidas por el ejército francés fueron
Heidelberg, Mannheim, Speyer y Worms72. Con la declaración de guerra del emperador
Leopoldo I contra el rey Sol, las tropas francesas ocuparon las ciudades de Bonn,
Philippsburg y Maguncia73. Entendemos entonces la importancia que tuvo la discreción
por parte del séquito de la reina durante su viaje. El miedo a que la soberana fuera
secuestrada durante el trayecto a España por tropas francesas fue uno de los motivos por
los cuales Mariana de Neoburgo no hizo entradas públicas y viajaba de incógnito. Para
asegurar la máxima discreción se decidió reducir el séquito de la reina al mínimo
indispensable, dentro de la dignidad de su persona. Este acompañamiento no llegaba a
doscientas personas, permitiéndole así avanzar más rápido en un territorio peligroso. A
pesar de todo, para no cansar demasiado a la soberana, el total recorrido diariamente
70
Memorial del Consejo de Estado, Madrid, 1 de octubre de 1689, BAVIERA y MAURA GAMAZO, vol. 1,
op. cit. (nota 19, 2004), pp. 136-137.
71
BNE, Mss. 2061, fol. 7v.
72
RUTZ, A. (ed.), Krieg und Kriegserfahrung im Westen des Reiches 1568-1714, Bonn, Vandenhoeck &
Ruprecht Uni Press, 2016.
73
BAVIERA, op. cit. (nota 18, 1938), p. 20.
24
nunca superaba las cuatro leguas74, si bien llegaban cada día al territorio de un príncipe
distinto. Este grupo reducido de personas lo formaban, entre otros, el conde de
Mansfeld, mayordomo mayor, la condesa de Starhemberg75, camarera mayor, el conde
de Dietrichstein76, caballerizo mayor, el padre confesor de la reina, Francisco Rhem77, el
barón Novelli78 y la baronesa de Berlepsch, guarda mayor de la reina79.
El grupo se dirigió en dirección a Fráncfort80, para llegar a tiempo a Düsseldorf y
poder emprender el viaje fluvial. La reina pasó muy cerca de Bonn y Maguncia antes de
llegar a su ciudad natal, Düsseldorf. Aunque el conde de Mansfeld hubiera querido
llegar el 19 a Róterdam, el enviado español en la corte inglesa, Pedro Ronquillo, le
había transmitido la información de que la flota inglesa prevista para el viaje de la reina
por alta mar no estaría lista en tan poco tiempo81. Para no poner a la reina en peligro, se
decidió ralentizar durante algunas semanas el viaje en Düsseldorf a la espera de los
navíos ingleses. Aunque los yactes (yates)82 estaban dispuestos en Wesel, la reina tuvo
74
Una legua corresponde aproximadamente a la distancia que un hombre puede recurrir caminando
durante una hora (aprox. 4 km).
75
Dorotea de Scherffenberg era la esposa de Maximiliano Lorenzo de Starhemberg. Este fue mariscal de
campo y comandante de Philippsburg. Durante el sitio de Maguncia el comandante Maximiliano fue
herido gravemente, causa de su muerte en septiembre de 1689. Este asedio fue uno de los acontecimientos
de la Guerra de los Nueve Años. Véase KALTENBAECK, J. P., Oesterreichische Zeitschrift für Geschichtsund Staatskunde, vol. 3, Viena, Beck, 1837, p. 347 [en línea].
https://books.google.es/books?id=WZdEAAAAcAAJ&pg=PA24&lpg=PA24&dq=KALTENBÄCK,+J.+
P.,+Oesterreichische+Zeitschrift+für+Geschichts+und+Staatskunde,+3+jahrgang&source=bl&ots=P_CLs
d0n9y&sig=osxRTp4cwLjS7TUf777VbK2PfE&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwikl7P0wobNAhVGfRoKH
abUCMgQ6AEILjAD#v=onepage&q=starhemberg&f=false [Consulta: 1 de junio de 2016].
76
Felipe Segismundo, príncipe de Dietrichstein, era hijo de Maximiliano príncipe de Dietrichstein y de su
segunda esposa Juana della Scala. Su cargo palatino era el de caballerizo mayor. Véase CEBALLOSESCALERA Y GILA, A. (dir.), op. cit. (nota 56), p. 391; FUHRMANN, M., Alt- und neues Wien, Oder Dieser
Kayserlich- und Ertz-Lands-Fürstlichen Residentz-Stadt Chronologisch- und historische Beschreibung,
vol. 2, Viena, Prasser, 1738, p. 1321 [en línea].
http://www.digital.wienbibliothek.at/wbrobv/content/pageview/394558 [Consulta: 1 de junio de 2016].
77
El padre Francisco Rhem, un jesuita alemán, nacido en 1634 y fallecido en 1703. Era confesor de la
reina Mariana de Neoburgo desde 1690 hasta 1692. Su oposición al abuso de poder de la camarilla
alemana fue la razón de su alejamiento de la reina y corte española en 1692. Un capuchino tirolés, Gabriel
Pontiferser fue quien lo reemplazó en sus funciones de confesor de la reina. Fue uno de los primeros que
sufrieron la gran influencia de la camarilla alemana. Véase MARTÍNEZ PEÑAS, L., El confesor del rey en
el antiguo régimen, Madrid, Editorial Complutense, 2007, p. 518.
78
Giovanni Battista Novelli, diplomático italiano natural del Milanesado. Enviado extraordinario de
Felipe Guillermo a la corte madrileña. Véase BNE, Mss. 2061, fol. 5r.
79
Ibidem, fols. 7v.-8v.
80
La noticia que Maguncia había sido liberada de los franceses llegó poco antes del arribo a Fráncfort,
que se sitúa a poco menos de 40 km de distancia. Véase STAUDINGER, K., Geschichte des bayrischen
Heeres, vol. 2, München Schöpping, 1904, p. 228 y p. 308 [en línea].
https://archive.org/details/bub_gb_Ae-gAAAAMAAJ [Consulta: 3 de junio de 2016].
81
Véase Copia de la carta que mandó Pedro Ronquillo al conde de Mansfeld, Londres, 16 de septiembre
de 1689, BAVIERA y MAURA GAMAZO, vol. 1, op. cit. (nota 19, 2004), pp. 139-141.
82
Se hace referencia a un velero de guerra pequeño y veloz utilizado para la navegación en ríos. Véase
BEYLEN, J., Zeilwaart lexikon. Viertalig meritem woordenboek, Weesp, Boer Maritiem, 1985, p. 98.
25
que esperar a que la escolta inglesa llegara a los Países Bajos, lo que retrasó mucho la
jornada. Además, el almirante Aufreville tenía la orden de vigilar el canal de la Mancha
con el fin de intentar secuestrar a Mariana de Neoburgo83.
El 13 de noviembre la reina embarcó en Düsseldorf. El viento favoreció el
rápido avance de la flota en dirección Norte y echaron anclas en Gorinchem, en los
Países Bajos. Su próximo destino era Dordrecht, donde la reina y su séquito
permanecieron nuevamente a la espera de la llegada de los navíos ingleses. El clima ya
había cambiado y se temía que los canales se congelaran e imposibilitaran la
continuación del viaje por agua. El 28 de diciembre arribó el almirante inglés Eduardo
Russell, que debía acompañar a la reina durante su viaje por alta mar, a Middelburgo.
Por tempestades y el peligro de la armada francesa, que estaba ya en alta mar, Mariana
de Neoburgo tuvo que permanecer en Flesinga, retrasando todavía más su salida. El rey
de Inglaterra no quería exponer a la nueva soberana española a un peligro innecesario.
Así se explicarían los varios retrasos que se hicieron a lo largo de la jornada de la reina,
todos vinculados con la situación bélica y el peligro que representaba un enfrentamiento
de los barcos ingleses a los franceses y un conflicto a fuego abierto para Mariana de
Neoburgo.
Se pudo emprender el viaje hasta Plymouth el 30 de enero, ciudad inglesa donde
esperaban otros treinta navíos de guerra y cuatrocientos barcos mercantes para la
travesía a España84. Hasta el 2 de marzo, la reina tuvo que esperar un buen viento para
poder salir de Portsmouth mientras los navíos formaron escuadras, por orden del
almirante, después de haber pasado por la isla Wight85. Una vez que la flota angloholandesa se alejó de la protección de la costa inglesa debían tener en cuenta la
posibilidad de un ataque francés en alta mar. Una flota francesa había partido del
Mediterráneo en dirección a Irlanda, bajo el mando del almirante Aufreville 86 .
Conociendo el riesgo y el peligro de este itinerario, que bordeaba la costa francesa, los
barcos mercantes fueron reforzados y equipados con cañones y artillería87.
83
BAVIERA, op. cit. (nota 18, 1938), p. 45.
Ibidem, p. 52.
85
Ibidem, p. 56.
86
Ibidem, p. 57-58.
87
Ibidem, p. 58.
84
26
A causa de las fuertes tempestades la reina no pudo llegar al puerto de La
Coruña el 26 de abril de 1690, como se había previsto, y la flota tuvo que refugiarse en
la bahía de Mugardos, cerca del puerto del Ferrol. La impaciencia por parte de la corte
española había provocado que esta estuviera esperando con cinco meses de antelación la
llegada de la reina a Galicia. En primer lugar se trasladaron a Santander mientras la
Casa de la reina volvió a Palencia para esperar más informaciones sobre el itinerario
del viaje. Finalmente llegó la noticia de que Mariana de Neoburgo iba a desembarcar en
el puerto de La Coruña, por lo cual el marqués de la Laguna, mayordomo mayor, la
duquesa de Alburquerque, camarera mayor, y el marqués de los Balbases, caballerizo
mayor, se instalaron en dicha ciudad con dos caballerizos más y toda la servidumbre de
la soberana88. El mantenimiento de la casa de la reina costaba 3000 escudos por día, lo
que totalizó una suma de 50.000 escudos durante los cinco meses de espera89. Cuando
llegó la noticia de que la reina había desembarcado en el puerto del Ferrol se tuvo que
reorganizar el protocolo. La soberana tuvo que permanecer durante un primer momento
en el buque, a la espera de que llegaran el caballerizo mayor, el mayordomo mayor y un
grupo reducido de criados que la acompañarían hasta La Coruña90 mientras las damas y
la camarera mayor se quedaron en el puerto más tiempo. Durante el periodo de espera,
la reina recibió a varios nobles españoles que le dieron la bienvenida y le entregaron
regalos de boda. Entre otros Mariana recibió al conde de Benavente, al marqués de
Valladares, portador de la joya de la reina madre, y al arzobispo de Santiago91. Después
de varias discrepancias se ordenó el viaje de la reina por tierra y se hizo su relación de
entrega. Una vez esta función acabó, la reina fue trasladada en una góndola a la costa92.
Al llegar a tierra, comenzó el viaje hasta La Coruña, donde su Casa la esperaba. La
reina hizo noche en una casona urbana, perteneciente al conde de Lemos, antes de
seguir con su viaje el día siguiente primero a Betanzos y luego La Coruña93. En el
puerto permanecieron una semana y la soberana fue agasajada con fiestas, mojigangas,
máscaras, juegos, bailes, etc. 94 . El príncipe electoral, Luis Antonio, que había
88
Ibidem, p. 47.
Ibidem, p. 47.
90
MAURA GAMAZO, vol. 1, op. cit. (nota 2, 1954), p. 518.
91
Ibidem, pp. 517-518.
92
Ibidem, p. 519.
93
Ibidem, p. 520.
94
Nos referimos a las noticias diarias del viaje de la reina Mariana de Neoburgo Véase CASÁS FERREÑO,
M. B., «A viaxe da raíña Mariana de Neoburgo (1689-1690) Festas e relacións de sucesos», Cátedra
Revista Eumesa de Estudios, 9 (2002), pp. 305-336 [en línea].
89
27
acompañado a su hermana hasta la ciudad gallega, emprendió su viaje hacia Portugal
con el fin de negociar el matrimonio de la infanta portuguesa con el heredero Juan
Guillermo de Neoburgo. Después de las festividades de La Coruña, los caminos de los
hermanos se separaron. Mientras Luis Antonio viajaba a Lisboa, la reina Mariana
continuó en dirección a Valladolid, donde se ratificó su matrimonio con Carlos II.
También fueron despedidos el mayordomo mayor, el conde de Mansfeld, y su camarera
mayor, la condesa de Starhemberg, que tenían que separarse de la reina y volver a sus
territorios 95 . Así Mariana de Neoburgo se despidió de su servidumbre alemana y
flamenca que la había acompañado desde Neoburgo hasta el puerto del Ferrol y
prosiguió su viaje con un séquito alemán muy reducido que se incorporó a la Casa de la
reina.
3. LA CASA DE LA REINA ENTRE 1696 Y 1700
La Casa real estaba compuesta por la Casa del rey, la de la reina y, cuando era
necesario, la Casa de la reina madre. El 16 de mayo de 1696 falleció la reina madre,
Mariana de Austria, a los sesenta y dos años, con lo cual su Casa ya no era necesaria. La
reina católica, Mariana de Neoburgo, heredó de su suegra toda su servidumbre96. Dada
esta contingencia, hemos optado por analizar la Casa de la reina a partir de 1696, año de
la incorporación de la servidumbre de Mariana de Austria.
http://catedra.pontedeume.es/09/catedra0912.pdf [Consulta: 1 de julio de 2016].
95
SIMAL LÓPEZ, op. cit. (nota 49), p. 111.
96
Una discordancia en torno a las cifras de la servidumbre no nos permite definir con exactitud cuantas
personas se incorporaron a la Casa de la reina en 1696. A. de Baviera y G. Maura Gamazo se refieren, en
cuanto a la herencia de la servidumbre, a una carta que mandó en su época la condesa de Berlepsch al
elector palatino. En este documento se afirma que la reina regente heredó de su suegra difunta la totalidad
de su servidumbre que estaba compuesta, entre otro, por cuatrocientos y siete mujeres. No se alude al
total de sirvientes que tenía la Casa de la reina madre. Sin embargo A. de Baviera afirma que la casa de
Mariana de Neoburgo contaba únicamente doscientas veinte mujeres a su servicio, lo que sería poco
menos de la mitad de las que disponía Mariana de Austria. Cierto es, según Jurado Sánchez, que la Casa
de la reina regente era siempre de tamaño superior a la de la reina madre durante los Austrias. En la
fuente se hace también referencia a un conjunto de setecientos personas, sin precisar si aquellas formaban
el total de personas de la Casa de la reina o si se contaba únicamente la servidumbre femenina de Mariana
de Neoburgo. Si nos referimos a una tabla que elaboró Jurado Sánchez, podemos ver que el conjunto de
las casas reales contaba dos mil quinientas ochenta y seis personas. La Casa de la reina estaba compuesta
en 1696 por seiscientos seis personas, igual que en 1699. Sin embargo la casa de la reina madre estaba
compuesta en 1699, nos imaginábamos que el autor se refiere a la servidumbre que pertenecía a la Casa
de la reina madre y luego fue incorporada a la de la reina, por trescientos veintisiete personas, número
diferente a las otras dos referencias. Véase BAVIERA, op. cit. (nota 18, 1938), p. 149; Carta de la condesa
de Berlepsch al elector palatino, Madrid, 27 de mayo de 1696, BAVIERA y MAURA GAMAZO, vol. 1, op.
cit. (nota 19, 2004), pp. 551-552; JURADO SÁNCHEZ, op. cit. (nota 17, 1996), pp. 81-82; MAURA, vol. 2,
op. cit. (nota 2, 1954), p. 100.
28
Durante los Austrias las Casas reales estaban compuestas por cuatro grandes
departamentos: Casa, Caballeriza, Cámara y Capilla. Cada una de las Casas reales era
independiente de las otras y estaba formada por varias dependencias casi autónomas97.
Siguiendo esta estructura explicaremos los cargos y las tareas de la servidumbre de la
reina, permitiéndonos ver su estructura, antes de explicar en qué divergía de la Casa del
rey. Por último entraremos en la temática del volumen del gasto de las Casas reales y
sus reformas.
La estructura de la Casa de la reina era muy similar a la del rey. En su gran
mayoría los cargos se denominaban igual y la servidumbre ejercía las mismas
funciones. Sin embargo la Casa de la reina no contaba ni con acemilería ni guardia real.
La Capilla de la Casa de la reina servía únicamente para el servicio religioso privado de
la soberana. Los actos religiosos se celebraban conjuntamente con la Capilla del rey,
también llamada Capilla real98. Según Jurado Sánchez, a partir del reinado de Felipe IV
la reina contó con una caballeriza semejante a la del rey, con la única diferencia de que
no tenía propia casa de pajes99. La gran divergencia entre ambas Casas residía en las
Cámaras. La Cámara de la reina no tenía cargos hacendísticos y estaba únicamente
compuesta por mujeres. La Casa de la reina madre era idéntica a la de la reina en los
organismos hacendísticos, aunque había menos personas para dar el servicio.
3.1 La Casa
El departamento de la Casa estaba jerárquicamente encabezado por el
mayordomo mayor, que ejercía como jefe. El origen de este cargo es altomedieval,
cuando el mayordomo mayor desempeñaba importantes tareas de todo tipo al servicio
del soberano100. Su función directiva implicaba obligaciones hacendísticas, lo que hacía
con la ayuda de un grupo de personas que ocupaban altos cargos palaciegos. Este
97
JURADO SÁNCHEZ, op. cit. (nota 17, 1996), p. 82.
Ibidem, p. 78.
99
La falta de una casa de pajes no significaba que la casa de la reina no tenía pajes. El número de
empleados de la caballeriza de la reina aumentaba en la segunda mitad del siglo XVII, hasta alcanzar en
1696 doscientos y uno. Véase LABRADOR ARROYO, F., y LÓPEZ ÁLVAREZ, A., «Las caballerizas de las
reinas en la Monarquía de los Austria: Cambios Institucionales y evolución de las etiquetas 1559-1611»,
Studia Histórica, Historia Moderna, 28 (2006), p. 90; JURADO SÁNCHEZ, J., El gasto de la Casa real, su
financiación y sus repercusiones hacendísticas y económicas, Madrid, Instituto de Estudios Fiscales,
2000, pp. 38-39.
100
JURADO SÁNCHEZ, op. cit. (nota 17, 1996), p. 42.
98
29
conjunto reducido de personas formaba el bureo, de cuyo funcionamiento hablaremos
más adelante.
Los mayordomos eran elegidos semanalmente para cumplir con sus obligaciones
en la Casa de la reina101. Autorizaban gastos extraordinarios, emitían ordenes para
autorizar pagos ordinarios y controlaban el funcionamiento diario de los servicios de la
Casa102. Esto implicaba el control del servicio de boca, la supervisión de los actos
públicos con asistencia de la reina y la emisión de las disposiciones necesarias cuando
se emprendía un viaje103. Otra obligación de los mayordomos no semaneros era el
acompañamiento de la soberana, que habían de cumplir también las damas y los
gentilhombres.
La ayuda de un oficial era necesaria para que el mayordomo mayor y el resto de
mayordomos pudieran cumplir con sus obligaciones de supervisar y dirigir la Casa de la
reina. El contralor era el cargo más importante para su buen funcionamiento
hacendístico104. Entre otras cosas, controlaba los gastos de los departamentos, asignaba
los medios de transporte que se debían utilizar en las salidas, inspeccionaba los bienes
de las dependencias y repartía mensualmente la cantidad de dinero que se asignaba a
ellas. Adicionalmente supervisaba las cuentas de los tesoreros de las cuatro
dependencias105.
El grefier de la Casa era un secretario que organizaba el registro de las criadas y
de los criados de la Casa de la reina, anotaba sus gajes y cuidaba su inventario de
muebles y bienes así como el cumplimiento de las etiquetas y obligaciones de
suministro 106 . Desempeñaba también cargos hacendísticos, generalmente menos
importantes que los del contralor. En el siglo XVII recibía facultades fiscales, que se
cruzaban con las del contralor. Dos órdenes reales de 1686 y 1696, respectivamente,
definieron las atribuciones del contralor y del grefier 107 para evitar conflictos de
competencias.
101
Ibidem, p. 43.
Ibidem, pp. 43-44.
103
Ibidem, p. 44.
104
Ibidem, p. 44.
105
Ibidem, pp. 44-45.
106
VÁLGOMA Y DÍAZ VARELA, op. cit. (nota 15), p. 68.
107
JURADO SÁNCHEZ, op. cit. (nota 17, 1996), pp. 45-46.
102
30
El tesorero de la Casa, también llamado maestro de cámara en la Casa del rey,
estaba bajo las ordenes del contralor y del grefier. El oficio de tesorero de la reina
posibilitaba el buen funcionamiento económico de la Casa de la reina y se limitaba, al
contrario del tesorero general del rey, en el siglo XVII a la administración de dinero de
este departamento 108 . Su tarea era la de administrar los ingresos, efectuar pagos,
adelantar dinero para los gastos diarios de los departamentos, siempre en acuerdo con
las órdenes emitidas por el mayordomo mayor, los mayordomos, el contralor y el
grefier109. Anotaba las cuentas de entrada y salida de dinero en cuadernos hechos para
ello, para luego poder justificar los ingresos y gastos de la Casa110.
El bureo, mencionado más arriba, estaba compuesto por las personas que
ejercían los cargos que hemos presentado hasta ahora. Era una junta que dirigía la Casa
de la reina en sus asuntos administrativos y judiciales. El mayordomo mayor, los
mayordomos, el contralor, el grefier y el tesorero eran los miembros principales de este
organismo. Además existía un grupo auxiliar compuesto por un abogado, asesor, un
escribiente y un alguacil111. Las obligaciones hacendísticas debían llevar más tiempo al
bureo, por lo cual se organizó que sus miembros se reunieran cada lunes para verificar
los gastos de la Casa y las cuentas hechas por los tesoreros de los departamentos112.
Otra sección de gran importancia estaba integrada por las personas que
preparaban y servían los alimentos; eran los llamados oficios de boca113. Una vez que
los distintos tipos de combustible y los alimentos llegaban al palacio, los servicios de
boca cumplían con sus tareas. Los oficios eran muy variados y sus denominaciones
reflejaban sus encargos. Así existía la panetería, la cava, la frutería, la salsería, el
guardamangier, el potajier, el busier, la cocina con una subdivisión cocina de boca, para
la reina, y cocina de estado para la servidumbre114. La gran mayoría de los oficios de
boca tenían la misma composición jerárquica. El jefe de los departamentos se llamaba
sumiller, que desempañaba sus obligaciones con sus ayudantes y mozos. Aunque había
108
FRAGANILLO ÁLVAREZ, op. cit. (nota 30), p. 267.
JURADO SÁNCHEZ, op. cit. (nota 17, 1996), p. 46.
