Adiós a José Sazatornil, el increíble e inigualable 'Saza'
No por casualidad, José Sazatornil se parecía como dos gotas de agua al personaje Martínez el Facha creado por Kim para El Jueves. Y es que su físico, con aquellos ojos saltones, aquella alopecia prematura y, sobre todo, aquel fino bigote que le caracterizaba, amén de una voz y una manera de expresarse sumamente inconfundibles, le identificaban con una época ya para siempre archivada en nuestra Memoria Colectiva. Pero Saza era todo lo contrario de lo que entendemos por un facha. Era un tipo de simpatía magnética que a nadie podía caer mal, y sobre todo, un genio único e irrepetible de la comedia. Ídolo de la revista y de su redacción, en 2008 recibió el FOTOGRAMAS de Plata especial homenaje.
Nacido en la Barcelona de 1925, participó en más de un centenar de films e innumerables obras de teatro, pues el teatro era su droga y se forjó como cómico ya de adolescente con un grupo de aficionados en el barrio de Gràcia. En cine debutó en 1953 con 'Fantasía Española' (Javier Seitó, 1953) y, desde entonces, se dedicó a encarnar al español estirado amante de la ley y el orden que esconde un corazón de pícaro. Ignacio F. Iquino, que lo dirigió por primera vez en 'Good Bye Sevilla' (1955), fue quien le acortó el nombre y lo dejó en 'Saza'. Berlanga contó con él para 'El Verdugo' (1963), y luego para 'La escopeta nacional' (1978) en la que brindó uno de sus personajes más memorables: el empresario catalán Jaume Canivell. Entre sus títulos más memorables figuran los de 'Espérame en el cielo' (Antonio Mercero, 1988), por la que recibió el único Goya de su carrera; 'Amanece que no es poco' (José Luis Cuerda, 1989), en la que su surrealismo latente pudo campar a sus anchas, o 'La Colmena' (Mario Camus, 1982). Y también, por supuesto, muchas comedias de Mariano Ozores. Saza prestó su buen humor a toda clase de cineastas, desde los más clásicos (Juan de Orduña, Rafael Gil, José Luis Saenz de Heredia...) al prometedor Víctor García León, que lo dirigió en 'Vete de mí' (2006), la última película del gran Saza, posiblemente el cómico más peculiar, entrañable y eficiente de nuestro cine.
En 1970, un periódico madrileño anunció su muerte. Le habían confundido con un periodista deportivo homónimo. Ahora la cosa va en serio.
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