Entre las dos orillas corre el río,
de César Vallejo, y la poética del
drama moderno
jorge dubatti
Universidad de Buenos
Aires
resumen
A partir de la teoría y la metodología de la Poética Comparada, este
artículo analiza la contribución de César Vallejo (1892-1938) al drama
moderno de visión marxista en Hispanoamérica. El análisis de Entre
las dos orillas corre el río, escrita en los años treinta y resultado de un
complejo proceso de reescritura, se detiene en la relación del texto con
la poética abstracta del drama moderno en versión ampliada, identifica
los procedimientos canónicos y los de ampliación.
Palabras clave: poética comparada, realismo, drama de tesis,
teatro marxista
abstract
Based on the theory and methodology of Comparative Poetics, this
article analyses the contribution of César Vallejo (1892-1938) to the
modern drama of Marxist perspective in Latin America. The analysis
of Entre las dos orillas corre el río, written in the thirties and the result
of a complex rewriting process, focuses on the relationship of the text
with the abstract poetics of modern drama in an expanded version,
identifies the canonical procedures and those of extension.
Keywords: comparative poetics, realism, thesis drama, marxist theater
1. Todas las citas de
la pieza se hacen por
la edición del Teatro
completo. Tomo I de
1979.
Entre las piezas teatrales más logradas (y vigentes) de César Vallejo
(Santiago de Chuco, Perú, 1892 – París, 1938), sobresale Entre las dos
orillas corre el río1, escrita en los años treinta y resultado de un largo
proceso de reescritura (Ballón Aguirre, 1979, pp. 95-97).
De acuerdo a la teoría y la metodología de la Poética Comparada
(disciplina derivada del Teatro Comparado), que estudia las poéticas en
su relación con la territorialidad (Dubatti, 2020a), la micropoética del
texto de Vallejo responde a la poética abstracta del drama moderno, o
drama realista de tesis, en versión ampliada (Dubatti, 2009).2
https://doi.org/10.5354/0719-6490.2022.69232
105
Pero, a diferencia de la mayoría de los cultores del drama moderno en
Hispanoamérica (que usan estas estructuras para tesis reformistas, que
no cuestionan radicalmente la organización social capitalista, como
sucede en la Argentina con los textos de Florencio Sánchez, Roberto J.
Payró, Samuel Eichelbaum, Alfonsina Storni, Ezequiel Martínez Estrada,
entre muchas/os otras/os) (Laurence, 2018), Vallejo se vale del drama
realista de tesis para ponerlo al servicio del pensamiento de izquierda
y de una defensa de la orientación política de la URSS, que concibe
como una construcción compleja y resistida por vastos sectores de la
sociedad rusa. Acaso su explícita dimensión política hizo que la pieza
no fuera estrenada e, incluso, desestimada.
Detengámonos brevemente en las características de la poética abstracta
del drama moderno. Se trata del drama realista destinado a proponer
una tesis transformadora de la realidad social. Esta poética teatral
(considerada en su dimensión triádica: estructura + trabajo + concepción,
Dubatti, 2014) es metáfora epistemológica (Umberto Eco)3 que encarna
en la dramaturgia, hacia 1870, los principales valores de la Modernidad
ya consolidada. El drama realista de tesis “pone en obra teatral” los
principios basales de la Modernidad: es la poética de mayor representación
histórica de la Modernidad4, tal vez la contribución más específica y
original que la Modernidad ha concretado en la historia del teatro mundial.
El drama moderno se propone como un teatro “útil” al servicio del
desarrollo de los valores de la Modernidad (Redmon, 1991). Ejemplos
canónicos de drama moderno son, con variaciones, cinco piezas de
Henrik Ibsen que contribuirán a irradiar esta poética: Los pilares de
la sociedad (1977), Una casa de muñecas (1879), Espectros (1881), Un
enemigo del pueblo (1882) y El pato salvaje (1884), textos que irradiaron
las estructuras del drama moderno, progresivamente, en todo el
mundo (Dubatti, 2006).
