Paul Auster y su esposa Siri Hustvedt: la historia de amor de dos escritores excepcionales
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Paul Auster y su esposa Siri Hustvedt: la historia de amor de dos escritores excepcionales

Ambos autores estuvieron juntos desde los años 80, tuvieron una hija, Sophie, y ganaron el premio Princesa de Asturias de las Letras.

  • Siri Hustvedt y Paul Auster. Foto: Tomada de la cuenta de Instagram de Siri Hustvedt.
    Siri Hustvedt y Paul Auster. Foto: Tomada de la cuenta de Instagram de Siri Hustvedt.
02 de mayo de 2024
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El matrimonio de Paul Auster y Siri Hustvedt era quizá el matrimonio más famoso y envidiable de las letras y la cultura.

Y no porque ambos fueran escritores, sino porque ambos tenían, además de un amor pululante, el mismo premio en casa: el Princesa de Asturias de las Letras.

Pues mientras Auster lo consiguió en el 2006, Hustvedt hizo lo propio en el 2019.

Se alegró por mí, igual que yo me alegré cuando se lo dieron a él en el 2006. Es maravilloso que dos personas de la misma familia tengamos el mismo premio”, expresó Hustvedt luego de recibir el galardón.

Pero su amor había comenzado mucho antes de eso: en 1981, pues cuando ella tenía 26 y él 34 (estaba recién separado de la también escritora Lydia Davis, con quien tuvo a su hijo Daniel que murió en 2022 por una sobredosis) alguien los presentó en una lectura de poesía en la que Auster participaba.

Según contaba la misma Hustvedt ella se enamoró de inmediato y “él tardó un poco más, un par de horas”.

Poco tiempo después tuvieron a una niña, Sophie, y sus carreras como escritores crecieron juntas: “Paul Auster publicó su primera novela en 1982, Jugada de presión, pero en 1985 publicó quizás una de sus obras cumbres, la Trilogía de Nueva York. En tanto, Siri Hustvedt tuvo su debut en 1983 con el libro de poemas Leer para ti, pero en 1992 tuvo su brillante estreno en la narrativa con Los ojos vendados”, reseñó el diario La Tercera.

Y aunque Auster comenzó a publicar con la Anagrama, muy pronto con Hustvedt compartió la misma casa editoria, Seix Barral.

Él está enamoradísimo de su mujer y muy orgulloso de su hija. En cada entrevista habla de ellas”, recuerda Elena Blanco, ex jefa de prensa de la editorial a La Vanguardia, sobre el vínculo que se había gestado entre los dos, y anotó: “Ella me impactó mucho. Tiene esa capacidad para explicar conceptos complejos con palabras sencillas. Es muy cercana y trabajadora. Físicamente, impone, claro. Tan alta y nórdica. No he llegado a vivir lo que me pasó con Elvira Lindo, a quien un periodista en Castellón le preguntó si su marido [Antonio Muñoz Molina] le corregía las novelas, pero casi”.

Y es que no es para menos: Hustvedt nunca estuvo a la sombra de Auster, estuvo siempre a su lado y se creó una carrera que habla por sí misma.

Realizó sus estudios de licenciatura de Historia en el St. Olaf College y su doctorado en Inglés en la Universidad de Columbia, cuya tesis doctoral abarcó la obra de Charles Dickens y se titula Figures of Dust. A Reading of “Our Mutual Friend”.

Y aunque se ha destacado como novelista con obras como El hechizo de Lily Dahl, Todo cuanto amé, Elegía para un americano, El verano sin hombres, El mundo deslumbrante y Recuerdos del futuro; también ha explorado el mundo de los ensayos interdisciplinarios, la poesía y el cuento publicándolos periódicamente en The Art of the Essay, Best American Short Stories, The Paris Review, The Yale Review y la revista Modern Painters.

Es decir, ha sido una autora dedicada, por ello en el 2012 le entregaron el Premio Internacional Gabarrón de Pensamiento y Humanidades por “su labor investigadora y sus ideas sobre filosofía, neurociencia o psicología”.

