Oraciones a la Sant�sima Virgen Mar�a
 
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Oraciones a  la Sant�sima Virgen Mar�a
Primer Sagrario del mundo
(Madre de Dios y Madre nuestra)

 
�ndice de esta secci�n
Ave-Mar�a
Salve
Acordaos
Bendita sea tu Pureza
Bajo tu amparo
Ofrecimiento
Oraci�n a Mar�a Madre 
de la Eucarist�a
Consagraci�n a Mar�a Madre de la Eucarist�a
Consagraci�n del mundo 
a la Virgen Mar�a
15 minutos en compa��a 
del Coraz�n Inmaculado 
de Mar�a
Las tres avemar�as
Consagraci�n al Inmaculado Coraz�n 
de Mar�a

 

 

 


 

Ave-Mar�a

 

Dios te salve, Mar�a, llena eres de gracia, el Se�or es contigo. Bendita t� eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jes�s.

Santa Mar�a, Madre de Dios*, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Am�n.

*(Se puede a�adir "y Madre nuestra")


 

Salve

 

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve. A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a Ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de l�grimas. Ea, pues, Se�ora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y despu�s de este destierro mu�stranos a Jes�s, fruto bendito de tu vientre. �Oh clement�sima, oh piadosa, oh dulce siempre Virgen Mar�a!

V.Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
R.Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Se�or Jesucristo.

Oraci�n
Omnipotente y sempiterno Dios, que con la cooperaci�n del Esp�ritu Santo, preparaste el cuerpo y el alma de la gloriosa Virgen y Madre Mar�a para que fuese merecedora de ser digna morada de tu Hijo; conc�denos que, pues celebramos con alegr�a su conmemoraci�n, por su piadosa intercesi�n seamos liberados de los males presentes y de la muerte eterna. Por el mismo Cristo nuestro Se�or.

R.Am�n.

 


 

Acordaos

 

Acordaos, �oh piados�sima Virgen Mar�a!, que jam�s se ha o�do decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protecci�n, implorando vuestra asistencia y reclamando vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos. Animado por esta confianza, a Vos tambi�n acudo, oh Madre, Virgen de las v�rgenes, y gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante vuestra presencia. Oh madre de Dios, no desoigas mis s�plicas, antes bien, dignaos a escucharlas y atenderlas favorablemente Virgen gloriosa y bendita. Am�n.


 

Bendita sea tu Pureza

 

Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea, en tan graciosa belleza. A Ti celestial princesa, Virgen Sagrada Mar�a, te ofrezco en este d�a, alma vida y coraz�n. M�rame con compasi�n, no me dejes, Madre m�a hasta morir en tu amor, hermos�sima Mar�a. Am�n.


 

Bajo tu amparo

 

Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios, no desprecies nuestras s�plicas en las necesidades, antes bien l�branos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita. Am�n.


 

Ofrecimiento a la Sant�sima Virgen

 

�Oh Se�ora m�a! �Oh Madre m�a! Yo me entrego del todo a Vos y en prueba de mi filial afecto os consagro en este d�a, mis ojos, mis o�dos, mi lengua, mi coraz�n; en una palabra, todo mi ser. Ya que soy todo vuestro Oh Madre de bondad, guardadme y defendedme como cosa y posesi�n vuestra. Am�n.


 

Oraci�n a Mar�a Madre de la Eucarist�a

 

Ave Mar�a, dulce Madre de la Eucarist�a.
Con dolor y mucho amor, nos has dado
a tu Hijo Jes�s mientras pend�a de la Cruz.
Nosotros, d�biles criaturas, nos aferramos a Ti
para ser hijos dignos de este
gran AMOR y DOLOR.
Ay�danos a ser humildes y sencillos,
ay�danos a amar a todos los hombres,
ay�danos a vivir en la gracia
estando siempre listos para recibir
a Jes�s en nuestro coraz�n.
Oh Mar�a, Madre de la Eucarist�a,
nosotros, por cuenta propia, no podremos comprender
este gran misterio de amor.
Que obtengamos la luz del Esp�ritu Santo,
para que as� podamos comprender
aunque sea por un solo instante,
todo el infinito amor de tu Jes�s
que se entrega a S� mismo por nosotros.
AMEN


 

Consagraci�n a Mar�a Madre de la Eucarist�a

 

Dios m�o,
Yo creo que eres Uno en naturaleza, Igual en divinidad.
Tres Personas, presentes en la Eucarist�a.
Ante T�, Dios Uno y Trino, me postro en adoraci�n
y Te reconozco como mi Creador, Redentor, Santificador.
Yo, peque�a y d�bil criatura,
elevada por Tu Gracia a la dignidad de ser hijo(a) Tuyo(a),
deseo vivir las ense�anzas del Evangelio,
ser un miembro d�cil de la Iglesia,
aceptar los mensajes
que nos has enviado a trav�s de la Madre de la Eucarist�a.
Padre m�o,
necesito Tu amor
para dar significado, direcci�n y prop�sito a mi vida,
nada puedo hacer sin T�
al volverme hijo(a) Tuyo(a).
Jes�s, dulce Maestro,
deseo conocerte y amarte m�s y m�s,
alimenta, sostiene y fortalece
mi vida con la Eucarist�a,
pan de Dios, el pan de vida, pan vivo bajado del Cielo.
Esp�ritu Santo,
dame Tu luz
para que pueda comprender, aunque sea por un instante,
todo el infinito amor de la Sant�sima Trinidad
que se me da en la Eucarist�a.
Oh Dios, Uno y Trino,
me consagro a T� por medio de Mar�a,
Madre de la Eucarist�a.
Me comprometo, tanto como sea posible,
a asistir diariamente a la Santa Misa
y a recibirte en mi coraz�n.
Creo que est�s en verdad presente
en los Sagrarios de las iglesias,
donde deseo ir a alabarte, a adorarte
y hacerte compa��a.
Madre de la Eucarist�a,
T� quien nos has dado a tu hijo Jes�s,
con dolor y tanto amor,
mientras pend�a de la Cruz,
ay�dame a vivir en la gracia para siempre estar listo
para recibir a Jes�s en mi coraz�n.
Am�n.