110
Ibidem, p. 46.
111
Ibidem, p. 47.
112
Ibidem, p. 47.
113
Ibidem, p. 50.
114
Ibidem, pp. 51-52.
109
31
excepciones, como es el caso de la organización de la cava o panetería115. Sin embargo
la organización de la cocina variaba y tenía sus particularidades.
También existían algunos cargos que no formaban parte de los oficios
enumerados como el veedor de viandas, que controlaba los géneros adquiridos, los
repartía y transmitía el orden en el cual estas viandas debían estar servidas116.
El servicio de la mesa requería cuatro cargos que desempeñaban tareas de
inspección, limpieza y aviso a los oficios de boca. Los ujieres de vianda o de saleta
trasmitían a los oficios de boca lo que tenían que hacer en la mesa real. El valet
limpiaba e inspeccionaba los cuchillos de la mesa de la reina y ponía el pan en la real
mesa117. Las lavanderas de boca eran encargadas de lavar las servilletas y la mantelería
de la mesa118. Los pajes asistían a las comidas de la reina y cumplían con lo que les
ordenaban los mayordomos119. Y por último, el mayordomo de estado de boca cuidaba
la limpieza de los mozos120.
Otra dependencia era la de la furriera que cuidaba de todo lo que concernía al
alojamiento de las personas reales y de su séquito. Dentro de sus responsabilidades se
encargaban del mantenimiento de los aposentos, de la limpieza y de la calefacción, de
los muebles y bienes de las habitaciones. El aposentador de palacio era el jefe de este
departamento y tenía bajo su orden las ayudas y los mozos de oficio. Los aposentadores
de camino acompañaban a la reina y a su séquito durante las jornadas121.
Las tareas desempeñadas por la tapicería eran semejantes a las de la furriera.
Acondicionaban, amueblaban y decoraban las habitaciones de los monarcas en todo lo
relativo al cuidado y la conservación del patrimonio de los tapices122. El jefe de la
tapicería y su personal eran los encargados de decidir sobre su utilización,
singularizando, así su dependencia.
115
Ibidem, p. 52.
Ibidem, p. 52.
117
Ibidem, p. 53.
118
CARMEN SIMÓN PALMER, op. cit. (nota 32), p. 28.
119
VÁLGOMA Y DÍAZ VARELA, op. cit. (nota 15), p. 59.
120
JURADO SÁNCHEZ, op. cit. (nota 17, 1996), p. 53.
121
Ibidem, p. 53.
122
Ibidem, pp. 53-54.
116
32
El guardajoyas mantenía y cuidaba “el buen estado” de todos los bienes valiosos
hechos con metales preciosos que se empleaban en los departamentos de la reina. Las
joyas, la ropa y la vajilla de la Casa solo se podían entregar a los superiores de este
departamento que estaban en primera instancia bajo las órdenes del jefe de la Casa, el
mayordomo mayor123. El bureo controlaba el inventario para evitar posibles pérdidas.
Tanto el cargo de guardajoyas como el de guardarropa era particular porque era
desempeñado por una sola persona y no era compatible con el hábito de una Orden
Militar124.
El escribano de cámara era un servidor menos importante y se encargaba de
fiscalizar todos los bienes nuevamente adquiridos, asistiendo al guardajoyas y
guardarropas, para que contabilice todos los gastos de las compras que se efectuaban,
anotando también su fecha125. El escribano se comunicaba con el mayordomo mayor y
seguía las reglas establecidas para evitar cualquier irregularidad en el desempeño de su
cargo126.
La cerería era la última dependencia de la Casa de la reina. El cerero distribuía la
cera y el sebo a los departamentos siguiendo los ordenes del contralor127.
El servicio facultativo estaba compuesto por servidores externos e internos, por
ejemplo enfermeras, médicos, boticarios y cirujanos128. Las enfermeras de la Cámara
debían ser honestas, de buena vida y costumbre, de cierta edad y se les prohibía estar en
contacto con personas ajenas a la corte y salir del palacio129. Los médicos de Cámara
acudían a la residencia áulica por la mañana, en invierno a las ocho de la mañana y en
verano a las seis130. Cada día hacían una visita a los aposentos de la reina para ver cómo
estaba y cómo había dormido. El médico sólo podía entrar en las habitaciones si la reina
estaba vestida y tocada del todo, sino se informaba a través de las dueñas de honor de su
salud. Cuidaba también la dieta de la soberana, verificando la cantidad y el estado de las
123
Ibidem, p. 54.
VÁLGOMA Y DÍAZ VARELA, op. cit. (nota 15), p. 69.
125
Ibidem, p. 71.
126
Ibidem, p. 71.
127
JURADO SÁNCHEZ, op. cit. (nota 17, 1996), p. 55.
128
VÁLGOMA Y DÍAZ VARELA, op. cit. (nota 15), p. 60.
129
CARMEN SIMÓN PALMER, op. cit. (nota 32), p. 36.
130
VÁLGOMA Y DÍAZ VARELA, op. cit. (nota 15), p. 60.
124
33
viandas, de pan, fruta y conservas131. Éste se encargaba también de mantener la salud de
las dueñas y damas de la reina, si se le requería las visitaba en sus aposentos, siempre en
compañía de la guarda mayor o de una dueña de retrete132. Si tenía que pernoctar en la
corte el mayordomo mayor le asignaba un aposento. Cuando la reina había dado luz a
un infante, el médico buscaba una nodriza adecuada para el recién nacido. Las tareas
administrativas del doctor consistían en vigilar las cuentas del boticario y no admitir
recetas que no fueran firmadas previamente por el mayordomo mayor o la camarera
mayor133.
Los médicos de familia habían de atender a la servidumbre de la Casa de la reina
y hacían sus visitas en compañía de una enfermera o una guarda mayor. Luego
consultaban los casos de enfermedad entre ellos o con el médico de cámara134. El
sangrador formaba también parte del cuerpo médico y podía ser reemplazado por un
“oficial suficiente y examinado”135. En último término se encontraba el servicio de
botica. El boticario había de llevar las medicaciones encargadas al palacio y en caso de
ausencia este podía ser sustituido por un ayudante. También se le obligaba a asistir cada
día a la botica136.
3.2 La Caballeriza
El caballerizo mayor desempeñaba el mismo cargo que el mayordomo mayor en
su departamento. Se ocupaba de la dirección de la caballeriza encargándose también del
control, de la conservación y de la compra de la caballería, de adornos y de correas137.
También era responsable de los carruajes de la Casa de la reina. El primer caballerizo
tenía la facultad de reemplazar al caballerizo mayor cuando este estaba ausente y
trasmitía sus órdenes a los demás caballerizos.
El veedor y contador se encargaban de cuidar el aspecto hacendístico de esta
dependencia y controlaban las cuentas que eran llevadas por el tesorero del
131
Ibidem, p. 60.
Ibidem, p. 60.
133
Ibidem, p. 62.
134
Ibidem, p. 63.
135
Ibidem, p. 64.
136
Ibidem, p. 65.
137
JURADO SÁNCHEZ, op. cit. (nota 17, 1996), p. 58.
132
34
departamento llamado furrier
138
. Este último distribuía la suma asignada al
departamento entre las diferentes secciones, siempre en acuerdo con las órdenes del
veedor y contador.
Otros cargos que componían la caballeriza eran el guardarnés y su ayuda, los
cocheros, los palafreneros que llevaban a parte el caballo del freno, cuando la reina
montaba a caballo, los lacayos, varios mozos, acemileros de litera y existían también los
que se encargaban del mantenimiento de los coches y de su conducción, como los
cocheros, carreteros, litereros, etc.139. Los nombres de estos oficios reflejan sus tareas
por lo cual nos restringimos a enumerarlos. Los lacayos eran otros sirvientes que
acompañaban a la soberana en las ceremonias y los actos públicos al igual que los
caballerizos.
3.3 La Cámara
Teniendo la misma estructura que los otros departamentos, la Cámara de la reina
estaba precedida por una jefa, la camarera mayor. La particularidad de la Cámara de la
reina se daba por su composición y por el hecho de que nadie ocupaba cargos
hacendísticos140. Únicamente mujeres podían acceder a los aposentos de la reina y
estaban todas, sin excepción, vigiladas por la camarera mayor. Este cargo estaba, al
igual que el de mayordomo mayor, ocupado por una grande de España. En torno a su
persona giraba la vida doméstica del palacio. Bajo sus órdenes estaban los empleados de
su departamento como las dueñas de retrete, las mozas, el guardajoyas, el guardarropa y
el escribano de cámara, las lavanderas, los reposteros de cama, las costureras, etc.141. Se
le encargaba el cuidado y servicio de la reina a toda hora. También vigilaba a las damas
que formaban parte de la Cámara de la reina y comunicaba las faltas de la servidumbre
masculina al mayordomo mayor que los castigaba142. Otro privilegio de la camarera
mayor era el de tener la preferencia en el reparto de la comida 143 . En caso de
138
Ibidem, p. 58.
VÁLGOMA Y DÍAZ VARELA, op. cit. (nota 15), p. 58.
140
JURADO SÁNCHEZ, op. cit. (nota 17, 1996), p. 58.
141
VÁLGOMA Y DÍAZ VARELA, op. cit. (nota 15), p. 33.
142
Ibidem, pp. 33-34.
143
CARMEN SIMÓN PALMER, op. cit. (nota 32), p. 23.
139
35
enfermedad o ausencia la camarera mayor podía ser sustituida por una dueña de honor o
el aya.
En la jerarquía palaciega el cargo del aya de infantes seguía al de la camarera
mayor. En el caso preciso de la Casa de la reina Mariana de Neoburgo este cargo no
estuvo ocupado, por lo que no entraremos en detalles. El aya había de cuidar la crianza
y las buenas costumbres de los infantes144. Controlaban las puertas y las ventanas de los
aposentos de los infantes y si no viajaban con la reina, acompañaron su coche en mulas.
Cuando los infantes comían en sus departamentos el aya cuidaba también el buen
comportamiento de las damas, y que estas no hablaran ni se detuvieran con nadie145. En
cuanto al vestuario sugería al mayordomo mayor, que llevaba la decisión, la ropa que se
debía encargar. De la misma manera el control de los aposentos de las damas formaba
parte de su obligación, cargo que únicamente ella y la guarda mayor podían
desempeñar146.
Otra responsabilidad importante de la Cámara era la del manejo de las dueñas de
honor, quienes tenían la obligación de encargarse del servicio y acompañamiento de la
soberana y de vigilar a las damas más jóvenes e inexpertas 147. Estas solían ser viudas
que pertenecían a la nobleza y fueron frecuentemente damas antes de contraer
matrimonio. Tenían la habilidad de suplir a la camarera mayor y al aya, en caso de
impedimento o ausencia 148 . Así se les permitía dormir en la cámara de la reina,
eligiendo, por antigüedad, a dos dueñas de honor como suplentes.
144
Ibidem, p. 24.
Ibidem, p. 24.
146
Ibidem, p. 24.
147
“Las dichas dueñas de honor han de tener particular cuidado en el acompañamiento y serviçio de la
Reyna assistiendo siempre çerca de su persona, y por ausençia o impedimento de la dicha camarera mayor
y aya de las infantas han de suplir las dichas dueñas en lo que toca a su servicio guardando siempre la
antigüedad que tienen en el de la reyna de tal manera que la más antigua supla a falta de la camarera
mayor y assí lo harán suscessivamente las demás dueñas de honor guardando a cada una dellas su
antigüedad y esta misma orden es mi voluntad que se guarde y cumpla en lo que toca al dormir en la
cámara de la reyna de manera que faltando la dicha camarera mayor duerman en ella dos de las dichas
dueñas de honor las más antiguas […]. Quando la reyna se vistiere o tocare podrán entrar las dueñas de
honor donde ella estuviere pero no a otras oras más secretas que estas.” Véase Archivo General de
Palacio (AGP), Sección Histórica, Etiquetas, caja 49, exp. 3, fols. 123r.-v., Etiquetas de la Casa de la
reina Ana de Austria, s. l., 1575.
148
CARMEN SIMÓN PALMER, op. cit. (nota 32), p. 24.
145
36
Sin embargo cuando la reina emprendía un viaje ni sus damas, ni la camarera
mayor, ni el aya, y tampoco las dueñas de honor o la guarda mayor podían acompañarla
dentro de su litera o coche, sino que tenían que seguirla en mulas149.
La guarda mayor conservaba “la doctrina y las buenas costumbres” del personal
de la Casa de la reina bajo sus órdenes150. Era ella quien ordenaba a las damas como se
debían comportar en presencia de la reina y cuidaba sus aposentos, teniendo también la
obligación de abrir y cerrar sus habitaciones. Al constatar una falta en el
comportamiento o la organización, la guarda mayor informaba al mayordomo mayor
para que este juzgara151. Estaba prohibido, incluso, que las damas tuvieran contacto con
personas ajenas al palacio o recibieran algo sin el permiso de la reina o de la guarda
mayor. Esta era la que tenía la llave de la portería y vigilaba la entrada y salida de las
damas bajo sus órdenes 152 . El movimiento de las personas de la Cámara estaba
rigurosamente establecido, por lo que el permiso de salir del palacio se daba únicamente
en ocasiones muy concretas o para ir a la casa paterna. El contacto entre los
departamentos estaba reducido al mínimo, permitiendo a las criadas solo ir a buscar la
comida153.
La guarda menor se encargaba de la iluminación de la dependencia de la reina.
Cuidaba también de que las dueñas de retrete y las mozas de cama tuvieran lo que les
correspondía y fueran bien tratadas154. En ausencias de la guarda mayor, la menor podía
sustituirla sin que tuviera la misma licencia y rango que su superior155. Habitualmente
comía con las dueñas de retrete y mozas de cama, salvo al reemplazar a su jefa cuando
comía en el mismo ámbito que las damas, aunque siempre en una mesa aparte156.
Las dueñas de retrete estaban directamente sometidas a la camarera mayor y
preparaban, cuando se requería, el lecho de la soberana157. Estas no podían elegir plato y
se les asignaba además el lugar donde lo consumían. En cambio podían tener una criada
a su servicio.
149
VÁLGOMA Y DÍAZ VARELA, op. cit. (nota 15), p. 35.
CARMEN SIMÓN PALMER, op. cit. (nota 32), pp. 24-25.
151
VÁLGOMA Y DÍAZ VARELA, op. cit. (nota 15), pp. 41-42.
152
CARMEN SIMÓN PALMER, op. cit. (nota 32), p. 26.
153
Ibidem, p. 26.
154
Ibidem, p. 26.
155
VÁLGOMA Y DÍAZ VARELA, op. cit. (nota 15), p. 43.
156
Ibidem, p. 43.
157
Ibidem, p. 49.
150
37
Las mozas de cama, que comían juntamente con las dueñas de retrete, hacían el
lecho de la reina, poniendo nuevas sabanas. Ellas también solían tener una criada a su
servicio. Únicamente se permitía a las dueñas de retrete, a los reposteros de camas y a
las mozas, ocupar la estancia de la reina para hacer su cama158. En un nivel inferior se
situaban las mozas de cámara, elegidas en parejas semanalmente. No era posible que
estas criadas tomaran asiento en la Cámara. Generalmente comían con la guarda menor
y las dueñas de retrete159.
Otras mujeres de servicio se encargaban de servir la comida, limpiar los
aposentos y subir el agua160. También las lavanderas de corps eran importantes porque
se encargaban de lavar la ropa blanca de cuerpo de la monarca.
Las damas constituían un grupo importante de la Cámara de la reina. Sus
miembros eran hijas solteras de las grandes familias de la Monarquía Hispánica que
utilizaban el ámbito cortesano para crear diversas redes sociales y clientelares. Su tarea
consistía en acompañar constantemente a la soberana, servirla en la mesa, ayudarla
cuando se vestía, etc.161. Les estaba prohibido salir o entrar en el palacio, salvo en
situaciones excepcionales. El aspecto más vigilado de su vida era, teóricamente, el trato
con otras personas, sobre todo con hombres, para evitar los galanteos162.
En último término tenemos que destacar a las enanas que formaban parte de la
Cámara. Hacían lo que la camarera mayor o el aya les mandaba y comían con la guarda
menor163.
3.4 La Capilla
El servicio religioso de la reina Mariana de Neoburgo estaba compuesto por el
confesor de la reina y el limosnero mayor164. Los monarcas celebraban las fiestas y
ceremonias juntamente por lo que se acudía a la Capilla del rey. Así se explica el
158
Ibidem, p. 49.
Ibidem, p. 51.
160
CARMEN SIMÓN PALMER, op. cit. (nota 32), p. 26.
161
JURADO SÁNCHEZ, op. cit. (nota 17, 1996), p. 80.
162
CARMEN SIMÓN PALMER, op. cit. (nota 32), pp. 32-36.
163
Ibidem, p. 26.
164
VÁLGOMA Y DÍAZ VARELA, op. cit. (nota 15), pp. 52-53.
159
38
número reducido de miembros de la Capilla de la reina. Sin embargo la Capilla de los
reyes estaba compuesta por un capellán mayor, el procapellán mayor, el limosnero
mayor, un tesorero, los capellanes, los confesores y los cantores.
El capellán mayor de la Capilla real recibía el cargo de arzobispo de Santiago.
No le era posible ejercer los dos cargos al mismo tiempo y se creó el cargo de
procapellán mayor. Este sustituía al capellán mayor en sus funciones y desempeñaba
paralelamente los cargos de patriarca de las Indias y de limosnero mayor165.
El limosnero mayor era el superior de la Capilla y controlaba las cuentas del
maestro de capilla, del tesorero, que eran luego trasmitidas al bureo166. En caso de
ausencia, el patriarca de las Indias era sustituido por un teniente del limosnero mayor167.
Si por casualidad este también estaba impedido lo reemplazaba el miembro más antiguo
del grupo de los sumilleres de cortina168. Se decidió, por un decreto real de 1653, elegir
un tesorero diferente al maestro de Cámara para la Capilla real169. Además había
capellanes que oficiaban la misa con la ayuda de sacristanes y cantores que aprendían a
cantar con el maestro de capilla.
3.5 La financiación de las Casas reales
En la época del acceso al trono de Carlos II y de su primer matrimonio con
María Luisa de Orleans los gastos de la Casa real habían aumentado considerablemente.
Se incrementaron, desde un punto de vista contable, de un setenta a ochenta por ciento
con respecto a lo que eran en la década anterior170, aunque hay que tener en cuenta la
fuerte inflación que todavía regía para este periodo. La gran oscilación en los gastos de
la Casa real fue una de las particularidades del reinado de Carlos II. Entre 1685 y 1695
el coste volvió a estabilizarse y el gasto de la Casa del rey se redujo en un ochenta por
165
JURADO SÁNCHEZ, op. cit. (nota 17, 1996), p. 69.
Ibidem, p. 69.
167
Ibidem, p. 71.
168
Ibidem, p. 71.
169
Ibidem, pp. 70-71.
170
Ibidem, p. 295.
166
39
ciento 171 . Esta reducción estaba vinculado con la desaparición de los gastos
extraordinarios que se crearon con el acceso al trono de Carlos II y de su boda.
También la desaparición de la Casa de la reina madre, que costaba anualmente
tres millones de reales, disminuyó el coste del mantenimiento de la corte. Aunque este
gasto se redujo únicamente en medio millón de reales, porque la Casa del rey y la de la
reina incrementaron sus gastos en dos millones y medio172. Desafortunadamente no se
conoce el porcentaje exacto de los ingresos de estado que sirvieron para financiar la
Casa real, que variaban, según Jurado Sánchez, entre un cuatro y un nueve por ciento
entre 1685 y 1690173.
Cierto es que la plantilla de los oficiales no paraba de crecer durante el reinado
del último Habsburgo. A finales del siglo XVII la Casa real contaba con más de dos mil
quinientas personas empleadas a su servicio174. Sin embargo una de las deficiencias de
la Casa real era la efectiva gestión de sus recursos. La cantidad de empleados
hacendísticos, de órganos de inspección y de tesoreros impedía una gestión unitaria de
la Casa real175. Aunque las etiquetas regulaban, supuestamente, el buen funcionamiento
de las diferentes Casas y de sus dependencias, no normalizaba todas las cuestiones
hacendísticas que estaban en relación con la obtención de ingresos, la ejecución de
pagos, la contabilidad, etc. 176 . Se creó entonces un corpus legal extremadamente
complejo, diverso y confuso que regulaba estos aspectos177. Sin embargo este corpus
implicaba normas y cédulas que no se abolieron, como en muchas instituciones antiguo
regimentales. Por ello resultó difícil contar con una eficaz gestión de los recursos.
En la década de los ochenta del siglo XVII se incrementaron las reformas que,
sin embargo, todavía no mostraban su efecto en 1685. Por la situación bélica y los altos
gastos de la Monarquía Hispánica, se decidió reformar eficazmente la Casa real para
disminuir sus gastos178. La necesidad de dinero para la Monarquía requería medidas
171
Ibidem, p. 296.
Ibidem, p. 296.
173
Ibidem, p. 298.
174
Ibidem, p. 82.
175
Ibidem, p. 83.
176
Ibidem, p. 83.
177
Ibidem, p. 84.
178
Ibidem, p. 346.
172
40
urgentes, por lo que se decidió recortar los gastos no militares de las instituciones179. En
vez de consultar con los bureos de las Casas reales, se recortaron todos los gastos
asignados a los diferentes departamentos180. A finales de 1696 se necesitaba nuevamente
dinero para la próxima campaña militar de 1697 y se mandó a los tesoreros que habían
de entregar al presidente del Consejo de Hacienda más de dos millones de reales181.
Sin embargo estas reformas no consiguieron una reducción duradera de los
gastos de la Casa real. Los proyectos reformistas no se podían llevar a cabo sin que se
ejecutase una transformación que disminuyese el consumo y los gastos de las diferentes
dependencias que constituían las Casas reales182. Las reformas difícilmente casaban con
el sistema representativo del Antiguo Régimen. El ahorro puntual de gastos no impidió
que la Casa real mantuviera su estructura durante la época de los Austrias y de hecho no
derivó en cambios considerables183.
4. EL ENTORNO CORTESANO DE MARIANA DE NEOBURGO
La reina Mariana de Neoburgo hizo su solemne entrada en Madrid el 22 de
mayo de 1690. Esta fecha indica el comienzo de su reinado y el inicio de la lucha por el
poder en la cuestión sucesoria. Aunque la soberana había de despedirse de su séquito
alemán y flamenco en La Coruña, algunas personas obtuvieron el permiso de
permanecer a su servicio y la acompañaron hasta Madrid. Este grupo muy reducido
deformó el entorno cortesano de la soberana, fue la llamada camarilla alemana.