En el uso del término drama moderno nos diferenciamos de Peter
Szondi (1994, pp. 17-25) y Jean-Pierre Sarrazac, quienes llaman así al
que pone en crisis el “drama absoluto” (Kuntz y Lescot, 2013, pp. 82-83)
a través de procesos de modernización cuestionadores, inicialmente
generados por el último Ibsen (el de Juan Gabriel Borkman), August
Strindberg, Anton Chéjov, Maurice Maeterlinck y Gerhart Hauptmann
(Szondi, 1994, pp. 25-77), y luego profundizan el expresionismo, Bertolt
Brecht, Luigi Pirandello, entre otros.
106 . Jorge Dubatti
2. A partir del
desplazamiento de lo
particular a lo abstracto,
la Poética Comparada
distingue cuatro tipos
básicos de poéticas: las
micropoéticas o poéticas
de individuos poéticos
(la poíesis considerada
en su manifestación
concreta individual);
las macropoéticas o
poéticas de conjuntos
(integrados por dos o más
individuos poéticos); las
archipoéticas o poéticas
abstractas, modelos
teóricos, lógicos, de
formulación rigurosa y
coherente, disponibles
universalmente,
patrimonio del
teatro mundial y
no necesariamente
verificables en la
realización de una
micropoética o una
macropoética; las
poéticas incluidas o
poéticas enmarcadas
de segundo grado
(poéticas dentro de las
micropoéticas). Para un
desarrollo más amplio,
véanse Dubatti, 2012,
pp. 127- 142, y 2014, pp.
21-54.
3. “El modo de
estructurar las formas
del arte refleja –a
guisa de semejanza,
de metaforización, de
apunte de resolución del
concepto en figura– el
modo como la ciencia o,
sin más, la cultura de la
época ven la realidad”
(1984, pp. 88-89).
4. La Modernidad
propone un conjunto
de coordenadas que
se hacen forma teatral
en el drama moderno,
en resumen: progreso
(significación global,
pensamiento totalizador,
universales), saber
es poder (dominio
de la realidad,
cientificismo), laicización
y antropocentrismo,
igualación social y
democratización, lo
nuevo como valor
(cuestionamiento y
superación crítica de
lo anterior), teatro útil
a la burguesía (visión
materialista, racionalista,
objetivista, pragmática),
el teatro como escuela y
el teatrista como guía. Al
respecto, véase Dubatti,
2009, pp. 21-31
5. Escriben Kuntz y
Lescot: “El drama,
definido como un
‘acontecimiento
interhumano’ en su
presencia, es absoluto
en cuanto excluye
todo elemento
exterior al intercambio
interpersonal que
expresa el dialogo” (2013,
p. 82).
Desde nuestro punto de vista, es justamente el drama moderno el que
asume por primera vez el “drama absoluto”5 en la historia del teatro,
diferenciándose del drama de los siglos anteriores, que podemos
llamar “drama liminal” por su porosidad y apertura a lo que está fuera
de la situación del diálogo (Szondi, 1994, p. 18).6 Por primera vez el
drama realista de tesis genera la ilusión de autosuficiencia dramática,
de burbuja ficcional encerrada en sí misma, a diferencia del drama
liminal de los siglos anteriores que se manifiesta abierto, fusionado a
la presencia del público y el convivio en el acontecimiento teatral, a
través de prólogos, coros, parábasis, epílogos, auto-referencia teatral,
así como múltiples alocuciones dirigidas al espectador, desde el
texto, la actuación, la ubicación del público, etc. Si el drama moderno
realista busca la ilusión de un orden dramático cerrado en sí mismo,
“ajeno” al acontecimiento de presencia del espectador (transformado
en un observador a través de la “cuarta pared”), el “drama liminal” (en
sus diferentes formas: la tragedia y la comedia griegas, la comedia
latina, la commedia dell’arte, el drama barroco y el neoclásico, el
drama romántico, etc.) entreteje lo dramático y lo no-dramático de la
representación (como hemos señalado en otra oportunidad, Dubatti,
2020a, pp. 51-108).7
El proceso de constitución de la poética del drama moderno nos
reenvía al siglo XVIII y la emergencia del drama burgués (puede
considerarse El mercader de Londres, de George Lillo, en 1731, como su
punto de partida, Burello y Goldzycher, 2017; Szondi, 2016, pp. 29-103).
