La salud mental de un mito | Depresión, abusos infantiles, esquizofrenia... El traumático historial médico de Marilyn Monroe - XL Semanal

La salud mental de un mito Depresión, abusos infantiles, esquizofrenia... El traumático historial médico de Marilyn Monroe

Cuando era niña, la abandonaron y abusaron de ella. Un dolor que la acompañó toda la vida en forma de problemas mentales. La trataron cuatro terapeutas, que muchas veces empeoraron su situación. Repasamos su historial en el aniversario de su muerte.

Por Daniel Méndez | Fotografía: Andre de Dienes

Sábado, 23 de Abril 2022

Tiempo de lectura: 8 min

No es muy divertido conocerte demasiado bien. Todos necesitamos un poco de orgullo que nos ayude a superar las caídas», escribió Marilyn Monroe en uno de los múltiples cuadernos de notas que rellenó a lo largo de su vida. Y añadía: «Para alguien como yo es un error practicar el autoanálisis, ya lo hago constantemente al pensar en cualquier cosa». Sin embargo, la diva atormentada dedicó muchas horas a las terapias psicológicas, especialmente al psicoanálisis. Y han sido múltiples los diagnósticos que, en vida o después, se han asociado a su persona: esquizofrenia, depresión, sexualidad insatisfecha, trastorno límite de la personalidad, trastornos del espectro autista… Los afrontó como pudo: con barbitúricos o excesos etílicos; con terapias psicoanalíticas o con amores impulsivos y a menudo imposibles; con afán de superación o dejándose llevar hasta situaciones límite…

En un ejercicio de interpretación empezó a recordar que de niña un hombre entraba en su habitación, se puso a llorar... Se derrumbó

La psicoterapia y la interpretación fueron de la mano en la carrera de Marilyn. La actriz era ya una celebridad cuando en 1955 ingresó en el Actors Studio, la más renombrada escuela de interpretación de la época, por la que pasaron Marlon Brando, Julie Harris, James Dean, Montgomery Clift… Mientras ella se esforzaba por pasar inadvertida en un aula de la calle 46 de Nueva York, sentada en las filas de atrás y cubriendo su inconfundible melena rubia con un pañuelo, a unas manzanas de allí una Marilyn de quince metros de altura anunciaba La tentación vive arriba, de Billy Wilder, con una de las imágenes más icónicas de la historia del cine: el vestido blanco alzándose, movido por el viento de los tubos de ventilación del metro.

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Ingreso traumático. En 1961, la convencieron para ingresar en una clínica psiquiátrica, donde la maltrataron. Quedó traumatizada y cambió de terapeuta.GETTY IMAGES

Durante un ejercicio en clase hubo un episodio que dejó a sus compañeros boquiabiertos. Se trataba de trabajar la memoria de los sentidos. Había que rememorar un momento de su vida, centrándose en la ropa, los olores, la vista. Ella empezó a contar el momento en que, siendo una niña, un hombre entraba en su habitación: lo que llevaba puesto, las palabras que pronunció… Y empezó a llorar, cada vez con más intensidad. Se derrumbó por completo. La muñeca rota quedaba descubierta ante la mirada atónita de los aspirantes a actor. Después hemos sabido que sufrió abusos sexuales de pequeña. ¿Era este el episodio que recordó en clase?

Sesiones de psicoanálisis cinco veces por semana

Lo cierto es que fue el director del Actors Studio, el célebre formador de actores Lee Strasberg, quien recomendó a Marilyn su primera psicoterapeuta: la doctora Margaret Hohenberg. Para Strasberg, el paso por el diván era parte fundamental del aprendizaje de la profesión: solo así lograrían los actores liberar sus fantasmas interiores. Y, de estos, la actriz bautizada como Norma Jeane al nacer iba sobrada. El ritmo de sesiones con Hohenberg era intenso: hasta cinco veces por semana se veían, en el hotel donde vivía la actriz o en el estudio de la psicoanalista de origen húngaro. Fue entonces cuando empezó a anotar sus sueños.