Antes de entrar en su análisis queremos recordar la situación política de la
Monarquía Hispánica y la lucha cortesana por el poder que estaba en conexión con ella.
A comienzos de la última década del siglo XVII, la reina madre había establecido un
entorno palaciego políticamente influyente, que le permitía controlar a su hijo, Carlos
II184. Aunque la Monarquía española se decía absoluta, el rey estaba bajo el control de
179
Ibidem, p. 346.
Ibidem, p. 347.
181
Ibidem, pp. 349-350.
182
Ibidem, p. 350.
183
Ibidem, p. 351.
184
La reina madre contaba con el apoyo del cardenal Portocarrero, arzobispo de Toledo, del conde de
Oropesa, ministro de Carlos II, del IX conde de Melgar, almirante de Castilla y de los confesores. Véase
BAVIERA, cuaderno 1, op. cit. (nota 18, 1922), p. 30.
180
41
su madre y de sus ministros. Se generó entonces una lucha cortesana por el poder que
fue fomentada con la llegada de la nueva reina y de su séquito alemán.
La última década del siglo XVII estuvo marcada por la crisis sucesoria generada
por la falta de un descendiente directo de los monarcas. Situándonos en este contexto
político, la importancia del séquito alemán no debe ser subestimada, sabiendo que el
emperador Leopoldo I aprovechó su parentesco con la reina para defender los intereses
imperiales en la corte madrileña. Inicialmente, Mariana de Neoburgo había de
representar, al igual que su suegra, las pretensiones imperiales, por lo que varios
españoles se pronunciaron en contra de su elección como segunda esposa de Carlos II.
La presencia de dos princesas alemanas en Madrid les disgustaba.
La facción pro-austríaca estaba representada por la reina madre, Mariana de
Austria, el cardenal Portocarrero y el conde de Lobkowitz, embajador imperial, y tenía
como primer objetivo, convencer a la reina para que contribuyera al triunfo de la misión
diplomática 185. Desde el inicio de su reinado las ambiciones de las dos Marianas
chocaron en torno a la cuestión de la gobernación de los Países Bajos. La recién llegada
soberana había prometido el cargo de gobernador a su hermano mayor, Juan Guillermo,
mientras que Mariana de Austria proponía el nombramiento de Maximiliano II Manuel
de Baviera, de la línea primogénita de los Wittelsbach186. El enfrentamiento de intereses
entre la reina y su suegra era inevitable y se transformó en una cuestión de Estado, que
se resolvió únicamente con la muerte de Mariana de Austria en mayo de 1696. La
cuestión sucesoria estaba por entonces plasmada en la discordancia entre las dos
facciones que se traducía a su vez en la corte. Desde el cese del embajador francés
Rébénac, en abril de 1689, hasta la llegada del marqués de Harcourt, el 24 de febrero de
1698, Luis XIV no tenía representante diplomático en Madrid, por lo cual no existía una
facción oficial que representara los intereses franceses187. La situación política interna
de la Monarquía Hispánica era inestable y la discordia entre los distintos partidos en la
corte afectaba su buen funcionamiento.
185
Se refiere a la elección del archiduque Carlos como heredero de la Monarquía Hispánica.
LÓPEZ-CORDÓN CORTEZO, op. cit. (nota 28, 2009), p. 128.
187
En esta época Luis XIV confiaba en la colaboración de la marquesa de Gudannes, dama que gozaba de
buenas relaciones políticas y sociales. Además envió a dos religiosos que le informaban sobre los
acontecimientos en la corte española. Véase BAVIERA, cuaderno 2, op. cit. (nota 18, 1922), p. 108.
186
42
En este contexto se constituyó la camarilla alemana, facción no oficial alineada
detrás de Mariana de Neoburgo, que defendía los intereses palatinos. A su llegada a
España, la reina aseguró por orden propia que su séquito podía estar hospedado
convenientemente y que sus miembros tenían el derecho y la posibilidad de pagar con
dinero alemán188. De este modo fueron poco a poco integrados en el ámbito cortesano
madrileño y se les otorgaron cargos palaciegos. Los primeros que formaron parte de la
camarilla alemana fueron la baronesa de Berlepsch, guarda mayor de la reina durante su
viaje, y el médico de Mariana de Neoburgo, Cristián Geleen. Ambos formaron parte del
séquito de la reina y asumieron cargos importantes en el ámbito palaciego.
La baronesa de Berlepsch, personaje clave de este estudio, se incorporó en fecha
imprecisa a la Cámara de la reina. Probablemente ella misma le otorgó el cargo de
dueña de honor que desempeñó hasta su salida de España en 1700. Nos centraremos en
su biografía más adelante. Cristián Geleen era médico de la corte palatina y se incorporó
con el mismo cargo en la Casa de la reina. En La Coruña, el 11 de abril de 1690, juró la
plaza de médico de Cámara. En 1694 fue nombrado también médico de la cámara del
soberano189. Cuando la Casa de la reina se trasladó en 1701 a Toledo el médico obtuvo
licencia para acompañarla, lo que hizo también cuando Mariana de Neoburgo fue
desterrada a Bayona, en Francia190. Cristián Geleen murió en 1710 desempeñando su
cargo. Sin embargo el tratamiento de la reina por médicos no españoles era inhabitual e
impensable en tiempos de la primera esposa difunta de Carlos II191, sin embargo,
durante el reinado de Mariana de Neoburgo los cortesanos españoles tuvieron que
tolerar que extranjeros formaran el entorno de la reina.
Este núcleo alemán muy reducido se unió con el entonces enviado extraordinario
Enrique Xavier Wiser, que fue nombrado poco después secretario privado de la reina192.
En la corte palatina, los Wiser habían desempeñado cargos políticos importantes.
Francisco Melchor Wiser fue primer ministro antes de ser nombrado en 1693 consejero
188
Archivo General de Palacio (AGP), Reinado de Carlos II, caja 117, s. fol., notificación de la real orden
de la Reina organizando el alojamiento de su séquito alemán, s. l., 1690.
189
MARTÍNEZ LEIVA, G., «Mariana de Neoburgo, cartas de un exilio», Espacios de poder: cortes,
ciudades y villas (S. XVI-XVIII), 1 (2002), pp. 293-294.
190
Ibidem, pp. 3-4.
191
BAVIERA, op. cit. (nota 18, 1938), p. 72.
192
Véase BARRIENTOS GRANDON, J., «Wisser, Heinrich Xavier», en Diccionario Biográfico Español, t. L,
Madrid, Real Academia de la Historia, 2009, p. 441.
43
imperial y recibió el título de conde imperial 193. En 1687 Enrique Wiser formó parte del
séquito de María Sofía, futura reina de Portugal, durante su viaje de Neoburgo hasta
Lisboa. En 1690 se decidió alejarlo de la corte portuguesa y se trasladó a la corte
madrileña, donde se incorporó a la Casa de la reina. Desde entonces actuaba como
secretario de Mariana de Neoburgo y gozaba de la confianza de ella misma y de la
baronesa de Berlepsch. Durante su enfrentamiento con el enviado diplomático palatino,
el barón Novelli, Enrique Wiser fue protegido por las dos mujeres194. Sin embargo su
número de enemigos no dejaba de crecer y sufrió asaltos y ataques personales195.
Gracias al apoyo de la emperatriz, pudo permanecer en la corte española y fue
nombrado sucesor del embajador palatino196. Durante este tiempo, su misión consistió
en lograr la concesión del virreinato de Nápoles para Carlos Felipe de Neoburgo. Fue
nombrado en 1692 consejero honorario de Flandes y Borgoña, antes de ser alejado de la
corte madrileña y enviado a la corte de Dorotea Sofía de Neoburgo, en Parma, y de
volver al Palatinado197.
El confesor jesuita de la reina, Francisco Rhem, quien acompañó a Mariana de
Neoburgo durante su viaje, también formó parte de la camarilla alemana desde su arribo
hasta su sustitución por otro miembro de la corte palatina en 1692.
El padre confesor Gabriel Pontiferser nació en 1653 en Chiusa, Tirol, e ingresó
en la orden capuchina en 1673198. Poco después acompañó en 1686 al padre Emerico de
Weser, médico del elector palatino Felipe Guillermo, a su Corte. Después de la muerte
del elector palatino en 1690 fue nombrado confesor de la electora Isabel Amalia de
Hesse-Darmstadt, honor especial porque la casa de Neoburgo tenía tradicionalmente
confesores jesuitas199. En 1691 Mariana de Neoburgo solicitó el permiso de la orden
capuchina para poder incorporar a Gabriel Pontiferser a su casa y gozar de sus
193
BAVIERA, op. cit. (nota 18, 1938), p. 99.
Ibidem, pp. 100-101.
195
Ibidem, p. 101.
196
Ibidem, p. 101.
197
Ibidem, pp. 127-131.
198
GIOVANELLI, B., y otros (eds.), Die neue Zeitschrift des Ferdinandeums für Tirol und Vorarlberg, vol.
10, Innsbruck, Wagner’schen Schriften, 1844, pp. 85-87.
199
LÓPEZ ARANDIA, op. cit. (nota 37), pp. 1091-1092.
194
44
servicios200. Este emprendió su viaje desde Neoburgo hacia Madrid en abril de 1692 y
se incorporó oficialmente el 3 de agosto de 1692 a la Casa de la reina201.
El impacto de la camarilla se vio completamente reforzado cuando algunos
españoles comenzaron a incorporarse. Entre otros, hay que mencionar a Juan Tomás
Enríquez de Cabrera, VII duque de Medina Rioseco y XII almirante de Castilla. Con la
llegada de la nueva reina en 1690, Juan Tomás Enríquez intentó ganar su favor y
asegurarse así su posición en la corte. Al parecer tomó parte en las intrigas palaciegas
que comenzaron en 1691, con la caída de Oropesa el 24 de junio. Fue entonces cuando
Juan Tomás Enríquez se opuso a la política de su padre, Juan Gaspar Enríquez de
Cabrera, y tomó oficialmente partido por la facción palatina. Después de la caída del
conde Oropesa no se nombró ningún sucesor, permitiendo a la reina y su entorno ganar
influencia. La obtención del título de almirante de Castilla después de la muerte de su
padre en 1691 le permitió reforzar su posición en la corte. También el nombramiento de
caballerizo mayor del rey en enero de 1695 le aseguró su ascenso social y político202.
Sin embargo, durante la crisis sucesoria apoyó hasta su fallecimiento en 1699 a José
Fernando de Baviera, antes de defender la candidatura del archiduque Carlos203.
Otro miembro importante fue Juan Angulo, que se incorporó en 1691 a la
camarilla alemana. Ocupó entre 1691 y 1694 el cargo de secretario de Estado y
Despacho Universal que había comprado por más de siete mil doblones204. Este cargo
había estado libre desde el cese de Manuel Francisco de Lira y Castillo en abril de 1691.
Después de la caída de Oropesa, el 11 de octubre de 1691, Juan Angulo fue nombrado
200
Ibidem, p. 1093.
Archivo General de Palacio (AGP), Registros, 184, fol. 191v., certificación de la incorporación de
Gabriel Pontiferser al servicio de la reina como confesor real, Madrid, 3 de agosto de 1692.
202
LEÓN SANZ, V., «Enríquez de Cabrera Toledo y Sandoval, Juan Tomás», en Diccionario Biográfico
Español, t. XVII, Madrid, Real Academia de la Historia, 2009, pp. 306-307.
203
Ibidem, p. 308.
204
VALLADARES DE SOTOMAYOR, A., Seminario Erudito, que comprehende varias obras inéditas,
críticas, morales, instructivas, políticas, históricas, satíricas y jocosas de nuestros mejores autores
antiguos y modernos, vol. 14, Madrid, Blas Roman, 1788, p. 94 [en línea].
https://books.google.es/books?id=rWBBSYx4JsC&pg=RA1PA94&dq=Juan+Angulo+secretario+de+des
pacho&hl=de&sa=X&ved=0ahUKEwi84Ni2gOnNAhVHuhoKHUl8AEYQ6AEIOzAE#v=onepage&q=J
uan%20Angulo%20secretario%20de%20despacho&f=false [Consulta: 10 de julio de 2016].
201
45
oficialmente secretario del Despacho Universal205. Hasta su muerte en 1694, apoyó a
Mariana de Neoburgo en torno a la cuestión del gobierno de los Países Bajos206.
Pedro de Leiva y de la Cerda, III conde de Baños, formaba también parte de la
facción pro-palatina y fue nombrado grande de España de segunda clase en julio de
1691207. Llegó a obtener el cargo de caballerizo mayor del rey Carlos II, en 1682, antes
de ser nombrado gentilhombre de cámara en diciembre de 1687208. Su hija, Teresa de
Leiva, fue dama de Mariana de Neoburgo. Con la primera crisis de la camarilla el conde
de Baños fue desterrado de la corte madrileña a finales de 1694209.
La camarilla alemana de la reina se componía, por tanto, de los personajes
enumerados más arriba. A lo largo de la última década del reinado de Carlos II esta
llegó a transformarse en una de las dos facciones que definían la política en la corte
madrileña. Su evolución fue progresiva y pueden distinguirse dos etapas entre 1690 y
1700. Su final está marcado a partir de la muerte de Carlos II y el destierro de Mariana
de Neoburgo cuando la facción pro-palatina desapareció y solo muy pocos de sus
miembros quedaron al servicio de la reina viuda.
La primera etapa de su existencia se extiende desde la incorporación del séquito
de Mariana de Neoburgo en la corte madrileña, en 1690, hasta la primera crisis de 1694.
La segunda durara de 1695 hasta 1699, año del “motín de los gatos”. Durante estos
nueve años, la camarilla alemana logró establecer una red social y clientelar que le
permitió crecer y ganar en poder. Los miembros de la facción pro-palatina aprovecharon
para incorporar a sus próximos y facilitarles el acceso a cargos palaciegos. Un ejemplo
claro fue el nombramiento de un protegido del almirante de Castilla como secretario del
Despacho Universal en 1696210. Su particular composición y jerarquía nos permite
205
RIBOT GARCÍA, L. A., «Angulo, Juan», en Diccionario Biográfico Español, t. IV, Madrid, Real
Academia de la Historia, 2009, p. 377.
206
Ibidem, p. 377.
207
VALOR BRAVO DE MEDINA, D., «Leiva y de la Cerda, Pedro de», en Diccionario Biográfico Español, t.
XXIX, Madrid, Real Academia de la Historia, 2009, p. 369.
208
Ibidem, p. 369.
209
Biblioteca Nacional de España (BNE), Mss. 18212, fol. 76, Soneto hablando con la varonesa madama
de Berlips confidenta de la reina después del destierro del conde de Baños executado el 26 de diciembre
de 1694, s. l., 26 de diciembre de 1694.
210
Este ha sido elegido para ilustrar un aspecto de las actividades de la camarilla alemana, pero no se trata
del único ejemplo del cual disponemos. Más adelante presentaremos con más precisión otros ejemplos.
Véase LEÓN SANZ, op. cit. (nota 202), p. 308.
46
analizar su evolución. Podemos, por tanto, distinguir entre tres grupos de orígenes
diversos que la constituían:
Los primeros que formaban parte del entorno alemán de la reina fueron la
baronesa de Berlepsch y el médico Geleen. Ellos representaban el corazón de la facción
palatina y se situaban jerárquicamente por encima de los demás miembros. También
eran los más próximos a la soberna y se convirtieron en sus confidentes y consejeros.
Puede decirse que la organización de la camarilla alemana dependía, entre otras cosas,
de sus decisiones y opiniones y del favor que les otorgaba Mariana de Neoburgo.
El segundo grupo estaba compuesto por antiguos sirvientes de la casa palatina.
Mariana de Neoburgo logró incorporar una parte de la servidumbre de su casa paterna,
permitiéndole así tener un entorno cortesano mayoritariamente alemán y no español.
Entre otros, su secretario privado, Enrique Wiser, y su confesor, Gabriel Chiusa, estaban
al servicio de la casa palatina antes de llegar a la corte madrileña. Sin embargo, la
posición de los miembros de la camarilla alemana no estuvo siempre asegurada. Un
ejemplo fue el del secretario privado de la reina que era simultáneamente enviado
extraordinario de la corte palatina en Madrid. Este había mantenido una estrecha
relación con el elector palatino y formaba al mismo tiempo parte del entorno más
cercano de la reina pero cuando dejó de tener el favor de Mariana de Neoburgo, tras su
caída en desgracia, fue alejado de la corte para salvar la integridad de la facción.
Por último, la sucesiva integración estratégica de cortesanos españoles permitió
a la facción pro-palatina reforzar su posición en las luchas cortesanas de poder.
Aquellos españoles vieron la posibilidad de formar parte del ámbito palaciego y de
ascender socialmente. Así podemos explicar la integración del almirante de Castilla y la
del conde de Baños. La obtención de cargos palatinos era indispensable para la creación
de una red social y clientelar sólida que permitía a los miembros de los grandes linajes
mantener su posición social y política. Sin embargo, el caso del almirante de Castilla es
especial, porque su padre y antecedente en el cargo de almirante, apoyaba a la reina
madre en su lucha por el poder. Así Juan Tomás Enríquez de Cabrera detectó las
ventajas que tenía ganar el favor de la reina. Esta logró renovar la composición del
Consejo de Estado e integrar a sus simpatizantes en las vacantes, cómo lo era el
47
almirante de Castilla211. En ese contexto es posible que los miembros españoles de la
facción palatina la eligieran por las ventajas económicas y sociales que la nueva reina
podía ofrecer en comparación con la de la reina madre. Sin embargo la integración de
españoles no se restringió únicamente a grandes de España; también personajes de
menor importancia tuvieron la posibilidad de formar parte de la camarilla alemana.
Ejemplar sería el caso de Juan Angulo que compró el cargo de secretario de Estado que
había estado vacante desde abril de 1691212.
La defensa de las pretensiones bávaras, en particular palatinas, provocó la
reorganización de la casa real. Se procuró entonces que las vacantes fueran ocupadas
por simpatizantes de la reina. Así fue posible que los miembros de la camarilla alemana
ascendieron en cargos y pudieran en algunas ocasiones formar parte también de la casa
del rey. El control del soberano y de las decisiones políticas era el objetivo último de la
camarilla, porque permitía proyectar las aspiraciones políticas palatinas en la Monarquía
Hispánica. Los primeros logros de la reina y de su estrecho entorno fueron la destitución
de Manuel Francisco de Lira y Castillo, secretario de Estado y del Despacho Universal
entre 1685 y 1691, y el cese del conde de Oropesa el 24 de junio de 1691.
Varios panfletos y obras satíricas describieron las actividades de la camarilla.
Sobre todo el fraude y la venta de cargos fueron las temáticas más tratadas. Se generó
entonces una rivalidad entre los intereses de la facción palatina y la facción imperial,
encabezadas respectivamente por Mariana de Neoburgo y Mariana de Austria. Durante
el reinado consorte de Mariana de Neoburgo las relaciones diplomáticas entre las dos
ramas de la Casa de Austria no fueron suficientemente fuertes para asegurar la
colaboración entre ambos partidos. La defensa de las pretensiones de la casa palatina
provocó un enfrentamiento continuo inter-palaciego. Sin embargo, dicha facción tenía
otra particularidad, sus miembros resguardaban sus propios intereses antes que los de la
casa palatina, razón por la que seguramente tuvieron tan mala imagen tanto en la corte
como en el resto de España.
211
RUBIO, op. cit. (nota 34), p. 432.
TÁRRAGO Y MATEOS, T., Carlos II el hechizado, segunda parte, ¡No hay esperanza!, Madrid, Andrés
Peña,
1854,
p.
177
[en
línea].
https://books.google.at/books?id=iKCd-0
5yX4C&pg=PA171&dq=Carlos+II+el+hechizado,+vol.+II,+No+hay+esperanza&hl=de&sa=X&ved=0a
UKEwiYsOXH__fOAhVNsBQKHY2-B_UQ6AEIHzAA#v=onepage&q&f=false [Consulta: 15 de julio
de 2016].
212
48
La actitud de los miembros de la camarilla tuvo como consecuencia una
oposición por parte de los grandes españoles y de sus afiliados. La lucha por el poder se
articuló entre los miembros de las facciones y llegó a provocar dos crisis. El odio que se
generó en el año 1694 puede ser explicado por la creciente independencia de la reina y
su oposición abierta a la facción pro-imperial. Mariana de Neoburgo empezó a aislarse
de sus cortesanos españoles y a favorecer únicamente los intereses de los miembros de
su camarilla. La visión polémica que se tenía de los miembros alemanes de la casa de la
reina aumentó y alcanzó su pico en noviembre de dicho año. Los consejeros de Estado y
el cardenal Portocarrero aconsejaron firmemente a Carlos II, por el bien de la
Monarquía, desterrar a Enrique Xavier Wiser y a la baronesa de Berlepsch213. El
almirante de Castilla fue uno de los pocos que defendieron a los miembros de la facción
alemana. Para salvar la integridad de su camarilla, Mariana de Neoburgo ordenó el
alejamiento de su secretario personal, no así la de Berlepsch. Sin embargo, esta crisis
afectó considerablemente la reputación y posición de la facción pro-palatina dentro de
la corte madrileña.
La segunda mitad de la última década del siglo XVII fue marcada por la crisis
sucesoria, que requería el nombramiento de un heredero para la Monarquía Hispánica.
Así la elección del sucesor se transformó en la prioridad política europea. Tres Casas
europeas querían el nombramiento de uno de sus familiares como sucesor. Nos
referimos a la Monarquía francesa, la Casa de los Wittelsbach y los Habsburgo. El
nacimiento de José Fernando de Baviera214, el 28 de octubre de 1692, puso en peligro
las aspiraciones imperiales en torno a la sucesión. Fue entonces cuando la facción proaustríaca, encabezada por la reina madre, no defendía más las aspiraciones directas de
Leopoldo I, sino las del joven príncipe bávaro. Así el emperador se vio obligado recrear
un partido pro-imperial que estaba encabezado por sus embajadores imperiales en
Madrid. Para adquirir la influencia necesaria había de ganar el favor de la reina y de su
favorita para que ambas contribuyeran al triunfo de la misión de llevar a efecto el
nombramiento de su hijo segundogénito, Carlos, como heredero de la Monarquía
Hispánica. Sin embargo, tenemos que distinguir entre las ambiciones de los
213
Biblioteca Nacional de España (BNE), Mss. Micro. 7305, pp. 55-57, memorial que dio a su majestad el
eminentísimo señor cardenal Portocarrero sobre las consultas de los Consejos de Estado y real de Castilla,
Madrid, 2 de enero de 1695.
