¿Qué se sabe del tema que trata este estudio?
Los TCA son enfermedades muy serias que se inician habitualmen te en la adolescencia y en general han aumentado en los países en desarrollo. Existe escasez de capacitación de los profesionales de la salud en este tema a nivel del país.
¿Qué aporta este estudio a lo ya conocido?
Una revisión actualizada sobre la epidemiología, etiología, el im pacto en la salud integral, la presentación clínica y el tratamiento de los TCA más frecuentes en la adolescencia.
Introducción
Los TCA, descritos en la última versión del Manual Diagnóstico y Estadístico de Enfermedades Mentales (DSM-5)1 como Trastornos Alimentarios y de la Inges tión de Alimentos, son enfermedades muy serias, aso ciadas a una significativa morbilidad y mortalidad2,3, que en general han ido en aumento en los países en desarrollo4.
Diversos factores obstaculizan la prevención, pes quisa y el tratamiento de estas enfermedades actual mente en el país. Algunos son propios de los TCA -como la tendencia de quienes los sufren a negarlos o esconderlos5-, y otros dicen relación con la falta de preparación de nuestro sistema de salud para enfren tarlos adecuadamente, en especial, por la escasez de capacitación de los profesionales de salud en este tema emergente y de servicios adecuados para el manejo de los casos5,6.
Debido a lo anterior y a que se trata de enfermeda des que se inician habitualmente en la adolescencia7, resulta esencial que los pediatras se familiaricen con ellas. Esta publicación tiene como objetivo contribuir al conocimiento que poseen los pediatras sobre los TCA en la adolescencia, mediante una revisión actuali zada de la literatura en el tema.
Tipos de trastornos alimentarios
Las principales clasificaciones internacionales de los TCA corresponden al DSM-5 y la Undécima Edición de la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades (CIE-11)8. La primera, que es la más empleada en la literatura científica sobre el tema, los denomina Trastornos Alimentarios y de la Ingestión de Alimentos e incluye aquellos que muestra la (Tabla 1).
Este artículo aborda los TCA más frecuentes en la adolescencia -Anorexia Nerviosa (AN), Bulimia Ner viosa (BN), Trastorno por Atracón (TA) y Otros Tras tornos Alimentarios y de la Ingestión de Alimentos Es pecificados-, cuyos criterios diagnósticos se presentan en la (Tabla 2) de manera simplificada.
Epidemiología
Históricamente percibidos como patologías pro pias de países occidentales desarrollados, con el paso de los años los TCA se han detectado en diversas cultu ras y países de menor desarrollo, en los que en general han ido en aumento4. Asimismo, el perfil de quienes los presentan se ha ido ampliando, incluyendo hoy en día no solo a mujeres adolescentes de clase alta y exce lente rendimiento académico, sino también a varones, personas pertenecientes a minorías, e individuos de di verso nivel socioeconómico, etnia y estado nutricional, que los inician a edades cada vez más tempranas2,9,10.
A nivel internacional, la prevalencia reportada en adolescentes previa al DSM-5, oscilaba entre 0.5% y 1% para AN y 1-2% y 4% para BN9,11,12, llegando has ta 14% en el caso de los TCA No Especificados11. Los cambios en los criterios diagnósticos introducidos por el DSM-5 se tradujeron en un incremento de casos catalogados como AN y BN, y una reducción signifi cativa de aquellos identificados como TCA No Especi ficados13. Por otra parte, la prevalencia de TA oscilaría entre 1 y 3% en adolescentes y niños14, siendo significa tivamente mayor entre aquellos que buscan tratamien to por obesidad15.
