Sing Street (2016), de John Carney - Crítica

Sing Street (2016), de John Carney – Crítica

Sing Street

Sing Street abraza la adolescencia cuando la ilusión fluye por tus venas y debes tirar para adelante o te arrepentirás toda tu vida. Una formación vital cuya pieza clave es una magnífica banda sonora basada en los 80 que hará disfrutar hasta al más reacio.

En los grisáceos suburbios de Dublín en 1985, muchos irlandeses decidieron buscar un futuro mejor cruzando hacia tierras inglesas. La complicada situación de un país desprendía un decaimiento que impedía que se atisbase ilusión. Pero los períodos convulsos suelen ser un hervidero de creatividad, floreciendo la música como vía de escape. Con este contexto social, en 1991 se estrenó The Commitments de Alan Parker. A través del soul, el musical calaba al ritmo del obrero, la fábrica y el sexo. Uno de los componentes de este grupo era Glen Hansard, vocalista de The Frames. Banda en la que durante un breve periodo de tiempo John Carney fue el bajista. Relación que al pasarse de los escenarios a la gran pantalla, conmovieron al mundo en 2007 con un milagro titulado Once. El musical escrito y dirigido por John Carney era una mezcla perfecta de sensibilidad y autenticidad. No obstante, acabo ganando el Óscar a la mejor canción original. Este éxito le permitió al director irlandés escalar en la industria, optando a un presupuesto mayor y recabando el interés de las superestrellas de Hollywood. De esta manera surgió Begin Again (2013), en la que al entrar en un terreno superficial se perdía todo el encanto que rebosaba en su anterior filme. Pese a no ser un fracaso total, la incursión en América no fue de todo satisfactoria. Por lo que no es de extrañar que con Sing Street vuelva a sus raíces. Únicamente necesitaba volver a conectarse con la naturaleza de la música y que mejor manera que con una historia en su ciudad y de adolescentes. Con estos ingredientes, la melodía compuesta por John Carney deleitará tanto al sentido de la vista como al del oído.

Al conocer a Conor Lalor, vemos como el joven de 15 años toca la guitarra recluido en su habitación mientras sus padres discuten. Los problemas económicos ahogan el bienestar de la familia y la separación se encuentra acechante detrás de la puerta. Desde el primer momento ya se utiliza la música como escudo emocional, iluminando la cinta frente a los conflictos de los personajes. Como consecuencia de estos problemas financieros, se decide cambiar al chico a un colegio católico. Allí no logrará encontrar su lugar, al verse rodeado de abusones y unas estrictas reglas de comportamiento. Con esta introducción, John Carney establece unos cimientos sobre los integrar las composiciones. De manera sencilla y efectiva, se introduce un ambiente opresor y melancólico que da paso a buscar una inspiración. De todos los frentes históricos a los que el director hace referencia, cabe destacar la ingeniosa crítica a los colegios donde se empequeñece a los más débiles. Si esta atmósfera repudia lo nuevo, sólo hace falta una chispa para que empiece a sonar el primer acorde. En un descanso, Conor se hechiza por la mirada de la misteriosa y magnética chica que se sitúa impasible enfrente de la escuela. Con el propósito de conquistarla, Conor se reúne con otros aparentes perdedores y deciden montar una banda. Desde ese momento, el filme se vuelve en un concierto en el que se combinan los referentes musicales de la época como son Duran Duran, The Clash o The Cure con una magnífica banda sonora original. Porque como se aprecia en su filmografía, el cine de John Carney es sobre todo música. Emocionando al público con un lenguaje universal que controla perfectamente.

Si The Commitments buscaban con el soul música sincera que hablará directamente con el corazón, Sing Street se escuda en el glamour para entonar música definida como “tristeza feliz”. Tras presentar un panorama desolador para el protagonista en el primer acto, pronto se centra en la banda sonora para insuflar positivismo. Las melodías sirven como metáfora del sentir de los habitantes de Dublín y con ellas llega una ilusión sin pretensiones elevadas. Desde A-ha, Depeche Mode o The Police, el desfile de grupos icónicos que suena es interminable. De esta forma, los amantes de la música de los 80 tienen una cita imprescindible. No se utiliza únicamente como adorno, sino que se van conociendo a los personajes mediante sus gustos musicales. Esta relación con la música se concentra mayormente en el hermano mayor de Conor, que le enseña nuevos géneros musicales y cómo disfrutar de ellos. Con las referencias de grupos consagrados, la banda de Conor compone sus propias canciones imitando a los emblemas antes mencionados. No cabe duda que las composiciones escitas por John Carney para este filme son el punto más fuerte del mismo. Son muy altas las probabilidades de buscar las canciones tras el visionado, ya que la divertida música es irresistible. En cuanto a los elementos más alejados de los instrumentos, la cinta supone un gran paso adelante para John Carney. La realización de Once era muy floja, aunque no suponía un hándicap por su gran emotividad. En esta ocasión, el director va creando un estilo propio y más cuidado sin tomar demasiados riesgos. La fotografía inspirada en los videoclips le va como anillo al dedo y la hace más disfrutable, como el excelente diseño de vestuario de Tiziana Corvisieri. Suponiendo algunas de las mejores secuencias la caracterización de la banda de púberes como sus ídolos, pasando de The Cure a Ziggy Stardust. Todo ello, narrado con una naturalidad y calidez que acercan la emoción al espectador.