Se consolida como poética en las tres últimas décadas del siglo XIX
(Esslin, 1997; Holland y Patterson, 1997) y se irradia al mundo. Desde
entonces se ha desarrollado y sigue desarrollándose en al menos seis
versiones (canónica, ampliada, de fusión, crítica, paródica, disolutoria,
como veremos enseguida en síntesis), lo que demuestra la potencia de
productividad de esta poética, viva hasta hoy.
La poética abstracta del drama moderno propone un modelo
mimético-discursivo-expositivo que trabaja con una nueva concepción
del teatro, la objetivista, sustentada en cinco principios: a) el ser
del mundo es objetivo, por lo que el mundo puede ser investigado
y la Humanidad puede observarlo, conocerlo, medirlo y hacer
predicaciones (tesis) sobre él a partir de un principio de verdad que
se sustenta en las constataciones —observación de las recurrencias y
Entre las dos orillas corre el río, de César Vallejo, y la poética del drama moderno . 107
comprobaciones— del régimen de experiencia empírica; b) contra la
idea aristotélica de que el arte debe diferenciarse de la vida (Aristóteles,
2011, cap. IX), la concepción objetivista sostiene que el ser del arte
puede ser complementario con el ser del mundo real: el arte, si bien
tiene rasgos específicos, posee la capacidad de mimetizar sus mundos
poéticos (ficcionales) de acuerdo a las reglas de funcionamiento del
régimen de experiencia empírica; c) el procedimiento fundante es la
ilusión de contigüidad entre mundo y arte: la dinámica de relación
entre el ser del mundo y el ser del arte debe estar definida por la
adecuación del segundo al régimen del primero; d) el tipo de escena
canónica en materia de arte teatral es la realista, sustentada en el
artificio de ilusión de contigüidad (metonimia) entre los mundos real y
poético; e) el estatuto del artista es el de un observador del mundo real
y un reproductor (reconstructor, recreador) de ese mundo en el arte (la
función del arte consiste en re-crear en la esfera poética las condiciones
de funcionamiento de la empiria, con el objetivo de volver a ver la
empiria, de verla mejor, de predicar sobre ella y, recursivamente, de
incidir desde el arte en el mundo real). Especialmente en su vertiente
naturalista, la concepción objetivista del teatro se funda en la ciencia
y la ilusión de cientificismo (Bastos, 1989; Chevrel, 1982; Zola, 2002).
El drama moderno opera como mímesis realista en tanto posee la
capacidad de someter los mundos poético-ficcionales al régimen de
experiencia del mundo natural-social objetivo. Es discursivo, porque
se basa en la fluidez de la palabra dentro de la situación escénica,
no cuestiona la posibilidad de contar con un alto caudal lingüístico:
la acción verbal es un componente insoslayable de su poética,
a veces más relevante que la acción física. Es expositivo, porque
los intercambios verbales son puestos al servicio de la exposición
redundante de una tesis, del análisis, conocimiento y predicación sobre
el mundo, para conocerlo mejor e incidir en él.
El drama moderno canónico trabaja con las tres dimensiones del
realismo destacadas por Darío Villanueva (2004): realismo genético,
formal y voluntario. El realismo del drama moderno presenta estas tres
dimensiones: la de la presuposición y consecuente sujeción al régimen
de experiencia empírica propio del mundo o la realidad objetiva; la
de una lógica interna del texto dramático y del texto escénico, que
plantea un vínculo con la especificidad de lo artístico, la negatividad
característica de la autonomía; la de la participación del espectador
108 . Jorge Dubatti
6. El concepto de
liminalidad plantea la
conexión, la umbralidad,
el pasaje, el territorio
común, la fusión o la
tensión/fricción entre
lo dramático y lo nodramático, entre el drama
y la vida, entre el drama
y las otras artes, entre el
drama y otros campos
de acontecimiento (la
salud, el rito, la fiesta, la
educación, la política,
la ciencia, etc.). Véase
Dubatti, 2017.
