TOROS
Corrida Goyesca

Dos de Mayo en Las Ventas: Espada escapa de una emboscada a tres hombres de honor

El torero de Fuenlabrada se queda en la frontera del triunfo ante una dura, cinque�a, grande y pesada corrida de El Montecillo que puso tambi�n a prueba a Fernando Roble�o y Cort�s en Madrid

Dos de Mayo en Las Ventas: Espada escapa de una emboscada a tres hombres de honor
EFE
Actualizado

Para la Corrida Goyesca del Dos de Mayo se esmeraron todos los detalles menos el del toro. Fernando Roble�o, Javier Cort�s y Francisco Jos� Espada -�ay, qu� cerca del �xito se qued�!-, los tres toreros de Madrid, donde nunca ped�amos el DNI (y de eso seguimos presumiendo), se estrellaron sin reservarse nada dentro contra un corrid�n de El Montecillo que acumulaba en su contra factores de riesgo: edad, (sobre)peso, conformaci�n -cajas, caras y volumen- y, finalmente, un juego hu�rfano de bravura y entrega pero no exento de complicaciones y dureza. Una emboscada para tres hombres de honor.

Un toro de terrible seriedad, hecho cuesta arriba y con un morrillo esf�rico, estren� la tremenda corrida, pr�cticamente cinque�a en su totalidad. La �totalidad�, por cierto, hab�a promediado en la b�scula la barbaridad de 601 kilos. Esas cajas gigantes encajaban todo. Fernando Roble�o -convertido en el primer director de la Escuela de Tauromaquia de Madrid en activo y, por tanto, el primero en el cargo en hacer el pase�llo en Las Ventas- sinti� pronto los frenazos y taponazos de una bestia �spera, incierta, con escasa voluntad de embestir y ninguna de humillar. Todo resumido y marcado en la mala pelea en el caballo. Roble�o plante� su valerosa faena, a partir de los doblones por bajo, a su altura, por la mano derecha, aprovechando el r�cano recorrido. El viento, para colmo, azotaba la muleta en la que nunca se ve�a dentro al toraco. Y menos, al natural. FR resolvi� con veteran�a, sin escatimar esfuerzo. Y enterr� media estocada letal, fruto de la curtida experiencia que otorgan 24 a�os de alternativa entre hierros de pedernal.

No mejor� las expectativas un ejemplar ensabanado, botinero y capirote, pues ten�a en com�n con su "hermano" la falta de bravura y entrega, la incapacidad de descolgar y un cuerpo tan cuajado de carnes que se hac�an toros sin cuello. O al menos, si lo ten�an, no lo usaban como Dios manda. Javier Cort�s obtuvo milagrosamente, a base de mucha verdad, pasajes por una y otra mano -en especial por la izquierda-, entre espejismos de embestidas por debajo del palillo... Antes que se desentendiera. Para matar -esa espada como cruz de su vida- la cosa se puso tan compleja como para banderillear y se diluy� lo poco, o mucho, conquistado, seg�n se mire, hasta el silencio.

Hacia tercero un casta�o que como los anteriores tiraba al monte, derrotaba, y luc�a una culata como los caballos de Rubens. Nada bueno en su haber. Y todo en el hacer de Francisco Jos� Espada. Que apost� en el pr�logo y en el ep�logo por alto -por estatuarios y por manoletinas, respectivamente-, y entre uno y otro fue subiendo la apuesta hasta los l�mites, templ�ndose incluso en derechazos de incuestionable m�rito. Coraz�n y m�s coraz�n. En cuanto quer�a ligar, el toro tiraba de navaja y ga�af�n. Un pinchazo redujo el calor del p�blico a una ovaci�n.

Roble�o volvi� a buscarle las vueltas a un cuarto -el �nico cuatre�o aunque no lo parec�a- que hac�a "bonito" a su primero. Amag� con humillar pero se ven�a gazap�n, se tragaba el primer muletazo y ninguno m�s, haciendo hilo. Despu�s con el acero aquello ya fue un quinario. Casi lo mismo, de otro modo, le sucedi� a Cort�s con un quinto armad�simo que viajaba (un decir) por el palillo. Sin maldad pero sin darse. Toda la suavidad sumada por JC se esfum� con la insegura espada. Y el �ltimo -610 kilos y parec�a que a�n le cab�a m�s a su esqueleto- vino a exigir toda la capacidad de Espada, meti�ndose siempre por dentro en el tercer muletazo. No s�lo los encaj�, sino que cuando present� la mano izquierda despert� a la plaza y despert� el toreo de m�s quilates, o viceversa, tirando de naturales que val�an -por el sitio pisado y el largu�simo trazo- su peso en oro. Pero el mal uso del estoque sepult� el final de un camino que debi� acabar en triunfo.

Ficha

Monumental de la Ventas. Jueves, Dos de mayo. Corrida Goyesca. Tres cuartos de entrada (m�s de 18.000 espectadores) Toros de El Montecillo; todos cinque�os menos el 4�; muy grandes y cuajados, sin bravura ni entrega ni humillaci�n; duros.


Fernando Roble�o, de blanco e hilo negro. Media estocada (saludos); dos pinchazos, uno hondo y tres descabellos. Aviso (silencio).


Javier Cort�s, de grana e hilo negro. Dos pinchazos hondos, un sablazo trasero, estocada contraria y dos descabellos Aviso (silencio); media suelta y tres descabellos (silencio).

Francisco Jos� Espada, de gris perla e hilo negro. Pinchazo y estocada (saludos); dos pinchazos y estocada contraria. Aviso (saludos).