Respecto a la prevalencia de TCA entre adolescen tes en Chile, Vicente y cols. encontraron 0,3% en el úl timo año en jóvenes de ambos sexos de 12 a 18 años, en una muestra nacional representativa16. La cifra con trasta con aquella evidenciada por Granillo y cols.17, quienes hallaron una prevalencia de vida de TCA (AN y BN) de 3,8%, en una muestra de la comunidad de adolescentes de sexo femenino (edad x = 14 años), de nivel socioeconómico medio a bajo, en Santiago. Los estudios sobre la prevalencia del riesgo de tener o desa rrollar estos trastornos en este grupo etario, han mos trado cifras significativas en población escolarizada, que oscilan entre 7,4% y 12% y son mayores entre las mujeres (8,3% a 23%)18,19,20.
Etiología
Se carece de una comprensión clara y completa de la causa de los TCA. La investigación a la fecha ha evidenciado diversos factores biológicos, psicológicos, conductuales y socioambientales que interactuarían de manera compleja, contribuyendo a su aparición y mantención21,22.
Dentro de los biológicos se encuentran algunos ge néticos, fisiológicos y neurobiológicos. Se ha demos trado una fuerte contribución genética en AN, BN y TA, sin haberse identificado aún las variantes genéticas asociadas22. La pubertad y la malnutrición por exceso constituyen ejemplos de factores fisiológicos asociados al desarrollo de TCA, y la desregulación en los sistemas dopaminérgico y serotoninérgico, más las alteraciones en los circuitos neurales relacionados con la recom pensa y el autocontrol, ejemplos de factores neurobiológicos relacionados con estas enfermedades21,22. Los últimos años se ha comenzado a estudiar el rol que po dría tener la microbiota intestinal en la etiopatogenia y curso de los TCA, debido a su influencia en diversos factores relevantes en estos trastornos, como la adi posidad, el metabolismo, el peso y algunos síntomas psicológicos (por ej., ansiedad), con hallazgos intere santes pero aún preliminares23,24.
Respecto de los factores psicológicos, se han iden tificado una amplia gama como predictores del inicio y mantención de los TCA, tanto temperamentales y de personalidad, como cognitivos, conductuales y emo cionales. Ejemplos de ellos son el perfeccionismo, la urgencia negativa (reacción precipitada ante la angus tia), la autoestima baja, el afecto negativo (depresión, ansiedad y/o culpa), el deterioro en el funcionamiento interpersonal, la insatisfacción corporal, y la preocu pación excesiva por la alimentación, el peso y la figura21,25.
Así también, algunas conductas alimentarias se asocian al riesgo de desarrollar un TCA, como el hacer dieta, factor relevante como precipitante de TCA, en especial si se trata de dietas severas25,26.
En cuanto a los factores de riesgo socioambientales, existe una variedad de ellos, tanto de índole proximal como distal, que jugaría un rol en el inicio y la mantención de los TCA. Ejemplos de los primeros son los co mentarios críticos sobre la apariencia y la alimentación por parte de los padres, y los conflictos familiares no resueltos. Dentro de los segundos se encuentran, entre otros, el haber sido objeto de burlas (de diverso tipo, incluyendo aquellas por el peso y la figura), además de la presión percibida para ser delgado (para lograr el “ideal delgado”, es decir, un cuerpo flaco con poca grasa corporal), la internalización de este “ideal delga do” y las expectativas positivas asociadas a la delgadez propias de las culturas occidentalizadas, que aumen tan el riesgo de patología alimentaria especialmente en mujeres adolescentes y adultas jóvenes21,27.
Se cree que los individuos con TCA tendrían una predisposición biológica o genética al desarrollo de es tas patologías, que es activada por factores ambientales21, pero los mecanismos subyacentes a la interacción entre los factores de riesgo deben aún aclararse.
Impacto en la salud
Los TCA se asocian a significativa morbilidad, mor talidad y compromiso severo de la calidad de vida2,3,28. Las tasas brutas de mortalidad reportadas en AN va rían entre 0 y 22,5%, destacando que el pronóstico es significativamente más favorable en adolescentes3.
Los TCA pueden comprometer prácticamente to dos los órganos y sistemas corporales, y afectar el cre cimiento y desarrollo2,10. Las complicaciones médicas (Tabla 3) son habitualmente consecuencia de la desnu trición, los atracones y las purgas9, y la mayoría mejora al regresar estas alteraciones. Sin embargo, algunas son potencialmente irreversibles o incluso pueden llevar a la muerte.