 

Consagraci�n del mundo a la Virgen Mar�a 

 

1) "�Mujer, ah� tienes a tu hijo!" (Jn 19, 26).

Mientras se acerca el final de este A�o Jubilar,
en el que t�, Madre, nos ha ofrecido de nuevo a Jes�s,
el fruto bendito de tu pur�simo vientre,
el Verbo hecho carne, el Redentor del mundo,
resuena con especial dulzura para nosotros esta palabra suya
que nos conduce hacia ti, al hacerte Madre nuestra:

"�Mujer, ah� tienes a tu hijo!".

Al encomendarte al Ap�stol Juan,
y con �l a los hijos de la Iglesia,
m�s a�n a todos los hombres,
Cristo no atenuaba, sino que confirmaba,
su papel exclusivo como Salvador del mundo.

T� eres esplendor que no ensombrece la luz de Cristo,
porque vives en �l y para �l.
Todo en ti es "fiat": T� eres la Inmaculada,
eres transparencia y plenitud de gracia.
Aqu� estamos, pues, tus hijos, reunidos en torno a ti
en el alba del nuevo Milenio.

Hoy la Iglesia, con la voz del Sucesor de Pedro,
a la que se unen tantos Pastores
provenientes de todas las partes del mundo,
busca amparo bajo tu materna protecci�n
e implora confiada tu intercesi�n
ante los desaf�os ocultos del futuro.

2. Son muchos los que, en este a�o de gracia,
han vivido y est�n viviendo
la alegr�a desbordante de la misericordia
que el Padre nos ha dado en Cristo.

En las Iglesias particulares esparcidas por el mundo
y, a�n m�s, en este centro del cristianismo,
muchas clases de personas
han acogido este don.
Aqu� ha vibrado el entusiasmo de los j�venes,
aqu� se ha elevado la s�plica de los enfermos.
Por aqu� han pasado sacerdotes y religiosos,
artistas y periodistas,
hombres del trabajo y de la ciencia,
ni�os y adultos,
y todos ellos han reconocido en tu amado Hijo
al Verbo de Dios, encarnado en tu seno.

Haz, Madre, con tu intercesi�n,
que los frutos de este A�o no se disipen,
y que las semillas de gracia se desarrollen
hasta alcanzar plenamente la santidad,
a la que todos estamos llamados.

3. Hoy queremos confiarte el futuro que nos espera,
rog�ndote que nos acompa�es en nuestro camino.
Somos hombres y mujeres de una �poca extraordinaria,
tan apasionante como rica de contradicciones.
La humanidad posee hoy instrumentos de potencia inaudita.
Puede hacer de este mundo un jard�n
o reducirlo a un c�mulo de escombros.
Ha logrado una extraordinaria capacidad de intervenir
en las fuentes mismas de la vida:

Puede usarlas para el bien,
dentro del marco de la ley moral,
o ceder al orgullo miope
de una ciencia que no acepta l�mites,
llegando incluso a pisotear
el respeto debido a cada ser humano.

Hoy, como nunca en el pasado,
la humanidad est� en una encrucijada.
Y, una vez m�s, la salvaci�n est� s�lo y enteramente,
oh Virgen Santa, en tu hijo Jes�s.

4. Por esto, Madre, como el Ap�stol Juan,
nosotros queremos acogerte en nuestra casa (cf. Jn 19, 27),
para aprender de ti a ser como tu Hijo.

"�Mujer, aqu� tienes a tus hijos!"
Estamos aqu�, ante ti,
para confiar a tus cuidados maternos
a nosotros mismos, a la Iglesia y al mundo entero.
Ruega por nosotros a tu querido Hijo,
para que nos d� con abundancia el Esp�ritu Santo,
el Esp�ritu de verdad que es fuente de vida.
Ac�gelo por nosotros y con nosotros,
como en la primera comunidad de Jerusal�n,
reunida en torno a ti el d�a de Pentecost�s (cf. Hch 1, 14).

Que el Esp�ritu abra los corazones a la justicia y al amor,
gu�e a las personas y las naciones
hacia una comprensi�n rec�proca
y hacia un firme deseo de paz.

Te encomendamos a todos los hombres,
comenzando por los m�s d�biles:
a los ni�os que a�n no han visto la luz
y a los que han nacido en medio de la pobreza y el sufrimiento;
a los j�venes en busca de sentido,
a las personas que no tienen trabajo
y a las que padecen hambre o enfermedad.
Te encomendamos a las familias rotas,
a los ancianos que carecen de asistencia
y a cuantos est�n solos y sin esperanza.

5. Oh Madre, que conoces los sufrimientos
y las esperanzas de la Iglesia y del mundo,
ayuda a tus hijos en las pruebas cotidianas
que la vida reserva a cada uno
y haz que, por el esfuerzo de todos,
las tinieblas no prevalezcan sobre la luz.

A ti, aurora de la salvaci�n, confiamos
nuestro camino en el nuevo Milenio,
para que bajo tu gu�a
todos los hombres descubran a Cristo,
luz del mundo y �nico Salvador,
que reina con el Padre y el Esp�ritu Santo
por los siglos de los siglos. Am�n.

S.S. Juan Pablo II


 

15 minutos en compa��a 
del Inmaculado Coraz�n de Mar�a 

 

Oraci�n previa:
�Oh Coraz�n Inmaculado de Mar�a, generoso y magn�nimo como de Reina, amoroso y compasivo como de Madre!: o�d los suspiros del �ltimo de vuestros hijos que confiado acude a depositar en Vos los sentimientos y aspiraciones de su alma.