7. En el libro mencionado
proponemos que,
en lugar de pensar la
secuencia pre-drama,
drama y pos-drama,
deberíamos realizar
una historia comparada
de las relaciones
entre lo dramático y
lo no-dramático en
las poéticas del teatro
mundial. Lo cierto es
que el teatro nace como
acontecimiento liminal,
y radicaliza su voluntad
de reconcentración del
drama sobre sí mismo
con el realismo moderno
(a partir de la segunda
mitad del siglo XIX).
quien, para que haya realismo, debe partir de la aceptación de la
convención realista, incluso cuando es consciente de la especificidad
artística de la obra y sus convenciones. Podemos sintetizar los rasgos
estructurales del drama moderno en seis ángulos interrelacionados y
a la vez subsumidos al efecto de ilusión de contigüidad entre mundo
real objetivo y mundo poético: realismo sensorial, narrativo (o de la
historia), referencial, lingüístico, semántico y voluntario (este último en
la pragmática del espectador) (Dubatti, 2009).
A través de las décadas, tal como observa la Poética Comparada,
el drama moderno fue generando al menos seis versiones de su
poética (señalemos entre paréntesis casos de textos dramáticos
representativos): 1. la versión canónica (Una casa de muñecas, de
Ibsen, 1879); 2. la versión ampliada, en la que la estructura canónica
del drama realista de tesis presenta intertextos de otras poéticas
subordinadas (Arthur Miller, drama moderno e intertextos de la
narrativa del cine en La muerte de un viajante, 1949); 3. la versión
fusionada del drama moderno con otra poética, donde el drama
moderno ya no subordina sino comparte procedimientos (Eugene
O’Neill, El mono velludo, 1922); 4. la versión crítica o cuestionamiento
interno de la versión canónica: se trata de una versión avanzada por su
capacidad de síntesis y economía sobre la organización de la poética
canónica, y que recurre a intertextos de otras poéticas, como en el
teatro épico y el realismo crítico-dialéctico de Bertolt Brecht (El círculo
de tiza caucasiano, 1948); 5. la versión paródica, que trabaja sobre
el modelo de la repetición y la transgresión de componentes de la
versión canónica del drama moderno (La cantante calva, de Eugene
Ionesco, 1950); 6. la versión disolutoria o versión negativa, cuya poética
resulta del ejercicio de violencia sistemática contra los fundamentos
del drama moderno canónico (Máquinahamlet de Heiner Müller, 1977).
Las estructuras y concepción del drama moderno son tan potentes
que permiten leer, en sus mutaciones, parte principal de los procesos
poéticos del teatro desde 1870 hasta hoy.
Como ya señalamos, la micropoética de Entre las dos orillas corre el río
se relaciona con la poética abstracta del drama moderno, en versión
ampliada. La obra de Vallejo pone en escena las dificultades de la
aceptación social de la revolución, no las oculta; observa la vitalidad
de la reacción. El fundamento de valor de su drama radica en que hay
Entre las dos orillas corre el río, de César Vallejo, y la poética del drama moderno . 109
que hacerse cargo de ese conflicto, que vuelve las cosas más difíciles
de lo esperado para la revolución. Se centra en cómo esos conflictos
resuenan en el seno de una familia de la aristocracia desplazada, la
de Varona Gurakevna Polianov, esposa del príncipe Osip Petrovitch
Polianov (recordemos que, en algún momento de la escritura de esta
pieza, Vallejo pensó en llamarla “Varona Polianov” o “Polianova”).