Dentro de aquellas que pueden ser irreversibles destacan el retardo de crecimiento, la disminución de la densidad mineral ósea (DMO) y la atrofia cerebral. El crecimiento puede verse comprometido en los ado lescentes con AN que no han alcanzado su talla final29. El impacto en la estatura es mayor si la enfermedad precede al estirón puberal, pico de velocidad de cre cimiento y cierre epifisiario30,31, y es directamente pro porcional a la severidad y duración de la AN31. Con la rehabilitación nutricional puede existir un crecimiento compensatorio, pero la talla final podría verse afectada29. La AN se asocia también a baja DMO y a deterio ro de la estructura y fortaleza óseas, con aumento del riesgo de fracturas32. Siendo la adolescencia una etapa crítica para el logro del pico de masa esquelética, el desarrollo de esta enfermedad en este período aumenta significativamente el riesgo de compromiso persistente de la salud ósea. El grado de deterioro de la DMO está muy influido por la mayor duración de la amenorrea y una edad de menarquia más tardía32. Si bien la recu peración nutricional y la reanudación de la menstrua ción se asocian con cierta mejoría de la DMO, pueden persistir déficits32. Asimismo, durante la fase aguda de la AN existe una significativa reducción global de las sustancias gris y blanca a nivel cerebral, más pronun ciada en adolescentes que en adultos33. La implicancia de estas alteraciones está en estudio, destacando que, si bien revierten con la recuperación nutricional, aún existen dudas de si lo hacen por completo en los adolescentes33,34.
Dentro de las complicaciones médicas de los TCA que pueden llevar a la muerte, destacan las cardiovas culares. Hasta un 80% de los pacientes con AN evidencia alteraciones del sistema cardiovascular35, que incluyen aquellas estructurales (por ej., derrame pericárdico, atrofia miocárdica y prolapso de la válvula mitral), alteraciones de la repolarización y la conduc ción (por ej., prolongación y aumento de la dispersión del intervalo QT), cambios hemodinámicos (por ej., bradicardia sinusal, hipotensión y cambios ortostáticos) y alteraciones vasculares periféricas35,36. Mientras algunas son leves y reversibles, otras se asocian a mor talidad (son responsables de un tercio de las muertes observadas en esta patología), haciéndose más signi ficativas en la medida que existe mayor compromiso nutricional35.
Cabe destacar que aquellas complicaciones que son consecuencia de la desnutrición pueden también ob servarse en pacientes que no llegan a evidenciar ese es tado nutricional por antropometría, pero que han ex perimentado una pérdida de peso significativa, como aquellos con AN Atípica37,38.
Entre los problemas psicológicos más frecuentes asociados a los TCA se encuentran el aislamiento social y las dificultades para fortalecer el autoconcepto, la au toestima, la autonomía y la capacidad de intimar, por lo que estas enfermedades pueden interferir en el logro de las tareas propias de la adolescencia39,40.
La comorbilidad psiquiátrica es también común en los TCA, especialmente los síntomas depresivos, los trastornos ansiosos y el trastorno obsesivo-compulsivo10,41. Así también, se asocian a trastornos de la personalidad, abuso de sustancias y comportamientos autoagresivos10,41. La conducta suicida contribuye de manera significativa a la mortalidad asociada3.
Asimismo, las relaciones familiares se afectan se riamente en los TCA42, destacando que los padres se ven sometidos al intenso y prolongado estrés que ge nera el cuidado de estos pacientes, con aumento de sus propias posibilidades de presentar serios problemas de salud mental43,44,45.