I. Gracias, Coraz�n bondados�simo. Vos sois manantial de las divinas bendiciones; de Vos he recibido favores sin n�mero. �Y cu�ntas veces, sin darme cuenta de ello!

Cuando Jes�s me redim�a en el Calvario, all� estabais Vos, juntando vuestra compasi�n a sus dolores, y vuestras l�grimas al torrente de su sangre redentora.

Tengo mis delicias junto al sagrario en la Santa Eucarist�a; mas ese pan de �ngeles es fruto regalado de vuestra sangre y vuestro amor.

�Oh Coraz�n dulc�simo de mi Madre!, Vos sois el canal se�alado por Dios mismo para distribuir todas sus gracias a los hombres. De Vos recib� aquella inspiraci�n..., aquella fuerza para vencer..., aquel consuelo en mi aflicci�n.

De vos me vino aquella luz que me mostr� el abismo a que corr�a..., aquella gracia que me movi� a dolor de mis pecados... Aquel peligro conjurado..., aquella salud recobrada.., me vinieron de Vos. �No tienen n�mero vuestros favores!. �Gracias, Coraz�n dulc�simo, gracias!

 

II. Y Vos, Coraz�n compasivo, �qu� hab�is recibido de mi? �Oh!, lo sab�is Vos, y yo tambi�n lo s�, para confusi�n m�a.

A vuestro amor y ternura he respondido con fr�a ingratitud. Esa espada que os atraviesa de parte a parte, �oh Coraz�n de Mar�a!, os la he clavado yo, hijo ingrato...; y no una, sino muchas veces.

Aquellas miradas..., aquellos sentimientos..., aquellas intenciones inconfesables..., aquella soberbia oculta..., aquella sensualidad..., aquel esc�ndalo.. Que os hubiese ofendido otro menos favorecido de vuestro amor, ser�a tolerable; pero que os haya disgustado yo, despu�s de pruebas tan elocuentes y repetidas de vuestro amor... �Oh Coraz�n Sant�simo de Mar�a!, yo me confundo y arrepiento; yo os pagar� amor con amor..., yo arrancar� la espada cruel que os atormenta.

 

III. �Reparaci�n, reparaci�n! Si, os la quiero ofrecer siempre. �Os amo tanto! �Me duelen tan de veras la ingratitud y las continuas ofensas con que los hombres corresponden a vuestro amor!

�Oh Coraz�n dulcis�mo de Mar�a!, la espada cruel que os atraviesa nos habla de la pasi�n y muerte de Jes�s y de los pecados de los hombres que os colman de amargura; pero desde hoy yo he de consolaros. Bendecid mis resoluciones. Yo amar� siempre a Jes�s, para que no se pierda en mi el fruto de su sangre...; yo os prometo morir antes que pecar, porque no quiero renovar vuestros dolores...; yo pensar� en Vos, por los que os olvidan...; os alabar� por los que os blasfeman; yo os amar� con todas las fuerzas de mi alma...

Por vuestro amor, �oh Coraz�n Inmaculado!, me apartar� de aquella ocasi�n..., mortificar� mis sentidos...; har� que mis ojos, mis o�dos, mi lengua, mis manos..., imiten vuestros ejemplos de modestia, de caridad, de servicialidad...

�Oh Coraz�n de mi Madre!, para reparar las injurias que los hombres os hacen, me impondr� entre d�a algunos peque�os sacrificios..., os ofrecer� diariamente el rezo del Santo Rosario..., os consagrar� los primeros s�bados de mes, comulgando fervorosamente en honor vuestro...

 

IV. Y tengo que pediros nuevos favores, �oh Coraz�n dulc�simo! Os lo expongo con plen�sima confianza de obtenerlos, si convienen a mi eterna salvaci�n. �No dijo vuestro Jes�s: "P�deme por el Coraz�n de mi Madre, y alcanzar�s cuanto deseas"? Pues concededme que no vuelva a caer en el pecado...; que os ame en todos los instantes de mi vida...; que al acabarse este destierro, me llev�is a gozar de vuestras ternuras en el cielo...

Coraz�n dulc�simo de Mar�a, Vos me hab�is de salvar...; yo recojo vuestra regalad�sima promesa de asistir en la hora de la muerte con las gracias necesarias para salvarse a cuantos hayan comulgado cinco primeros s�bados de mes seguidos. Yo os dar� ese consuelo, y conf�o en vuestra bondad y ternura.

Y ahora, �oh Coraz�n Inmaculado!, Vos conoc�is mi debilidad...; dadme fuerza para vencer aquella dificultad...; para cortar con tal ocasi�n... Alcanzadme esa virtud que Jes�s me pide hace tanto tiempo... Y el asunto que llevo entre manos.., y la preocupaci�n que conoc�is..., arregladlo todo para mayor gloria de Dios.

Os pido por mis padres, hermanos, amigos (por aquel especialmente que anda alejado de Dios)..., por la conversi�n de todos los pecadores, por la perseverancia de los justos, por el alivio de mis queridos difuntos..., por los sacerdotes, para que sean santos, por los misioneros...

Coraz�n bondados�simo, dadme Vos mismo las gracias que sab�is serme necesarias...

V. Despedida. �Qu� dulce es, Mar�a, gozar de tu amor! �Qu� hermoso y qu� tierno tu gran Coraz�n! �Y qu� bien se est� a vuestro lado! Pero tengo que irme: me llaman mis obligaciones. �Coraz�n amant�simo de mi Madre! Me voy, pero quiero dejar mi coraz�n aqu� a vuestro lado, encerrado en vuestro seno amoroso... A lo largo del d�a volver�n a Vos mi recuerdo y los afectos de mi alma... Cuanto antes pueda volver� con alg�n peque�o obsequio practicado en vuestro honor, con alg�n peque�o sacrificio amorosamente aceptado en reparaci�n de las injurias que se os hacen.