214
José Fernando de Baviera era el hijo de Maximiliano II Emanuel, elector de Baviera y gobernador de
los Países Bajos, y de María Antonia de Austria, nieta de Mariana de Austria.
49
embajadores imperiales y las de la camarilla alemana, sabiendo que se había
desarrollado una fuerte rivalidad entre las dos líneas de la Casa de Wittelsbach y la Casa
imperial. La postura de la reina madre y su influencia sobre Carlos II explicarían los dos
primeros testamentos que redactó el monarca, el del 13 de septiembre de 1696 y el 11
de noviembre de 1698, a favor del príncipe José Fernando de Baviera215. La actividad de
la camarilla alemana y de la reina, consistía desde entonces en reivindicar la decisión
testamentaria del rey, la de nombrar un príncipe bávaro como heredero.
Simultáneamente empezó en 1696, el arduo e infructuoso trabajo de los enviados
diplomáticos imperiales. Nos referimos al embajador extraordinario Aloys Luis conde
de Harrach, enviado en 1696 para presentar sus condolencias por el fallecimiento de la
reina madre, y a su padre el representante diplomático ordinario Fernando Bonaventura
conde de Harrach. Sus misiones consistían en influir en la política interior de la
Monarquía Hispánica, con el fin de resolver las cuestiones sucesorias a favor de la Casa
de Austria. En principio, las actividades de la camarilla alemana habían de coincidir con
las de los embajadores. Así la relación del representante de la corte imperial con los
miembros de la camarilla alemana era de mayor importancia, porque influía en la
decisión final de la reina. Teniendo en cuenta que una colaboración entre ella y el
partido pro-imperial era indispensable para el cumplimiento del nombramiento de un
heredero austríaco, por el peso que se acordaba a la opinión de sus próximos. Sin
embargo, la discordancia entre los miembros de la facción pro-palatina y los
embajadores imperiales impidió una buena colaboración y la realización de la misión,
aunque la camarilla alemana no tenía otro candidato que el archiduque Carlos.
La segunda crisis se produjo en la primavera de 1699 el motín madrileño fue
aprovechado por la oposición política de la época para alejar a sus enemigos. La
revuelta, también llamado “motín de los gatos”, tenía como fondo la carestía surgida por
las malas cosechas que provocaron hambre y subida de los precios en los
abastecimientos216. En cuanto a la camarilla de la reina, el motín engendró el destierro
de varios personajes políticos que la integraban. Las obras satíricas señalaron al
almirante de Castilla, Juan Tomás Enríquez de Cabrera, a la condesa de Berlepsch, al
padre confesor, pero también a la reina y al valido del rey, el conde de Oropesa. El
215
BAVIERA, op. cit. (nota 18, 1938), p. 161; RIBOT GARCÍA, op. cit. (nota 10, 2006), p. 235.
Sobre esta temática véase EGIDO LÓPEZ, T., «El motín madrileño de 1699», Investigaciones históricas:
Época moderna y contemporánea, 2 (1980), pp. 253-294.
216
50
alejamiento de las personas enumeradas parecía permitir a la Monarquía Hispánica
recuperarse y reestructurar el gobierno de Carlos II. Así la facción no-oficial fue
disuelta y la reina perdió a su último protegido español, el almirante de Castilla. Entre
1699 y 1700 todos los miembros de la camarilla, menos los que acompañaron a la reina
a Toledo y luego a Bayona, salieron de los territorios españoles. Sin embargo, Mariana
de Neoburgo intentó organizar la despedida de su servidumbre, pidiendo para ellos
cargos palatinos en la corte imperial u otras instituciones. Mientras, el pueblo
madrileña se calmó cuando el rey Carlos II salió al balcón y pidió perdón por haber
descuidado las cuestiones de estado217.
La contextualización histórica del entorno cortesano de Mariana de Neoburgo
nos permitirá entrar en el estudio micro-histórico de uno de sus miembros más
destacados. Con el fin de entender el papel e influencia que tuvo uno de los personajes
más próximos a la reina, empezaremos por un estudio biográfico de su persona antes de
centrarnos en sus actividades políticas y sociales. Las diferentes fases de la camarilla,
sus actividades y el ascenso de sus miembros será explicitado con la elaboración de un
estudio biográfico de la baronesa, y luego condesa, de Berlepsch. Aunque la camarilla
de la reina se disolvió en 1700, las actividades políticas de sus miembros no cesaron,
por lo que seguiremos con su estudio hasta el fallecimiento de María Josefa Gertrudis
de Berlepsch en 1723.
5. ESTUDIO BIOGRÁFICO: MARÍA JOSEFA GERTRUDIS DE BERLEPSCH
5.1 Sus orígenes218
María Josefa Gertrudis de Berlepsch, personaje clave de esta investigación,
nació en el seno de una familia nobiliaria que pertenecía también a la althessischen
Ritterschaft219 del Sacro Imperio. Los Wolff de Gudenberg, oriundos de Hesse, eran una
217
RUBIO, op. cit. (nota 34), p. 450.
Véase Árbol genealógico de María Josefa Gertrudis de Berlepsch [Apéndice 9.2].
219
La althessische Ritterschaft, en español caballería de Hesse, era una corporación de las casas
nobiliarias de Hesse que tenían la merced de caballeros. Es la más antigua fundación del principado de
Hesse y fue creada por el conde Felipe de Hesse durante la Reforma en 1527. Varios monasterios de la
región fueron unidos y transformados en abadías antes de ser remetidos a la caballería de Hesse. Esta
fundación tenía el objetivo de ayudar a las mujeres solteras que perdieron, con la disolución de varios
monasterios durante la Reforma, todo tipo de protección. Sin embargo la abadía aseguraba también el
destino de algunos miembros de las familias de la caballería. En el contexto de esta investigación es
218
51
de las antiguas dinastías nobiliarias protestantes cuyo linaje empezó en el siglo
duodécimo220. En 1440 se creó una segunda rama y se distinguía desde entonces entre
los Wolff de Gudenberg y los Wolff Metternich. María Josefa Gertrudis Wolff de
Gudenberg, perteneciente a la línea primogénita, nació entre 1654 y 1657 221 en
Langenschwarz, lugar donde sus padres Adam Erboldo Wolff de Gudenberg y Ana
Catalina de Buchenau se casaron en 1643222. Sus abuelos paternos Otto Wolff von
Gudenberg y Ana Bárbara de Buchenau contrajeron matrimonio en Höringhausen en
1610 y sus abuelos maternos eran Juan Federico de Buchenau y Ana Isabel de
Berlepsch.
En 1672 María Josefa Gertrudis se casó con el hijo menor de la familia de
Berlepsch. El barón Guillermo Luis era el cuarto hijo de Sitigo de Berlepsch y de María
Francisca de Boineburg, llamada Hohenstein. Los Berlepsch, oriundos de la región de
Moravia y Hungría, eran conocidos bajo el nombre de Bernewizko. En 1070 se
trasladaron a Sajonia antes de instalarse en Hesse223. En 1369 Arnoldo de Berlepsch
recibió el cargo hereditario de camerarius224 del landgraviato de Hesse, uno de los
interesante mencionar que ambas familias, tanto la de María Josefa Gertrudis Wolff de Gudenberg como
la de su esposo Guillermo Luis barón de Berlepsch pertenecían a la caballería de Hesse. Véase BUTTLARELBERBERG, R., Stammbuch der Althessischen Ritterschaft, enthaltend die Stammtafeln der im
ehemaligen Kurfürstentum Hessen ansässig zur althessischen Ritterschaft gehörigen Geschlechter,
Wolfhagen, Wilhelm Börner, 1888, pp. 21-23 y 189-191 [en línea].
http://dfgviewer.de/show/?id=8071&tx_dlf%5Bid%5D=http%3A%2F%2Fgdz.sub.unigoettingen.de%2F
mets%2F%2FPPN513401067.xml&tx_dlf%5Bdouble%5D=1&tx_dlf%5Bpage%5D=1 [Consulta: 19 de
julio de 2016].
220
DEUTSCHE ADELSGENOSSENSCHAFT (ed.), Jahrbuch des deutschen Adels, vol. 3, Berlin, Bruer, 1899,
pp. 807-808 [en línea]. http://dlib.rsl.ru/viewer/01004431111#?page=823 [Consulta: 16 de julio de 2016].
221
La fecha exacta de nacimiento de María Josefa Gertrudis es desconocida, pero según las fuentes
consultadas tenía entre 19 y 22 años cuando su esposo falleció en 1676. Véase ESELIN, J. C., Neu
vermehrtes historisch und geographisches allgemeines Lexicon […], vol. 1, Basilea, Johann Brandmüller,
1726, p. 457.
222
DEUTSCHE ADELSGENOSSENSCHAFT (ed.), op. cit. (nota 218), p. 808.
223
Según las fuentes el linaje comenzó con los dos hermanos Enrique y Dietrich de Bernewizko que
llegaron en 1070 a la corte de Otto de Sajonia. Únicamente a partir de los siglos XIII y XIV la genealogía
de los Berlepsch se aclara. En 1589 falleció el hijo primogénito de Sitigo de Berlepsch y Felicitas Koller,
Erich Volkmar de Berlepsch, sin herederos. Su hermano Curt Thilo fue designado heredero de los bienes
de la familia. Sin embargo, este mismo murió al igual que su hermano mayor en 1589, dejando a su
esposa Barbara de Ebersberg el patrimonio de la familia. Así Sitigo de Berlepsch, hijo de Curt Thilo y de
Barbara de Ebersberg, heredó el título de barón de Berlepsch que transmitió luego a su hijo Guillermo
Luis. Mencionamos estas circunstancias porque permitieron a los antepasados de Guillermo Luis disponer
del rico patrimonio de la familia, sin que este perteneciera a la rama primogénita. Véase KNESCHKE, E.
H., Neues allgmeines deutsches Adelslexikon, vol. 1, Leipzig, Voigt, 1859, pp. 353-355 [en línea].
https://books.google.de/books?id=olIBAAAAQAAJ&pg=PA353#v=onepage&q&f=false
[Consulta: 19 de julio de 2016].
224
Es importante distinguir entre los diferentes cargos que existían en el Sacro Imperio. El emperador
otorgaba a cada príncipe elector un cargo específico que unía sus tareas representativas con las políticas.
Dos excepciones existieron a lo largo de la historia del Sacro Imperio. Primero los margraves de Meißen
nunca fueron príncipes electores, sin embargo se les otorgaba un privilegio parecido al de los demás
52
cuatro honores más importantes del principado de Hesse, que permaneció desde
entonces en la familia Berlepsch. En 1370 se inició la construcción de la fortaleza de los
Berlepsch cerca del principado-abadiato de Fulda. A lo largo de los siglos la familia
compró una gran cantidad de territorios que se extendían hasta el Rin y Westfalia.
En 1672 el joven matrimonio se instaló en una de las propiedades de la familia
de Berlepsch, el castillo de Eichenzell, también cerca de Fulda en el principado de
Hesse. Pero en 1676 Guillermo Luis murió a los 37 años por causa de las graves heridas
que sufrió durante el sitio de Philippsburg225. María Josefa Gertrudis y Guillermo Luis
habían tenido dos hijos, Sitigo Erboldo y Pedro Felipe, nacidos en 1673 y 1676
respectivamente. Después de la temprana muerte de su esposo, la baronesa de Berlepsch
contaba con muy poca ayuda de sus próximos y escasos ingresos 226. Desde entonces
ejerció la tutela sobre sus hijos y empezó a decidir y actuar por su propia voluntad.
Precisamente en 1680 tuvo lugar el primer incidente que le permitió alejarse de su
ámbito socio-económico originario. La baronesa decidió hacer bautizar a su hijo menor,
según su religión familiar, por un pastor protestante. La abadía de Fulda interpretó este
bautismo como una acción ofensiva por parte de la baronesa y el abad amenazó con
multarla si no aceptaba organizar de inmediato un bautizo para su hijo por el rito
católico. María Josefa Gertrudis se negó apelando a sus derechos nobiliarios de
caballería. La consecuencia directa de este conflicto entre la abadía y la baronesa fue
príncipes. También los duques de Württemberg recibieron un privilegio antes de ser príncipes electores y
lo mantenían después de la perdida del principado. El cargo de archicamerarius fue otorgado al margrave
de Brandeburgo. Sin embargo el landgrave de Hesse eligió familias nobiliarias de confianza y les otorgó
oficios de corte. En este caso el landgrave de Hesse había elegido al barón de Berlepsch y le había dado el
privilegio de camerarius. Este le representaba en las ceremonias oficiales, como la coronación del
emperador, donde llevaba el cetro. Después de la ceremonia, durante la comida, el camerarius daba
simbólicamente al emperador una jarra de agua y una toalla para que se pudiera lavar las manos. Es
posible y muy probable que los príncipes electores protestantes no quisieron asistir a ceremonias católicas
y se dejaron entonces sustituir por sus suplentes. Estos privilegios eran desde el siglo XIII siempre
hereditarios. Véase PETER, B., Erzämter und Erbämter in der Heraldik, 2012 [en línea]. http://www.drbernhard-peter.de/Heraldik/erzamt.htm [Consulta: 21 de julio de 2016].
225
En 1644 la fortaleza de Philippsburg fue ocupada por el mariscal de Turenne. Desde entonces la
fortaleza sirvió durante la Guerra Holandesa como punto estratégico de partida de varios ataques en la
región del Alto Rin. En 1676 el emperador del Sacro Imperio decidió recuperar la fortaleza con un
ejército de 40.000 hombres. El combate se inició el 8 de mayo y el 9 de septiembre de 1676 capitularon
los franceses, exactamente 32 años después de la conquista de la fortaleza en 1644. Guillermo Luis de
Berlepsch fue herido por tres balas en el brazo derecho y en el omóplato. Falleció poco tiempo después en
Espira. Para más detalles Véase Die Geschichte der ehemaligen Reichsfestung Philippsburg im Wandel
der Zeit ab 1600 [en línea]. http://www.club-rheingrafvonsalm.de/html/ab_1600.html [Consulta: 21 de
julio de 2016]; BERLEPSCH, B., y BERLEPSCH, R., «Marie Gertrude Reichsgräfin von Berlepsch» [en
línea]. Familie von Berlepsch, Bekannte und verdiente Persönlichkeiten der Familia von Berlepsch.
http://www.v.berlepsch.de/vb.htm [Consulta: 29 de julio de 2016].
226
BERLEPSCH y BERLEPSCH, op. cit. (nota 225), s. p.
53
que perdió el favor de sus próximos y que el abad la multó con 500 florines,
procurándose mientras tanto un quinto de la propiedad del castillo de Eichenzell227. Sólo
en 1697 María Josefa Gertrudis pagó la multa y recuperó por poco tiempo el castillo de
Eichenzell. En 1699 empezó nuevamente el enfrentamiento por lo que decidió vender el
castillo por 71.000 florines228. Sin embargo, fue entonces cuando la baronesa ganó la
gracia y el favor del emperador Leopoldo I, que empezó a protegerla y a facilitarle al
mismo tiempo su ascenso social.
5.2 Los cargos palatinos antes de su llegada a España
Para explicar como la joven baronesa ganó la gracia del emperador hemos
desarrollado una hipótesis. Suponemos que el interés por la baronesa de Berlepsch fue
favorecido tanto por sus orígenes familiares como por los de su difunto esposo.
Recordamos que ambas familias pertenecían a la caballería de Hesse y que el cargo
hereditario de camerarius del landgraviato de Hesse fue otorgado en el siglo XIV a la
familia de Berlepsch. La baronesa estaba entonces al servicio del Sacro Imperio.
También hay que recordar que Guillermo Luis de Berlepsch falleció en 1676 durante el
sitio de Philippsburg, intentando recuperar la fortaleza para Leopoldo I. Es posible que
el emperador decidiera ayudar a la joven baronesa viuda, facilitándole el acceso a un
ámbito protegido, dentro del círculo cortesano.
De lo que no hay duda es de que el favor de Leopoldo I le permitió acceder a la
corte palatina229 y entrar en el servicio de una de las hermanas del emperador. En primer
lugar obtuvo en 1684 el cargo de segunda aya, Fräulein Hofmeisterin, de María Josefa
de Austria, hija del emperador Fernando III y por tanto hermana de Leopoldo I. Era la
primera esposa de Juan Guillermo, príncipe palatino y hermano de Mariana de
227
Ibidem, s. p.
BERLEPSCH, B., y BERLEPSCH, R., «Eichenzell» [en línea]. Familie von Berlepsch, Orte mit
Familiengeschichte der Familie von Berlepsch. http://www.v.berlepsch.de/_private/Orte/Eichenzell.htm
[Consulta: 27 de julio de 2016]; Hessisches Staatsarchiv Marburg (HStAM), Urk. 75 Reichsabtei, Stift,
n°2050, s. fol., certificado de venta del castillo de Eichenzell, firmado por la condesa de Berlepsch y sus
hijos, Fráncfort, 2 de diciembre de 1700.
229
La baronesa de Berlepsch nunca formó directamente parte de la servidumbre de Felipe Guillermo,
elector palatino o de su esposa. Sin embargo se incorporó a las cortes de sus hijos y estaba al servicio de
sus respectivas esposas. Así comenzó su cursus honorum con un cargo en la corte del príncipe electoral,
Juan Guillermo antes de pasar a la corte de su hermano menor, también futuro elector Carlos Felipe.
María Josefa Gertrudis logró ser recomendada por los príncipes palatinos hasta ser elegida directamente
por el elector palatino, Felipe Guillermo, para formar parte del séquito de la reina. Asimismo los oficios
que desempeñaba en las cortes palatinas, le permitieron comenzar a establecerse social y políticamente.
228
54
Neoburgo, y permaneció a su servicio hasta su muerte en 1689230. Tras el fallecimiento
de la condesa palatina María Josefa, la baronesa recibió el encargo de acompañar a la
princesa Carlota Luisa Carolina de Radziwill-Birzer, viuda del príncipe Luís de
Brandeburgo, hasta Neoburgo, bajo el oficio de gran maestra de la corte u OberHofmeisterin231. El desempeño de ambos cargos significaba que la baronesa formaba
parte de la Casa de la condesa palatina e implicaba por su parte vigilar que el
ceremonial de su Casa fuera respetado en todo el trayecto. Cuando la princesa y ahora
esposa de Carlos Felipe de Neoburgo, Carlota Luisa Carolina, llegó a Neoburgo, la
baronesa había cumplido con su misión, pero el elector palatino Felipe Guillermo le
encargó una nueva tarea. Decidió entonces que debía acompañar a la recién elegida
reina de España, Mariana de Neoburgo, durante su viaje, desempeñando, de nuevo, el
cargo de gran maestra de la corte. Se entiende, por tanto, la importancia que tuvo la
influencia del emperador en la incorporación de la baronesa a la corte palatina. Fueron
el apoyo y la gracia de Leopoldo I los que le permitieron formar parte de ese ámbito
palaciego. También hay que destacar los fuertes lazos que se crearon entre la Casa
imperial y la Casa palatina, que facilitaron su ascenso en aquellos oficios cortesanos232.
María Josefa Gertrudis de Berlepsch tuvo desde los inicios una posición
particular en la corte palatina lo que le permitió acercarse a los personajes más
influyentes de la época. Sin embargo, también la recomendación que hicieron el
príncipe elector y su esposa le facilitó obtener cargos de confianza, como el de OberHofmeisterin de la reina de España233. Sin el manejo de una red clientelar sólida no
hubiera tenido acceso a estos oficios. María Josefa Gertrudis desempeñó durante la
jornada de la reina a España, lo que correspondería en el ámbito cortesano hispano al
cargo de guarda mayor234. Este, sin ser el de camarera mayor, le permitió permanecer
siempre cerca de la soberana y gozar de su favor. Durante el viaje de la reina, María
Josefa Gertrudis desempeñaba un cargo extra-protocolario, dado que no formaba parte
230
ESELIN, op. cit. (nota 221), p. 457
Ibidem, p. 457.
232
Nos referimos a las alianzas matrimoniales que se concluyeron entre la Casa palatina y la Casa
imperial, ya descritas en el apartado relativo a la contextualización histórica. Véase Contextualización
histórica: Mariana de Neoburgo y su viaje a España, pp. 11-13.
233
MAURA GAMAZO, vol. 2, op. cit. (nota 2, 1954), p. 24.
234
Biblioteca Nacional de España (BNE), Mss. Micro. 20166, Relación del viaje a España desde la Corte
de Neoburgo: historia de la jornada que doña Mariana de Neoburgo hizo a España por Juan Manuel Parra,
Jeffe de la cerería del rey nuestro señor, s. l., s. f.; Biblioteca Nacional de España (BNE), Mss. 13191,
Giornale del viaggio della Maestá la Regina Mariana dopo il giorno di sua partenza da Neoburgo sino a
quello del suo felice arrivo nel Porto de Ferrol in Galizia, Giovanni Rolandi, s. l., s. f.
231
55
de la corte del elector palatino, ni de la servidumbre de su esposa. Le fue posibilitado el
acceso a la corte, a las dependencias y el elector palatino le concedió un cargo palaciego
importante sin otorgarle el título correspondiente235. Obtuvo entonces la posibilidad de
formar parte de ámbitos palatinos a los cuales no pertenecía con anterioridad,
únicamente gracias a la merced y gracia de Leopoldo I y a las recomendaciones hechas
por los príncipes palatinos. Estos oficios extra-protocolarios le
permitieron desde
entonces asegurar su posición privilegiada en diferentes ámbitos cortesanos.
Durante el largo viaje de la reina Mariana de Neoburgo a España la particular
posición de la baronesa de Berlepsch generó conflictos y enfrentamientos entre ella y
otros miembros de la servidumbre de la reina que se multiplicaron tras su llegada a
España236. Durante la jornada la baronesa intentó asegurar su posición en el séquito y
comenzó a ganar la confianza absoluta de su soberana. Por ejemplo reemplazaba a la
camarera mayor cuando esta se hallaba impedida y acompañaba a Mariana de Neoburgo
cuando salía 237 . Cuando la reina llegó al puerto del Ferrol y se despidió de su
servidumbre alemana y flamenca, la baronesa de Berlepsch permaneció a su servicio y
aún más, formó junto al médico Cristián Geleen el corazón del entorno cortesano
alemán de Mariana de Neoburgo.