Mientras que en el 2019 le fue otorgado el Premio Princesa de Asturias de las Letras “por toda una obra sustentada en el feminismo, el arte y la ciencia”.

Sin contar con que ha recibido doctorados honoris causa por la Universidad de Oslo, la Universidad Stendhal de Grenoble y la Universidad de Maguncia de Mainz.

Sin embargo, todo lo aquí escrito, que parece gloria, estuvo opacado en los últimos años por un cáncer que padecía Auster y del que poco se supo, aunque cada tanto la misma Siri Hustvedt hacía las veces de vocera en medio de la quimioterapia y la enfermedad, publicando recuerdos de la vida cotidiana en su cuenta de Instagram.

Por eso llamó la atención entre muchos usuarios de la red social, que ella no publicara algo sobre la muerte de su esposo al conocerse la noticia de que había muerto este 30 de abril.

No obstante, este dos de mayo hizo un último posteo para comentar detalles, que dejamos a continuación:

Fui ingenua, pero había imaginado que sería yo quien anunciaría la muerte de mi marido, Paul Auster. Murió en su casa, en una habitación que amaba, la biblioteca, una habitación con libros en cada pared, desde el suelo hasta el techo, pero también con ventanas altas que dejaban entrar la luz. Murió con nosotros, su familia, a su alrededor el 30 de abril de 2024 a las 6:58 p.m. Algún tiempo después, descubrí que incluso antes de que sacaran su cuerpo de nuestra casa, la noticia de su muerte ya circulaba en los medios y se habían publicado obituarios. Ni a mí, ni a nuestra hija Sophie, ni a nuestro yerno Spencer, ni a mis hermanas, a quienes Paul amaba como a sus propias hermanas y presenciaron su muerte, tuvimos tiempo para asimilar nuestra dolorosa pérdida. Ninguno de nosotros pudo llamar o enviar correos electrónicos a nuestras personas queridas antes de que comenzaran los gritos en línea. Nos robaron esa dignidad. No conozco la historia completa de cómo sucedió esto, pero sé esto: está mal.

Paul nunca abandonó Cancerlandia. Resultó ser, en palabras de Kierkegaard, la enfermedad mortal. Después de que los tratamientos fracasaron, su oncólogo le ofreció quimioterapia paliativa, pero él dijo que no y solicitó cuidados paliativos en casa. Muchos pacientes experimentan los estragos del tratamiento del cáncer, y algunos se curan, pero lo que el mundo de la medicina llama cortésmente ‘efectos adversos’ fácilmente se convierte en una realidad en cascada de una crisis tras otra, causada no por el cáncer, sino por el tratamiento. Las inmunoterapias, que actúan a nivel molecular, pueden ser particularmente peligrosas. Un “efecto” puede poner en peligro la vida y requerir una intervención dramática, lo que a su vez provoca otro efecto que amenaza la vida, que exige mayor intervención, y el cuerpo agredido se debilita cada vez más.

Paul ya había tenido suficiente. Pero nunca, ni con palabras ni con gestos, dio muestras de autocompasión. Su coraje estoico y su humor hasta el final de su vida son un ejemplo para mí. Dijo varias veces que le gustaría morir contando un chiste. Le dije que eso era poco probable y él sonrió.

Les dejo con la última frase de la última novela de Paul, Baumgartner. No fingiré que cuando me lo leyó no sentí la gravedad de su significado. Entonces estaba enfermo, sufría fiebre todas las tardes y, aunque aún no se había hecho un diagnóstico de cáncer, tenía la poderosa sensación de que a él y a mí no nos quedaba mucho tiempo juntos, pero nótese la ambigüedad, la suave ironía. , el rechazo de lo final, lo absoluto, lo rígido o categórico. El querido anciano de Paul ha tenido un accidente automovilístico:

Y así, con el viento en la cara y la sangre aún goteando de la herida de su frente, nuestro héroe sale en busca de ayuda, y cuando llega a la primera casa y llama a la puerta, comienza el último capítulo de la saga. de S.T. Comienza Baumgartner.

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