Devoci�n
DEVOCI�N
Padre Jordi Rivero

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Veneraci�n
Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia. Congr. para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos
 

Etim: Lat�n devotio

Devoci�n es la disposici�n de la voluntad para cumplir con prontitud lo propio de una relaci�n.  Por ejemplo, un hombre devoto a su esposa.  La devoci�n expresa la alianza de amor: afecto, cuidado, atenci�n.

Nuestra devoci�n suprema es hacia Dios. La devoci�n a Dios es la disposici�n de la voluntad para hacer con prontitud lo referente al culto y el servicio a Dios. Esencial para la devoci�n es la disponibilidad para hacer cualquier cosa que honre a Dios, sea en p�blico o en privado, sea oraci�n o sea servicio. A la persona que tenga esta disposici�n se le llama "devota". La ra�z de la aut�ntica devoci�n es un gran amor por Dios.

Dios instituy� en su Iglesia diversos miembros. Entre ellos los m�s insignes, despu�s de la Cabeza que es Cristo, son Mar�a Sant�sima, los Ap�stoles, m�rtires y santos. La Iglesia manifiesta devoci�n a estos miembros gloriosos de la familia de Dios. Esta devoci�n NO es lo mismo que "adoraci�n" la cual s�lo se rinde a Dios.

Las "devociones" o "devociones populares" son pr�cticas de piedad por las que se expresa la devoci�n. 

El cuerpo y el alma del hombre se interrelacionan. Expresamos sensiblemente nuestro amor por medio de las devociones. Estas a su vez enriquecen el alma. En las Sagradas Escrituras descubrimos la importancia del coraz�n para la relaci�n con Dios. El coraz�n denota la interioridad de la persona humana: memoria, entendimiento, afectividad y voluntad. Igual que en la familia se expresa el amor con besos, comidas juntos y otras expresiones, el amor a Dios, a Mar�a y a los santos tambi�n tiene expresi�n en las devociones. 

Doctrina y devoci�n: Una buena relaci�n con Dios requiere doctrina y devoci�n. La doctrina contiene las verdades reveladas por Dios. La devoci�n expresa con afectos esas verdades que creemos. Por lo tanto, la devoci�n sana nace de una fe bien fundamentada en la doctrina s�lida.

Hay infinidad de devociones. Nadie puede practicar todas las devociones existentes. M�s bien cada fiel practica algunas seg�n libremente escoja. Unas son particulares de una persona, otras son regionales, mientras que otras son conocidas universalmente por todos los cat�licos. Unas son populares en la actualidad y otras han pasado al olvido.

Las devociones m�s conocidas en la Iglesia tienen alg�n reconocimiento oficial que garantiza su solidez teol�gica. Hay devociones que gozan de la recomendaci�n de los papas. Entre ellas resalta el santo rosario. La recomendaci�n de la Iglesia de una devoci�n indica que, aunque no es requisito para salvarse, s� ofrece una gran ayuda para alimentar la fe. Considero que cuando los papas exhortan a desarrollar alguna devoci�n, como es el caso con la devoci�n al Sagrado Coraz�n y al rezo del rosario, es una inspiraci�n del Esp�ritu Santo para nuestro bien. Por otra parte se debe evitar "aferrarse a modos imperfectos o equivocados de devoci�n, que alejan de la genuina revelaci�n b�blica y chocan con la econom�a sacramental"1

Es interesante que muchas de las devociones mas populares comenzaron en comunidades religiosas: la medalla de San Benito (benedictinos); el rosario (dominicos); el escapulario (el primero es de los carmelitas y despu�s surgieron otros, como el escapulario verde); la medalla Milagrosa (Santa Catalina Labour�), la coronilla de la Misericordia (Santa Faustina), etc. 

La devoci�n a las estaciones de la cruz es una forma de hacer una peregrinaci�n espiritual a Tierra Santa y unirnos a Jes�s en su camino al Calvario. Las iglesias cat�licas suelen tener estas estaciones representadas y se rezan especialmente durante la cuaresma.

Entre las devociones inspiradas por apariciones y que llaman a la conversi�n est�n los nueve primeros viernes en honor al Sagrado Coraz�n y los cinco primeros s�bados en honor al Inmaculado Coraz�n de Mar�a.

Otra forma de devoci�n es la consagraci�n de un tiempo, por ejemplo el mes de marzo a San Jos�, mayo a la Virgen Mar�a, el mes de junio al Sagrado Coraz�n de Jes�s, octubre a los �ngeles custodios, etc.

Notas
1 Directorio Sobre la Piedad Popular y la Liturgia. Congregaci�n para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos #1


De nuestro correo

Devoci�n a Mar�a
Donde en la Biblia manda a tener devoci�n a Mar�a?
Respuesta:
La Iglesia tiene buen fundamento b�blico cuando promueve la devoci�n a Mar�a.

1-
El Cuarto Mandamiento exige honrar padre y madre. Jes�s siempre honr� a Dios, su Padre y a Mar�a, su madre.
En la cruz Jes�s entreg� a Mar�a como madre al disc�pulo amado.
Luego dice al disc�pulo: �Ah� tienes a tu madre.� Y desde aquella hora el disc�pulo la acogi� en su casa. Juan 19,27


Virgen con el ni�o, catacumba de Sta Priscila
Primera mitad del siglo III.
Im�genes

Los cristianos desde los primeros siglos comprendieron que el disc�pulo amado nos representa a todos y llevaron a Mar�a a sus casas y a sus lugares de oraci�n. �C�mo lo s�? Leyendo a los padres de la Iglesia y mirando las hermosas im�genes de la Virgen Mar�a que los primeros cristianos pintaron en la catacumbas (imagen, derecha).

Yo te pregunto: �Llevas t� a Mar�a a tu casa y la tienes como madre tal como pidi� Jes�s?
2- En la Biblia leemos:
"Porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamar�n bienaventurada" Lucas 1,48

Pregunta: �qui�nes cumplen esa profec�a? �qui�nes rezan �bendita tu eres entre todas las mujeres��?

De la Biblia aprendemos tambi�n:
3- Jes�s es nuestro hermano mayor ya que somos hijos de su Padre. Si somos sus hermanos tambi�n su madre es nuestra madre y la honramos como El la honr�.
4- La Biblia nos ense�a el valor de los v�nculos de familia. Un hijo se siente honrado cuando se honra a su madre. Igualmente se siente ofendido cuando a su madre se la desprecia.
Comprendo que en tu iglesia interpretan diferente la Biblia y �se es el problema. Se debe interpretar la Biblia como la Iglesia la interpreta desde el principio ya que el Esp�ritu Santo no se contradice. 

En los corazones de Jes�s y Mar�a, Padre Jordi Rivero
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