�Oh Coraz�n de mi tierna Madre, adi�s! Haced que sienta durante el d�a vuestra protecci�n y vuestro amor. Ahora, recibid todo entero el del �ltimo de vuestros hijos... �Adi�s!

 


 

Las tres avemar�as

 

Oh Madre de Dios y Madre de todas las gracias: por las much�simas que te concedi� la Sant�sima Trinidad, y particularmente por tu poder, sabidur�a y ardiente caridad, te suplico nos concedas a nosotros participar de estas gracias, como participan los hijos de los bienes de sus padres, y especialmente nos concedas la gracia que te pedimos en esta novena honrando en ti al Padre, al Hijo y al Esp�ritu Santo. Am�n.

(Hacer aqu� la petici�n).
1

Oh Virgen poderos�sima: as� como Dios Padre, en su munificencia omnipotente, levant� tu alma sobre un trono de gloria sin igual, hasta el punto de que, despu�s de �l, eres la m�s poderosa en el cielo y en la tierra, as� tambi�n te suplico que me asistas en la hora de la muerte, para fortificarme y rechazar de m� toda potestad enemiga.

Avemar�a.

2

Oh Virgen sapient�sima: as� como el Hijo de Dios, conforme a los tesoros de su sabidur�a, te adorn� y llen� maravillosamente de ciencia y entendimiento, de tal modo que gozas del conocimiento de la Sant�sima Trinidad m�s que todos los santos juntos, y como sol brillante, con la claridad de que te ha embellecido, adornas todo el cielo, as� tambi�n te ruego me asistas en la hora de la muerte, para llenar mi alma de las luces de la fe y de la verdadera sabidur�a, para que no la oscurezcan las tinieblas de la ignorancia y del error.

Avemar�a.

 

3

Oh Virgen amant�sima: as� como el Esp�ritu Santo te llen� por completo de las dulzuras de su amor y te hizo tan amable y tan amante que, despu�s de Dios, eres la m�s dulce y la m�s misericordiosa, as� tambi�n te ruego me asistas en la hora de la muerte, llenando mi alma de tal suavidad de amor divino, que toda pena y amargura de muerte se cambie para m� en delicias.

Avemar�a.

 

Nota: Pueden encontrar el origen de esta devoci�n pinchando aqu� 
Fuente: "devocionario.com"


 

Consagraci�n al Inmaculado Coraz�n de Mar�a 
(Papa P�o XII)

 

�Oh Reina del Sant�simo Rosario, auxilio de los cristianos, refugio del g�nero humano, vencedora de todas las batallas de Dios! Ante vuestro Trono nos postramos suplicantes, seguros de impetrar misericordia y de alcanzar gracia y oportuno auxilio y defensa en las presentes calamidades, no por nuestros m�ritos, de los que no presumimos, sino �nicamente por la inmensa bondad de vuestro maternal Coraz�n.

En esta hora tr�gica de la historia humana, a Vos, a vuestro Inmaculado Coraz�n, nos entregamos y nos consagramos, no s�lo en uni�n con la Santa Iglesia, cuerpo m�stico de vuestro Hijo Jes�s, que sufre y sangra en tantas partes y de tantos modos atribulada, sino tambi�n con todo el Mundo dilacerado por atroces discordias, abrasado en un incendio de odio, v�ctima de sus propias iniquidades.

Que os conmuevan tantas ruinas materiales y morales, tantos dolores, tantas angustias de padres y madres, de esposos, de hermanos, de ni�os inocentes; tantas vidas cortadas en flor, tantos cuerpos despedazados en la horrenda carnicer�a, tantas almas torturadas y agonizantes, tantas en peligro de perderse eternamente.

 

Vos, oh Madre de misericordia, impetradnos de Dios la paz; y, ante todo, las gracias que pueden convertir en un momento los humanos corazones, las gracias que preparan, concilian y aseguran la paz. Reina de la paz, rogad por nosotros y dad al mundo en guerra la paz por que suspiran los pueblos, la paz en la verdad, en la justicia, en la caridad de Cristo. Dadle la paz de las armas y la paz de las almas, para que en la tranquilidad del orden se dilate el reino de Dios.

Conceded vuestra protecci�n a los infieles y a cuantos yacen a�n en las sombras de la muerte; conc�deles la paz y haced que brille para ellos el sol de la verdad y puedan repetir con nosotros ante el �nico Salvador del mundo: Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.

Dad la paz a los pueblos separados por el error o la discordia, especialmente a aquellos que os profesan singular devoci�n y en los cuales no hab�a casa donde no se hallase honrada vuestra venerada imagen (hoy quiz� oculta y retirada para mejores tiempos), y haced que retornen al �nico redil de Cristo bajo el �nico verdadero Pastor.

Obtened paz y libertad completa para la Iglesia Santa de Dios; contened el diluvio inundante del neopaganismo, fomentad en los fieles el amor a la pureza, la pr�ctica de la vida cristiana y del celo apost�lico, a fin de que aumente en m�ritos y en n�mero el pueblo de los que sirven a Dios.

Finalmente, as� como fueron consagrados al Coraz�n de vuestro Hijo Jes�s la Iglesia y todo el g�nero humano, para que, puestas en El todas las esperanzas, fuese para ellos se�al y prenda de victoria y de salvaci�n; de igual manera, oh Madre nuestra y Reina del Mundo, tambi�n nos consagramos para siempre a Vos, a vuestro Inmaculado Coraz�n, para que vuestro amor y patrocinio aceleren el triunfo del Reino de Dios, y todas las gentes, pacificadas entre s� y con Dios, os proclamen bienaventurada y entonen con Vos, de un extremo a Otro de la tierra, el eterno Magn�ficat de gloria, de amor, de reconocimiento al Coraz�n de Jes�s, en s�lo el cual pueden hallar la Verdad, la Vida y la Paz.

