La aventura de ser maestro*
José M. Esteve'
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Tras veinticinco años de recorrido profesional, el autor afirma que se aprende a ser
profesor por ensayo y por error. En el camino deben sonearse distintas
dificultades, como elaborar tu propia Identidad profesional, dominar las técnicas
básicas para ser un buen Interlocutor, resolver el problema de la disciplina y
adaptar los contenidos al nivel de conocimiento del alumnado.
La enseñanza es una profesión ambivalente. En ella te puedes aburrir
soberanamente, y vivir cada clase con una profunda ansiedad; pero también
puedes estar a gusto, rozar cada día el cielo con las manos, y vivir con pasión el
descubrimiento que, en cada clase, hacen tus alumnos.
Como casi todo el mundo, yo me inicié en la enseñanza con altas dosis de
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ansiedad; quizás porque, como he escrito en otra parte, nadie nos enseña a ser
profesores y tenemos que aprenderlo nosotros mismos por ensayo y error. Aún
me acuerdo de mi primer dia de clase; toda mi seguridad superficial se fue abajo
al olr una voz femenina a mi espalda: «¡Qué cara de crio! ¡A éste nos lo
comemos!». Aún me acuerdo de mi miedo a que se me acabara la materia que
había preparado para cada clase, a que un' alumno me hiciera preguntas
comprometidas. a perder un folio de mis apuntes y no poder seguir la clase..: Aún
me acuerdo de la tensión diaria para aparentar un serio academicismo. para
aparentar que todo estaba bajo control, para aparentar una sabiduría que estaba
lejos de poseer...
Luego, con el paso del tiempo, corrigíendo errores y apuntalando lo positivo, pude
abandonar las apariencias y me gané la libertad de ser profesor: la libertad de
estar en clase con seguridad en mi mismo, con un buen conocimiento de lo que
*En Cuadernos de Pedagogla, núm. 266, España, febrero de 1998, pp. 46-50.
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se pu"ede y lo que no se puede hacer en clase; la libertad de decir lo que pienso,
de ensayar nuevas técnicas para explicar un tema, de cambiar formas y modificar
contenidos. Y con la libertad llegó la alegria: la alegria de sentirme útil a los
demás, la alegria de una alta valoración de mi trabajo, la alegria por haber
escapado a la rutina convirtiendo cada clase en una aventura y en un reto
intelectual.
Pensar y sentir
El camino y la meta me los marcó Unamuno en una necrológica de Giner de los
Ríos, leida por azar en el Bo/eUn de la Institución Libre de Ensei'lanza: «Era tan
hombre y tan maestro, y tan poco profesor -el que profesa algo-, que en su
pensamiento estaba en continua y constante marcha, mejor aún, conocimiento ... y
es que no escribla lo ya pensado, sino que pensaba escribiendo como pensaba
hablando, pensaba viviendo, que era su vida pensar y sentir y hacer pensar y
sentir».
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«Era su vida pensar y sentir y hacer pensar y sentir» ... Miguel de Unamuno y su
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preocupación por enlazar pensamiento y sentimiento ... Nunca encontré una mejor
definición del magisterio: dedicar la propia vida a pensar y sentir, y a hacer pensar
y sentir, ambas cosas juntas. Casi todos los colegas que escriben a continuación
"
coinciden en este punto. Mari Carmen Diez expresa asl su visión actual de la
ensefianza: «Ahora entiendo la escuela como un sitio adonde vamos a aprender,
donde compartimos el tiempo, el espacio y el afecto con los demás; donde
siempre habrá alguien para sorprenderte, para emocionarte, para decirte al ordo
algún secreto magnifico». Fernando Corbalán, tras hablamos de que en clase
tenemos que divertimos, buscar el ansia de saber y propiciar una atmósfera de
investigación, concluye:
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no se piense que sólo se abre la mente a los alumnos.
También la del profesor se expande y se llena de nuevos matices y perspectivas
más amplias, y funciona la relación enriquecedora con los dos sentidos. Mi
experiencia, al menos, me dice que algunos de los juegos y problemas con los
que he disfrutado, y que sigo utilizando, han tenido su origen en la dinámica de la
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clase... Y cuanJo se crea esa atmósfera mágica en clase, con los fluidos
intelectuales en movimiento, pocas actividades hay más placenteras».