En una concesión al naturalismo (Chevrel, 1982), Varona padece un
desequilibrio emocional, una “neurosis” (p. 169), una “depresión
horrible” (p. 156) generada por la pérdida de su status social en 1917
y por los comportamientos de su marido, esto la llevará a perder el
control y “la razón” (p. 168) y asesinará a Zuray, justamente su hija más
querida. Si seguimos la caracterización del tragema planteada por Jan
Kott (El manjar de los dioses), este drama moderno deviene en tragedia:
Vallejo actualiza el tragema “una madre mata a su hija”. El impacto
patético de esta escena final busca no solo al clímax dramático, sino
que parece destinado al lucimiento de la actriz que encarna a Varona
(en la misma línea de los finales de Espectros de Ibsen o Los muertos
de Florencio Sánchez).
Vallejo representa una Moscú bajo el régimen revolucionario impuesto
en 1917. El “Prólogo” transcurre “pocos años después de la revolución”
(p. 101); los actos que siguen, con diferencias, entre la década del veinte
y comienzos de la del treinta. Vallejo precisa que el Acto II ocurre “13
años después de la revolución” (p. 148). A través de los actos I a III irá
cambiando la relación de Varona con su esposo, del ir a rescatarlo de
la borrachera, cuando todavía viven juntos (Cuadro 2 del Acto I), a la
tentación y rechazo de su regreso (Cuadro 3 del Acto I) y la noticia de su
muerte (Acto III, p. 156).
Vallejo muestra un territorio en ebullición política de choque, polémica
y resistencia con las ideas contra-revolucionarias, que se oponen al
desarrollo del comunismo. La inmensa urss, su diversidad social e
intra-territorial, están lejos de ser un espacio político homogéneo o la
utopía comunista realizada. Como dice Varona respecto de su familia,
“la casa es un avispero diario. No hay conversaciones que no terminen
en disputas políticas” (p. 126). La “casa” y “la familia” operan, a la vez,
como metáfora y metonimia de la urss.
110 . Jorge Dubatti
Dentro de la familia los hermanos están enfrentados ideológicamente:
“No se diría dos hermanos sino dos adversarios que van a saltarse a
la cara” (p. 132). Batallan, por ejemplo, leyendo en voz alta, al mismo
tiempo, un texto de Marx y un libro religioso (p. 133), “simultánea y
confusamente, a todo registro” (p. 134). La hija que se hará comunista,
Zuray, pasa en limpio la compleja situación familiar: “Mi madre, mi
hermana y mi hermano mayor tienen ideas completamente opuestas a
las mías y a las de mi otro hermano. Hay en casa dos frentes enemigos,
en lucha permanente, no ya solamente sobre cuestiones sociales y
políticas, sino sobre las más fútiles banalidades cotidianas…” (p. 152).
En el club de komsomolkas, se discute esa heterogeneidad generada
por “la revolución operada en la vida de la familia”: “La realidad social
de esta materia es demasiado densa, cambiante, contradictoria y hasta
caótica, para que cualquier adolescente logre obtener de ella una
noción sintética, concreta y determinada” (p. 147). Pero como explica
Ilitch (sin duda portavoz del pensamiento de Vallejo), “estos defectos
no son más que una manifestación de los trastornos naturales y
propios del desarrollo de una nueva sociedad” (p. 129).
“Una realidad revolucionaria”, afirma la komsomolka 1 en la asamblea
del Acto II, “es una realidad en transformación constante, a saltos,
trepidante, y a velocidades diferentes” (p. 148) y esas velocidades
diversas hacen que “en este dominio como en muchos otros no
se puede avanzar a toda y pura máquina” (p. 149). En la asamblea
se evocan las palabras de Lenin, valorizadas por Vallejo como
componente principal del espíritu de la nueva sociedad: “La revolución
debe hacerse con el mínimum de dolor posible para explotadores y
explotados” (pp. 153-154). Y en palabras de la joven Leska, “la revolución
social no va contra el amor a la familia” (p. 152), por más que esta sea
reaccionaria. Vallejo insiste en diferenciar lo personal de lo social: “Mis
ideas, madre, sólo tienen un carácter colectivo; tu vida y tu persona, es
otra cosa, individual, familiar…”, observa Zuray a Varona (p. 166).