 


 

Acto de reparaci�n 
al Inmaculado Coraz�n de Mar�a 

 

�Oh Inmaculado Coraz�n de Mar�a, traspasado de dolor por las injurias con que los pecadores ultrajan vuestro Sant�simo nombre y vuestras excelsas prerrogativas! Aqu� ten�is, postrado a vuestros pies, un indigno hijo vuestro que, agobiado por el peso de sus propias culpas, viene arrepentido y lloroso, y con �nimo de resarcir las injurias que, a modo de penetrantes flechas, dirigen contra Vos hombres insolentes y malvados. Deseo reparar, con este acto de amor y rendimiento que hago delante de vuestro amant�simo Coraz�n, todas las blasfemias que se lanzan contra vuestro augusto nombre, todos los agravios que se infieren a vuestras excelsas prerrogativas y todas las ingratitudes con que los hombres corresponden a vuestro maternal amor e inagotable misericordia.

Aceptad, �oh Coraz�n Inmaculado!, esta peque�a demostraci�n de mi filial cari�o y justo reconocimiento, junto con el firme prop�sito que hago de seros fiel en adelante, de salir por vuestra honra cuando la vea ultrajada y de propagar vuestro culto y vuestras glorias. Concededme, �oh Coraz�n amabil�simo!, que viva y crezca incesantemente en vuestro santo amor, hasta verlo consumado en la gloria. Am�n.

Rezar tres Avemar�as en honra del poder, sabidur�a y misericordia del Inmaculado Coraz�n de Mar�a, menospreciado por los hombres. Terminar con las siguientes jaculatorias:

�Oh Coraz�n Inmaculado de Mar�a, compadeceos de nosotros!

Refugio de pecadores, rogad por nosotros.

�Oh dulce Coraz�n de Mar�a, sed la salvaci�n m�a!

Avemar�a, padrenuestro y gloria por las intenciones del Papa.

 

 


 

Visita al Inmaculado Coraz�n de Mar�a 

 

�Oh Coraz�n de Mar�a, Madre de Dios y Madre nuestra; Coraz�n amabil�simo, objeto de las complacencias de la adorable Trinidad y digno de toda la veneraci�n y ternura de los Angeles y de los hombres; Coraz�n el m�s semejante al de Jes�s, del cual sois la m�s perfecta imagen; Coraz�n lleno de bondad y que tanto os compadec�is de nuestras miserias, dignaos derretir el hielo de nuestros corazones, y haced que vuelvan a conformarse con el Coraz�n del Divino Salvador. Infundid en ellas el amor de vuestras virtudes; inflamadlos con aquel dichoso fuego en que Vos est�is ardiendo sin cesar. Encerrad en vuestro seno la santa Iglesia; custodiadla, sed siempre su dulce asilo y su inexpugnable torre contra toda incursi�n de sus enemigos. Sed nuestro camino para dirigirnos a Jes�s, y el conducto por el cual recibamos todas las gracias necesarias para nuestra salvaci�n. Sed nuestro socorro en las necesidades, nuestra fortaleza en las tentaciones, nuestro refugio en las persecuciones, nuestra ayuda en todos los peligros; pero especialmente en los �ltimos combates de nuestra vida, a la hora de la muerte, cuando todo el infierno se desencadenar� contra nosotros para arrebatar nuestras almas, en aquel formidable momento, en aquel punto terrible del cual depende nuestra eternidad. �Ah! Virgen piados�sima, hacednos sentir entonces la dulzura de vuestro maternal Coraz�n, y la fuerza de vuestro poder para con el de Jes�s, abri�ndonos en la misma fuente de la misericordia un refugio seguro, en donde podamos reunirnos para bendecirle con Vos en el para�so por todos los siglos. Am�n.

Jaculatoria. Sea por siempre y en todas partes conocido, alabado, bendecido, amado, servido y glorificado el divin�simo Coraz�n de Jes�s y el Inmaculado Coraz�n de Mar�a. As� sea.


 

Al Inmaculado Coraz�n de Mar�a 
(Para pedir un favor)

 

�Coraz�n inmaculado de Mar�a!, desbordante de amor a Dios y a la humanidad,
y de compasi�n por los pecadores, me consagro enteramente a ti. Te conf�o la salvaci�n de mi alma.

Que mi coraz�n est� siempre unido al tuyo, para que me separe del pecado,
ame mas a Dios y al pr�jimo y alcance la vida eterna juntamente con aquellos que amo.

Medianera de todas las gracias, y Madre de misericordia, recuerda el tesoro infinito que tu divino Hijo ha merecido con sus sufrimientos y que nos confi� a nosotros sus hijos.

Llenos de confianza en tu maternal coraz�n, que venero y amo, acudo a ti en mis apremiantes necesidades. Por los m�ritos de tu amable e inmaculado Coraz�n y por amor al Sagrado Coraz�n de Jes�s, obt�nme la gracia que pido (mencionar aqu� el favor que se desea)

Madre amad�sima, si lo que pido no fuere conforme a la voluntad de Dios,
intercede para que se conceda lo que sea para la mayor gloria de Dios y el bien de mi alma. Que yo experimente la bondad maternal de tu coraz�n
y el poder su pureza intercediendo ante Jes�s ahora en mi vida y en la hora de mi muerte. Am�n.

Coraz�n de Mar�a, perfecta imagen del coraz�n de Jes�s, haced que nuestros corazones sean semejantes a los vuestros. Am�n.