Antes de entrar en el estudio de sus actividades sociales y políticas queríamos
emitir una hipótesis que nos ayudaría entender el constante ascenso social de la
baronesa, que no cesó con la muerte del último Habsburgo, Carlos II. Para ello es
preciso explicar los cargos y las mercedes imperiales obtenidas por la baronesa a partir
de 1695. Esta investigación nos ha permitido percibir enlaces políticos pero también
sociales muy fuertes entre la Casa de Neoburgo y la Casa imperial que estaban basados
235
Un párrafo de la obra de Baviera no servirá de ejemplo “Como elector del Imperio no podía ceder el
puesto al Embajador de España. «Lo que no comprendo es por qué voy a dar a la viuda de Berlips el
predicado de Camarera Mayor sobre las damas de mi amada esposa, cuando es una persona
completamente extranjera, que no pertenece a mi Corte y a quien sólo por grandes recomendaciones he
concedido el cargo, la mesa y habitación en Palacio, pero no el título». No podía tampoco aposentar y
vestir a tanta gente como le habían encargado últimamente para acompañar a su hija”, en BAVIERA, op.
cit. (nota 18, 1938), pp. 34-35.
236
Los conflictos que se generaron eran en gran parte causados por los embajadores imperiales que
criticaban las actitudes y la política de los miembros del séquito alemán. La baronesa de Berlepsch fue la
razón de dos alejamientos de embajadores. En primer lugar el conde de Lobkowitz, que había
reemplazado al conde de Mansfeld en su función de embajador imperial, cayó en desgracia a los ojos de
la reina después de haber criticado la actitud de la baronesa de Berlepsch y fue completamente aislado de
las actividades políticas y sociales cortesanas. El segundo ejemplo trata del embajador conde de Mansfeld
que no fue elegido una segunda vez como embajador imperial por su mal trato con el entorno cortesano
alemán de la reina y en particular con la baronesa de Berlepsch. Véase LÓPEZ ANGUITA, op. cit. (nota 36),
p. 1119.
237
BNE, Mss. 2061, fol. 13.
56
en el deseo de resolver la crisis sucesoria a favor de un heredero Habsburgo. Asimismo
los vínculos familiares entre las dos Casas permitieron al emperador proyectar sus
intereses en la política del Palatinado. El elector palatino formaba entonces parte de la
red relacional de Leopoldo I. Nuestra hipótesis situaría a la baronesa de Berlepsch,
desde el inicio del viaje de la reina a España, en 1689, hasta la muerte de Carlos II bajo
las ordenes del elector palatino. Creemos haber encontrado un esquema clientelar que
nos indica que la baronesa, luego condesa, recibía cargos y mercedes para su familia a
cambio de su lealtad y devoción a la Casa palatina. Juan Guillermo de Neoburgo podía
confiar en la fidelidad de la baronesa de Berlepsch, dado que había permanecido cinco
años al servicio de su difunta esposa antes de integrarse a la corte de su hermano Carlos
Felipe. Así el elector palatino sabía que la baronesa gozaba de la merced y gracia de su
cuñado, Leopoldo I y la incorporó a su red clientelar que estaba subordinada a la del
emperador. Por esta razón Juan Guillermo le encargó misiones y tareas que tenía que
cumplir y que luego él, generosamente, recompensaba. Según nuestra hipótesis una de
las primeras tareas que había de cumplir la baronesa era la de no abandonar bajo ningún
concepto a la reina. La proximidad era la clave. La baronesa fue la que aconsejó y guió
a Mariana de Neoburgo, recibiendo las órdenes y las recomendaciones por parte de la
Casa palatina. Era ella también quien informaba al elector palatino sobre los
acontecimientos políticos de la Monarquía Hispánica y el estado de salud de reina,
cuando la soberana era incapaz de escribir por su debilidad física238. La baronesa de
Berlepsch fue, por tanto, una mujer implicada en los asuntos políticos en una medida
mucho mayor que la que la historiografía ha reseñado ya, que utilizó frecuentemente el
pretexto de la salud de la reina para comunicar discretamente los sucesos bélicos y
políticos al elector palatino.
Sin embargo no fue una situación exenta de problemas. Es posible percibir que
la red clientelar encabezada por el elector palatino tuvo varios momentos de
dificultades. Por ejemplo con la primera crisis de la camarilla alemana en 1694 aumentó
238
Sin poder enumerar todas las cartas que fueron enviadas sobre este asunto, hemos elegido algunas
ejemplares. Véase Carta de la baronesa al elector palatino, Madrid, 6 de septiembre de 1691, BAVIERA y
MAURA GAMAZO, vol. 1, op. cit. (nota 19, 2004), p. 240; Carta de la baronesa al elector palatino, Madrid,
23 de diciembre de 1694, BAVIERA y MAURA GAMAZO, vol. 1, op. cit. (nota 19, 2004), pp. 448-449;
Carta de la baronesa al elector palatino, Madrid, 16 de agosto de 1696, BAVIERA y MAURA GAMAZO, vol.
1, op. cit. (nota 19, 2004), p. 562; Carta de la condesa de Berlepsch al elector palatino, Madrid, 16 de
enero de 1698, BAVIERA y MAURA GAMAZO, vol. 2, op. cit. (nota 19, 2004), p.706; y Carta del elector
palatino a la condesa de Berlepsch, Düsseldorf, 30 de abril de 1695, BAVIERA y MAURA GAMAZO, vol. 1,
op. cit. (nota 19, 2004), p. 492.
57
el miedo de los alemanes a permanecer en la corte madrileña. Aunque la baronesa
expresó su temor, Juan Guillermo, elector palatino, insistió en que había de permanecer
al lado de la reina, asegurándole una gran recompensa por su servicio239. De la misma
forma hemos encontrado varias cartas, que muestran la relación directa entre Juan
Guillermo y María Josefa Gertrudis de Berlepsch240. Partiendo de esta idea queremos
analizar su llegada a España y desarrollar su ascenso político y social en la Monarquía
Hispánica, que hemos dividido en dos fases: de 1690 a 1694 y de 1695 a 1700. En una
tercera etapa entraremos brevemente en el estudio de sus actividades después de la
muerte de Carlos II de 1700 a 1723.
5.3 Su llegada a España y sus actividades entre 1690 y 1694
Tras su llegada a la corte madrileña, le fue otorgado el cargo extra-protocolario
de dueña de honor241. Aunque no conocemos con exactitud su fecha de incorporación a
la Casa de la reina, sabemos que María Josefa Gertrudis de Berlepsch debió haber
recibido este cargo poco después de su llegada a Madrid y que lo ocupaba en 1694242.
De este modo el establecimiento social de la baronesa estuvo fuertemente vinculado con
su cargo palaciego, lo que le permitió mantenerse en el entorno más cercano de la reina.
239
Carta del elector palatino a la condesa de Berlepsch, Düsseldorf, 19 de marzo de 1695, BAVIERA y
MAURA GAMAZO, vol. 1, op. cit. (nota 19, 2004), p. 487.
240
Carta del elector palatino a la condesa de Berlepsch, Düsseldorf, 11 de noviembre de 1696, BAVIERA y
MAURA GAMAZO, vol. 1, op. cit. (nota 19, 2004), p. 587; Carta del elector palatino a la condesa de
Berlepsch, Düsseldorf, 5 de enero de 1697, BAVIERA y MAURA GAMAZO, vol. 1, op. cit. (nota 19, 2004),
p. 599; Carta del elector palatino a la condesa de Berlepsch, Düsseldorf, 28 de abril de 1697, BAVIERA y
MAURA GAMAZO, vol. 1, op. cit. (nota 19, 2004), p. 622; Carta del elector palatino a la condesa de
Berlepsch, Düsseldorf, 11 de mayo de 1697, BAVIERA y MAURA GAMAZO, vol. 1, op. cit. (nota 19, 2004),
p. 625; Carta del elector palatino a la condesa de Berlepsch, Düsseldorf, 31 de agosto de 1697, BAVIERA y
MAURA GAMAZO, vol. 1, op. cit. (nota 19, 2004), p. 666; Carta del elector palatino a la condesa de
Berlepsch, Düsseldorf, 8 de junio de 1698, BAVIERA y MAURA GAMAZO, vol. 2, op. cit. (nota 19, 2004),
p. 779; y Carta del elector palatino a la condesa de Berlepsch, Düsseldorf, 6 de julio de 1698, BAVIERA y
MAURA GAMAZO, vol. 2, op. cit. (nota 19, 2004), p. 799.
241
Mariana de Neoburgo no podía nombrar a la baronesa de Berlepsch camarera mayor, sabiendo que era
extranjera y no formaba parte de la Grandeza española. Sin embargo, la reina le aseguró con un cargo
extra-protocolario los derechos y libertades de una camarera mayor, sin otorgarle el título. Sin embargo,
su cargo de dueña de honor le permitía tener criadas a su servicio. Con certitud sabemos que la baronesa
de Berlepsch tuvo dos criadas. Nos referimos a Augustina de Holsperg, que permanecía en la corte
madrileña hasta 1700, y a María Teresa Cavallero. Véase Archivo General de Palacio (AGP), Personal,
caja 2608, exp. 10, s. fol., merced hecha por Carlos II a doña María Teresa Cavallero, Madrid, 30 de
noviembre de 1698; Archivo General de Palacio (AGP), Personal, caja 513, exp. 19, s. fol., concesión de
una dote de 18.250 reales para la criada Augustina de Holsperg, Madrid, 29 de enero de 1700.
242
Se hace referencia a su cargo de señora de honor de la reina. Véase Archivo Histórico Nacional
(AHN), Órdenes Militares, Expedientillos, N.14330, s. fol., expedientes de concesión del título de
caballero de la orden de Alcántara, Madrid, 17 de noviembre de 1694.
58
Simultáneamente la soberana favoreció la creación de un entorno palaciego alemán que
hemos presentado más arriba.
En una primera fase, la baronesa de Berlepsch ayudó a los miembros alemanes
en la corte madrileña a establecerse, y favoreció sobre todo a un miembro en especial,
Enrique Xavier Wiser. La camarilla alemana elaboró minuciosamente su objetivo que
no otro que defender los intereses palatinos lo que condujo a una confrontación entre la
reina madre y Mariana de Neoburgo. Con el alejamiento de Lira y el cese de Oropesa en
1691 la facción pro-palatina ganó en poder y con ella cada uno de sus miembros. Fue
entonces cuando Mariana de Neoburgo empezó a aislarse de los cortesanos españoles,
favoreciendo casi exclusivamente el núcleo de criados alemanes que permanecieron en
la corte. En la búsqueda por el poder y el deseo de ascenso social y político se estaba
creando una red clientelar que iba a formar la estructura de la camarilla alemana. Esta
estaba encabezada por la reina y María Josefa Gertrudis, que gozaba ya de su confianza
absoluta. La lucha por el poder, que fue mencionada anteriormente, se traducía en la
incorporación de nuevos afiliados a la facción que posibilitaban la proyección de las
aspiraciones políticas palatinas sobre la Monarquía Hispánica. Así se formaron
colaboraciones entre los diferentes miembros que llegarían a ser famosas por las sátiras
que se publicaron en esa época. Una de las más conocidas alianzas que se consolidaron
fue la de la baronesa de Berlepsch con el secretario privado de la reina Enrique Wiser.
Con ellos se puso en marcha la venta de cargos y de mercedes, lo que les permitió en
un primer momento enriquecerse, pero también, aún más importante en el contexto de
esta investigación, ganar en poder e influencia. Podemos, por tanto, decir que la
baronesa de Berlepsch se estableció durante los tres primeros años en la corte
madrileña, asegurando su posición cerca de la reina. Al mismo tiempo preparaba
minuciosamente su escalada social y destacaba en este contexto, usurpando el cargo de
camarera mayor en el servicio íntimo de la reina.
La actividad política de la soberana aumentó durante la última década del siglo
XVII. Había obtenido en 1694 la facultad de Carlos II, de disponer de los oficios de su
casa sin necesitar el asentimiento ni de su mayordomo mayor, el marqués de los
Balbases, ni de la camarera mayor, la duquesa de Alburquerque243. Esta otorgación
permitió el libre acceso a la servidumbre del núcleo alemán, haciendo su control
243
LÓPEZ-CORDÓN CORTEZO, op. cit. (nota 31, 2003), pp.127-128; RUBIO, op. cit. (nota 34), p. 432.
59
imposible. La división de la corte madrileña en dos resultó inevitable mientras se
facilitaba la integración de varios miembros ajenos a la corte, a la Casa de la reina.
Fue en 1694 cuando la baronesa de Berlepsch comenzó a utilizar activamente la
red clientelar que había creado hasta entonces, para posibilitar la integración de sus
próximos en el ámbito cortesano de la reina. Primero fueron incorporados sus hijos,
Sitigo Erboldo y Pedro Felipe. Ambos recibieron mercedes tanto del Sacro Imperio
como de la Monarquía Hispánica que desarrollaremos en breve.
Sitigo Erboldo, hijo primogénito de la baronesa de Berlepsch, pidió en 1694 el
hábito de la Orden de Alcántara en la encomienda de Belvis y Navarra244. Este quedó
vacante con el fallecimiento de Manuel de Velasco. El rey disponía de treinta días para
comprobar que tenía las cualidades necesarias para ingresar en la Orden 245 . Sin
embargo, por la situación bélica en el Sacro Imperio246, Sitigo Erboldo no pudo recurrir
con facilidad al testimonio de testigos alemanes y pidió que se hiciera una excepción247.
Se le permitió, por la clausula de extranjero, presentar a testigos residentes en la corte
madrileña que pudieran corroborar las cualidades requeridas. Fue entonces cuando el
joven barón recurrió a la red establecida por su madre María Josefa Gertrudis. En este
contexto la más importante facultad que tenían que comprobar era la de la religión.
Anteriormente hemos mencionado que la baronesa nació en el seno de una familia
protestante, lo que significaría que se convirtió en un momento todavía desconocido al
catolicismo248. El 6 de diciembre de 1694 Sitigo Erboldo recibió el hábito de caballero
de la Orden de Alcántara. Además, el 9 de noviembre de 1694 fue nombrado
oficialmente enviado extraordinario del rey de Polonia en Madrid, cargo que desempeñó
244
AHN, Órdenes Militares, Expedientillos, N.14330, s. fol.
En respuesta Sitigo Erboldo mandó un árbol genealógico que incorporaba la generación de sus padres
y la de sus abuelos. Hemos encontrado algunas discordancias en la parte correspondiente a sus abuelos
paternos. Creemos que puede ser fruto de la distancia geográfica, y sobre todo del poco contacto que tenía
la baronesa de Berlepsch con la familia de su difunto marido. Recordamos que hubo un conflicto entre
ella y la familia de los Berlepsch respeto al bautismo protestante de su hijo en 1680. Este conflicto podría
haber sido la razón por la cual hubo algunas confusiones en los lugares y los nombres. Véase Ibidem, s.
fol.
246
Nos referimos a la Guerra de los Nueve Años, o también llamada Guerra de la Liga de Augsburgo que
comenzó en 1688 y concluyó con la Paz de Rijzwijk en 1697.
247
Por cien ducados de plata podía obtener la clausula de extranjeros y hacer prueba en Madrid. Véase
AHN, Órdenes Militares, Expedientillos, N.14330, s. fol.
248
Carta de la condesa de Berlepsch al elector palatino, Madrid, 14 de febrero de 1698, BAVIERA y
MAURA GAMAZO, vol. 2, op. cit. (nota 19, 2004), pp. 718-719.
245
60
hasta 1696249. Fueron estas dos mercedes las que le permitieron instalarse en la corte
madrileña, cerca de su madre y de la reina.
Pedro Felipe, hijo segundogénito, fue nombrado en 1694 archimandrita de
Messina250. Este cargo honorifico le permitió el acceso a varios oficios clericales, que
pidió a lo largo de su vida.
Como puede apreciarse, la influencia ganada por la baronesa de Berlepsch y el
favor, tanto de la reina como del elector palatino y del emperador, le permitieron
establecer a sus familiares más próximos en la corte madrileña. En cuanto a sus
actividades en la corte entre 1690 y 1694 podemos decir que utilizó la confianza que
tenía la reina, para cumplir con las órdenes y tareas que recibió del elector palatino. La
más importante fue sin duda, la de conseguir un heredero para mantener el matrimonio
unido251. La historiografía reprocha, en este contexto, a María Josefa Gertrudis haber
trabajado con el médico de la Cámara de la reina, Cristián Geleen, para fingir los
embarazos y abortos de la reina. La baronesa relató en sus cartas al elector palatino, un
gran número de embarazos frustrados. Curiosamente, estos tuvieron lugar,
en su
mayoría, durante momentos críticos para la camarilla alemana, algo que tanto los
coetáneos como la historiografía ya pusieron de relieve. Parece que fue en esos
momentos cuando las actividades de la baronesa se intensificaron en torno a la cuestión
sucesoria de la Monarquía Hispánica.
La crisis de finales de 1694 fue provocada, entre otras causas, por la presencia
de muchos alemanes y austríacos en el ámbito palaciego, lo que empezó a disgustar a
los grandes españoles y miembros de los Consejos. El odio que se generó puede
249
Archivo General de Simancas (AGS), Estado, leg. 3937, s. fol., copia de «las cartas de reverencia que
ha obtenido el barón de Berlepsch por el rey de Polonia en las que se refiere a su carácter de enviado
extraordinario en la corte madrileña», Madrid, 9 de noviembre de 1694; Archivo General de Simancas
(AGS), Estado, leg. 3937, s. fol., carta en creencia del barón de Berlips a quien ha nombrado el rey de
Polonia por su embajador extraordinario en esta corte, Varsovia, 26 de agosto de 1694.
250
Originalmente los archimandritas gobernaban los conventos de religión griega-ortodoxa. El convento
de San Salvador de Messina en Sicilia fue administrado por el archimandrita de Messina, que estaba él
mismo supervisado por un obispo. Generalmente los archimandritas tenían menos poder que los abades
católicos. Véase ERSCH, J. S., y GRUBER, J. G., «Archimandrita», en Allgemeine Encyclopaedie der
Wissenschaften und Künste, vol. 1, Leipzig, Johann Friedrich Gleidirsch, 1820, p. 143 [en línea].
https://books.google.es/books?id=tQWlVY4ilTcC&pg=PA143&lpg=PA143&dq=archimandrit+von+mes
sina+würde&source=bl&ots=LraLA3zO0n&sig=RirygP4lX1vyXYtXkVI9_0_aXAs&hl=de&sa=X&ved
=0ahUKEwiFyISjovOAhXD0hoKHZWDAaM4ChDoAQgdMAE#v=onepage&q=archimandrit%20von
%20messina%20würde&f=false [Consulta: 24 de julio de 2016].
251
Carta del elector palatino a la condesa de Berlepsch, Düsseldorf, 21 de enero de 1695, BAVIERA y
MAURA GAMAZO, vol. 1, op. cit. (nota 19, 2004), p. 471.
61
encontrar una explicación en la creciente independencia de la reina y en su oposición
hacia la facción pro-imperial. El aislamiento descrito anteriormente fue acompañado por
una visión crítica de los miembros alemanes de la casa de la reina, que alcanzó su pico
en noviembre de dicho año. Los consejeros de Estado y el cardenal Portocarrero
aconsejaron con insistencia a Carlos II que desterrara a Enrique Wiser y a la baronesa
de Berlepsch252. La precaria situación de la camarilla alemana y de sus miembros sólo
pudo ser superada gracias a la intercesión de la reina Mariana de Neoburgo, pero ello
afectó considerablemente a su reputación y posición dentro de la corte madrileña. Sin
embargo, en 1695 la marcha de Enrique Xavier Wiser fue indispensable para recuperar
el orden y la paz en la corte y para reconciliar nuevamente al matrimonio real.
5.4 Las actividades políticas entre 1695 y 1700
El destierro del secretario privado de la reina marcó el inicio de la segunda fase
de la existencia de la camarilla alemana y de las actividades políticas de la baronesa de
Berlepsch. Las tareas de María Josefa Gertrudis estaban vinculadas con la nueva
posición de la camarilla y su enlace con la Casa imperial. Aunque la situación política
no era favorable a la presencia de alemanes en la corte, tanto la baronesa como su hijo
mayor, permanecieron en Madrid por el interés de la reina. En recompensa el elector
palatino les procuró mercedes e influyó para que los emperadores hicieran lo mismo253.
La complementariedad de las redes relacionales y clientelares del elector palatino y del
emperador, permitió a la baronesa obtener una gran variedad de títulos, mercedes,
bienes y gracias. En este contexto Leopoldo I le otorgó, a ella y a sus hijos, el 5 de
agosto de 1695, el título vitalico de condesa del Sacro Imperio254
Sin embargo, María Josefa Gertrudis seguía estando al servicio del elector
palatino, Juan Guillermo, que le encomendó diversas tareas. Por tanto siguió, en estos
últimos años de la camarilla alemana, representando los intereses políticos palatinos.
252
BNE, Mss. Micro. 7305, pp. 55-57.
Carta del elector palatino a la condesa de Berlepsch, Düsseldorf, 19 de marzo de 1695, BAVIERA y
MAURA GAMAZO, vol. 1, op. cit. (nota 19, 2004), p. 487.
254
«Berlepsch», en WICHMANN, C. A. (ed.), Geschichte berühmter Frauenzimmer. Nach alphabethischer
Ordnung aus alten und neuen, in- und ausländischen Geschichtssammlungen und Wörterbüchern
zusammengetragen. Zweyter Theil von C bis F nebst zusätzen zum ersten Theil, Leipzig, Adam Friedrich
Böhmen, 1772, pp. 809-810 y BUTTLAR-ELBERBERG, tafel II, op. cit. (nota 219), s. p.
253
62
Relataba con frecuencia circunstancias sobre la situación bélica, emitía hipótesis,
interpretaba la situación política y económica de la Monarquía Hispánica en relación
con los acontecimientos sobrevenidos, e intentaba al mismo tiempo proyectar los deseos
políticos de Juan Guillermo en la corte madrileña.
En este sentido, durante el año 1695, una pretensión de su mentor en particular
iba a transformarse en prueba de fuego para la condesa. El elector palatino deseaba
obtener una licencia de comercio para el Río de la Plata, que le permitiera enviar cada
año entre dos y tres navíos suyos al puerto de Buenos Aires255. Justificaba su ambición
por sus lazos familiares con el rey y su afinidad religiosa, excluyendo así a sus
adversarios256. Encargó por ello a la condesa de Berlepsch que reforzara su pretensión
junto a la reina y al padre Gabriel Chiusa257. Sin embargo, las tareas de la condesa no se
limitaron a lo político ya que sirvió de nexo de comunicación entre los dos hermanos
para impedir así posibles mal entendidos258. Las cartas escritas entre la condesa y el
elector palatino nos permiten percibir su lealtad y devoción hacia Juan Guillermo y la
reina259. Con los intereses políticos de fondo, la condesa continuó pidiendo y recibiendo,
por su fidelidad, mercedes de sus tres protectores.
