Enrique I de Francia-Cronohistoria

Enrique I

Rey de Francia

ENRIQUE I de Francia, nació hacia 1008 y murió en Vitry-aux-Loges, cerca de Orleáns, en 4-VIII-1060. Duque de Borgoña, 1016-1032.

Hijo segundo de Roberto II y de la reina Constancia, heredó el trono por muerte de su hermano Hugo, sucediendo a su padre en 1031. Uno de sus primeros actos parece haber sido la cesión del ducado de Borgoña su hermano Roberto, y algo más tarde donó a Godofredo Martel la soberanía de Vendomois. Tuvo que sostener algunas luchas con su madre, la reina Constancia, pero esta se sometió en 1033.

Aquel mismo año Enrique había celebrado una entrevista con Conrado II en Deville-sur-Meuse, concertó su matrimonio con Matilde, hija de Conrado, pero la princesa murió sin haberse efectuado la boda. Probablemente los dos soberanos concluyeron una alianza contra Eudes, conde de Troyes. Enrique marchó a poner sitio a Sens, pero fracasó, vengándose después con una victoriosa campaña contra Eudes, al cual tomó la plaza de Geurnay-sur-Marne. Eudes tuvo que ceder la mitad de Sens; en cambio el dominio real quedó disminuido por la cesión del Vexin francés a Roberto el Diablo, que lo donó a su hijo Guillermo el Bastardo (1034).

Muerto Eudes en Champagne (1037), el francés trató de desposeer a sus hijos Esteban y Tibaldo, pero estos se aseguraron el concurso de varios próceres y el del cuarto hijo de Roberto II, Eudes el Imbécil, que trataba de destronar a su hermano Enrique I. Este pudo apoderarse de él y lo recluyó en Orleáns. Luego se volvió contra Esteban y lo redujo (1037-1039).

En 1043 celebró una conferencia en Yvois, con Enrique III, emperador de Alemania, y, entre otros términos, se concertó su casamiento con Matilde, sobrina del emperador. El Concilio de Reims, celebrado en 1049, proporcionó a Enrique la ocasión de manifestar su voluntad de mantener la independencia del clero francés y los derechos del poder civil para con la Santa Sede. El papa León IX convocó el citado concilio para septiembre de 1049, y el rey de Francia prometió su asistencia, pero, llegado el momento, pretextó una expedición militar para impedir que sus obispos y abades concurriesen al concilio. De aquí una frialdad de relaciones entre la corte de Francia y la corte de Roma que duró hasta la consagración de Felipe I de Francia.

A partir de 1047, Francia y Normandía estuvieron casi constantemente en pie de guerra; el valle de Aose, por donde pasaba la línea demarcadora de ambos Estados, fue le principal teatro de las operaciones militares. En 1051 contrajo Enrique nuevo matrimonio con Ana, hija de Jaroslao, príncipe de Kiev. De este enlace nacieron Felipe (1052), Roberto, muerto en la infancia, y Hugo, más tarde conde de Vermandois.

En 1053 la lucha recrudeció entre Enrique I y Guillermo el Bastardo. Enrique formó contra este una formidable liga en la que entraban los señores de la Borgoña, de la Auvernia, de la Champaña, de la Aquitania y de la Gascuña (1054). Enrique I y Godofredo Martel arrasaron las cercanías de Évreux; Eudes el Imbécil, hermano del rey, devastó los países de Bray y de Caux, pero su derrota en Mortemer llenó de desaliento al rey que, a principios de 1056, concluyó la paz con el duque Guillermo.

La paz entre el rey y el duque de Normandía no fue de larga duración. En 1057 Enrique se presentó en Anjou con el objeto de que el conde Godofredo Martel le ayudase en su empresa contra el duque Guillermo el Bastardo; poco después, habiéndose apoderado de Soissons, a la muerte del conde de Rainaud y de su hijo Guido, donó esta importante villa al refugiado normando Guillermo Busac. Luego, en 1058, invadió la Normandía, penetrando hasta las inmediaciones de Bayeux; pero una nueva derrota le esperaba en Varaville. Desalojó la Normandía y dio la vuelta a Thimert, poniéndola sitio. La paz pudo concluirse en 1060, hacia las Pascuas, y Enrique tuvo que restituir la villa de Tillières al duque Guillermo.

Ya, en 1059, y siguiendo la costumbre de sus predecesores, había hecho consagrar en Reims a su hijo felipeI.html como heredero directo de la corona. Al morir dejó la tutela a la reina Ana y a Balduino, conde de Flandes. Alguien ha dicho que Enrique I fue un rey apático; la corta biografía que antecede es una elocuente prueba de todo lo contrario. Se encontró en casi todas las pequeñas guerras que provocó en demanda de territorios que creía suyos; ganó batallas y perdió combates; luchó hasta su muerte. No fue, pues, ni apático, ni mero espectador de las luchas que envolvieron la casi totalidad de su reinado, y, sobre todo, supo mantener a raya a los grandes señores feudales, que pretendían limitar su escaso territorio.

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