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Sueños y meditaciones. Anotaba en cuadernos sus sueños, recuerdos y reflexiones. Se avergonzaba de su caligrafía difícil y de su ortografía caótica. |GETTY IMAGES

En un manuscrito encontrado después describe una de sus pesadillas. Strasberg, el profesor de arte dramático, permuta en el sueño en un doctor que se dispone a realizar una intervención quirúrgica, con el beneplácito onírico de la doctora Hohenberg: «Quieren curarme de una terrible enfermedad, sea lo que sea esta». Lo peor del sueño viene cuando finalmente abren y encuentran «que no hay absolutamente nada ahí dentro», escribe Marilyn con una ortografía caótica y una caligrafía difícil de descifrar (y de la que ella siempre se avergonzó).

Anna Freud, la hija del fundador del psicoanálisis, trató a Marilyn Monroe durante un mes. Jugar a las canicas era parte de la terapia

Estas notas las escribió en 1955 en el célebre hotel Waldorf Astoria de Nueva York, que fue su casa durante algunos meses. Poco tiempo después, en junio de 1956, Marilyn contraía matrimonio con Arthur Miller. Fue una de las épocas más felices de su vida, que tuvo un abrupto final: meses después, cuando el matrimonio se encontraba en Inglaterra rodando El príncipe y la corista, ella leyó una anotación en los diarios de Miller donde declaraba sentirse defraudado por ella y avergonzado delante de sus amigos. Fue un golpe devastador. Intentaron solucionarlo haciendo que su psicoterapeuta viajara a Londres desde Nueva York. Pero no fue suficiente. Y aquí entra en escena una segunda psicoanalista.

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Actriz de verdad. Marilyn quiso huir del encasillamiento en papeles de chica sexy y se apuntó en el Actors Studio. Aquí, en una audición teatral en 1950. |GETTY IMAGES

Si todos los terapeutas de Marilyn fueron freudianos hasta la médula, la nueva terapeuta lo era hasta en los genes: no era otra que Anna Freud, hija del creador del psicoanálisis. Fue breve, apenas un mes, pero estableció una relación duradera: el Centro Anna Freud figuraba en el testamento de la actriz y ha recibido a lo largo de los años importantes sumas de dinero. Anna Freud, especialista en psicoanálisis infantil, aplicó con ella algunas de las técnicas que usaba con los menores: por ejemplo, jugar a las canicas. Y fue también Anna Freud quien le recomendó a Marilyn a la que sería su nueva psicoanalista de vuelta en Nueva York: Marianne Kris, quien fuera también terapeuta de Jacqueline Kennedy, esposa de John F. Kennedy (amante, como su hermano, de la actriz). Marilyn fue paciente de Kris hasta 1961, pero simultaneó la terapia con otro prominente psicoanalista –estrictamente freudiano– durante las largas temporadas que pasaba en Los Ángeles. Se llamaba Ralph Greenson y trató a muchas celebridades de la época: Judy Garland, Frank Sinatra…

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Vergüenza. Cuando descubrió en el diario de su marido, el dramaturgo Arthur Miller, que él se avergonzaba de ella ante sus amigos, cayó  en una profunda crisis. |GETTY IMAGES

La relación entre Greenson y Marilyn Monroe fue, cuando menos, peculiar. La actriz pasaba temporadas residiendo en casa de Greenson y familia. «Terapia adoptiva», lo llamaron. Y surgieron, cómo no, rumores que aún hoy persisten sobre si su relación tuvo tintes amorosos. Lo cierto es que la influencia de Greenson sobre la carrera y vida personal de la actriz fue enorme. Llegaba a sugerir con quién debía relacionarse y con quién no, qué papeles aceptar y cuáles rechazar… Y fue él el último en verla con vida y el primero en ver su cadáver tras una aparente sobredosis de barbitúricos que ha dado pie a todo tipo de conjeturas y teorías conspiranoicas. Sus sesiones eran diarias y podían alargarse durante cinco horas. Greenson y Kris, uno en Los Ángeles y la otra en Nueva York, fueron sus terapeutas simultáneamente. En 1961, Marianne Kris tomó una decisión que hoy parece claramente errónea, pero que en su momento trataba de salvar la vida de Marilyn, que había descrito ya ideas suicidas. La ingresó en el centro psiquiátrico Payne Whitney de Nueva York.

