Secuestrada: La verdad de Lisa McVey (2018), de Jim Donovan

Telefilm canadiense basada en hechos reales ocurridos en 1984 en Tampa, Florida, cuando la joven de 17 años Lisa McVey, fue secuestrada y violada, para finalmente y de modo inesperado ser puesta en libertad por su captor. Criada en una familia desestructurada, se separó de su madre y su hermana para ir a vivir con una abuela cuyo novio abusaba sexualmente de ella. En uno y otro hogar la tachan de mentirosa, y la policía inicialmente duda de que realmente haya sido secuestrada, pero el perspicaz detective Larry Pinkerton, impresionado por el grado de detalle con que recuerda todo lo vivido, le presta crecibilidad; e incluso liga el caso a la búsqueda de un asesino en serie de mujeres.

La película dirigida por el televisivo Jim Donovan con un guión de Christina Welsh interesa más por lo emotivo y sobrecogedor de la historia –en que la protagonista suma a unos abusos en su casa, un secuestro y violiación–, que por su acabado final, que muestra el aire descuidado de tantas producciones hechas para la pequeña pantalla, lo que es una lástima, cabría aplicar aquí el dicho de que “la mujer del César no solo debe ser honrada, sino parecerlo”. Y no acaban de estar bien desarrollados los dramas domésticos que ha vivido Lisa, o el modo en que le tratan los policías, el cambio de actitud entre los primeros agentes y Pinkerton es como pasar bruscamente de la noche al día. En cualquier caso se agradece la elegancia con que se cuenta una historia sin duda escabrosa, y en su modestia se deja ver, también por la interpretación correcta de los actores de series Katie Douglas y David James Elliott, que fue John Wayne en Trumbo.