Muere otro día (2002), de Lee Tamahori

Acción, acción, acción. Una idea clara para este film. Así que Tamahori se ha liado la manta a la cabeza, y entre otros momentos espectaculares nos ofrece: la llegada de Bond cabalgando sobre las olas en una tabla de surf; una persecución tremenda sobre terreno pantanoso, con Bond a bordo de un aerodeslizador; carreras de coche sobre hielo (hasta un coche invisible tenemos, ahí es nada), incluidas las inevitables motonieves; y aviones descontrolados donde nuestros héroes luchan con tesón. Uf. Y cuando pisamos tierra firme, ojo con las espadas de esgrima, que pueden darnos más de una sorpresa.

Caras nuevas, caras viejas. Entre las segundas destaca miss Monneypenny, la secretaria eternamente enamorada de Bond, encarnada por Samantha… Bond (no es broma) desde Goldeneye; M, a la que da vida la oscarizada Judi Dench; y Q, el inventor interpretado por segunda vez por John Cleese, sustituyendo a Desmond Llewelyn. Los rostros nuevos vienen dados por la oscarizada Halle Berry; Rosamund Pike, otra chica guerrera, que sirve a un millonario megalómano; Zao y otros dos coreanos belicosos, militares ambos, padre e hijo; y algunos agentes muy peligrosos.

Para filmar una de las secuencias más memorables de la película, los actores y técnicos se trasladaron a Cádiz, ciudad que el equipo convirtió en La Habana y en la campiña cubana. Los periódicos y medios de comunicación de nuestro país se hicieron eco de las largas colas que se formaron cuando se solicitó un gran número de extras. Pero los cineastas se vieron afectados por intensas lluvias, no habituales en España, y que retrasaron unos días de rodaje. De todo lo filmado en nuestras costas destaca la primera aparición de Jinx, la agente norteamericana interpretada por Halle Berry, que sale del mar en bikini. Se trata de un claro homenaje al personaje de Ursula Andrews en Agente 007 contra el Dr. No, la primera entrega de la saga.

El arranque del film presenta a un James Bond más realista de lo que nos tiene acostumbrados. Los villanos consiguen atraparle en la secuencia inicial, y le torturan cruelmente, dejándole con barba y visiblemente afectado por los golpes. Cuando sus compatriotas le recuperan, un médico consigue identificarle porque tiene el hígado destrozado, seguramente por su desmedida aficición al martini agitado, no mezclado.