Presentación clínica
Los TCA comienzan habitualmente en la adolescencia7, aunque su identificación ha aumentado entre niños menores, a partir de los 5 años de edad46. La AN se inicia con mayor frecuencia en la adolescencia tem prana a media7, siendo notable su aumento de inciden cia entre mujeres de 15 a 19 años7,47. La BN comienza habitualmente en la adolescencia tardía7. Respecto del Trastorno por Atracón (TA), un estudio evidenció su pico de aparición a los 13,9 años48 y otro a los 18-20 años49, debiéndose hacer presente la falta de inclusión de varones en el segundo, pues se trata del TCA más prevalente entre éstos50. La gran mayoría de los TCA se presentan en mujeres, sin embargo, en las últimas
décadas ha aumentado su diagnóstico en hombres7. La proporción sexo femenino: masculino que muestran los diversos estudios varía entre 3:1 y 18:151.
La sintomatología de los TCA puede ser diversa, incluyendo:
Conductas restrictivas, como reducción de las por ciones de comida ingerida, ayunos, evitación de cierto tipo de alimentos (en especial los que contienen car bohidratos y grasas), presencia de reglas estrictas re lacionadas con la alimentación (por ej., comer solo en ciertos horarios), conductas ritualizadas en la compra, preparación y consumo de alimentos (por ej., adquirir sólo alimentos considerados “saludables” o sin sellos de advertencia), y evitación de las comidas habituales en el hogar y del comer en situaciones sociales. Tien den a disimularse refiriendo falta de apetito, sensa ción de “estar lleno”, desagrado por ciertos alimentos, náuseas, dolor abdominal, o mediante la adopción de dietas que excluyen alimentos (por ej., conversión al vegetarianismo).
Atracones (ver definición en la Tabla 2), los que deben sospecharse en jóvenes que aumentan progre sivamente de peso a pesar de evidenciar una ingesta disminuida o normal durante las comidas habituales.
Conductas compensatorias, tanto purgativas (vó mitos autoinducidos y uso indebido de laxantes, diu réticos y/u otros medicamentos), como no purgativas (restricción alimentaria y/o ejercicio). Las primeras tienden a esconderse (por culpa, vergüenza o para evitar suspenderlas) y pueden pasar desapercibidas durante años. Deben sospecharse, por ej., cuando exis ten visitas frecuentes al baño durante y después de las comidas.
Ejercicio excesivo, el que es intenso, de alta fre cuencia o de naturaleza compulsiva, y puede asociarse a consecuencias físicas y sociales negativas, tales como interferencia en la recuperación nutricional, lesiones osteomusculares e inasistencia a actividades con amis tades.
Otras conductas destinadas al control del peso, ta les como consumo disminuido o aumentado de líqui dos, masticar frecuentemente chicle sin azúcar, abuso de endulzantes, uso de diversas sustancias con el fin de suprimir el apetito o bajar de peso (cafeína, té, tabaco -fumar-, drogas ilegales y suplementos nutricionales), y abuso de otros suplementos, como barras y polvos de proteína, y creatina (esto último en varones activos en el gimnasio)2,52,53,54.
Conductas de chequeo corporal, que incluyen pe sarse frecuentemente, mirar, tocar o medir reiterada mente algunas partes del cuerpo (por ej., abdomen, muslos y protuberancias de huesos específicos), mirar se repetidamente al espejo, y comparar el cuerpo con el de otros. Están destinadas a monitorizar el peso y/o figura de manera obsesiva. Por el contrario, pueden existir conductas de evitación corporal, como rehusar pesarse o evadir los espejos.
Otros comportamientos relacionados con la ali mentación, como, por ejemplo, contar calorías, escon der o botar comida para evitar ingerirla, mentir para no comer, preparar las propias comidas para controlar su composición, cocinar para los demás sin comer lo que se prepara, y esconder la baja de peso usando ropas sueltas.
Los síntomas psicológicos asociados al TCA, que comprenden irritabilidad, disminución del ánimo, tendencia al aislamiento, aumento de la ansiedad (es pecialmente a las horas de comida), autocrítica gene ral, dificultad para concentrarse debido a preocupa ción por la alimentación, el peso y la figura, y conducta suicida13,55.
