Maratta, Carlo - Museo Nacional del Prado
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Maratta, Carlo

D. G. L.

(Camerano, 1625-­Roma, 1713). Pintor italiano. La figura de Carlo Maratta adquiere singular importancia para el Museo del Prado, no solo por las obras propias del pintor que en él se conservan, sino gracias a la afortunada adquisición que en 1722 hizo el rey Felipe V a la hija del artista, Faustina Maratta, de parte de la colección de su padre, lo que terminó proporcionando a la pinacoteca madrileña una representación de los mejores maestros de la pintura italiana del siglo XVII que el pintor había ido acumulando durante su larga vida. Esta compra reflejó el deseo del soberano de decorar con obras maestras el nuevo palacio de La Granja, aún en fase de construcción por aquellas fechas. El nexo de unión entre el monarca y la colección del pintor italiano se explica por la presencia en España de Andrea Procaccini, uno de los discípulos más queridos de Carlo Maratta, que trabajaba durante esas fechas en la corte madrileña. La colección de Maratta, repartida como el resto de las colecciones reales entre el Patrimonio Nacional y el Museo del Prado, pobló a éste de artistas como los Carracci, Domenichino, Sacchi, Reni o Poussin, lo que habla elocuentemente de los gustos clasicistas del pintor. Hijo de un emigrante dálmata, muy precozmente destacó en el dibujo y fue ­enviado a Roma a los once años desde su tierra natal de Las Marcas. En la ciudad papal entró en el taller de ­Andrea Sacchi, de quien sería su ­discípulo predilecto. Su carrera ­comenzó en la década de 1650 convirtiéndo­se en el artista más importante de Ro­ma hacia finales de siglo, una vez desa­parecidos tanto su maestro Sacchi como otros genios de la centuria, Pietro da Cortona o Gian Lorenzo Bernini. Maratta partió del austero clasicismo de Sacchi para ­retornar a los maestros del siglo XVI, como Rafael, y reivindicar a los ­Carracci, pero también supo contagiarse de la poderosa dirección barroca de Lanfranco, o de la elegancia de los prototipos de Guido Reni, a la vez que supo hacer suyas la intensidad plástica berniniana o las soluciones más grandilocuentes de Cortona. Un camino pragmático por el que ­intentaba reconciliar tendencias opuestas o, cuando menos, aprovechar buena parte de sus enseñanzas. Por todo ello, Carlo Maratta se convirtió en el artista modelo de la teoría idealista de su buen amigo Bellori, el tratadista de la belleza clásica más influyente del siglo XVII. El éxito absoluto durante sus últimos años -príncipe perpetuo de la Academia de San Lucas y caballero de la Cruz de Cristo por el papa Clemente IX- hizo alcanzar a sus obras un precio prohibitivo, convirtiéndolas en piezas exclusivas al alcance de muy pocos, por lo que su clientela llegó a componerse tan solo de los más altos dignatarios de la Iglesia y de los príncipes europeos. Todo ello le facilitó un agradable tren de vida del que son testimonio su importante colección de pinturas o su villa de ­recreo a las afueras de Roma, en Genzano, decorada al fresco por él mismo. De entre todas las obras de Maratta en el Prado, es necesario destacar El pintor Andrea Sacchi, una obra austera y contenida, homenaje sentido y fino análisis psicológico de quien fue su querido y admirado maestro.

Obras

Bibliografía

  • L'idea del Bello, cat. exp., Roma, Edizioni de ­Luca, 2000, p. 490.
  • Pintura italiana del siglo XVII, cat. exp., Madrid, Ministerio de Educación y Ciencia, 1970, n.os 115-120.
  • Mena Marqués, Manuela B., «La colección de Carlo Maratti», El Real Sitio de La Granja de San Ildefonso. Retrato y escena del rey, cat. exp., Madrid, Patrimonio Nacional, 2000, pp. 194-202.
  • Mezzetti, Amalia, «Contributi a Carlo Maratti», Rivista dell'Istituto Nazionale d'Archeologia e Storia dell'Arte, Roma, 1955, pp. 253-254.
  • Pérez Sánchez, Alfonso E., Pintura italiana del siglo XVII en España, Madrid, Fundación Valdecilla, 1965, pp. 292-308.
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