Tiempo después del lanzamiento de Begin Again, John Carney criticó públicamente la forma de trabajar de Keira Knightley y lo que supone dirigir a estrellas. En ese filme, la actriz se encontraba encorsetada y con ello se perdía la esencia del cine del irlandés. Por ello, no es de extrañar que haya vuelto a la senda que cree correcta: la naturalidad de los no profesionales. Al comienzo de la cinta, el líder del grupo interpretado por Ferdia Walsh-Peelo carece de una soltura que va ganando según se suceden los minutos. Junto a su buen hacer en el apartado musical, su falta de experiencia acaba siendo un acierto al encajar a la perfección con la finalidad del filme. Al igual que el vocalista, la banda está compuesta íntegramente por debutantes, que si bien no están muy desarrollados, permiten dar un alivio cómico con las singularidades de cada uno. Una ligereza que se ensombrece en algunos tramos, desencajando con el todo propuesto.  La debilidad de la cinta se aglomera cuando John Carney quiere salirse de sus pretensiones y profundizar en el drama. Como una balada lenta en un concierto pop, el público puede verse descolocado al combinar el tono naif con ciertas decisiones de guión innecesarias. Al igual que las canciones de la banda, los errores también van dirigidos a su musa. Frente a la vitalidad del primer amor, que como acostumbra el director no cae en la sensiblería en ningún momento, el pasado de Raphina y su relación tóxica con su novio desafinan. Acordes sobrantes al venir de la diversión de la realización de los videoclips del grupo, donde ahí sí luce Lucy Boynton, enamorando a la cámara al igual que al protagonista. Todo conduce al típico musical adolescente con una historia de amor de por medio; sin embargo, la relación de Conor con su hermano mayor diferencia al relato respecto a otros ejemplos del género.

Al afrontar el acercamiento al musical y conociendo el pasado del director, no se presumían muchas sorpresas. El gusto musical está más que demostrado, pero innovar y no volver a repetir vías emocionales pasadas era todo un desafío. Por consiguiente, la dedicatoria a todos los hermanos que se ve en los créditos es una pista adicional que no esperábamos degustar. Como toda cinta coming-of-age que se precie, encuentra caminos donde el protagonista crece psicológica y moralmente. En este caso, como sabrá todo el que tenga hermanos, ellos son una pieza clave en la formación como ser humano. El actor Jack Reynor interpreta al hermano mayor de la familia, un apasionado de la vida que ha pasado de la felicidad de la adolescencia al hastío de la vida adulta. Ha fracasado en sus propósitos vitales por no dar todo de sí mismo y le pesa la oportunidad pérdida de no seguir su vocación. Al quedarse a medias perdió inconscientemente un tren al que Conor todavía puede llegar.  La comunicación entre ellos es fluida, pero los sentimientos no tienen lugar en sus conversaciones. Es ahí donde entra en juego la música. Al recomendar una canción, prestar un disco o comentar el último grupo de moda se refuerza un vínculo y una enseñanza que parece superficial. Lo que no se ve a primera vista es ese deseo de luchar por tus sueños, de seguir a tus emociones. Si Conor no se atreve a dar un paso adelante, a formar un grupo y perseverar en él, se acabará arrepintiendo toda la vida. Porque al final, el destino de su adolescencia sigue el ritmo de los álbumes que su hermano un día le dejó.

En definitiva, John Carney ha orquestado un estupendo musical lleno de positivismo, pero no se ha quedado en la superficie. Teniendo una excelente banda sonora y un primer amor, es difícil desmarcarse de los parámetros establecidos y ofrecer un producto original. No obstante, la manera de focalizar la música alrededor de los conocimientos que le enseña su hermano mayor hace de Sing Street una película especial. No son muy habituales los filmes que se detengan en esta relación y menos con tanta hondura. De esta manera, todo conduce a una película que encandilará al público y con su música original se asegura que la satisfactoria sensación al abandonar el cine no te abandone por un tiempo. Si John Carney ha rodado una película imprescindible para los fanáticos de la música de los 80 con interminables guiños; los que no conozcan esa época acabaran más divertidos y emocionados si cabe. Al visualizar un videoclip todo está cuidado hasta el último detalle y la canción correspondiente nos acerca al mensaje visual. Pues Sing Street es un gran videoclip en la que a la fácil conexión con las canciones se une una historia maravillosa. Al final, John Carney pone un instrumento en las manos de cada personaje y mantiene una melodía simple. De este modo, por mucho que te esfuerces, es imposible no disfrutar.

Sing Street

Sinopsis Connor es un chico de 15 años que crece en el Dublín de los años 80, y que tiene la intención de huir de su complicado hogar. Compone canciones para su recién formada banda como una forma de lucha, y juntos realizan peculiares vídeos musicales.
País Irlanda Irlanda
Director John Carney
Guión John Carney
Fotografía Yaron Orbach
Reparto Ferdia Walsh-Peelo, Lucy Boynton, Jack Reynor, Aidan Gillen, Maria Doyle Kennedy, Don Wycherley, Kelly Thornton, Kyle Bradley, Lydia McGuinness, Mark McKenna, Pádraig J. Dunne, Ian Kenny
Género Comedia
Duración 105 min.
Título original Sing Street
Estreno 30/09/2016

Trailer

Calificación7
7

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Carlos Chaparro

Estudió Comunicación Audiovisual, permitiéndole trabajar en su pasión: el cine. Un amor incondicional que nació al descubrir a Patricia y Michel paseando por los Campos Elíseos.

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