Revolución y contra-revolución son las “orillas” a las que hace alusión
el título, pero con un sentido de cambio histórico inscripto en el
símbolo del río que muta permanentemente sus aguas.
¿Cuál es la tesis de Entre las dos orillas corre el río? Que los padres
burgueses o aristócratas (y por extensión todas las expresiones contra-
Entre las dos orillas corre el río, de César Vallejo, y la poética del drama moderno . 111
revolucionarias) no deben interferir en la voluntad política de sus hijos
comunistas (que representan, por extensión, todos los sectores que
impulsan la revolución). El tío de Varona, Boris, también un
aristócrata desplazado pero resignado, en tanto personaje-delegado,
explicita la tesis: le aconseja a su sobrina “no oponerse a su manera de
pensar” [de los hijos], “no perseguirles por sus ideas” (p. 127).
Los padres deben permitir que los jóvenes, sensibles a la
transformación, lleven adelante la revolución, porque es “para el bien
de todos” (p. 127).
La tesis se expresa, como en todo drama moderno, a través del
análisis de la historia central que se cuenta (la relación de Varona con
sus hijos) y de las historias secundarias (las de Leska y otros niños y
adolescentes); de la explicitación de personajes-delegados (que se
hacen cargo de verbalizar la tesis) y de una red simbólica o entretejido
de imágenes. Desde los diversos ángulos de construcción poética se
construye una isotopía semántica (el texto vuelve a exponer una y otra
vez, con variaciones, la tesis), se garantiza así la comunicación de una
determinada predicación sobre el mundo a través de la redundancia
pedagógica. Como en el drama moderno (consolidado hacia 1880 con
los textos de Henrik Ibsen, August Strindberg, Gerhart Hauptmann,
Hermann Sudermann, entre muchos otros), la intención de la tesis
es transformar críticamente la sociedad. Vallejo sigue los valores del
drama moderno al pie de la letra.
Vallejo no trabaja en esta pieza con el realismo socialista. A diferencia
de Los pequeños burgueses de Máximo Gorki, recurre a las estructuras
del drama moderno y no del melodrama realista-socialista. No
convierte, en forma maniquea, a los revolucionarios en personajes
positivos y a los contra-revolucionarios en personajes negativos. No
propone entelequias del Bien y del Mal, sino una complejidad de la
mirada del mundo más cercana al realismo objetivista. El personaje
contra-revolucionario de Varona no es precisamente un personaje
negativo (entelequia del Mal, villano de melodrama), sino un personaje
estratificado por una densidad de niveles y contrastes. Es caracterizada
por su esposo como: “¡El bien habita en ella, en mí el mal!” (p. 120).
Vallejo busca establecer un planteo no “simplista” (p. 148, p. 151).
Varona tiene rasgos positivos: es víctima de su marido, ama a sus hijos
y se preocupa por ellos, quienes a su vez le expresan su amor.
112 . Jorge Dubatti
Vallejo le da la palabra a los contra-revolucionarios (especialmente a
Varona, a sus hijos Niura y Wladimiro, al Padre Vakar) para desplegar en
profundidad la subjetividad de los enemigos de la revolución en toda
su complejidad. Escuchamos sus razonamientos y sus emociones, su
historia, su configuración ideológica clasista. Vallejo no los trivializa:
plantea esa cosmovisión como una forma de estar en el mundo con
su propio régimen de afecciones y argumentos. Vallejo le hace decir a
Wladimiro: “Si ellos tienen sus ideas, nosotros tenemos las nuestras”
(p. 161). Es frecuente en el drama moderno trabajar sobre el choque
de concepciones consideradas en su densidad histórica, pero sin
simplificarlas.
