¿Por qué se celebra la Cincomarzada en Zaragoza?

¿Por qué se celebra la Cincomarzada en Zaragoza?

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“Debían ser alrededor de las cuatro de la mañana del cinco de marzo de 1838. Reinaba la noche más absoluta y las calles parecían en calma, pero justo entonces un pequeño grupo de soldados carlistas trepó a los muros de la ciudad (…) Sorprendidos mientras dormían, los zaragozanos se vieron rápidamente invadidos por una enfervorecida soldadesca que, profiriendo gritos de «¡viva Carlos V!», «¡viva la Inquisición!», «¡viva Cabañero!» o «¡mueran los negros!»…”. 

Así comienza la narración de El cinco de marzo de 1838 en Zaragoza: Aquella memorable jornada…, la obra del historiador maño Raúl Mayoral Trigo en la que investiga los pormenores de uno de los sucesos históricos más relevantes de la Zaragoza contemporánea y que, casi dos siglos más tarde, sigue siendo una de las fiestas populares más queridas en la ciudad aragonesa: la Cincomarzada. 

Zaragoza ante la primera guerra carlista 

Cincomarzada
La reina María Cristina y su hija la reina Isabel pasando revista a las baterías de artillería que defendían Madrid en 1837 de Mariano Fortuny (1865-1866) – Fuente: Wikipedia

El controvertido Fernando VII muere en septiembre de 1833 y el hermano del rey Carlos María Isidro de Borbón, desde Portugal, no duda en aprovechar la ocasión para reclamar el trono de España frente a su sobrina Isabel, que debía acceder al mismo tras la aprobación de la Pragmática Sanción de 1830 que derogaba Ley Sálica de 1713.  

Tras al Manifiesto de Abrantes en el que Don Carlos se niega a prestar juramente a Isabel, los tambores de guerra de sucesión resuenan otra vez en España, poco más de un siglo después de que la Casa de Borbón se hiciese con el poder tras la muerte sin descendencia de Carlos II, el último Habsburgo. 

Así que tocaba guerrear otra vez por el sillón del trono y todo el mundo tomó posiciones en el país, porque, por supuesto, no solo se trataba de coronas y bastones de mando. La guerra carlista se fundamentaba por un conflicto entre diversas facciones sociales e intereses políticos, pero, en líneas generales, enfrentaba a absolutistas (carlistas) con liberales (cristinos o isabelinos)

El norte peninsular, particularmente el País Vasco y Navarra, además del norte de Cataluña y diversas zonas de Aragón, fueron los principales focos de conflictos en los que los carlistas nunca llegaron a llevar el liderazgo de la contienda sumando diversas derrotas. Muy relevante fue, por ejemplo, la victoria de Espartero en 1836 en el Puente de Luchana, levantando los carlistas el cerco sobre Bilbao. 

Pero desde mayo de 1837, Don Carlos en persona abandonaba sus posiciones en el norte y se lanzaba a una última ofensiva con un renovado ejército que supuso una creciente conflictividad también en torno a Zaragoza, con Ramón Cabrera, el conocido como “Tigre del Maestrazgo”, y líder carlista en el Bajo Aragón, supuestamente cerca de la ciudad: los zaragozanos comenzaron a prepararse para lo peor. “Mientras Zaragoza era un hervidero de miedos y rumores”, la amenaza real tardaría en llegar… pero llegaría, la madrugada del 5 de marzo de 1838. 

Cincomarzada, una jornada memorable para Zaragoza 

Cincomarzada
Grabado que rememora la batalla en Zaragoza durante el 5 de marzo de 1838 – Fuente: Wikipedia

Aunque la historiografía debate si Juan Cabañero actuó en Zaragoza por iniciativa propia o bajo el visto bueno de Cabrera, el hecho es que el militar carlista lideró la toma de la ciudad el 5 de marzo de 1838. El objetivo era claro: generar un paso carlista entre el área vasco-navarra y el Maestrazgo, las dos posiciones carlistas más relevantes en la época.  

