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Candy Candy la historia definitiva PDF

2020·1.59 MB·español
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PREFACIO Estados Unidos, a principios del Siglo XX. Mientras pasa su infancia en el seno del Hogar de Pony, Candice "Candy" White teme haberse vuelto ya demasiado grande para ser adoptada. El día en que su mejor amiga Annie se va con sus nuevos padres adoptivos, Candy conoce a un joven que viste en el traje tradicional escocés que practica con la gaita sobre la colina cerca del orfanato, y quien le da un consejo que la acompañará durante el resto de su vida: siempre sonreír, incluso cuando todo parece ir mal. Desde ese día, el Príncipe de la Colina está siempre en sus pensamientos, pero nunca más vuelve a encontrarse con él. Candy finalmente llega a ser adoptada por una familia adinerada. Sin embargo, le espera una desagradable sorpresa: Su papel en aquel hogar es el de compañera de juegos para los malcriados hijos de los propietarios. La maldad de ambos, quienes odian el carácter de Candy, su bondad y su predisposición a ser bien recibida por cualquier persona, se profundiza hasta hacerle la vida imposible, pero un encuentro casual con tres maravillosos muchachos, los representantes más jóvenes de una noble familia de origen escocés, le permite dar un giro inesperado a su existencia. Uno de ellos, además, se parece increíblemente al Príncipe de la Colina a quién conoció años atrás, aunque su corta edad deja claro que no puede tratarse en absoluto de la misma persona... A partir de ese momento, los acontecimientos obligaran a Candy a tomar importantes decisiones acerca de su destino para evitar quedarse a la deriva, afrontando así una gran aventura que la llevara desde América hasta Europa, en un mundo que se está preparando para la Primera Guerra Mundial... Keiko Nagita nace en Tokio en noviembre de 1949 bajo el signo de sagitario y se gradúa en literatura en el Bunka Gakuin. Desde pequeña manifiesta una gran imaginación, tanto para creer que un día alguien llegaría, a bordo de un carruaje, dispuesto a llevársela consigo. A los diecisiete años fue seleccionada para un concurso de novelas para adolescentes, y dos años después debutó como escritora en este género narrativo. Simultáneamente comienza a probarse a sí misma en las obras originales del mundo del manga y colabora en numerosas historias, casi todas ambientadas en el extranjero, ¡Entre las cuales se encuentra Sanremo ni kampi (¡Saludos a San Remo!)!, donde la historia se desarrolla en Italia. Publica más de veinte tomos pero, después de algunas consideraciones, decidió dedicarse a la literatura infantil. Candy Candy le valió, junto a Yumiko Igarachi, el premio Kodansha de manga, mientras que como autora de la letra para el tema musical de la versión animada, recibió un Disco de Oro. Gracias a la novela Reinatte- Kin Iro no Ringo, también incluida en la lista de lecturas recomendadas, ganó además el premio otorgado por la Asociación Japonesa para Escritores de Literatura Infantil, y su historia de Akai Mi Hajiketa está presente desde hace muchos años en los textos escolares de la escuela primaria. Para terminar, su historia infantil Shampoo ji no Bouken llegó a ser adaptada en versión animada. Vive en lo que ella misma ha llamado La Colina Soleada más allá de la Cuesta de la Leche y pasa los día escuchando su querida música y a cantantes italianos (Mina, Ornella Vanoni...), sin dejar de imaginar innumerables historias. PROLOGO Querida Señorita Pony… El solo escribir aquel nombre en está hoja en blanco me inunda el corazón de emociones, obligándome a abandonar la pluma. Emito un profundo suspiro de alivio y gratitud y, sin darme cuenta, junto las manos. En estas semanas no he podido hacer nada más que rezar; rezar intensamente y escribir cada día a la Señorita Pony. El Hogar de Pony está tan lejos… Hasta ahora no había odiado tanto el hecho de que se encuentre al otro lado del mar, ¡Cuánto habría querido estar al lado de mi benefactora para cuidarle e infundirle coraje! Abandono la carta en la que a duras penas escribí el encabezado y empiezo a leer de nuevo el mensaje en el cual la Hermana Lane me informa que la Señorita Pony ha superado el momento crítico y se está recuperando. Las palabras, escritas en una caligrafía fina, parecen sonreírme y bailar sobre la hoja. Querida Candy: Casi tengo la impresión de poder oír tu voz preguntándome: “Herma Lane, ¿Es la verdad? ¿No lo dice solo para tranquilizarme?”