Hace tiempo, descubrr que el objetivo es ser maestro de humanidad. Lo único que
de verdad importa es ayudarles a comprenderse a si mismos y a entender el
mundo que les rodea. Para ello, no hay más camino que rescatar, en cada una de
nuestras lecciones, el valor humano del conocimiento. Todas las ciencias tienen
en su origen a un hombre o a una mujer preocupados por desentrañar la
estructura de la realidad. Alguien. alguna vez, elaboró los conocimientos del tema
que explicas, como respuesta a una preocupación vital. Alguien, sumido en la
duda, inquieto por una nueva pregunta, elaboró los conocimientos del tema que
mañana te toca explicar. Y ahora, para hacer que tus alumnos aprendan la
respuesta, no tienes otro camino más que rescatar la pregunta original. No tiene
sentido dar respuestas a quienes no se han planteado la pregunta; por eso, la
tarea del docente es recuperar las preguntas, las inquietudes, el proceso de
búsqueda de los hombres y las mujeres que elaboraron los conocimientos que
ahora figuran en nuestros libros. La primera tarea es crear inquietud, descubrir el
valor de lo que vamos a aprender, recrear el estado de curiosidad en el que se
elaboraron las respuestas. Para ello hay que abandonar las profesiones de fe en
las respuestas ordenadas de los libros, hay que volver las miradas de nuestros
alumnos hacia el mundo que nos rodea y rescatar las preguntas iniciales
obligándoles a pensar.
Cada dra, antes de explicar un tema, necesito preguntarme qué sentido tiene el
que yo me ponga ante un grupo de alumnos para hablar de esos contenidos, qué
les voy a aportar, qué espero conseguir. Y luego. cómo conectar lo que ellos
saben, lo que han vivido, lo que les puede preocupar, con los nuevos contenidos
que voy a introducir. Por último me lanzo un reto: me tengo que divertir
explicándolo, y esto es imposible si cada afio repito la explicación del tema como
una salmodia, con la misma gracia en el mismo sitio y los mismos ejemplos. Llevo
veinticinco
O
años oyéndome
explicar
los temas,
en
algunas
ocasiones,
repitiéndolos dos o tres veces en distintos grupos; he calculado que me jubilo el
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año 2021 Y estoy seguro de que moriré de aburrimiento si me oigo año tras año
repitiendo lo mismo, con mis papeles cada vez más amarillos y los rebordes
carcomidos. Las renovación pedagógica, para mí, es una forma de egoísmo: con
independencia del deseo de mejorar el aprendizaje de mis alumnos, la necesito
como una forma de encontrarme vivo en la enseñanza, como un desafio personal
para investigar nuevas formas de comunicación, nuevos caminos para hacer
pensar a mis alumnos... «Pensaba hablando, pensaba viviendo, que era su vida
pensar y sentir y hacer pensar y sentir» ... Desde esta perspectiva, la enseñanza
recupera cada día el sentido de una aventura que te rescata del tedio y del
aburrimiento, y entonces encuentras la libertad de expresar en clase algo que te
es muy querido. Inmediatamente recibes la respuesta: cien alumnos pican el
anzuelo de tu palabra y ya puedes dejar correr el sedal, modulas el ritmo de tu
explicación a la frecuencia que ellos emiten con sus gestos y sus preguntas, y la
hora se pasa en un suspiro -también para ellos-. Y entonces descubres la
alegría: ese momento de magia te recompensa las horas de estudio y te hace
sentirte útil en la enseñanza.
No hay mejor regalo de los dioses que encontrar un maestro. A veces tenemos la
fortuna de encontrar a alguien cuya palabra nos abre horizontes antes
insospechados, nos enfrenta con nosotros mismos rompiendo las barreras de
nuestras limitaCiones; su discurso rescata pensamientos presentidos que no nos
atreveríamos a formular, e inquietudes latentes que estallan con una nueva luz. Y,
curiosamente, no nos sentimos humillados por seguir el curso de un pensamiento
ajeno; por el contrario, su discurso nos libera y nos ensancha creando en nosotros
un juicio paralelo con e! que reestructuramos nuestra forma de ver la realidad; y
luego, extinguida la palabra, aún encontramos los ecos que rebotan en nuestro
interior obligándonos a ir más allá, a pensar por nuestra cuenta, a extraer nuevas
conclusiones que no estaban en el discurso original. セウエ・@
es el objetivo: ser
maestros de humanidad ... a través de las materias que ensenamos, o quizás, a
el'
pesar de las materias que ensel'iamos; recuperar y transmitir el sentido de la
sabidurla; rescatar para nuestros alumnos, de entre la maral'ia de la ciencia y la
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cultura, el sentido de lo fundamental permitiéndoles entenderse a si mismos y
explicar el mundo que les rodea,
Las dificultades
He hablado de mis precarios inicios en la enseiianza, y de mi visión actual tras
veinticinco aiios de recorrido profesional; pero, para ayudar a otros a recorrer el
mismo camino, tengo ahora que hablar del proceso intermedio e, inevitablemente.
de las dificultades que hay que sortear.