Tras los anteriores se encuentra la llamada Psicopatología del TCA, consistente en preocupación excesiva por el peso y la figura, sobrevaluación de su impor tancia en la autoestima, miedo intenso a ganar peso (incluso estando con bajo peso), insatisfacción con la imagen corporal importante y persistente (con distor sión de ella en la AN y percepción de “estar gordo” a pesar del bajo peso), y minimización o negación de la severidad de los síntomas55,56. En la AN existe muy poca conciencia de problema y la posibilidad de ingresar a tratamiento, y tener que recuperar peso, constituye una amenaza para los pacientes. En la BN existe mayor predisposición al cambio debido a la vivencia negativa de parte de los síntomas (atracones, purgas y -cuando existe- aumento de peso) pero a la vez resistencias a dejar algunas conductas percibidas como útiles para el control del peso (por ej., la restricción alimentaria). Por ello, es común que los adolescentes con TCA tien dan a esconder o negar sus síntomas y se resistan a ser llevados a una evaluación.
Existen diversos síntomas médicos que pueden evi denciar los pacientes con TCA, los que son generados en su gran mayoría por la restricción de la ingesta, los déficits nutricionales, los atracones y las conductas compensatorias (Tabla 4). Las alteraciones al examen físico que pueden estar presentes en los TCA se espe cifican en la misma tabla. Respecto del estado nutri cional, la AN se asocia a bajo peso o desnutrición, en la BN suele existir eutrofia o sobrepeso, y en el TA se observa en general sobrepeso u obesidad53,57.
El diagnóstico de los TCA en los casos más preco ces (escolares o adolescentes tempranos) puede verse dificultado por limitaciones propias del desarrollo cog nitivo y psicológico en estas etapas de la vida, cuando existe poca capacidad para reconocer y expresar senti mientos y pensamientos, y, por lo tanto, de interpretar y justificar las conductas que se presentan58. En estos casos, es importante considerar la presencia de con ductas que indirectamente revelen los síntomas del TCA, en lugar de esperar que el joven los relate55. La presentación clínica evidencia también diferencias se gún sexo; los hombres presentan más deseo de aumen tar su musculatura que de adelgazar -con excepción de aquellos con AN59-, y Otros Trastornos Alimentarios y de la Ingestión de Alimentos Especificados con mayor frecuencia que las mujeres60.
Cabe señalar, que a lo largo del tiempo estos pa cientes transitan desde un tipo de TCA a otro con cier ta frecuencia, siendo la migración desde una AN res trictiva hacia una AN de tipo con atracones/purgas o una BN, aquella más habitual61. Por otra parte, dentro del curso de los TCA son frecuentes las recaídas62. 31% de los pacientes con AN recae dentro de los dos años si guientes al alta del tratamiento63 y 21-55% de aquellos con BN lo hace en un plazo de 19 meses64.
Tratamiento
Tanto el reconocimiento temprano, como el ma nejo adecuado de los TCA resultan cruciales para un pronóstico favorable50,65.
El tratamiento de estos adolescentes comprende manejo nutricional, psicológico, uso de psicofármacos para el TCA cuando está indicado, y abordaje de las complicaciones médicas y comorbilidades psiquiátricas50,66.
El manejo nutricional está dirigido a la corrección de las alteraciones nutricionales, la conducta alimenta ria y otros comportamientos destinados a un control ponderal no saludable, además de al establecimiento de un manejo saludable y flexible de la alimentación y el peso67.
El tratamiento psicológico está destinado a apo yar la adherencia al tratamiento multidisciplinario e indicaciones nutricionales; aumentar la motivación a mantener un peso saludable y cesar las conductas pro pias del TCA; desarrollar una comprensión compar tida de los problemas que subyacen al TCA; facilitar que el joven retome el desarrollo adolescente normal; y prevenir recaídas50,68). Diversas intervenciones psicoló gicas resultan útiles en estos casos, tales como la terapia conductual familiar (Family Based Therapy-FBT), Te rapia Cognitivo-Conductual y su versión “mejorada”, Terapia Interpersonal, Terapia Conductual-Dialéctica y Terapia Focalizada en la Adolescencia, varias de las cuales están respaldas por evidencia científica, aunque predominantemente en población adulta69-72. La FBT es la única que posee suficiente evidencia de efectividad en adolescentes con AN, por lo cual se plantea como tratamiento de primera línea en estos casos50,70.
