La Trinidad – S. Hilario de Poitiers

La Trinidad es una obra teológica de San Hilario de Poitiers, obispo y doctor de la Iglesia, que vivió en el siglo IV. Es considerada como una de las obras más importantes y profundas sobre el dogma trinitario, que defiende la fe nicena en la divinidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo frente a la herejía arriana, que negaba la consustancialidad del Hijo con el Padre. San Hilario se basa en las Escrituras, en la tradición apostólica y en los escritos de los Padres orientales, especialmente Orígenes, para exponer su doctrina con rigor y claridad.

La Trinidad (NORMAL)
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La Trinidad (NORMAL)
  • San Hilario de Poitiers (Autor)

Ficha técnica

  • Autor: San Hilario de Poitiers (c. 315-367), obispo, escritor, Padre y Doctor de la Iglesia, conocido como el “Atanasio de Occidente” por su defensa de la ortodoxia trinitaria.
  • Temática: Teología trinitaria, cristología, polémica contra el arrianismo.

Comentario del libro “La Trinidad”

El libro está compuesto por doce libros, divididos en dos partes: la primera (libros I-IV) es introductoria y expone los principios generales de la fe trinitaria; la segunda (libros V-XII) es polémica y refuta los argumentos de los arrianos sobre la naturaleza del Hijo y su relación con el Padre.

La primera parte: los fundamentos de la fe trinitaria

En el primer libro, San Hilario presenta el plan de su obra y declara su intención de seguir el testimonio de las Escrituras y el sentido común de la fe. Afirma que Dios es uno e indivisible, pero no solitario ni aislado, sino que se comunica en tres personas coeternas y consustanciales: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Estas personas no son modos o manifestaciones de una sola realidad divina, sino que son distintas entre sí por sus propiedades personales: el Padre es ingénito, el Hijo es engendrado por el Padre y el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo. Sin embargo, estas distinciones no implican una división o una subordinación en la divinidad, sino que expresan una perfecta unidad y una igualdad absoluta entre las personas.

En el segundo libro, San Hilario explica el significado de los nombres divinos que se encuentran en las Escrituras: Dios, Señor, Altísimo, Todopoderoso, etc. Estos nombres no se refieren a atributos o cualidades de Dios, sino que revelan su esencia inefable y su relación con las criaturas. Todos estos nombres son comunes a las tres personas divinas, excepto los que indican la generación o la procesión: Padre e Hijo. Estos nombres muestran que el Hijo es verdadero Dios de verdadero Dios, nacido antes de todos los siglos, y no una criatura o una emanación inferior al Padre.

En el tercer libro, San Hilario analiza los textos bíblicos que hablan de la generación eterna del Hijo por el Padre. Demuestra que esta generación no implica un cambio o una disminución en el Padre ni en el Hijo, sino que es una expresión del amor infinito y de la sabiduría inmutable de Dios. El Hijo es la imagen perfecta y el resplandor de la gloria del Padre, que lo engendra por su voluntad libre y sin necesidad. El Hijo es también la Palabra eterna del Padre, que lo expresa todo lo que es y lo hace partícipe de su poder creador y salvador.

En el cuarto libro, San Hilario trata del Espíritu Santo, que procede del Padre y del Hijo como su aliento o su don. El Espíritu Santo es también Dios verdadero, coeterno y consustancial con el Padre y el Hijo. No es una criatura ni un servidor de Dios, sino que es adorado y glorificado junto con el Padre y el Hijo. El Espíritu Santo es el vínculo de amor entre el Padre y el Hijo, y también el maestro interior que ilumina a los creyentes para que conozcan a Dios y lo amen.

La segunda parte: la refutación de los arrianos

En la segunda parte de su obra, San Hilario se enfrenta a los argumentos de los arrianos, que negaban la divinidad del Hijo y lo consideraban una criatura hecha por el Padre. Los arrianos se basaban en algunos textos bíblicos que parecían indicar una inferioridad o una dependencia del Hijo respecto al Padre, como por ejemplo: “El Padre es mayor que yo” (Jn 14,28), “Todo me ha sido entregado por mi Padre” (Mt 11,27), “No puedo hacer nada por mí mismo” (Jn 5,30), etc.

San Hilario responde a estos textos mostrando que no se refieren a la naturaleza divina del Hijo, sino a su condición humana asumida en la encarnación. El Hijo, al hacerse hombre, se sometió voluntariamente al Padre y se despojó de su gloria, pero sin perder su divinidad ni su unidad con el Padre. Estos textos revelan la humildad y la obediencia del Hijo, que se hizo siervo por amor a nosotros y para nuestra salvación.

San Hilario también examina otros textos bíblicos que afirman la igualdad y la consustancialidad del Hijo con el Padre, como por ejemplo: “Yo y el Padre somos uno” (Jn 10,30), “El que me ha visto a mí ha visto al Padre” (Jn 14,9), “Todo lo que tiene el Padre es mío” (Jn 16,15), etc. Estos textos muestran que el Hijo es de la misma sustancia que el Padre, que tiene los mismos atributos divinos y que obra las mismas obras que el Padre. Estos textos revelan la gloria y la majestad del Hijo, que es Dios verdadero y Señor de todo.

Conclusión

La Trinidad es una obra maestra de la teología trinitaria, que expone con claridad y profundidad el misterio central de la fe cristiana. San Hilario de Poitiers demuestra su gran conocimiento de las Escrituras y de la tradición apostólica, así como su familiaridad con los escritores orientales. Su estilo es oratorio y apasionado, a veces oscuro y difícil, pero siempre lleno de fervor y de celo por la verdad. Su obra es un testimonio de su amor a Dios y a la Iglesia, y un modelo para todos los que quieren profundizar en el conocimiento de Dios uno y trino.

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