En torno al proyecto de impedir entre 1695 y 1696 el nombramiento del joven
príncipe José Fernando como heredero de la Monarquía, chocaron nuevamente los
intereses de la reina madre y los de la reina regente. Desde entonces hasta 1700 las
actividades tanto de la condesa como de la reina estuvieron vinculadas a la cuestión
sucesoria. Sin embargo, la Casa imperial tenía muy pocos partidarios en la corte
madrileña, todo lo contrario que la facción pro-francesa o pro-bávara. Fue entonces en
255
La particularidad del puerto de Buenos Aires consistía en que casi no estaba frecuentado por navíos
españoles. Además era un lugar conocido por el contrabando y deseado por Inglaterra, Francia, Holanda y
el Imperio. Todos estaban interesados en obtener licencias comerciales que les permitieran el tráfico con
las Indias. La pretensión del elector palatino fue realizada en 1725, con el primer tratado de Viena,
cuando su majestad cesárea recibió privilegios comerciales en las Indias. Véase Carta del elector palatino
a la condesa de Berlepsch, Bernsberg, 6 de noviembre de 1695, BAVIERA y MAURA GAMAZO, vol. 1, op.
cit. (nota 19, 2004), p. 517.
256
Carta del elector palatino a la reina Mariana de Neoburgo, Ámsterdam, 24 de julio de 1695, BAVIERA y
MAURA GAMAZO, vol. 1, op. cit. (nota 19, 2004), p. 502.
257
Ibidem, p. 502.
258
Carta del elector palatino a la condesa de Berlepsch, Düsseldorf, 11 de mayo de 1697, BAVIERA y
MAURA GAMAZO, vol. 1, op. cit. (nota 19, 2004), p. 625; Carta de la condesa de Berlepsch al elector
palatino, Madrid, 6 de junio de 1697, BAVIERA y MAURA GAMAZO, vol. 1, op. cit. (nota 19, 2004), pp.
631-632.
259
Carta de la condesa de Berlepsch al Elector palatino, Madrid, 8 de enero de 1697, BAVIERA y MAURA
GAMAZO, vol. 1, op. cit. (nota 19, 2004), p. 599.
63
1696, cuando para asegurarse la colaboración de la condesa, el emperador hizo
hereditario su título de condesa260. Aunque, en principio, las actividades de la condesa
de Berlepsch habían de coincidir con las de los embajadores, sus intereses políticos
llevaron a una discordancia entre los miembros de la facción pro-imperial. Para poder
seguir comunicándose con el elector palatino sobre los asuntos políticos y la cuestión
sucesoria, este le encargó el 11 de noviembre de 1696 que usara la cifra que le había
enviado261.
En 1697 María Josefa Gertrudis recibió una nueva misión importante para
prestar servicio a la causa aliada, que fue la de impedir la neutralización de Cataluña. En
las negociaciones del tratado de Rijzwijk, el papa Inocencio XII, quería obtener la
neutralidad del Imperio en la guerra de Cataluña. Esta hubiera liberado el ejercito que
estaba en el Piamonte, que se hubiera trasladado a las fronteras bélicas del Sacro
Imperio262. Esta decisión podría haber desencadenado una guerra europea, aún más
grande de lo que fue hasta entonces y simultáneamente complicar y prolongar la Guerra
de la Liga de Augsburgo. La directa consecuencia de una neutralización hubiera sido
que las tropas de Vendôme reforzaran las tropas de Alemania y Flandes263. La última
campaña de la Guerra de los Nueve Años podría haber provocado la pérdida de
Estrasburgo para el Imperio y la de Luxemburgo para España. Además, la línea del Rin,
los territorios del elector palatino, hubieran quedado sin protección. Así, el emperador
Leopoldo I decidió enviar un embajador imperial para evitar la neutralidad en el
conflicto que se desarrollaba en Cataluña frente a Francia. También el elector palatino
Juan Guillermo, encargó a la condesa de Berlepsch impedir parar la guerra en este
territorio. El 28 de marzo de 1697 se decidió la denegación de la neutralidad de
Cataluña, solución política que al final fue muy favorable a Francia264. En recompensa
por todos estos servicios hacia la Casa palatina y hacia la Casa imperial, el elector
260
Carta de la condesa de Berlepsch al elector palatino, Madrid, 27 de mayo de 1696, BAVIERA y MAURA
GAMAZO, vol. 1, op. cit. (nota 19, 2004), pp. 551-552.
261
Carta del elector palatino a la condesa de Berlepsch, Düsseldorf, 11 de noviembre de 1696, BAVIERA y
MAURA GAMAZO, vol. 1, op. cit. (nota 19, 2004), p. 587.
262
MAURA GAMAZO, vol. 2, op. cit. (nota 2, 1946), p. 122.
263
Ibidem, p. 123.
264
Ibidem, p. 124.
64
palatino prometió que iba a nombrar a los hijos de la condesa, en cuanto llegaran a su
corte, consejeros privados de la Casa palatina265.
María Josefa Gertrudis, que para entonces había establecido ya una sólida red
clientelar, logró restringir el acceso a la reina de tal forma que únicamente los
cortesanos que gozaban de su favor o que le ofrecían dinero, mercedes y regalos podían
ver a la soberana. Con la regulación del acceso la condesa se aseguró tener la máxima
influencia sobre Mariana de Neoburgo, y pudo, al igual que antes, aconsejarla siguiendo
las recomendaciones de la Casa palatina. Esto implicaba que el elector palatino le
recomendaba a quien proteger en la corte, en quien confiar y le transmitió sus deseos y
órdenes para la corte madrileña266. También la condesa tuvo la facultad de proponer
soluciones al elector palatino para que este obtuviera lo que quisiera. Así le fue posible
aprovecharse de la discordancia que reinaba en el ámbito palaciego para sus propios
fines, respetando la política de la Casa imperial. Sin embargo, su lealtad podía ser
cuestionada por su trato con el embajador francés el marqués de Harcourt y otros varios
cortesanos no favorables a una solución imperial267. Los cortesanos coetáneos y los
embajadores imperiales le reprocharon entonces su venalidad y falta de lealtad hacia la
Casa de Habsburgo268.
Aunque la situación entre la reina Mariana de Neoburgo y Leopoldo I
empeoraba constantemente, la condesa logró, sobre todo en los dos últimos años de su
estancia en España, obtener altos cargos palaciegos y mercedes para su familia e
integrar en el ámbito cortesano a otros familiares suyos.
Por ejemplo envió en 1697 a sus hijos a la corte palatina para que recibieran los
cargos de consejeros privados que el elector palatino le había prometido. Este viaje
provocó quejas por parte de los sectores más críticos, porque se le habían asignado
varios tributos extraordinarios para poder costearlo en un momento de crisis económica.
265
Carta del elector palatino a la condesa de Berlepsch, Düsseldorf, 5 de enero de 1697, BAVIERA y
MAURA GAMAZO, vol. 1, op. cit. (nota 19, 2004), p. 599.
266
Carta del elector palatino a la condesa de Berlepsch, Düsseldorf, 22 de noviembre de 1697, BAVIERA y
MAURA GAMAZO, vol. 1, op. cit. (nota 19, 2004), p. 698.
267
CÁNOVAS DEL CASTILLO, op. cit. (nota 1), pp. 722-723.
268
Mayoritariamente estos reproches se hicieron por parte de los embajadores imperiales, que fueron por
su falta de habilidad diplomática excluidos de la vida social cortesana. Véase GAEDEKE, A. (ed.), Das
Tagebuch des Grafen Ferdinand Bonaventura von Harrach während seines Aufenthaltes am spanischen
Hofe in den Jahren 1697 und 1698. Nebst zwei geheimen Instructionen, Viena, Karl Gerold’s Sohn, 1872,
pp. 118-119 y p. 123.
65
La condesa había recibido para la jornada de su hijo un capital de 400.000 escudos,
junto a alhajas por un total de 25.000 escudos y una bolsa de 12.000 escudos269. Sin
embargo, en la segunda mitad de la última década del siglo XVII, la Monarquía
Hispánica no disponía de suficientes recursos para pagar los gajes de la servidumbre
real con puntualidad, razón por la que los cortesanos extranjeros empezaron a reclamar
lo que se les debía y entre los acreedores se hallaba María Josefa Gertrudis270.
Su hijo Sitigo Erboldo recibió además en 1698 la llave de gentilhombre del rey
de romanos y fue nombrado finalmente consejero imperial. Su hermano menor, Pedro
Felipe, obtuvo la Canonjía de Constanza en 1697271, antes de ser nombrado, al igual que
su hermano, consejero imperial en 1698 y embajador extraordinario en la corte vienesa
en 1699272. Aunque su misión diplomática consistía en felicitar al rey de romanos por su
matrimonio, se aprovechó la ocasión del viaje para que el joven conde fuera insertado
también en el Consejo de Flandes273. Constatamos que la mayoría de las mercedes
obtenidas por la condesa son mercedes imperiales, lo que acentúa la estrecha relación
que tenía simultáneamente con el elector palatino y el emperador. También consiguió la
integración de su sobrina la baronesa Catalina de Cram en la Casa de la reina Mariana
de Neoburgo en 1698274. La baronesa llegó a Madrid con la condesa de Harrach, esposa
del embajador imperial, y fue nombrada el 15 de abril de 1698 dama menina de la reina.
En el mismo año la condesa de Berlepsch pidió al elector palatino que nombrare a su
hermana camarera de la electora palatina275.
269
Carta del doctor Geleen al elector palatino, Madrid, 1 de febrero de 1697, BAVIERA y MAURA
GAMAZO, vol. 1, op. cit. (nota 19, 2004), p. 604.
270
Ibidem, p. 604.
271
Carta del elector palatino a la condesa de Berlepsch, Düsseldorf, 23 de junio de 1697, BAVIERA y
MAURA GAMAZO, vol. 1, op. cit. (nota 19, 2004), p. 636.
272
Carta de la reina Mariana de Neoburgo a la reina de romanos, Madrid, 20 de abril de 1699, BAVIERA y
MAURA GAMAZO, vol. 2 op. cit. (nota 19, 2004), p. 983; Carta de la condesa de Berlepsch al conde
Fernando Bonaventua de Harrach, Madrid, 9 de abril de 1699, BAVIERA y MAURA GAMAZO, vol. 2, op.
cit. (nota 19, 2004), p. 977.
273
QUIROS ROSADO, R., «“Hault et puissant Prince, mon très cher aymé bon cousin et nepveu”. El
archiduque Carlos y la Monarquía Hispánica de España (1685-1700)», Mediterranea Ricerche Storiche,
anno XII, 33 (2015), p. 70.
274
Archivo General de Palacio (AGP), Registros, 184, fol. 291, merced que fue servido el mayordomo
mayor el marqués de los Balbases hacer merced a la baronesa de Cram para que sirva en la Casa de la
reina como dama menina, Madrid, 26 de marzo de 1694.
275
Carta de la condesa de Berlepsch al elector palatino, Madrid, 14 de febrero de 1698, BAVIERA y
MAURA GAMAZO, vol. 2, op. cit. (nota 19, 2004), pp. 718-719. Sin embargo, el puesto de camarera no le
fue concedido porque ya estaba prometido a la señora de Burgau. Véase Carta del elector palatino a la
condesa de Berlepsch, Düsseldorf, 16 de marzo de 1698, BAVIERA y MAURA GAMAZO, vol. 2, op. cit.
(nota 19, 2004), p. 726.
66
A pesar de las mercedes que la condesa había recibido para sus hijos, supo
también aprovechar la situación para su proprio beneficio. A causa de la irregularidad
de los pagos de gajes, María Josefa Gertrudis pidió una merced en el reino de Nápoles
que correspondía a lo adeudado276. El rey atendió su petición y le atribuyó la merced,
aprobada por el Consejo de Italia, de 10.800 ducados anuales277. Sin embargo, la
condesa necesitaba que el virrey de Nápoles, el duque de Medinaceli, remitiera las
patentes necesarias para la toma de posesión278. En 1698, poco tiempo después de haber
recibido el feudo en el reino de Nápoles, la condesa estaba dispuesta a venderlo a un
aristócrata napolitano para obtener dinero líquido y poder adquirir un señorío en el
Sacro Imperio. Así, el 22 de octubre de 1698 María Josefa Gertrudis inició el proceso de
venta de sus territorios napolitanos a favor del marqués de Monteforte279. Sin embargo,
en 1699 la condesa decidió interrumpir la venta y guardar su propiedad de la Torre del
Greco. Alteró su acuerdo de venta con el marqués de Monteforte y quedó a la espera de
encontrar otro comprador280.
Simultáneamente, la situación en el ámbito palaciego empeoraba y los españoles
pedían la expulsión de la condesa, del confesor de la reina y del almirante de Castilla.
La condesa de Berlepsch quiso entonces pedir licencia a la reina para marcharse de la
corte madrileña, una vez que había vendido su señorío napolitano por 20.000 ducados.
Ya en la idea de alejarse para siempre del ámbito cortesano español pidió una pensión
de 36.000 doblones y una dote de 6000 doblones para su sobrina la baronesa Catalina de
Cram, además del Toisón de Oro para su futuro esposo281. Por otro lado, el deseo por
parte de los consejeros de Carlos II de deshacerse de la condesa, le permitió obtener
buena parte de sus pretensiones, como la venta del feudo napolitano por 200.000
escudos282. Además quiso obtener más mercedes y cargos para sus hijos de los que ya
han sido enumerados más arriba 283 . En 1699 la condesa compró el señorío de
276
Carta de la condesa de Berlepsch al elector palatino, Madrid, 2 de febrero de 1698, BAVIERA y MAURA
GAMAZO, vol. 2, op. cit. (nota 19, 2004), p. 715.
277
Archivo General de Simancas (AGS), Secretarias Provinciales, leg. 70, s. fol., carta de pago a favor de
la condesa de Berlepsch, Madrid, 21 de octubre de 1699.
278
QUIRÓS ROSADO, op. cit. (nota 38, 2012), p. 225.
279
AGS, Secretarias Provinciales, leg. 70, s. fol.
280
QUIRÓS ROSADO, op. cit. (nota 38, 2012), pp. 233-234.
281
Carta del conde Aloys Luis de Harrach al conde de Auersperg, Madrid, 24 de septiembre de 1699,
BAVIERA y MAURA GAMAZO, vol 2, op. cit. (nota 19, 2004), pp. 1098-1099.
282
AGS, Secretarias Provinciales, leg. 70, s. fol.
283
Carta del conde Aloys Luis de Harrach al emperador, El Escorial, 22 de octubre de 1699, BAVIERA y
MAURA GAMAZO, vol 2, op. cit. (nota 19, 2004), p. 1115.
67
Mylendonk, diez millas de Güeldres en Renania, en el Sacro Imperio, del hijo del
conde, luego duque, Felipe de Croÿ y obtuvo un asiento y voto en la Circunscripción de
baja Renania-Westfalia284. Según el embajador imperial el conde de Harrach, lo compró
por 120.000 escudos285. En 1700 el castillo se liberó de los lazos feudales y obtuvo
Reichsfreiheit286.
La condesa de Berlepsch preparó entonces su salida de España que iba a
efectuarse el 31 de marzo de 1700. Para asegurarle en la corte vienesa un cargo igual o
superior al que ocupó en Madrid, la reina había encargado que Carlos II escribiese al
emperador Leopoldo I una recomendación para la condesa287. Finalmente a finales del
mes de marzo María Josefa Gertrudis salió de Madrid acompañada por su sobrina, la
enana Bárbara Hasquím y su hijo288.
284
BÜSCHING, A. F., Neue Erdbeschreibung, dritter Theil welcher das deutsche Reich nach seiner
gegenwärtigen Staatsverfassung enthält, Hamburgo, Johann Carl Bohn, 5a ed. 1771, pp. 1001-1002 [en
línea].
https://books.google.es/books?id=u8xCAAAAcAAJ&pg=PA1001&lpg=PA1001&dq=milendonk+berlep
sch&source=bl&ots=i0eBA2SLDX&sig=PbIr7Q9GW2rIwq2EQ8yo3K0EY&hl=es&sa=X&ved=0ahUK
Ewj4usCL3aHLAhXFeA4KHQhpCuUQ6AEIYjAJ#v=onepage&q=mylendonk&f=false [Consulta: 27 de
julio de 2016]; NAHMER, W., Entwicklung der territorial und Verfassungsverhältnisse er deutschen
Staaten an beiden Ufern des Rheins [...], Fráncfort del Meno, Johann David Sauerländer, 1831, p. 816 [en
línea].
https://books.google.es/books?id=btNDAAAAcAAJ&pg=PA816&lpg=PA816&dq=philipp+von+croy+1
701&source=bl&ots=OfIn_NwMjy&sig=GV9SkL3d_rDFyMHZTE22MOThE&hl=de&sa=X&ved=0ah
UKEwjNx_LCpZTOAhXBWBoKHTiNBkQQ6AEIJTAA#v=onepage&q=philipp%20von%20croy%201
701&f=false [Consulta: 26 de julio de 2016].
285
Carta del conde Aloys Luis de Harrach al emperador, Madrid, 2 de julio de 1699, BAVIERA y MAURA
GAMAZO, vol 2, op. cit. (nota 19, 2004), p. 1037.
286
Reichsfreiheit, en castellano inmediación imperial, representa un estatus feudal. Las ciudades, los
señoríos dependían directamente del emperador del Sacro Imperio y de la Dieta imperial y no de un señor
feudal.
287
Archivo General de Simancas (AGS), Estado, leg. 6392, s. fol., minuta de la carta del rey Carlos II en
recomendación de la condesa de Berlibs y de la baronessa de Cram su sobrina, al emperador, Madrid, 30
de marzo de 1700.
288
En la carta del embajador imperial alemán, se describe la salida de la favorita de la reina, que fue
acompañada por sesenta criados armados y escoltada por una compañía. La condesa pasaba primero por
París, luego por Bruselas y su nuevo señorío Mylendonk, antes de llegar a la corte imperial en Viena.
Véase carta del conde Aloys Luis de Harrach a su padre Fernando Bonaventura conde de Harrach,
Madrid, 8 de abril de 1700, BAVIERA y MAURA GAMAZO, vol 2, op. cit. (nota 19, 2004), p. 1177; Para ver
la guía del equipaje de la condesa Véase Carta de la condesa de Berlepsch al elector palatino, Madrid, 28
de febrero de 1700, BAVIERA y MAURA GAMAZO, vol 2, op. cit. (nota 19, 2004), p. 1166.
68
5.5 Vida política y social de la condesa entre 1700 y 1723
Sobre la vida de la condesa a partir de 1700 se sabe muy poco289. La primera fecha que
nos permite volver a seguir sus pasos es en el año 1704, cuando Leopoldo I le otorgó el
Landsassenrecht290 de Bohemia. También se aumentó su dignidad, dándole derechos
nobiliarios, no solamente en los territorios del Sacro Imperio sino también en Bohemia,
Moravia y Silesia. Así, sabemos que la condesa compró en los siguientes años
territorios en el reino de Bohemia. En consecuencia María Josefa Gertrudis fundó en
1706 un nuevo convento de mujeres, llamado de los Ángeles, en Praga y fue elegida
primera abadesa291. El 22 de septiembre de 1706 la abadía fue nombrada abadía libre
del Imperio otorgándole de esta forma los mismos derechos que tuvieron las de la alta y
baja Münster en Regensburg, la de Buchau y la de Essen292. Una bula de oro acompañó
la declaración del 22 de septiembre293. Las mercedes se acumularon en 1706 cuando
José I le concedió también, el 20 de septiembre de 1706, el Reichsfürstenstand294. El
conjunto de las mercedes y cargos que fueron otorgados a María Josefa Gertrudis le
permitieron hacer un gran salto en la jerarquía nobiliaria. El ascenso social de la
condesa alcanza su cúspide cuando el emperador decidió que la abadía de los Ángeles
de Praga podía utilizar el escudo de armas de la familia de Berlepsch295. En 1709, a los
cincuenta y cinco años la condesa de Berlepsch volvió a su señorío de Mylendonk, en
actual Alemania cerca del condado de Jülich, de la diócesis de Colonia y del señorío de
Dyck, donde permaneció hasta su fallecimiento en 1723296.
289
La única referencia que se tiene sobre este periodo es la obra de BAVIERA, op. cit. (nota 18, 1938).
Landsassenrecht es el sistema jurisdiccional que regulaba los derechos señoriales de los que eran
extraños al reino. En este caso, la condesa había comprado señoríos en el reino de Bohemia de modo que
estaba bajo la jurisdicción del soberano.
291
ESELIN, op. cit. (nota 221), p. 457.
292
BRANDMÜLLER, J., Neu vermährtes historisch und geographisches allgemeines Lexikon […], vol. 1,
Basilea, Johannes Christ, 1742, p. 931 [en línea].
https://books.google.es/books?id=U5FEAAAAcAAJ&pg=PA931&lpg=PA931&dq=englischen+weltlich
en+FräuleinStift+in+der+Neustadt+Prag&source=bl&ots=otClvuKnl&sig=UM2oJxAzpDgFhLMbTnQ9STD9pY&hl=de&sa=X&ved=0ahUKEwjqoYjpwZTOAhXK2BoKHRaYBS4Q6AEISTAG#v=onepag&
q=englischen%20weltlichen%20Fräulein-Stift%20in%20der%20Neustadt%20Prag&f=false[Consulta: 27
de julio de 2016].
293
Ibidem, p. 931.
294
Este título correspondería al de princesa del Sacro Imperio.
295
Ver los escudos de armas de la familia de Berlepsch [Apéndice 9.2].
296
[Ver Apéndice 9.3].
290
69
En cuanto a sus hijos, Sitigo Erboldo se casó en 1698 con María Maximiliana,
condesa de Stadion297. El conde de Berlepsch falleció el 30 de marzo de 1712 y fue
enterrado en la catedral de Rheingau. De esta unión nacieron cinco hijos, de los cuales
Felipe José de Berlepsch fue designado heredo del señorío. Sin embargo, cuando este
falleció sin herederos en 1725, la herencia del señorío de Mylendonk pasó a su hermana
María Carolina condesa de Berlepsch298. En 1739 fue nombrada abadesa de la Orden de
las hermanas pobres de Santa Clara en Maguncia. El hijo segundogénito, Pedro Felipe,
contrajo matrimonio con María Catalina de Cram, sin haber obtenido el Toisón de Oro
como había sido decidido en 1699. El matrimonio tuvo diez hijos, de los que la mayoría
no superó la infancia299. Cuando Pedro Felipe quiso vender su cargo de archimandrita de
Messina cayó en desgracia y murió el 24 de junio de 1721 en Viena300.