Fueron en torno a 2.000 soldados y 300 los jinetes que entraron en la ciudad aprovechando que en ese momento apenas había guarnición y que no pudieron presentar resistencia inicial. Con la colaboración de diversos vecinos zaragozanos que apoyaban la causa carlista, los soldados penetran en la ciudad a través de dos escalas que se les lanzan desde el interior de la ciudad por la Puerta del Carmen: tres batallones ocupan el Coso, la calle Predicadores, la Plaza del Mercado y otros enclaves de la ciudad

Cincomarzada
Dibujo que recuerda el enfrentamiento de la Cincomarzada – Fuente: Wikipedia

Dadas las facilidades con la que los carlistas entraron en la ciudad, la confianza se apoderó de ellos y comenzaron los gritos y proclamas que despertaron a los vecinos que aún dormían pese a los primeros disparos. Y es entonces cuando, de forma espontánea, con “pequeñas acciones, mejor o peor coordinadas, pero en todo caso, aisladas y caóticas”, los habitantes de la ciudad comienzan a defenderse

Mientras Cabañero se disponía a brindar con un chocolate caliente por la supuesta victoria —una de las anécdotas más comentadas de la contienda— comenzaron a llegar noticias de que Zaragoza se resistía a la conquista carlista. Y mientras las guarniciones liberales se recomponían tras el ataque sorpresa, los vecinos colaboraban disparando y lanzando aceite hirviendo desde las ventanas, o, incluso, arrojando muebles para generar barricadas.  

La batalla dio un vuelco inesperado con la intervención de los civiles y los batallones carlistas se replegaron hasta atrincherarse en la iglesia de San Pablo y el convento de Santa Inés. Finalmente, muchos huyen y el resto es apresado. El resultado de la escaramuza fue, finalmente, menos grave de lo que cabía esperar: menos de 250 muertos (buena parte de ellos soldados carlistas), y unos 350 heridos

Cincomarzada: la “siempre heroica” y la prohibición franquista 

Cincomarzada
Cincomarzada en tiempos actuales – Fuente: Ayuntamiento de Zaragoza

Aquella «jornada memorable» de defensa de la ciudad no tardó ni un año en convertirse en fiesta. En 1839, el Ayuntamiento de la ciudad decretó festividad para los maños instaurándose la costumbre de organizar una merienda campestre en la arboleda de Macanaz o la orilla del río Gállego

Por supuesto, la victoria liberal fue muy reivindicada desde Madrid, puesta de ejemplo por la Corona como resistencia cívica ante el movimiento carlista: la regente María Cristina, en nombre de su hija Isabel II, otorgó el título de “siempre heroica” (SH) y la orla de laurel que desde entonces decora el escudo de la ciudad. 

Este carácter reivindicativo y popular asociado a la Cincomarzada fue también la causa de que no siempre fuera celebrada bajo patrocinio institucional. Durante los gobiernos conservadores, la fiesta deja de ser promocionada, aunque en 1860 vuelve a estar de actualidad cuando se decreta que una calle de la ciudad sea denominada “Cinco de Marzo”

Con el Régimen de Franco, la fiesta queda prohibida y la calle Cinco de Marzo se cambia por “Requeté Aragonés”, pero a partir de 1979 va recuperando su lustre, volviéndose a celebrar en 1980 en el parque del Tío Jorge ya con la implicación institucional que mantiene hoy en día, tal y como señala el propio Mayoral en este artículo: “no se trataba de reinventar sin más una fiesta, sino de proclamar indirectamente una determinada forma de ocupar el espacio público, de entender lo colectivo, o de reabrir las puertas a formas de sociabilidad festiva laica y no institucionalizadas. Es decir, opuestas a un calendario dominado básicamente, como ya hemos visto con reiteración, por las celebraciones religiosas del catolicismo”.  

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