 


 

Oraci�n de San Alfonso Mar�a de Ligorio

 

Virgen Sant�sima Inmaculada y Madre m�a Mar�a, a Vos, que sois la Madre de mi Se�or, la Reina del mundo, la abogada, la esperanza, el refugio de los pecadores, acudo en este d�a yo, que soy el m�s miserable de todos. Os venero, �oh gran Reina!, y os doy las gracias por todos los favores que hasta ahora me hab�is hecho, especialmente por haberme librado del infierno, que tantas veces he merecido. Os amo, Se�ora amabil�sima, y por el amor que os tengo prometo serviros siempre y hacer cuanto pueda para que tambi�n se�is amada de los dem�s. Pongo en vuestras manos toda mi esperanza, toda mi salvaci�n; admitidme por siervo vuestro, y acogedme bajo vuestro manto, Vos, �oh Madre de misericordia! Y ya que sois tan poderosa ante Dios, libradme de todas las tentaciones o bien alcanzadme fuerzas para vencerlas hasta la muerte. Os pido un verdadero amor a Jesucristo. Espero de vos tener una buena muerte; Madre m�a, por el amor que ten�is a Dios os ruego que siempre me ayud�is, pero m�s en el �ltimo instante de mi vida. No me dej�is hasta que me ve�is salvo en el cielo para bendeciros y cantar vuestras misericordias por toda la eternidad. As� lo espero. Am�n.


 

Oraci�n de San Bernardo

 

Salve Reina de misericordia, Se�ora del mundo, Reina del cielo, Virgen de las v�rgenes, Sancta S�nctorum, luz de los ciegos, gloria de los justos, perd�n de los pecadores, reparaci�n de los desesperados, fortaleza de los l�nguidos, salud del orbe, espejo de toda pureza. Haga tu piedad que el mundo conozca y experimente aquella gracia que t� hallaste ante el Se�or, obteniendo con tus santos ruegos perd�n para los pecadores, medicina para los enfermos, fortaleza para los pusil�nimes, consuelo para los afligidos, auxilio para los que peligran.

Por ti tengamos acceso f�cil a tu Hijo, oh bendita y llena de gracia, madre de la vida y de nuestra salud, para que por ti nos reciba el que por ti se nos dio. Excuse ante tus ojos tu pureza las culpas de nuestra naturaleza corrompida: obt�nganos tu humildad tan grata a Dios el perd�n de nuestra vanidad. Encubra tu inagotable caridad la muchedumbre de nuestros pecados: y tu gloriosa fecundidad nos conceda abundancia de merecimientos.

Oh Se�ora nuestra, Mediadora nuestra, y Abogada nuestra: reconc�lianos con tu Hijo, recomi�ndanos a tu Hijo, pres�ntanos � tu Hijo.

Haz, oh Bienaventurada, por la gracia que hallaste ante el Se�or, por las prerrogativas que mereciste y por la misericordia que engendraste, que Jesucristo tu Hijo y Se�or nuestro, bendito por siempre y sobre todas las cosas, as� como por tu medio se dign� hacerse participante de nuestra debilidad y miserias, as� nos haga participantes tambi�n por tu intercesi�n de su gloria y felicidad.

 


 

Oraci�n de San Anselmo

 

�Oh bendita entre todas las mujeres, que vences en pureza a los �ngeles, que superas a los santos en piedad! Mi esp�ritu moribundo aspira a una mirada de tu gran benignidad, pero se averg�enza al espectro de tan hermoso brillo. �Oh Se�ora m�a!, yo quisiera suplicarte que, por una mirada de tu misericordia, curases las llagas y �lceras de mis pecados; pero estoy confuso ante ti a causa de su infecci�n y suciedad. Tengo verg�enza, �oh Se�ora m�a!, de mostrarme a ti en mis impurezas tan horribles, por temor de que t� a tu vez tengas horror de m� a causa de ellas, y sin embargo, yo no puedo, desgraciado de m�, ser visto sin ellas.


 

Oraci�n a Santa Mar�a

 

Santa Mar�a, Madre de Dios, cons�rvame un coraz�n de ni�o, puro y cristalino como una fuente. Dame un coraz�n sencillo que no saboree las tristezas; un coraz�n grande para entregarse, tierno en la compasi�n; un coraz�n fiel y generoso que no olvide ning�n bien ni guarde rencor por ning�n mal. F�rmame un coraz�n manso y humilde, amante sin pedir retorno, gozoso al desaparecer en otro coraz�n ante tu divino Hijo; un coraz�n grande e indomable que con ninguna ingratitud se cierre, que con ninguna indiferencia se canse; un coraz�n atormentado por la gloria de Jesucristo, herido de su amor, con herida que s�lo se cure en el cielo.


 

Ante las tentaciones

 

Madre querida ac�geme en tu regazo, c�breme con tu manto protector y con ese dulce cari�o que nos tienes a tus hijos aleja de m� las trampas del enemigo, e intercede intensamente para impedir que sus astucias me hagan caer. A Ti me conf�o y en tu intercesi�n espero. Am�n.


 

Memorare

 

No me desampare tu amparo,
no me falte tu piedad,
no me olvide tu memoria.
Si t�, Se�ora, me dejas, �qui�n me sostendr�?
Si t� me olvidas, �qui�n se acordar� de m�?
Si t�, que eres Estrella de la mar
y gu�a de los errados, no me alumbras, �d�nde ir� a parar?
No me dejes tentar del enemigo,
y si me tentare, no me dejes caer,
y si cayere, ay�dame a levantar.
�Qui�n te llam�, Se�ora, que no le oyeses?
�Qui�n te pidi�, que no le otorgases?


 

Para ser buen cristiano

 

Sant�sima Se�ora, Madre de Dios; t� eres la m�s pura de alma y cuerpo, que vives m�s all� de toda pureza, de toda castidad, de toda virginidad; la �nica morada de toda la gracia del Esp�ritu Santo; que sobrepasas incomparablemente a las potencias espirituales en pureza, en santidad de alma y cuerpo; m�rame culpable, impuro, manchado en el alma y en el cuerpo por los vicios de mi vida impura y llena de pecado; purifica mi esp�ritu de sus pasiones; santifica y encamina mis pensamientos errantes y ciegos; regula y dirige mis sentidos; l�brame de la detestable e infame tiran�a de las inclinaciones y pasiones impuras; anula en m� el imperio de mi pecado; da la sabidur�a y el discernimiento a mi esp�ritu en tinieblas, miserable, para que me corrija de mis faltas y de mis ca�das, y as�, libre de las tinieblas del pecado, sea hallado digno de glorificarte, de cantarte libremente, verdadera madre de la verdadera Luz, Cristo Dios nuestro. Pues s�lo con �l y por �l eres bendita y glorificada por toda criatura, invisible y visible, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Am�n.