. Así que también quiero enviarte una carta de parte de la Señorita Pony. Estoy segura que, cuando se recupere un poco, recibirás una mucho más larga. Continúe leyendo y releyendo las pocas líneas escritas por la Señorita Pony, encontrándome cada vez llorando. Querida Candy: Siento haberte hecho preocupar, pero ahora puedes estar tranquila. Todavía tengo mucho que hacer por mis niños y no tengo intención de morir antes de volver a abrazarte.Estoy segura que el Señor va a escuchar mi plegaria. Paulina Giddings Con la punta del dedo trazo delicadamente la firma. Aquella escritura grande y redondeada representa a la perfección el carácter afectuoso de la persona a la cual pertenece. Quizá carece de la energía que normalmente la distingue, pero puedo imaginar su voz y el aroma a hotcakes recién hechos. -Señorita Paulina…- Dijo en voz baja, incapaz de contener una sonrisa. Me entere de su verdadero nombre cuando ya era más grande. -Me llamaban Pony desde que era niña, ¿Sabes? Era idéntica a un caballito regordete que era criado en la granja de los vecinos. Al parecer, mi complexión no ha cambiado nunca- , me contó una vez riendo. Cada vez que se habla de nombres, la Hermana Lane no dejaba de hacer una divertida confesión. -¿Tienen alguna idea de cuánto se burlaban de mi de pequeña debido a mi nombre? Lane Roache... me avergonzaba de aquel apellido que sonaba como "cucaracha"... Para evitar esto trataba de alterar la pronunciación todo lo posible. Es el apellido que recibí de mis antepasados y que debí haber honrado, pero en lugar de eso me comporté de manera reprobable... Incluso vuelve a mi mente su imagen, concentrada y sumamente seria, expresándole al cielo todo su arrepentimiento. La cálida chimenea del Hogar de Pony, el crepitar de la leña, la Señorita Pony descansando cómodamente en una vieja silla y la Hermana Lane que me ofrece un chocolate caliente y humeante, diciendo: -Ten cuidado Candy, está hirviendo.-Sentada frente al fuego ni siquiera le dejo completar la advertencia, me llevo la taza a los labios y termino por quemarme. Qué nostalgia al recordar esa escena invernal... -Ah, Candy… ¡Nunca cambiarás! La Señorita Pony que se echa a reír, el sabor del malvavisco asado al fuego y afuera la nieve que cae. El ala apartada donde descansan los niños se ha quedado ya en silencio, pero yo sé que no están durmiendo: todos ellos están a la espera de que caiga la nieve. Una vez que nos retiremos, los pequeños se levantarán silenciosamente para ir a construir un gran muñeco de nieve, con el fin de sorprender a las directoras cuando se despierten a la mañana siguiente. Yo también hacía lo mismo: Con Annie y Tom, a costa de agarrarnos a pellizcos para no quedarnos dormidos, permanecíamos despiertos hasta altas horas de la noche, esperando a que la nieve cayese sobre el suelo. Agradezco a mis padres por haberme abandonado en el Hogar de Pony: esa es mi casa, un lugar a donde regresar. Me levanto del escritorio y me dirijo lentamente hacia el aparador. En la pared, dentro de un marco hecho a mano, hay una pintura al óleo cuyas dimensiones son 53 por 41 centímetros. Mi amado lla ha colocado de tal modo que sea visible desde cualquier ángulo. Fue él mismo quien, hace algunos años, la descubrió en el Mercado de Pulgas de Londres. Qué maravilloso regalo me hizo. Entre muchas antiguas pinturas al óleo, le bastó una sola mirada para darse cuenta que aquella representaba al Hogar de Pony, por demás retrasada en su totalidad desde la cima de la colina. De pie frente al cuadro, permanezco observándolo cuidadosamente. Poco visible, en una esquina de la