Identidad profesional
El primer problema consiste en elaborar tu propia identidad profesional. Esto
implica cambiar tu mentalidad. desde la posición del alumno que siempre has sido
hasta descubrir en qué consiste ser profesor. Y aquí aparecen los primeros
problemas. porque hay enseñantes que no aceptan el trabajo de ser profesor. Las
dificultades de los profesores de Primaria suelen ser distintas a las de los
profesores de Secundaria.
Entre los de Primaria el peor problema es la idealización: la formación inicial" que
han recibido suele repetir con insistencia lo que el buen profesor «debe hacer», lo
que «debe pensar» y lo que «debe evitar»; péro nadie les ha explicado, desde el
punto de vista práctico, cómo actuar, cómo enfocar los problemas de forma
positiva y cómo eludir las dificultades más comunes, Han aprendido contenidos de
enseñanza, pero no saben cómo organizar una clase. ni cómo ganarse el derecho
a hacerse oir. Asi. se les ha repetido hasta la saciedad la importancia de la
motivación para el aprendizaje significativo -«el buen profesor debe motivar a
sus alumnos»--, pero nadie se ha preocupado de que aprendieran de forma
práctica diez técnicas especificas de motivación, Pese a que una de las
principales tareas que desarrollar en su trabajo será la ensel'lanza de la lectura y
la escritura. muy pocas diplomaturas de maestro incluyen un curso de
lectoescritura, mientras que es frecuente que se dediquen cursos enteros al
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aprendizaje de la fonética.
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Por estos caminos. al llegar al trabajo práctico en la enseñanza. el profesor novato
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se encuentra con que tiene claro el modelo de profesor -ideal. pero no sabe cómo
hacerlo realidad. Tiene claro lo que deberla hacer en clase. pero no sabe cómo
hacerlo. El choque con la realidad dura dos o tres años; en ellos el profesor
novato tiene que solucionar los problemas prácticos que implica entrar en una
clase. cerrar la puerta y quedarse a solas con un grupo de alumnos.
En este aprendizaje por ensayo y error, uno de los peores caminos es el de
querer responder al retrato robot del «profesor ideal»; quienes lo intentan
descubren la ansiedad de comparar, cada dla. las IimHaciones de una persona de
carne y hueso con el fantasma etéreo de un estereotipo ideal. Desde esta
perspectiva, si las cosas salen mal es porque yo no valgo, porque yo no soy
capaz de dominar la clase; y, de esta forma. los profesores novatos se cuestionan
a si mismos y, a veces, cortan los canales de comunicación con los companeros
que podrian ayudarles: ¿Cómo reconocer ante otros que yo tengo problemas en
la enseñanza, si el «buen profesor» no «debe» tener prOblemas en clase? Como
señala el articulo de Fernández Cruz. la identidad profesional se alcanza tras
consolidar un repertorio pedagógico y tras un periodo de espeCialización, en el
que el profesor novato tiene que volver a estudiar temas y estrategias de clase,
ahora desde el punto de vista del profesor práctico y no del estudiante de
magisterio.
Entre los profesores de Secundaria, el problema de la identidad profesional es
mucho más grave. Como señalaba Femando Corbalán: ({La inmensa mayoría de
los profesores de Secundaria nunca tuvimos una vocación clara de enseñantes ...
Estudiamos una carrera para otra cosa {matemático profesional, qulmico,
flsico ... )>>. En efecto. nuestros profesores de Secundaria se forman en unas
facultades universitarias de Ciencias y Letras que, ni por asomo, pretenden formar
profesores. En ellas predomina el modelo del investigador especialista. Como
resultado de este modelo, el profesor que llega al instituto para explicar geografía
e historia, y. con un poco de mala suerte un curso suelto de ética. se identifica a sí
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mismo como «medievalista», ya que, durante los últimos cinco años de su vida, la
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