 

Santo Rosario

 

Modo de rezarlo:

Ave Mar�a Pur�sima,
Sin pecado concebida.

La se�al de la cruz: Por la se�al de la santa cruz, de nuestros enemigos, l�branos, Se�or, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Esp�ritu Santo. Am�n.

Acto de contrici�n: Jes�s, mi Se�or y redentor: Yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo coraz�n, porque con ellos ofend� a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar, y conf�o en que por tu infinita misericordia me has de conceder el perd�n de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna. Am�n.

Oraci�n: 
-Abre Se�or mis labios
-Y mi boca cantar� tus alabanzas
-Ven oh Dios m�o en mi ayuda
-Apres�rate Se�or en socorrerme
Gloria al Padre al Hijo y al Esp�ritu Santo

Se enuncian los misterios que se van a considerar en el d�a y despu�s de cada misterio se rezan 1 Padrenuestro, 10 Ave Mar�a y 1 Gloria al Padre.

En cada misterio: 

Padrenuestro: 1 vez

Avemar�a: 10 veces

Dios te salve, Mar�a, llena eres de gracia, el Se�or es contigo. Bendita t� eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jes�s.

Santa Mar�a, Madre de Dios*, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Am�n.

*(Se puede a�adir "y Madre nuestra")

Gloria: Gloria al Padre, al Hijo y al Esp�ritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Am�n.

Al final de cada misterio se a�ade la siguiente jaculatoria: "Oh Jes�s m�o, perd�nanos nuestros pecados, l�branos del fuego del infierno, atrae a todas las almas al cielo, especialmente las mas necesitadas de tu misericordia".

 

Misterios del Santo Rosario
(Fuente: www.corazones.org)

Gozosos
(lunes y s�bados)
Luminosos
(jueves)
Dolorosos
(martes y viernes)
Gloriosos
(mi�rcoles y domingos)

 

 

 

 


Misterios Gozosos

 

1- La Anunciaci�n.
(Lucas 1, 30-32, 38
�El �ngel le dijo: No temas, Mar�a, porque has hallado gracia delante de Dios, vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondr�s por nombre Jes�s. El ser� grande y ser� llamado Hijo del Alt�simo (...). Dijo Mar�a: He aqu� la esclava del Se�or;
h�gase en m� seg�n t� palabra
. 
2- La Visitaci�n (de Mar�a a su prima Santa Isabel).
(Lucas 1, 39-43)
�En aquellos d�as, se levanto Mar�a y se fue con prontitud a la regi�n monta�osa, a una ciudad de Jud�; entr� en casa de Zacar�as y salud� a Isabel. Y sucedi� que, en cuanto oy� Isabel el saludo de Mar�a, salt� de gozo el ni�o en su seno, e Isabel qued� llena del Esp�ritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: bendita t� entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre; y �de donde a m�
que la madre de mi Se�or venga a visitarme?�
3- El Nacimiento de Jes�s
(
Lucas 2, 6-11)
�Y sucedi� que, mientras ellos estaban all� se cumplieron los d�as del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primog�nito, le envolvi� en pa�ales y le acost� en un pesebre, porque no ten�an sitio en el alojamiento. Hab�a en la misma comarca algunos pastores (...) se les present� el �ngel del Se�or, (...)y les dijo: no tem�is, pues os anuncio una gran alegr�a, (...) os ha nacido (...) un salvador.
4- La Presentaci�n
(Lc 2, 22-25, 34-35)
�Llevaron a Jes�s a Jerusal�n para presentarle al Se�or, como est� escrito en la Ley del Se�or. (...) Y he aqu� que hab�a en Jerusal�n un hombre llamado Sime�n que esperaba la consolaci�n de Israel; y estaba en �l el Esp�ritu Santo. (...) Sime�n les bendijo y dijo a Mar�a, su madre: �ste est� puesto para ca�da y elevaci�n de muchos en Israel, y para ser se�al de contradicci�n �y a ti misma una espada te traspasar� el alma!- a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.
5- El Ni�o Perdido y Hallado en el Templo
(
Lc 2, 41-47)
�Sus padres iban todos los a�os a Jerusal�n a la fiesta de la Pascua. (...) Subieron ellos como de costumbre a la fiesta y, al volverse, pasados los d�as, el ni�o Jes�s se qued� en Jerusal�n, sin saberlo sus padres(...).
Se volvieron a Jerusal�n en su busca(...). Al cabo de tres d�as, le encontraron en el templo sentado en medio de los maestros, escuch�ndole
s y pregunt�ndoles; todos los que le o�an, estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas.

 

 

 

Misterios Luminosos

 

1- Su bautismo en el Jord�n
(Mt 3, 13, 16-17)
�Entonces aparece Jes�s, que viene de Galilea al Jord�n donde Juan, para ser bautizado por �l (...). Sali� luego del agua; y en esto se abrieron los cielos y vio al Esp�ritu de Dios que bajaba en forma de paloma y ven�a sobre �l. Y una voz que sal�a de los cielos dec�a: Este es mi Hijo amado, en quien yo me complazco. 
2- Su autorrevelaci�n en las bodas del Can�
(Jn 2,1-5)
�Se celebraba una boda en Can� de Galilea y estaba all� la madre de Jes�s. Fue invitado tambi�n a la boda Jes�s con sus disc�pulos. Y, como faltara vino, porque se hab�a acabado el vino de la boda, le dice a Jes�s su madre: No tienen vino. Jes�s le responde: �Qu� tengo yo contigo, mujer? Todav�a no ha llegado mi hora. Dice su madre a los sirvientes: Haced lo que �l os diga.