obra, se puede leer la firma del autor: Slim. Cuando lo descubrí, casi se me salió el corazón. ¡Slim! Slim era un niño mulato de ojos grises y tristes. Al caer la noche, siempre se echaba a llorar. Vuelven a mi mente las palabras llenas de dolor pronunciadas por la Hermana Lane, la misma que le había dado ese nombre: -Lo encontramos al atardecer, y estaba llorando… Era solo un recién nacido, pero me pregunto si aún recuerda cuando lo abandonaron. Era extremadamente tímido, pero se encariño conmigo. Por la mañana venía a despertarme suavemente, frunciendo los labios como para pedir disculpas. A menudo se orinaba en la cama y, a pesar de los esfuerzos para arreglar todo antes que los demás se dieran cuenta, creo que para las directoras ciertamente no era un secreto. Era delgado y muy menudito. No hacía otra cosa que dibujar. De pronto vuelve más vivo que nunca el recuerdo de las palabras que la Señorita Pony dijo suspirando para sí: -Cómo hubiera querido que aquel niño estudiara el arte del dibujo… Cuando regresé al Hogar de Pony, Slim ya no estaba ahí. Había sido adoptado por una familia que manejaba una herrería en una ciudad lejana, y las directoras estaban profundamente apenadas al pensar que el niño viviría en un mundo donde no había espacio para el dibujo. Sin embargo tú, Slim, ¡No has olvidado tu pasión por la pintura! El trazo es delicado y preciso. Solo él habría podido representar al Hogar de Pony tal y como lo conocíamos entonces, dando la impresión de tenerlo ahí mismo, frente a nuestros ojos. Con el curso de los años la estructura que nos acogió se ha vuelto, de hecho aún más espléndida. ¿Pero cómo hizo la pintura al óleo de Slim, un niño adoptado por un herrero, para dejar la lejana América, arribar a Londres, y sobre todo llegar al Mercado de Pulgas? La única cosa que puedo imaginar es que su vida, así como la mía, no ha sido fácil. Querida Candy: Esta coincidencia es como un miagro y solo puedo pensar que se ha producido para darte ánimo. Cuida del cuadro: ahí adentro estamos todos nosotros. Candy, nosotras siempre velamos por ti, y seguramente en esa pintura también están Slim y los demás. Te recomiendo, tenerlo siempre cerca. Cuando le comuniqué a la Señorita Pony que había encontrado una pintura de Slim, ella me respondió con estas tranquilizadoras palabras. En realidad, mi intención era la de enviarlo a las dos personas que siempre habían conservado en su corazón el recuerdo de aquel niño, pero creo que la Señorita Pony y la Hermana Lane habían entendido de algún modo cuánto me era necesario aquel cuadro. Un lugar al cual regresar… aunque lejano, desde aquel día el Hogar de Pony siempre está aquí, en mi sala de estar. Sin embargo, observando aquel paisaje, no puedo evitar dejar de pensar que su autor lo había hecho para mí. El espléndido mayo que reviste la Colina de Pony con ranúnculos y tréboles blancos, el Hogar que, rodeado de árboles de un verde intenso y casi cegador, se alza sobre la colina; el pasto largo y tierno, los miles de colores de las flores de los lupinos y de las rudbeckias que crecen alrededor del edificio.

Description:
La novela se deriva del manga y ánime de autoría de Keiko Nagita. La historia en comic tiene varios tomos, el dibujo animado cuenta con 115 capítulos, mientras que esta novela contiene 400 páginas. Candy llegó a latinoamericana en la década 1980 en formato de ánime desde entonces cuenta con un fandom bastante grande, de ahí que fuese muy esperada la traducción de la novela, que finalmente llegó en el 2020, aunque su publicación original en Japón data del 2010. En el libro la autora nos narra todo lo que ya se leyó y vio tanto en la historieta como en el dibujo animado, realizando algunos cambios, pero sin duda lo más importante de esta novela, es que finalmente conocemos que pasó después de la historia original con Candy, sus amigos y familia. Si te lo preguntas, efectivamente nuestra protagonista cierra su historia de amor en un final del cual el lector es el responsable.
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