PUNTO CENIT
MAYRA EDITH MARTÍNEZ
La Devoradora de niños
Miércoles 15 de Mayo de 2024 8:41 am
La educación no es
llenar un cubo, sino encender un fuego. William Butler Paliducha y flaquilla, una niña de 9 años apenas podía
cargar esa pesada mochila que colgaba sobre sus hombros. Vestía una falda azul
marino, una camisa blanca de cuello y sobre ella un llamativo suéter color
amarillo, como yema de huevo, el uniforme oficial de su escuela. Era lunes a las 7 de la mañana, y tímidamente la pequeña
llegó al salón de clases, deseando pasar desapercibida ante los ojos de su
maestra, la señorita Leticia de 4° año. La maestra era conocida entre el
alumnado como la “Devoradora de niños”, por su carácter estricto y sus formas
poco ortodoxas de enseñar. El viernes anterior, les había solicitado un resumen
de la serie científica Cosmos, que trataba temas del espacio y se transmitía
los sábados a las 5 de la tarde por TV abierta. Para infortunio de la niña, ese fin de semana sus padres
hicieron planes para salir. Desafortunadamente, en esa época no había
repetición del programa. Ese lunes la dinámica era así: la maestra preguntaba:
“¿Hiciste la tarea?”. Si decías sí, ibas triunfante a sentarte a tu pupitre;
por otro lado, si decías que no, te retenían al frente de la clase. Cuando terminó de revisar la tarea, la maestra se dirigió
al grupo de “elegidos” que estaban al frente. Uno a uno, comenzó a predecirles
su futuro: “A ti te veo limpiando vidrios en las calles…”, “tú no serás más que
un albañil”. Al llegar el turno de la niña, con mirada desafiante le dijo: “Tú
vas a estar de floja en tu casa, viendo telenovelas y masticando chicle”. Ante las carcajadas y burlas de sus pares, la niña se
sintió tan avergonzada que no pudo evitar que las lágrimas cayeran por sus
mejillas. Pasaron los años, ella creció y siguió estudiando. Si tenía que
exponer en público, recordaba aquella desafortunada experiencia: se ponía
nerviosa y le temblaban las piernas, paralizándola. Un día se armó de valor, enfrentó sus miedos y le dio
vuelta a la página. Hoy la puedes encontrar dando conferencias y talleres
frente a cientos de personas. Como esta, ¿cuántas historias podemos recordar de las
maestras y maestros que nos dieron clases a lo largo de nuestra vida? ¿Qué
clase de huella dejaron en ti? Un buen docente sabe la importancia que tiene en la vida de
las y los niños. Actúa desde ese privilegio, facilita el aprendizaje y provee
seguridad emocional para fortalecer su autoestima. Cuando son respetuosos,
reflexivos, sensibles y perceptivos, el tacto pedagógico marcará la diferencia
en sus estudiantes, ayudándoles a “madurar psicológicamente”. En lo particular, he tenido maestras y maestros que dejaron
huella en mí. Una de ellas fue la maestra Leticia de 4° año, conocida como la
“Devoradora de niños”. ¿Fue buena o mala maestra? Me abstendré de emitir un
juicio. Lo que sí sé es que me aseguré de ir en sentido contrario al futuro que
me predijo. Desde Punto Cenit, celebramos y reconocemos a aquellas
maestras y maestros que enseñan con ética y sensibilidad, con vocación y tacto
pedagógico, encendiendo en sus alumnos el fuego de la curiosidad y la
motivación por aprender.
Facebook: Mayra Edith Martínez