6. ENTRE MITO Y REALIDAD: LA CONSTRUCCIÓN DE LA VISIÓN POLÉMICA DE LA CONDESA
MARÍA JOSEFA GERTRUDIS DE BERLEPSCH
El buen entendimiento de las obras satíricas de la última década del reinado de
Carlos II está vinculado al conocimiento y al análisis de la situación política y social de
la Monarquía Hispánica, puesto que las sátiras proyectaban visiones subjetivas de la
situación palaciega y de la lucha por el poder descrita más arriba. Como ya he
mencionado, a inicios del reinado consorte de Mariana de Neoburgo la corte madrileña
estaba dividida entre dos facciones que eran respectivamente encabezadas por la reina
regente y por la reina madre. Para entonces, el estamento nobiliario no tenía
representación colectiva en la corte301. La aparición de una nobleza cortesana fomentó la
ambigüedad, siempre existente, entre los cargos gubernativos y los cargos
297
BIEDERMANN, J. G., Geschlechtsregister der Reichsfrey unmittelbaren Ritterschaft Landes zu Franken
[…], Bayreuth, Friedrich Elias Dierzl, 1749, Tabula CCXIV, s. p. [en línea].
https://books.google.es/books?id=j9JDAAAAcAAJ&pg=PT244&lpg=PT244&dq=von+den+grafen+und
+herren+von+berlepsch&source=bl&ots=AGP2MY5R4R&sig=ipJAMiWIXD3It_hecj2FbyChkiQ&hl=d
e&sa=X&ved=0ahUKEwjfodr2yJTOAhWHtxQKHXtBDW8Q6AEINzAD#v=onepage&q=von%20den
%20grafen%20und%20herren%20von%20berlepsch&f=false [Consulta: 27 de julio de 2016].
298
Ibidem, Tabula CCXIV, s. p.
299
Ibidem, Tabula CCXV, s. p. [en línea].
https://books.google.es/books?id=j9JDAAAAcAAJ&pg=PT244&lpg=PT244&dq=von+den+grafen+und
+herren+von+berlepsch&source=bl&ots=AGP2MY5R4R&sig=ipJAMiWIXD3It_hecj2FbyChkiQ&hl=d
e&sa=X&ved=0ahUKEwjfodr2yJTOAhWHtxQKHXtBDW8Q6AEINzAD#v=onepage&q=von%20den
%20grafen%20und%20herren%20von%20berlepsch&f=false [Consulta: 27 de julio de 2016].
300
Ibidem, Tabula CCXV, s. p.
301
DOMÍNGUEZ ORTIZ, op. cit. (nota 40, 1996), p. 121.
70
domésticos302. El grupo restringido de aristócratas que tenían acceso a la corte se amplió
durante el reinado de Carlos II, acompañado por una inflación de cargos palaciegos que
llegó a representar, a priori, un importante gasto para la Monarquía303. Las redes
clientelares tejidas por las facciones cortesanas, fueron las que permitieron a varios
nobles ascender en cargos palatinos, acumularlos y obtener mercedes. Sin embargo el
objetivo principal del clientelismo cortesano fue el de reforzar la posición de la facción
dentro de la política palaciega. De este modo, el sistema de redes facilitaba a las
facciones cortesanas la integración de afiliados y el alejamiento de opositores.
En el caso de la camarilla alemana el cese del conde de Oropesa en 1691
—según las interpretaciones historiográficas que consultemos, valido o primer ministro
de Carlos II— fue significativo para su posterior evolución. A partir de entonces y
hasta 1698, el puesto de valido no volvió a ser ocupado, por lo que la influencia sobre el
monarca la ejercieron en exclusiva las reinas y algunos ministros simultáneamente. De
esta forma el estamento nobiliario ganó en poder, permitiendo a varios personajes
claves, comenzar a formar parte del paisaje político de la época siendo partícipes en sus
decisiones. Es en ese contexto en el que analizaremos las repercusiones que en la sátira
política tuvo el ascenso social de varios miembros de la camarilla alemana y más en
concreto, de la opinión crítica que comenzó a forjarse sobre la condesa María Josefa
Gertrudis de Berlepsch.
Durante el reinado de Carlos II, la literatura satírica de contenido político se
cultivó con un vigor sorprendente, sobre todo en la última década del siglo XVII304. Sin
poder aludir a la totalidad de las obras que se publicaron en esa época y que hacían
alusión a la facción alemana, hemos decidido elegir varias que muestran claramente su
posible influencia en los acontecimientos políticos y sociales de la Monarquía.
El principal objetivo de las sátiras políticas en ese periodo era el de denunciar la
situación política de la Monarquía Hispánica, poniendo el foco en las otras facciones
políticas rivales para posibilitar así, el alejamiento de sus integrantes. Aunque
desconocemos el nombre de los autores de la mayoría de los papeles satíricos, sabemos
que varios cortesanos y políticos transmitían informaciones sobre los acontecimientos
302
Ibidem, p. 122.
Ibidem, p. 123.
304
ETREROS, op. cit. (nota 5), p. 16.
303
71
sucedidos en la corte para fomentar la producción de estos “papelones”. De este modo,
la lucha por el poder y los factores sociales e ideológicos que influían en aquella
situación se traducían en sonetos, seguidillas y otras composiciones satíricas. Las
inquietudes sociales también quedaron reflejadas en los ataques a la política y a los
gobernantes. Con frecuencia la sátira política mezclaba las cuestiones de estado con la
crítica social y cultural de modo que se llegaba a cuestionar directamente a los
personajes que estaban en el poder305. Si bien las sátiras escritas en la última década del
siglo XVII permitían a la gente común entender algunas de las circunstancias que
originaban los problemas económicos y políticos de la Monarquía Hispánica, estas
obras no fueron necesariamente escritas por personas que pertenecían a ese estrato
social, pues requerían conocimientos precisos de los acontecimientos políticos306de los
que era difícil que tuvieran noticia precisa. Sin embargo los receptores, sí pertenecían a
muy diversos entornos sociales y económicos, lo que dio lugar a una mayor
propagación de las críticas que se hacían al gobierno.
Las sátiras políticas seleccionadas para este estudio fueron publicadas entre 1690
y 1699 y reflejan, sobre todo, los momentos de crisis aguda de la camarilla alemana, en
concreto, los años de 1694 y 1699. Los temas tratados giran en torno a la cuestión
sucesoria, las intrigas generadas por las distintas facciones, la debilidad del rey y su
ineptitud para asumir el gobierno307. En consonancia con el estudio micro-histórico de la
condesa María Josefa Gertrudis de Berlepsch varios de estos escritos críticos se
ocuparon del tema de su integración en el entorno más cercano de la reina, de su
influencia sobre la soberana, y de la venta de cargos y mercedes que la condesa había
obtenido para ella y sus hijos, a pesar de sus orígenes protestantes.
En primer lugar, los largos romancillos de Perico y Marica del año 1690 nos
permiten entrar en contacto con el estudio de la situación política del reino308. Esta
relación, de gran interés para la investigación, nos pone en la pista de quiénes fueron los
personajes que formaban parte del “mal” gobierno de la Monarquía y de qué se les
acusaba. La estructura narrativa simple de estos textos, permite reconstruir sin
305
Ibidem, p. 16.
Ibidem, p. 16.
307
GÓMEZ-CENTURIÓN JIMÉNEZ, op. cit. (nota 6), p. 27.
308
Biblioteca Nacional de España (BNE), Mss. 18212, fols. 38r.- 43v., Papel discreto, picante y curioso
contra el gobierno presente. De Perico y Marica que, camino de Carabanchel, vuelven a él, s. l., 1690.
306
72
demasiada dificultad los acontecimientos que sucedían en la corte madrileña309. Dentro
de ellos, nos ha sido posible identificar las partes correspondientes a la crítica visión
que se tenía de la baronesa de Berlepsch, a la que siempre se nombra bajo el
pseudónimo de Madama. Así la narración de Perico y Marica nos revela que desde
1690 la baronesa quería que su hijo Pedro Felipe, barón de Berlepsch, obtuviera la
merced de ser Archimandrita310. Un cargo que su hijo recibió de modo efectivo, casi
cuatro años después, en 1694, cuando su madre ya había establecido una red clientelar y
social más sólida. También se hace referencia a los bienes que recibió la baronesa y a la
venta de cargos que organizaba conjuntamente con otros miembros de la camarilla
alemana311. Estas informaciones permiten reconstruir las actividades que en este sentido
desplegó la baronesa de Berlepsch entre 1690 y 1694 y que no derivaban directamente
del desempeño de sus oficios palatinos.
En segundo término nos ocuparemos de la sátira política titulada Condiciones y
capítulos de la Liga Maquiavelista y personas que entran en ella, publicada entre 1694
y 1695312. La alusión en el título a Maquiavelo indica que esta obra fue concebida por
un opositor a la camarilla de la reina, pues el pensamiento político sugerido por el
italiano fue enteramente rechazado por los políticos y gobernantes de España. De este
modo, el lector estaba advertido desde el inicio que las actividades ejercidas por los
afiliados a esta facción iban en contra del buen gobierno del reino. En esta sátira política
se enumera a los miembros de la “Liga Maquiavelista” y se hace referencia en el
apartado denominado de las Condiciones de la Liga al conjunto de sus actividades313.
En dos ocasiones el autor anónimo describe directamente los manejos de la baronesa de
Berlepsch. Revela, como ya lo hizo la relación de Perico y Marica, que la baronesa
vendía, conjuntamente con el secretario de la reina Enrique Xavier Wiser, cargos y
mercedes palaciegos314. Sin embargo, en esta obra el autor agrega un detalle picante,
muy particular, que indica que los miembros de la camarilla echaban frecuentemente la
culpa a la reina de sus excesos para ocultar sus propias actividades. Esta acusación por
309
GÓMEZ-CENTURIÓN JIMÉNEZ, op. cit. (nota 6), p. 28; ETREROS, op. cit. (nota 5), pp. 99-100.
BNE, Mss. 18212, fol. 38v.
311
Ibidem, fol. 40r.
312
Por los personajes que están mencionados en esta sátira deducimos que su año de publicación se sitúa
entre 1694 y principios de 1695. Véase Real Academia de la Historia (RAH), Colección Jesuitas, 9/3658
(8), s. fol., Condiciones y capítulos de la Liga Maquiavelista y personas que entran en ella, s. l., s. f.
313
Ibidem, s. fol.
314
Ibidem, s. fol.
310
73
parte de los coetáneos indicaría que los miembros de la facción pro-palatina actuaban
parcialmente sin el asentimiento de la soberana y utilizaban su confianza para sus
propios fines. Sin embargo, los personajes mencionados en la sátira no corresponden
exactamente a los de la camarilla de la reina, lo que permite vislumbrar que existía una
multitud de uniones y facciones políticas en la misma corte además de las que
normalmente manejamos. Por lo que parece, los miembros de una podían
simultáneamente formar parte de otra sin que la soberana se diese cuenta. El único
objetivo de los miembros de la facción era, por tanto, el de enriquecerse y ganar en
poder, sin seguir obligatoriamente, las normas habituales del clientelismo.
A través de esta obra satírica, publicada en torno a la primera crisis de la
camarilla alemana en 1694, se trasmitía una imagen muy negativa de los miembros de
esta “Liga Maquiavelista”, mientras la reina adquiría el papel de “reina dormida” tan
familiar en las críticas de monarcas propietarios anteriores desde Carlos I de Inglaterra a
Felipe IV. La baronesa de Berlepsch, Enrique Xavier Wiser, Juan Tomás Enríquez de
Cabrera y el confesor del rey, Pedro Matilla, quedaban representados como los
auténticos responsables del mal gobierno de la Monarquía. Las acusaciones contra ellos
se repitieron y acumularon hasta que los miembros del Consejo de Estado y los del
Consejo de Castilla pidieron conjuntamente el destierro de los causantes de la crisis.
En este contexto, la gran influencia que tenía la baronesa de Berlepsch sobre la
soberana se hacía explicita en un soneto publicado el 26 de diciembre de 1694315. Se
relacionaba entonces el papel que ella tenía en la corte, con el destierro de algunos de
los miembros de la camarilla alemana. También aludía el autor de este soneto, al igual
que se hizo en la sátira de la Liga Maquiavelista, a que los miembros de la facción propalatina no asumían sus propias acciones, dejando que otros cargaran con la culpa y
fueran castigados316. El paralelismo que existe entre las acusaciones mencionadas en
ambas sátiras, permite interpretar las actividades políticas de las facciones y entender
los reproches hechos por sus coetáneos.
315
Biblioteca Nacional de España (BNE), Mss. 18212, fol. 76, soneto hablando con la baronesa madama
Berlips confidenta de la reina después del conde de Baños ejecutado el 26 de diciembre de 1694, s. l., 26
de diciembre de 1694.
316
Ibidem, fol. 76r.
74
Poco tiempo después se publicó otro soneto satírico que hacía referencia al
valimiento y privanza de la baronesa de Berlepsch y de Enrique Xavier Wiser317. Ambos
protegieron a Juan Tomás Enríquez de Cabrera, almirante de Castilla y caballerizo
mayor de Carlos II, lo que le permitió integrarse a la facción de la reina y formar parte
de su entorno cortesano. Este nuevo texto permite percibir no solamente las actividades
políticas ejercidas por la camarilla de la reina, sino también la creación de una red
clientelar de la facción pro-palatina a la cual hicimos referencia más arriba318 y cuya
cabeza era la baronesa. En el caso preciso de la Berlepsch sus ambiciones provocaron
que el pueblo la viera como causa primordial del mal gobierno de España. Su actividad
política en el ámbito cortesano y su gran influencia sobre la reina fueron las principales
críticas que le hacían, en este texto, sus opositores319. Sin embargo, la primera crisis de
la camarilla alemana a finales de 1694 provocó una intensificación de las sátiras y las
temáticas se ampliaron. Fue entonces, el 2 de enero de 1695, cuando el cardenal
Portocarrero dio a Carlos II un memorial que trataba del modo en que debían
despacharse las consultas del Consejo de Estado y de Castilla320. El cardenal se refería
directamente a las actividades desplegadas por la baronesa de Berlepsch, diciendo que
sus presencia obscurecía la autoridad real y que el soberano debía deshacerse de esta
“mala semilla” antes de que perjudique a su reinado 321. La toma de posición de
Portocarrero indicaba la rivalidad creciente entre las dos principales facciones y
coincidía en sus afirmaciones, con los contenidos de las sátiras. La similitud temática
del memorial con las obras satíricas, lleva a pensar que sus publicaciones estaban
fomentadas por nobles y cortesanos de la facción opuesta a la de la camarilla de la reina.
Con el objetivo de debilitar a la facción pro-palatina, comenzaron a aparecer
también en estos textos, denuncias sobre asuntos muy puntuales relacionados con
algunos de sus miembros. Fue entonces, en octubre de 1694, cuando se publicó un
memorial ficticio en el cual un musulmán pedía, con los mismos “derechos” que el
317
Biblioteca Nacional de España (BNE), Mss. 18212, fol. 77, soneto al valimiento que consigue el
almirante de la señora doña Berlips y del señor don Enrique, s. l., 12 de enero de 1695.
318
Véase El entorno cortesano de Mariana de Neoburgo, pp. 35-45.
319
Biblioteca Nacional de España (BNE), Mss. 18210, fols. 117r.-118v., seguidillas de Perico y Marica, s.
l., 7 de mayo de 1695.
320
BNE, Mss. Micro 7305, pp. 55-57.
321
Ibidem, p. 57.
75
barón de Berlepsch, un hábito en la Orden de Alcántara322. Comúnmente la concesión de
un hábito era un gran honor para la nobleza española y además las pruebas de nobleza y
de limpieza de sangre tenían en el reinado un alto índice de credibilidad social323. La
sátira que hemos elegido resulta clave para entender la polémica que se genero entorno
a la baronesa de Berlepsch y su familia. La concesión para su hijo de la encomienda de
Belvis y de Navarra perteneciente a la Orden de Alcántara, es una muestra del buen
funcionamiento de su red clientelar, porque las pruebas de cristiano viejo se hicieron,
“por clausula de extranjero”, en la corte madrileña324. Sin embargo, recordamos que la
baronesa nació en el seno de una familia protestante, lo que debería haber
imposibilitado la concesión de un hábito de cualquier Orden Militar ya que estaban
supuestamente consagradas a la lucha contra los infieles y ésta, en concreto, adscrita a la
regla de los benedictinos325. La sátira, denunciaba, por tanto, que el barón obtuvo la
encomienda sin tener las cualidades de origen requeridas. Asimismo, el texto se hace
eco de informaciones erróneas relativas al sujeto. En el memorial satírico de Muley
Mahomet se afirma que la familia del barón de Berlepsch era natural de Sajonia y de
Holanda. Es cierto que los Berlepsch pasaron por Sajonia, en 1070, antes de instalarse
en Hesse en 1369, pero todo ocurrió antes de que se promulgara la religión protestante.
En lo referente a sus orígenes holandeses, asumimos que fueron mencionados sin
cuestionarlos porque aparecieron también en el documento adjuntado a la prueba de
cualidades, entregada por Sitigo Erboldo, para recibir el hábito de la Orden de
Alcántara326. Suponemos entonces que el autor de esta sátira pudo utilizar las pesquisas,
o al menos tuvo noticia de ellas como documento informativo, para escribir su texto lo
que respalda de nuevo nuestra hipótesis: la mayoría de las informaciones sobre los
acontecimientos políticos provenían de miembros de la corte o de personajes
políticamente influyentes. También muestra que las informaciones se transmitían a una
velocidad impresionante, aunque fueron erróneas, o tan sólo rumores, dado que la sátira
se publicó en octubre de 1694, el mismo mes en el cual el rey hizo la merced al barón.
Si analizamos esta sátira en conexión con las que hemos interpretado anteriormente,
322
Biblioteca Nacional de Madrid (BNE), Mss. Micro 7305, fols. 57v.-58r., memorial de Muley Mahomet
Giadix motivado de haber dado su Majestad el hábito de Alcántara con una encomienda al hijo de la
Berlips, y haberle hecho las pruebas de cristiano viejo, Madrid, octubre de 1694.
323
DOMÍNGUEZ ORTIZ, op. cit. (nota 40, 1996), p. 125.
324
Véase Estudio biográfico: María Josefa Gertrudis de Berlepsch, p. 54.
325
DOMÍNGUEZ ORTIZ, A., La sociedad española en el siglo XVII, vol. 1, Granada, Servicio de
Publicaciones de la Universidad de Granada, 1992, pp. 198-199.
326
AHN, Órdenes Militares, Expedientillos, N.14330, s. fol.
76
percibimos un aumento cualitativo considerable de las críticas que se hicieron. Las
obras satíricas del inicio del reinado consorte de Mariana de Neoburgo acusaban a todos
los políticos y miembros de la camarilla alemana. En solo cuatro años esa crítica se
concentró en algunos de sus afiliados razón por la cual, el conde de Baños y Enrique
Xavier Wiser fueron desterrados a finales del año de 1694 y a principios del año de
1695.
La publicación de sátiras políticas durante el reinado de Carlos II y el odio
generado contra la camarilla alemana alcanzó probablemente su segunda cúspide en
1699, año del Motín de los gatos327. En este contexto se publicaron varias invectivas
contra la camarilla alemana, de las cuales analizaremos una con el título «Qué es» de
España328. El texto hacía referencia a todos los enemigos de la Monarquía Hispánica,
enumerándolos por orden de importancia. Los personajes tratados son la condesa de
Berlepsch, el padre Gabriel Chiusa — confesor de la Reina—, el almirante de Castilla
Juan Tomás Enríquez de Cabrera, el conde de Oropesa y Francisco Ronquillo. En el
contexto de esta investigación los versos referentes a la condesa de Berlepsch y a la
propia reina serán los que interpretaremos.
Situándonos nuevamente en el contexto histórico y social apropiado, el año 1699
es clave para entender la situación política del reino. En 1699 el heredero designado por
Carlos II, José Fernando de Baviera, falleció. Simultáneamente, la facción pro-francesa
estaba ganando influencia, hasta tal punto que se acusaba a la reina de defender con más
vigor los intereses enemigos que los del Imperio. También hay que mencionar a la
facción pro-imperial que había ido perdiendo poder constantemente, hasta el momento
en el que Carlos II redactó un testamento a favor de un heredero francés. 1699 fue, por
tanto, un año de grandes tensiones políticas que influyeron fuertemente en la política
cortesana madrileña. Con la falta de alimentos y la desesperación económica estalló un
motín de subsistencia que fue aprovechado por ciertos políticos para lograr el
alejamiento de sus opositores. El autor de la sátira «Qué es» de España, describe estos
acontecimientos, utilizando su contexto para criticar al gobierno de la Monarquía. Las
partes correspondientes a los personajes enumerados más arriba describen sus acciones
políticas, las polémicas que se generaron entorno a ellos y sus aspiraciones económicas.
327
328
EGIDO LÓPEZ, op. cit. (nota 216, 1980), pp. 253-294.
EGIDO LÓPEZ, op. cit. (nota 4, 1973), pp. 200-203.
77
En la sátira se trazaba también un paralelismo entre la reina Mariana de Neoburgo y
Ana Bolena de Inglaterra. Es posible que se hiciera por las actividades políticas de
ambas reinas y por la creación de camarillas en la corte. La temática que une a todos
los personajes aludidos en la obra satírica son sus actividades en la camarilla alemana,
que se asociaban en este contexto únicamente al enriquecimiento con dinero español, a
la obtención de mercedes y a la falta de cristiandad329. Las polémicas sobre los alemanes
en la corte madrileña se parecen a las de las sátiras que se habían publicado con
anterioridad. Sin embargo, es interesante apreciar que las críticas que se hicieron no
evolucionaron a lo largo de la última década del siglo XVII. Las actividades de la
facción pro-palatina, que habían alcanzado su cúspide en 1694 con la obtención de
mercedes, oficios en palacio e influencia, no aumentaron considerablemente durante los
últimos cinco años de la existencia de la camarilla. La visión polémica que se tenía de
sus miembros, en particular la que se tenía de la baronesa, luego condesa, evolucionó
muy poco. Las sátiras publicadas siguieron girando en torno a su influencia en la corte,
a su confesión religiosa, a las mercedes que había obtenido y a su poder sobre la reina.
Resumiendo los contenidos de las sátiras que se escribieron sobre la Berlepsch,
hemos podido distinguir tres reproches principales que estaban vinculados los unos con
los otros. Primero, la opinión española criticaba a la condesa y a otros miembros de la
camarilla de la reina porque solo querían enriquecerse a través de la Monarquía
Hispánica. En este sentido, todas sus actividades políticas estaban relacionadas con su
ambición de ganar lo máximo permaneciendo en el entorno más próximo a la reina.