Las experiencias de los personajes niños o adolescentes (Saloja, Zuray,
Leska), que deben elegir entre la revolución y la contra-revolución, es
desarrollada por Vallejo con múltiples matices y poniendo el acento
en su dimensión dinámica, no cristalizada, justamente para acentuar
esa complejidad de elección. Es revelador al respecto el cuadro de la
asamblea, en el que se cuentan experiencias diversas de aprendizaje
respecto de la revolución en familias contra-revolucionarias.
Para exponer la subjetividad contra-revolucionaria, Vallejo recurrirá a
numerosos personajes-contra-delegados, encargados de explicitar la
visión contraria a la tesis. El primero es el Padre Vakar, quien en una
peripecia realmente inesperada pierde el control cuando se entera
de la confesión del moribundo Atovov. Creemos que es un acierto
por parte de Vallejo expresar la contra-revolución a través de esta
peripecia, que le permite al religioso expresar su indignación por el
“demonio bolchevique” y reclamar por la “Iglesia ultrajada” (p. 103).
Sin duda quienes más argumentan a favor de la contra-revolución son
Varona y sus hijos Niura y Wladimiro. Vallejo construye dos encuentros
personales-familiares en el que la oposición revolución / contrarevolución tiene un desarrollo extraordinario: en el Cuadro 3 del Acto I
y en el Acto III.
Vallejo también recurre a los personajes-delegados, diseminados
en diferentes puntos de la obra: Boris, Ilitch, las komsomolkas, y
especialmente Zuray. La síntesis de la tesis es expuesta por la hija que
será asesinada por la madre. Zuray la expone con “expresión penetrada
e iluminada” (p. 173):
Entre las dos orillas corre el río, de César Vallejo, y la poética del drama moderno . 113
Perdóname el haber venido al mundo pero no me prohíbas que
sea yo sincera contigo. No te enojes si te digo, desde lo más
profundo de mi ser: ¡el Soviet, madre, salvará la humanidad! Tu
ruina, tus infortunios, tus amarguras, todo acabará poco a poco y
más pronto de lo que tú te figuras. Por encima de todos nuestros
dolores, rencores y luchas de hoy y, precisamente por desgracia
[sic], aprecio de estas penas y amarguras una sola cosa, madre,
va a triunfar: la humanidad justa, fraternal, ¡la humanidad del
porvenir! […] Es esta humanidad del porvenir la que cobra voz
para decirte: ‘¡Corazón de madre, no te apegues demasiado a
la hija de tu carne individual, perecedora, susceptible de serte
arrebatada hoy o mañana por la muerte o por otra contingencia
del destino. De este dolor histórico y social que ahora te
desgarra las entrañas estás dando la luz a los hijos del futuro, a
generaciones innumerables, vidas libres y sin fin, cuya hermosura,
cuya fuerza y cuyo poder de amor y pensamiento pueden ya
colmarte de una dicha que mujer alguna gozó nunca en la tierra!’.
Y es esta misma humanidad del porvenir que te dice todavía:
‘Varona Gurakevna, entierra para siempre tu pasado. Olvida la
mujer que fuiste. ¡Abre tu corazón al sacrificio!’. (Zuray pone los ojos
como transfigurados en Varona). (p. 173)
Vallejo utiliza los principales procedimientos del drama realista de
tesis, pero al mismo tiempo los amplía con artificios dramáticos
provenientes de otras poéticas. Señalemos en primera instancia su
deuda con el drama moderno canónico y el realismo teatral entendido
como ilusión de contigüidad entre el mundo poético (lo representado)
y el mundo empírico (la sociedad contemporánea en la URSS):
•
Ángulo sensorial: Vallejo propone una imagen realista de escena
y extraescena (por ejemplo, cuando se escuchan las voces de los
vecinos en Cuadro 3 del Acto I) a través de la información sensorial.