El rol de los psicofármacos en el manejo de los TCA es limitado, con muy escasa evidencia en adolescentes, debiendo utilizarse principalmente para el tratamiento de la psicopatología comórbida73,74. En AN, se ha su gerido el uso de antipsicóticos con efectos sedativos, tales como la olanzapina, en casos en que el paciente se encuentra extremadamente agitado y con resistencia a la realimentación71. En adolescentes con BN, un es tudio clínico demostró que la fluoxetina en dosis usadas en adultos (60 mg/día) añadida a la psicoterapia de apoyo, disminuyó significativamente los atracones y purgas75. Sin embargo, la evidencia es aún limitada y poco generalizable en este grupo etario, aunque su uso es común, dada la extrapolación de los resultados positivos obtenidos en adultos72,76. Prácticamente no hay estudios que evalúen la efectividad de los psicofármacos en adolescentes con TA. La lisdexanfetamina, aprobada para este trastorno en adultos, podría ser una opción promisoria77.
Otro elemento esencial en el tratamiento de los TCA en adolescentes es la inclusión de los padres, quienes deben formar parte activa y central en el manejo42,50,74,78.
Por otra parte, los pacientes con TCA deben ser re gularmente monitoreados para detectar y manejar las complicaciones médicas asociadas a estas patologías y el síndrome de realimentación cuando corresponde. Asimismo, debe evaluarse y tratarse por la comorbilidad psiquiátrica que presenten2.
Existe consenso en que el tratamiento de los TCA en este grupo etario tiene que ser integral -dado el al cance biopsicosocial de estas patologías-, y realizado, de preferencia, por un equipo multidisciplinario espe cializado tanto en TCA como en adolescencia, por la complejidad de estas enfermedades y las particularida des de la etapa del desarrollo5. En forma idónea, tendría que contar con un pediatra especialista en adolescencia y profesionales del área de salud mental (psiquiatra y psicólogo) y de la nutrición (pediatra especialista en nutrición o nutricionista), más enfermeras y otros pro fesionales en los casos que requieran hospitalización5.
El tratamiento debiese comprender varios niveles de atención, articulados entre sí (ambulatorio, ambu latorio intensivo, hospitalización parcial/diurna, hos pitalización completa), de modo de satisfacer las dis tintas necesidades que puede presentar el paciente79. La severidad de la enfermedad, su duración, la seguridad del paciente y las preferencias familiares determinarán el nivel necesario de atención10. Cabe destacar que el tratamiento ambulatorio es el de elección para los ado lescentes y sólo debe recurrirse al manejo en otros ni veles cuando no es factible (por falta de disponibilidad o riesgo del paciente) o a fracasado74.
Conclusiones
Los TCA son enfermedades muy serias que habi tualmente se inician en la adolescencia y han ido en aumento en los países en desarrollo. Diversos factores obstaculizan su prevención, pesquisa y tratamiento ac tualmente en el país, siendo uno de ellos la escasez de capacitación de los profesionales de salud en este tema emergente, resultando esencial que los pediatras incre menten su nivel de conocimientos respecto de ellas.
Nota en relación con la terminología: En este ar tículo se utiliza el término “pediatra” para denominar a todos aquellos médicos que se dedican a la atención clínica de niños y adolescentes. Por otra parte, cuan do se hace mención de “el” o “los” adolescente(s) o joven(es), se está aludiendo a personas de diferentes sexos de estos grupos etarios, y bajo la denominación “padre o padres” se incluyen a la(s) madre(s) y a otros adultos que ejerzan el rol parental.