Aunque la condesa gozaba de mercedes y logró ascender socialmente, debemos recordar
que según nuestra hipótesis, formaba parte de la red clientelar del elector palatino. De
este modo logró la máxima proximidad con la soberana y ganó su confianza absoluta.
También es relevante que la condesa formara parte de una de las antiguas familias
nobiliarias de Hesse, detalle fácilmente descuidado por los autores. Sin embargo, es
cierto que recibió varias mercedes para ella y sus hijos, lo que alimentó parte de la
segunda crítica articulada por los cortesanos, los nobles y la opinión publicada.
Mientras que fue una mujer políticamente activa, logró crear a su alrededor una
impresionante red clientelar que le permitió establecerse en la corte madrileña. Con
mucha paciencia y una gran lealtad hacía su mentor, logró obtener cargos palatinos y
329
Ibidem, p. 201.
78
mercedes para sus hijos. Sin embargo, algunas de los privilegios formaban parte del
“capital representativo” de la Monarquía Hispánica y fueron adquiridos gracias al favor
de la reina, lo que creó una gran polémica en la corte madrileña, pues no le debería
haber sido posible lograrlos. Recordamos que ambas mujeres, tanto la reina como la
condesa, eran extranjeras, lo que en cierto modo aumentaba las críticas.
Sin embargo, el mayor reproche que se le hizo fue su gran influencia sobre
Mariana de Neoburgo, y así indirectamente, también sobre el rey. La situación política
en la que se hallaba la Monarquía Hispánica le permitió conocer e influir en cuestiones
políticas a las que no hubiera tenido acceso en condiciones normales. Sin embargo,
hubiera sido muy difícil publicar esta cantidad de sátiras con un gobierno fuerte y un rey
menos influenciable. Es, por tanto, el particular contexto histórico y social propio de
esta década finisecular, el que posibilitó al entorno cortesano de la reina y en particular
a la condesa de Berlepsch el fortalecimiento económico, el ascenso social y la influencia
política.
La visión polémica y desequilibrada, no solamente de la condesa de Berlepsch,
sino también de la camarilla alemana y del reinado consorte de Mariana de Neoburgo se
fue creando, sobre todo, a golpe de sátira política. Las sátiras que han sido analizadas en
este estudio proyectan la visión de los opositores a la camarilla alemana. Por otro lado
no hemos encontrado sátiras contra la facción de la reina madre o la de Portocarrero,
aunque creemos que este tipo de documentos existe. Sin embargo, su número sería
muchos más reducido. La “leyenda negra” de la camarilla alemana se traslado
prácticamente sin filtro a la historiografía del siglo XX, dado que
autores como
Adalberto de Baviera, Gabriel Maura Gamazo y Ludwig Pfandl, incorporaron a su
discurso la visión de la condesa que se había proyectado a través de las obras satíricas,
sin cuestionarla. Basándose en relaciones y documentaciones escritas por adversarios de
la camarilla alemana330. Esta visión polémica que se tenía de los miembros de la facción
pro-palatina ha continuado hasta ser incorporada también en los estudios más recientes.
Aunque se ha hecho una revisión historiográfica del reinado de Carlos II, las principales
330
Las obras de A. de Baviera y L. Pfandl recurren a fuentes y documentaciones escritas por opositores de
la camarilla alemana y de la condesa de Berlepsch. Así, la visión polémica de su persona fue fomentada
por estas dos obras historiográficas. La principal fuente de A. de Baviera fue la correspondencia del
embajador Aloys conde de Harrach y L. Pfandl utilizó las que escribió la marquesa de Gudannes para
describir la situación palaciega. Véase BAVIERA, op. cit. (nota 18, 1938), pp. 231-260 y p. 240; PFANDL,
op. cit. (nota 3), pp. 304-330 y p. 307.
79
referencias bibliográficas para el análisis de las actividades políticas de la reina y de su
camarilla, hasta ahora, no han sido reinterpretadas331. Siendo esta una de las tareas que
podríamos asumir en una subsiguiente investigación.
La visión negativa de la condesa María Josefa Gertrudis de Berlepsch, la
“favorita” —como es llamada por la historiografía del siglo XX y XXI— oscila, por
ahora, entre el mito y la realidad y aunque se puede afirmar que fue un personaje
políticamente influyente, importante para el desarrollo de la facción pro-palatina y sin
duda alguien que se aprovechaba de las circunstancias en las que se encontraba la
Monarquía Hispánica, lo fue como muchos de sus coetáneos cortesanos; sin una avidez
distintiva y sin un específico deseo de trabajar en contra de los intereses hispanos.
7. CONCLUSIONES
Durante la última década del siglo XVII María Josefa Gertrudis de Berlepsch
formaba parte de la Casa de la reina y del núcleo cortesano alemán de la soberana
Mariana de Neoburgo. Esta investigación ha pretendido esclarecer la evolución de una
cortesana alemana en el ámbito palaciego español que se fue integrando
progresivamente a la corte, a la Casa de la reina y a la camarilla alemana. La
interpretación del papel e influencia de la condesa de Berlepsch al lado de la reina ha
sido el objetivo principal de este estudio, por lo que su marco cronológico quedaba
naturalmente limitado a la última década del reinado de Carlos II. El punto de partida
para nuestro análisis ha sido la elección de la nueva soberana Mariana de Neoburgo en
1689. Después de su arribo a España, la reina tuvo que despedirse de su servidumbre
alemana y flamenca y prosiguió su jornada con un séquito alemán muy reducido que se
incorporó a la Casa de la reina. Asimismo la condesa de Berlepsch, elegida por el
elector palatino para formar parte del séquito de la reina, emprendió su viaje a España y
obtuvo en 1690 el permiso de quedarse al servicio de Mariana de Neoburgo y de formar
parte de su servidumbre en Madrid.
331
Nos referimos a las obras clásicas de las cuales proviene la información básica sobre las orígenes de la
reina, el funcionamiento de la camarilla alemana y sus miembros. Véase BAVIERA, op. cit. (nota 18,
1938); MAURA GAMAZO, vol. 1 y 2, op. cit. (nota 2, 1946) y PFANDL, op. cit. (nota 3).
80
El entorno más cercano de la soberana formaba parte de la Casa de la reina, por
lo que hemos descrito su estructura y jerarquía. Entender la composición de la Casa de
la reina nos ha permitido situar a María Josefa Gertrudis de Berlepsch, dueña de honor y
confidente de Mariana de Neoburgo, en su contexto social. Así hemos podido analizar
indirectamente la evolución del cursus honorum de la condesa, que comenzó con un
cargo extra-protocolario. Pero su papel al lado de la reina creció en importancia hasta
convertirse en el personaje más próximo a Mariana de Neoburgo. La obtención de la
confianza y gracia de la soberana le permitió formar parte de su entorno más cercano,
usurpando el cargo de camarera mayor. La descripción del entorno social y jerárquico al
cual pertenecía la condesa de Berlepsch nos ha permitido introducir en nuestro relato a
la camarilla alemana, una facción política no institucional de la reina.
Con la llegada de Mariana a Madrid se fue constituyendo un entorno cortesano
alemán. La progresiva integración en la corte de miembros del séquito original de la
nueva reina, le permitió crear una camarilla alemana que defendía los intereses palatinos
en Madrid. La activa participación de la condesa de Berlepsch en ese contexto, nos ha
servido de punto de partida para analizar sus actividades políticas en el ámbito
cortesano español. Creemos que su incorporación a esta facción política le sirvió de
base para establecerse en el ámbito palatino y comenzar a crear allí una red social y
clientelar. El estudio de las actividades políticas de los miembros de la camarilla
alemana y su evolución nos ha permitido también situar a la condesa en su contexto
social y político antes de establecer un estudio biográfico necesario para entender la
dimensión completa de su papel político, que no se había acometido en su conjunto.
Hasta ahora, las investigaciones relativas al reinado consorte de Mariana de
Neoburgo se habían ocupado de analizar tan sólo las actividades de los personajes que
formaron su entorno, conjuntamente con las acciones protagonizadas por la camarilla
alemana. Pero en el caso de la condesa María Josefa Gertrudis hemos creído importante
aludir a la totalidad de sus actividades, incorporando a nuestro análisis sus orígenes,
trayectoria vital y cargos palatinos antes de su llegada a España. Hemos extendido el
marco cronológico elegido para esta investigación para poder establecer un estudio
biográfico completo. Este comienza en 1654332 y concluye en 1723 respectivamente,
332
Aunque María Josefa Gertrudis de Berlepsch nació entre 1654 y 1657, hemos elegido 1654 para estar
seguro que cubre la totalidad de sus años de vida.
81
años de nacimiento y de muerte de la condesa. Esta parte de la investigación nos ha
permitido elaborar dos hipótesis que explicarían la preparación de su cursus honorum.
Al igual que para la camarilla alemana, en su biografía se pueden distinguir dos etapas
entre 1690 y 1700. La primera se extiende desde la incorporación de la condesa de
Berlepsch a la corte madrileña, hasta la primera crisis en 1694. María Josefa Gertrudis
comenzó entonces a integrarse al ámbito palatino y a formar un entorno social estable
que le sirvió posteriormente de red clientelar. Así le fue posible en 1694 obtener el
hábito de la Orden de Alcántara para su hijo primogénito y el cargo de archimandrita
para su hijo menor. También comenzó a proyectar los intereses políticos palatinos en la
política de la Monarquía Hispánica, lo que acentuaba su obtención de “poder informal”
en Madrid. La segunda fase de su cursus honorum en la corte se extiende de 1695 a
1700. Estos cinco años corresponden a los más importantes del ascenso social de la
condesa. Gozando de la base social que había establecido en los años previos, María
Josefa Gertrudis aprovechaba la inestable situación política de la Monarquía para sus
propios fines logrando obtener una gran cantidad de bienes, mercedes y títulos.
También le fue posible integrar a sus próximos en el ámbito palatino madrileño, lo que
muestra que tenía un papel muy importante al lado de la reina. Su proximidad a Mariana
de Neoburgo fue su mayor logro, dado que le permitió ascender socialmente en la
Monarquía y reforzar su posición en la corte.
A través de este estudio hemos también esclarecido la diferencia entre las
facciones políticas existentes en la corte española. La creación de tantos “partidos”
políticos fue fomentada por la crisis sucesoria de la Monarquía Hispánica. Cada facción
quería resolver la cuestión sucesoria a favor de su candidato, creando un complejo
sistema de clientelismo en el entorno cortesano. En total existieron tres partidos
llamados “alemanes”, cuya diferenciación es muy importante para entender las
actividades políticas de la condesa. La facción pro-palatina, encabezada por la reina
regente, muchas veces reducida a un partido alemán o austríaco. Esta defendía
principalmente los intereses políticos del elector palatino. Sin embargo, Mariana de
Neoburgo fue propuesta por Leopoldo I como futura soberana hispánica, a la espera de
que contribuyera al nombramiento de un heredero Habsburgo para la Monarquía
Hispánica. De este modo se generó un conflicto entre la facción pro-palatina y la
facción pro-imperial que duró hasta el fallecimiento de Carlos II.
82
La facción pro-imperial formaba el segundo gran partido de la corte madrileña y
estaba encabezado por la reina madre, hermana del emperador. En 1694 Mariana de
Austria comenzó a defender, en torno a la cuestión sucesoria, los intereses de su
bisnieto José Fernando de Baviera, por lo que se fue creando un partido pro-bávaro. La
importancia de esta facción se traduce en los dos primeros testamentos redactados por
Carlos II en los cuales nombraba el príncipe bávaro heredero de la totalidad de los
territorios de la Monarquía. Estos tres diferentes partidos políticos “alemanes” estaban
representados en la corte, sin contar la facción pro-francesa que ganó considerablemente
en poder con la llegada del embajador marqués de Harcourt en 1698.
La importancia y complejidad de estas facciones políticas ha quedado subrayada
en el estudio biográfico. Este revela que la condesa de Berlepsch fue inicialmente, en
1684, protegida del emperador Leopoldo I. Su favor le permitió incorporarse al servicio
de los príncipes palatinos antes de ser enviada a España y de comenzar a formar parte de
la red clientelar del elector palatino. Así, obtuvo la misión de Juan Guillermo de
Neoburgo de mantenerse siempre cerca de la reina para poder aconsejarla y guiarla
siguiendo las recomendaciones palatinas. El principal objetivo de esta misión fue el de
proyectar los intereses palatinos en la política de la Monarquía Hispánica. En
recompensa la condesa obtendría mercedes, cargos y títulos para ella y sus hijos. A lo
largo de la última década del siglo XVII María Josefa Gertrudis se convirtió en
confidente de la reina Mariana de Neoburgo y la soberana le facilitó su ascenso social y
político en la Monarquía Hispánica.
La condesa, protegida del emperador, del elector palatino y de la reina de
España, logró ascender en la corte madrileña y obtener simultáneamente mercedes del
Sacro Imperio, que le facilitaban la vuelta a sus territorios naturales. La variedad de
cargos, mercedes, títulos y recompensas le permitieron ganar influencia en ambas
Monarquías. Asimismo María Josefa Gertrudis de Berlepsch conectaba el Sacro Imperio
con la Monarquía Hispánica y utilizó la crisis sucesoria a su favor. El parentesco de
estos tres soberanos le permitió enlazar sus aspiraciones y evolucionar progresivamente
en los diferentes ámbitos cortesanos. La evolución de su cursus honorum y su traslado
de una corte europea a otra fueron facilitados por el parentesco entre las dinastías. Así
comenzó su ascenso gracias al favor de Leopoldo I en la corte palatina. En 1689 fue
enviada a la Monarquía Hispánica dónde representaba los intereses del elector palatino
83
y aconsejaba a la reina. Mariana de Neoburgo le facilitó la incorporación a la corte
madrileña y le posibilitó ascender socialmente. Paralelamente nunca perdió la gracia del
emperador, por lo que este recurría a ella, en 1695 en la búsqueda de representantes proimperiales en la corte. En 1700 Carlos II escribió una carta de recomendación que le
posibilitó perseguir su cursus honorum después de un traslado a la corte vienesa.
De esta manera podemos decir que la particularidad del cursus honorum de la
condesa de Berlepsch consistía en formar parte de tres redes clientelares que estaban
vinculadas entre si. Había obtenido a lo largo de su vida la gracia de Mariana de
Neoburgo, de Juan Guillermo de Neoburgo elector palatino y de Leopoldo I, lo que
facilitó su ascenso social y político. De este modo, la reina de España, hermana del
elector palatino, defendía los intereses políticos de su condado; el mismo elector
palatino era vasallo del emperador además de ser su cuñado y el emperador Leopoldo I
quería que se nombrara a su hijo como heredero de la Monarquía Hispánica,
vinculándolo a la reina y a su cuñada Mariana de Neoburgo. Estos tres soberanos unidos
por su parentesco y por los intereses políticos en la cuestión sucesoria posibilitaron
conjuntamente el cursus honorum de la condesa. El conocimiento y la distinción de las
tres diferentes redes clientelares resulta esencial para poder entender la totalidad de su
particular ascenso social y político. La elaboración del estudio biográfico
pormenorizado de María Gertrudis de Berlips, tenía el objetivo de esclarecer los
mecanismos a través de los cuales una mujer extranjera y conversa lograba adquirir un
papel tan importante en la corte madrileña. Su triple adscripción clientelar es una buena
clave para entender ese proceso. La pertenencia a un sistema de clientelismo ajeno a la
corte madrileña, originario del Sacro Imperio, facilitó su ascenso. Esta investigación
revela, por tanto, que la condesa de Berlepsch –conocida por la historiografía como
intrigante, manipuladora y desagradable– supo adquirir una gran influencia en el ámbito
cortesano madrileño a través del ejercicio de un “poder informal” desplegado en tres
ámbitos clientelares.
No fue únicamente el entorno de la Casa de la reina el que permitió a la condesa
su ascenso. La protección del emperador y la pertenencia a la red clientelar del elector
palatino le facilitaron el acceso a los ámbitos cortesanos y la obtención de mercedes y
títulos imperiales. Sin embargo, el favor de la reina Mariana de Neoburgo y su
influencia sobre el rey le posibilitaron, sin ninguna duda, recibir gracias y mercedes
84
para ella y sus hijos durante la última década del siglo XVII en la Monarquía Hispánica.
La complementariedad de las actividades políticas y sociales de la condesa le facilitó
beneficiarse del conjunto de las mercedes, gracias y títulos para obtener un cursus
honorum particular. Su capacidad de aprovecharse de las circunstancias políticas para
ganar en influencia y poder, le permitieron transformarse en un personaje políticamente
influyente, lo que hace oscilar la visión polémica que se tenía de ella entre mito y
realidad.
Sin embargo fueron la rapidez del ascenso social y el incremento de su papel e
influencia al lado de la reina las que causaron que las sátiras políticas se ensañaran
contra ella con un vigor sorprendente. En la última década del reinado de Carlos II la
publicación de obras satíricas fue fomentada por los opositores de la camarilla de la
reina. Los temas tratados giraron en torno a las intrigas generadas por las facciones
políticas, la debilidad del rey, la crisis sucesoria y la gran influencia de algunos
cortesanos sobre la reina.
A la hora de cuestionar la negativa visión que se tenía de la condesa María
Josefa Gertrudis de Berlepsch hemos podido destacar que evolucionó muy poco durante
el reinado consorte de Mariana de Neoburgo. Las principales temáticas fueron su
ascenso social y político, su influencia sobre la reina, su confesionalidad y su papel en
la corte madrileña. Aunque su cursus honorum se diferenciaba del de sus próximos,
creemos que se fomentó su particular “leyenda negra” por sus orígenes alemanes
comunes con los de la reina. Aunque Mariana de Neoburgo fue elegida por los
consejeros y ministros españoles, no cumplió con las expectativas que ellos tenían y se
fue creando una visión nefasta de su infructuoso reinado consorte. Por extensión, los
personajes que formaron su entorno más próximo fueron culpabilizados por el “mal”
gobierno de la Monarquía Hispánica, lo que reflejaba en realidad una lucha por el poder
en el ámbito cortesano. Por esta razón, el conjunto de las actividades de la camarilla
alemana fue polemizado en las sátiras políticas que se publicaron en la época. Sin
embargo, esa visión negativa que se tenía, e incluso se sigue teniendo, de las actividades
de la camarilla alemana no había sido suficientemente colocada en su contexto
histórico.
85
8. FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA
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WILSON, A., y CALLO, J. F., The Who’s Who in naval history. From 1550 to the present,
Nueva York y Londres, Routledge, 2004.
94
9. APÉNDICE DOCUMENTAL
9.1 Mapas
a) Primera etapa de la jornada de la reina Mariana de Neoburgo. El séquito se dirigió en
dirección Noroeste pasando por Würzburg y Fráncfort, sin pasar por las ciudades
afectadas por la Guerra de los Nueve Años. La ruta siguió hasta Düsseldorf pasando por
los territorios del Palatinado. En azul figuran las zonas de conflicto, y en naranja las
diferentes etapas del viaje. Véase «Deutschland und Frankreich am Ende des 18.
Jahrhunderts», en STIER, H., y otros (eds.), Großer Atlas zur Weltgeschichte,
Braunschweig, Westermann, 1956, pp. 122-123.
95
b) Segunda parte de la jornada: el viaje fluvial. El séquito embarcó en Düsseldorf en
yates para seguir su viaje en dirección de Róterdam, dónde esperaban los navíos
ingleses para el viaje en alta mar. La reina pasó por Dordrecht antes de llegar a
Róterdam, Flesinga y Middelburgo. Las zonas de conflicto están marcadas en azul y la
ruta de viaje en naranja. Véase «Die Westeuropäischen Großmächte im 17.
Jahrhundert», en STIER, H., y otros (eds.), Großer Atlas zur Weltgeschichte,
Braunschweig, Westermann, 1956, p. 110.
96
c) En último la reina emprendió el viaje en alta mar. Mariana de Neoburgo pasó por
Plymouth, la isla Wight y Portsmouth antes de alejarse de la protección de la costa
inglesa. Finalmente llegó el 26 de abril de 1690 a la bahía de Mugardos en el puerto del
Ferrol. Véase «Europa in der 2. Hälfte des 18. Jahrhunderts», en STIER, H., y otros
(eds.), Großer Atlas zur Weltgeschichte, Braunschweig, Westermann, 1956, pp. 116117.
97
d) Mapa que muestra el castillo de Eichenzell y el señorío de Mylendonk. También
figura Philippsburg. Véase «Mitteleuropa nach dem 30 jährigen Kriege (1660)», en
STIER, H., y otros (eds.), Großer Atlas zur Weltgeschichte, Braunschweig, Westermann,
1956, pp. 106-107.
e) Señorío de Mylendonk. Véase «Nordwest Deutschland 1789», en Putzgers, F. W., y
otros (eds.), Historischer Schulatlas, Bielefeld y Leipzig, 29a ed. 1905.
98
9.2 Árbol genealógico y escudos de armas
99
a) Escudo de armas de la familia de Berlepsch, Siebmachers Wappenbuch, 1605.
100
Siete plumas de gallo,
símbolo de vigilancia y
coraje (siete días por
semana)
Bolas de nieve, símbolo de
resistencia al clima
Lanza
de
caballería,
símbolo del espíritu de
lucha
Tres cabrios, símbolo del
castillo que está encima de
una montaña y cerca de una
curva del río
Cuernos
de
heraldo,
símbolo de comandante y/o
enviado
Visera abierta, símbolo de
honestidad
Medallón, símbolo del
cargo de camerarius del
landgraviato de Hesse
Cotorras
de
Kramer,
símbolo de las cinco
virtudes del cristianismo y
del culto de Dios
b) Heráldica del escudo de la familia de Berlepsch, ilustración anónima.
Véase BERLEPSCH, B., y BERLEPSCH, R., «Eingangsseite» [en línea]. Familie von
Berlepsch, Bekannte und verdiente Persönlichkeiten der Familia von Berlepsch.
http://www.v.berlepsch.de/_private/wappenteile.htm [Consulta: 29 de julio de
2016].
101
c)
Escudo de armas de la condesa y abadesa María Josefa Gertrudis de
Berlepsch de la abadía de los Ángeles en Praga, entre 1706 y 1709, Christoph
Weigl, 1747, Praga.
102
d)
Detalle del escudo de armas.
103
9.3 Imágenes
a) María Josefa Gertrudis condesa de Berlepsch, anónimo, Praga.
104
b) Mariana de Neoburgo, Robert Gabriel Gence. (1715). Museo Vasco de Bayona
(Francia)
105
c) Castillo de Mylendonk, Heinrich Deiters (1860). Wickelmann und Söhne, Alexander
Dunker (Prusia)
106