Opinión

Las elecciones de 1948

Un escrutinio plagado de irregularidades

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Los años que precedieron a las elecciones presidenciales de 1948, disputadas entre el doctor Calderón Guardia y don Otilio Ulate, fueron de gran pasión, violencia verbal y física por ambas partes, hasta el punto de que se generó un clima de mucha irracionalidad que autorizaba emplear cualquier arma contra el enemigo, por vil o absurda que fuera. Don Isaac Felipe Azofeifa, insigne poeta que jamás fue calderonista o picadista, resumió magistralmente esos años diciendo que a don Teodoro Picado le tocó atravesar un infierno hirviente de encendidas pasiones. A lo dicho por don Isaac hay que agregar que, para colmo de males, el presidente Picado era un gran estadista, hombre cultísimo, abogado respetuoso de la ley, pero muy mal político porque no sabía poner pie firme en el mal, como recomienda Maquiavelo a quienes quieran tener éxito en el ejercicio del poder.








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