Kahlo y Trotsky: la historia de amor comunista en el México de los 30
Exploramos la intensa y prohibida conexión entre Frida Kahlo y León Trotsky en el México de los años 50, revelando una historia marcada por la pasión, la política y la clandestinidad en un contexto histórico turbulento.
Frida Kahlo era abiertamente comunista. Incendiariamente comunista. A veces, prohibitivamente comunista. León Trotsky venía de la Unión Soviética, tras el fracaso de su propio movimiento revolucionario. La ‘revolución permanente’, que publicó con la intención de criticar al gobierno soviético, le duró muy poco. Cuando el gobierno mexicano le abrió las puertas, decidió refugiarse en Coyoacán, donde vivían las personalidades de vanguardia del siglo XX. Nunca pensó que, después de huir por tanto tiempo, se iba a enamorar.
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Una persona incómoda
“Cuando Léon Trotsky llegó a México”, explica en entrevista el escritor francés Gérard de Cortanze, “dejó de ser el hombre que creó y dirigió el Ejército Rojo”. Después de años de huir del régimen soviético junto con su esposa, Natalia Sedova, y su hijo, llegó al país en 1937. De acuerdo con Natalia Kozlova, guía de turistas certificada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Trotsky “recibió una visa del presidente Lázaro Cárdenas”, apadrinado por el muralista Diego Rivera. “Trotsky era una persona muy incómoda para cualquier gobierno en ese momento”, explica la especialista.
“Trotski mantuvo una conspicua crítica contra el régimen de Stalin”, documenta el Archivo General de la Nación (AGN) de México, “que abrazó la violencia para terminar con la oposición que aún permanecía en la URSS”. Por ello, el Estado Mexicano le otorgó guardias especiales, detalla Kozlova.
Rivera admiraba la producción intelectual ácida de Trotsky. Le parecía un genuino revolucionario. Por lo que, según Kozlova, “le pidió a Frida Kahlo que lo acogiera en su casa a su llegada.” Fue así como el intelectual soviético llegó a la Casa Azul de Coyoacán, y se enamoró de una mujer casi 30 años más joven que él. Muy pronto, se gestó una relación amorosa entre dos comunistas: una mujer que nunca había ido a la Unión Soviética, y un hombre que le doblaba la edad, y venía huyendo de ahí.
“Cuando Natalia Sedova y Diego Rivera se enteraron”, detalla Kozlova, “claro que fue un escándalo”. Aunque que el muralista no tenía nada que reclamarle a Kahlo —por sus constantes infidelidades—, se encargó de sacar a Trotsky y su familia de su casa en Coyoacán. Muy pronto, encontraron un inmueble sobre la calle de Viena, a pocas cuadras de ahí, donde se establecieron de manera definitiva. Nunca se imaginaron que, a pesar de la protección del Estado Mexicano, hasta allá los vendrían a buscar del servicio de seguridad soviético (NKVD).
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¿Un romance revolucionario?
A Diego Rivera le preocupaba que Frida se involucrase con Trotsky, principalmente, “porque era una persona pública, y podría haber problemas”, detalla Kozlova. Aún así, el mismo año de su llegada a México, Kahlo le dedicó un autorretrato: “Para León Trotsky con todo cariño, dedico esta pintura, el día 7 de noviembre de 1937”. Las preocupaciones de su esposo, sin embargo, no estaban fuera de la realidad.
Mientras el intelectual soviético tenía una vida pública en México, el agente del NKVD, Ramón Mercader, empezó a entablar relaciones con su secretaria particular. Poco a poco, se ganó la confianza de la familia Trotsky. Se introdujo a sí mismo como un corresponsal belga, explica la especialista, “y llegaron a entablar cierta amistad”. Kozlova piensa que, seguramente, a Frida Kahlo le gustaba Trotsky por ser un hombre brillante, que hablaba varios idiomas y estaba a la cabeza del movimiento revolucionario en contra del régimen autoritario de Stalin. Su romance, sin embargo, fue de muy corto aliento.
De manera paralela, y a través de su estancia en México, Trotsky se enteró que los hijos de su primer matrimonio —que se habían quedado en la Unión Soviética— habían sido asesinados, así como la hija de Segova, que fue aprisionada por el régimen. Quizás, la suerte de su descendencia era el preludio anunciado de su propia muerte.
“Trotsky sabía que lo iban a matar”, explica Kozlova. “No fue una sorpresa para él”. Y en realidad, su estancia fue corta en México: apenas vivió tres años aquí. El 21 de agosto de 1940, León Trotsky murió en manos de Ramón Mercader, tras una emboscada nocturna dirigida por sus propios guardaespaldas. A sus honras fúnebres, acudieron más de 300 mil personas. Entre ellas, estaban Frida Kahlo y Diego Rivera.