•
Ángulo de la historia: construye la pieza a través de la
combinación entre escena (recurso prioritario), relato interno (de
personaje a personaje) y elipsis (cortes en el discurso que no se
hacen cargo de la historia), estableciendo saltos en el tiempo;
se vale de los encuentros personales-familiares, la gradación de
conflicto (la transformación de Varona hasta el desenlace trágico) y
la oposición de caracteres (por ejemplo, dos hijos revolucionarios
114 . Jorge Dubatti
y otros dos contra-revolucionarios, las diferentes reacciones de
las jóvenes en la asamblea en la relación sus familias); utiliza un
cronotopo urbano de la contemporaneidad, sincronizado con el
tiempo de las/los espectadores.
•
Ángulo referencial: construye la cohesión del campo referencial
interno (Harshaw, 1984) y multiplica los anclajes para la
referencialidad externa con la realidad contemporánea de la URSS
(por ejemplo, los personajes referenciales de la revolución y la
contra-revolución, así como el mecanismo de las asambleas).
•
Ángulo lingüístico: utiliza la prosa, vasto caudal verbal para la
expresión de los personajes, didascalias conativas, así como una
lengua que mimetiza con el habla contemporánea.
•
Ángulo semántico: tesis realista, personajes-delegados y contradelegados, red simbólica, isotopía y redundancia pedagógica.
•
Ángulo voluntario: diseña un espectador implícito (Dubatti,
2020b) que voluntariamente acepta los principios fundantes del
pacto realista, es decir, la ilusión de contigüidad entre mundo
poético y mundo empírico, la capacidad de comprender y asumir
la tesis, la voluntad de transformar el mundo llevando la tesis a la
práctica social, así como la concepción del teatro como una lupa o
instrumento que deja ver mejor la realidad social y política.
Detengámonos en aquellos procedimientos que provienen de otras
poéticas y cuyos artificios Vallejo emplea para dinamizar las estructuras
del drama moderno (versión ampliada):
•
El expresionismo (objetivación escénica de los contenidos
de la subjetividad, Dubatti, 2009, pp. 125-135), en este caso
expresionismo subjetivo, o de personaje, en el episodio de la
estatua de Lenin que cobra vida para el borracho Mukinin (Cuadro
1 y 2 del Acto I). No debe confundirse con un procedimiento de
teatro “fantástico”, sino como proyección/representación de una
alteración interna en la conciencia/percepción de Mukinin.
•
El trabajo con el disfraz que permite al príncipe Osip hacerse pasar
por Stalin (Cuadro 2 del Acto I), artificio común en el teatro anti-realista,
y especialmente en el drama liminal anterior al drama moderno.
Entre las dos orillas corre el río, de César Vallejo, y la poética del drama moderno . 115
•
El “Prólogo”, su tema (no ligado en forma directa a la historia de
Varona y su familia) y su distancia temporal con la historia central.
•
El final trágico, de impacto patético, que apela al lucimiento de la
actriz en la tradición del teatro de “estrellas” o capocómicos.
•
La procedencia poética de estos procedimientos es heteróclita,
pero manifiestan la voluntad de Vallejo de no someterse a un
realismo canónico y de rescatar recursos teatrales que vuelven más
pregnante su drama.
Con Entre las dos orillas corre el río Vallejo realiza un aporte singular a
la historia del drama moderno en Hispanoamérica, y especialmente a
las poéticas teatrales de la izquierda en nuestro continente. Hablamos
además de vigencia de su texto porque hoy la tensión revolución /
contra-revolución representada en su obra ilumina, metafóricamente, los
conflictos de la “grieta” entre derecha y progresismo en nuestros países.
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Recepción: 19/10/2022
Aceptación: 8/11/2022
Cómo citar este artículo:
Dubatti, J. (2022). Entre
las dos orillas corre el
río, de César Vallejo, y
la poética del drama
moderno. Teatro, (8),
105-118. https://doi.
org/10.5354/07196490.2022.69232
118 . Jorge Dubatti