Vivió temporadas con su psiquiatra, Ralph Greenson, y su familia. Su relación era extraña. El terapeuta controlaba la carrera de la actriz

Exhausta y en uno de los peores momentos de su aciaga vida personal, Marilyn Monroe acudió voluntariamente a lo que ella pensaba que iban a ser unos días de descanso. Entró enfundada en un abrigo de piel, y bajo el nombre de Faye Miller, y salió con un trauma que arrastraría de por vida. Encerrada en una habitación y sometida a un tratamiento inhumano, como ella misma lo describió. Rompió relaciones con la psicoterapeuta a raíz de aquello. Y fingió un intento de suicidio hasta conseguir que su primer marido, el jugador de béisbol Joe DiMaggio, la sacara de allí. «Si vais a tratarme como a una loca, actuaré como una loca», les dijo a los bedeles que acudieron a su rescate, y la encontraron con un trozo de cristal en la mano, amenazando con cortarse las venas. Siempre dijo que aquello había sido puro teatro: un ardid para lograr salir de aquella prisión de muros blancos.

Indicios de esquizofrenia y sexualidad insatisfecha

Un año después, el 4 de agosto de 1962, la encontraron muerta en su casa de Los Ángeles. Tenía 36 años y una mezcla fatal de barbitúricos y alcohol en el cuerpo más deseado del momento. «Probable suicidio», dijo el informe forense. Ya había intentado quitarse la vida al menos una vez. Greenson fue interrogado, aunque pronto quedó fuera de la investigación policial. Fue su cuarto y último terapeuta. A menudo también una figura más cercana a la de un padre, de enorme influencia en la actriz y seguramente quien más conociera la atormentada vida íntima de Marilyn.

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Tragedia. Marilyn Monroe murió a los 36 años en Los Ángeles. Encontraron una mezcla fatal de barbitúricos y alcohol en su cuerpo. |GETTY IMAGES

«He descubierto en ella indicios de esquizofrenia. Me llama profundamente la atención el contraste entre esta mujer extraordinariamente bella, quizá la más bella del mundo, y su alma inquieta y su sexualidad insatisfecha», le dijo a un colega. Anna Freud se expresó con palabras similares: «Inestabilidad emocional, impulsividad exagerada, necesidad constante de aprobación externa, no soporta la soledad, tendencia a las depresiones en caso de rechazo, paranoica con accesos de esquizofrenia». Ninguno fue capaz de liberarla de sus tormentos. El diván no fue suficiente. Y, en medio de teorías conspiranoicas, su amigo Truman Capote resumió así su final: «Fue la muerte quien la mató».


La huella familiar

Loca, como mamá y la abuela y…

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Marilyn a los 3 años con su madre, Gladys Baker

Pese a que no comenzó a acudir a terapia hasta mediados de los años cincuenta, los problemas de salud mental marcaron la infancia de Norma Jeane Mortenson, que después adoptaría el nombre artístico de Marilyn Monroe. Su madre padecía esquizofrenia y pasó largas temporadas ingresada en hospitales psiquiátricos. Fruto de un breve romance, el padre nunca asumió la paternidad de la pequeña. Ella se sentía huérfana, y esa es la historia que contó cuando alcanzó la fama: que sus padres habían muerto. La ausencia de su madre, Gladys Baker, incapaz de cuidar de su hija, dejó una huella indeleble en la futura actriz. Muchos han visto en esta traumática infancia su deseo patológico de agradar. Y su búsqueda de afectos paternofiliales en sus amantes –mayores que ella–, psicoterapeutas o familias adoptivas. También su abuela Della Monroe (de ahí tomó Marilyn el apellido artístico) tuvo fuertes depresiones y pasó por instituciones psiquiátricas. Su tatarabuelo Tilford Marion Hogan se suicidó… El fantasma de la enfermedad mental persiguió a Marilyn. Temía estar 'loca' como su madre y su abuela.