3- Su Anuncio del Reino de Dios, invitando a la conversi�n
(Mc 1, 15, 21; 2,3-11; Lc 7, 47-48)
�March� Jes�s a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios est� cerca; convert�os y creed en la Buena Nueva (...). [Luego] llegan a Cafarna�m (...) y le vienen a traer a un paral�tico. (...) Al no poder present�rselo a causa de la multitud, abrieron el techo (...) y a trav�s de la abertura que hicieron, descolgaron la camilla donde yac�a el paral�tico. Viendo Jes�s la fe de ellos, dice al paral�tico: Hijo, tus pecados te son perdonados (...), a ti te digo, lev�ntate, toma tu camilla y vete a tu casa.
(Lc 7, 47-48)
Por eso te digo que quedan perdonados sus muchos pecados, porque ha mostrado mucho amor. A quien poco se le perdona, poco amor muestra.�
  Y le dijo a ella: �Tus pecados quedan perdonados.�

4- Su Transfiguraci�n
(Mt 17, 1-3, 5)
 
�Seis d�as despu�s, toma Jes�s consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los lleva aparte, a un monte alto. Y se transfigur� delante de ellos: su rostro se puso brillante como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. En esto, se les aparecieron Mois�s y El�as que conversaban con �l. (...) [Y] una nube luminosa los cubri� con su sombra y de la nube sal�a una voz que dec�a: Este es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadle."
5- Instituci�n de la Eucarist�a, expresi�n sacramental del misterio pascual.
(Jn, 13, 1; Mt 26, 26-29)
�Sabiendo Jes�s, que hab�a llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los am� hasta el extremo�. Y �mientras estaban comiendo, tom� Jes�s pan y lo bendijo, lo parti� y, d�ndoselo a sus disc�pulos, dijo: Tomad, comed, �ste es mi cuerpo. Tom� luego una copa y, dadas las gracias, se la dio diciendo: bebed de ella todos, porque �sta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perd�n de los pecados� .

 

 

 

 

 

Misterios Dolorosos

 

1- La Agon�a en el Huerto
(Lc 22, 39-46)
�Va Jes�s con ellos a una propiedad llamada Getseman�, y dice a los disc�pulos: Sentaos aqu�, mientras voy all� a orar. Y tomando consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenz� a sentir tristeza y angustia. Y adelant�ndose un poco, cay� rostro en tierra,� y dijo: �Padre si quieres aparta de m� esta copa, pero no se haga mi voluntad sino la tuya. �Y sumido en agon�a, insist�a m�s en su oraci�n. Su sudor se hizo como gotas espesas de sangre que ca�an en tierra� (Mt 26, 36-37; Lc 22, 41-44).
2- La Flagelaci�n de Nuestro Se�or Jesucristo
(Jn 18, 33, 19;1)
(Pilato) �volvi� a salir donde los jud�os y les dijo: Yo no encuentro ning�n delito en �l (...). �Quer�is, pues, que os ponga en libertad al Rey de los jud�os? Ellos volvieron a gritar diciendo: �A �se, no; a Barrab�s! (...) Pilato entonces tom� a Jes�s y mand� azotarle�.
3- La Coronaci�n de Espinas
(Mt 27, 29-30)
Los soldados �trenzando una corona de espinas, se la pusieron sobre su cabeza, y en su mano derecha una ca�a; y doblando la rodilla delante de �l, le hac�an burla diciendo: �Salve, Rey de los jud�os!; y despu�s de escupirle, cogieron la ca�a y le golpeaban en la cabeza.
4- Jesucristo, la cruz a cuestas y camino al Calvario.
(Mt, 27, 31; Jn 19, 17; Mc 15, 21)
�Cuando se hubieron burlado de �l, le quitaron el manto, le pusieron sus ropas y le llevaron a crucificarle�. �Y �l cargando con su cruz, sali� hacia el lugar llamado Calvario�. �Y obligaron a uno que pasaba, a Sim�n de Cirene, (...) a que llevara su cruz.
5- La Crucifixi�n y Muerte de Nuestro Se�or
(Lc 23, 33-34, 44-46; Jn 19, 33-35)
�Llegados al lugar llamado Calvario, le crucificaron. (...) Jes�s dec�a: Padre, perd�nales, porque no saben lo que hacen (...). Era ya cerca de la hora sexta cuando, al eclipsarse el sol, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona (...). Jes�s, dando un fuerte grito, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi esp�ritu y, dicho esto, expir�.� �Como le vieron muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le traspas� el costado con una lanza y al instante sali� sangre y agua.

 

 

 

 

 

 

 

Misterios Gloriosos

 
1- La Resurrecci�n del Se�or
(Mt 28, 5-6)
�El �ngel se dirigi� a las mujeres y les dijo: Vosotras no tem�is, pues s� que busc�is a Jes�s, el Crucificado; no est� aqu�, ha resucitado, como lo hab�a dicho. Venid, ved el lugar donde estaba. Y ahora id en seguida a decir a sus disc�pulos: Ha resucitado de entre los muertos�
2- La Ascensi�n
(Lc 24, 50-51; Mc 16, 20)
Jes�s �los sac� hasta cerca de Betania y, alzando sus manos, los bendijo. Y sucedi� que, mientras los bendec�a se separ� de ellos y fue llevado al cielo.� Despu�s �salieron a predicar por todas partes, colaborando el Se�or con ellos y confirmando la Palabra con las se�ales que la acompa�aban.
3- La Venida del Esp�ritu Santo en Pentecost�s
(Hch 1, 14; 2, 1-4)
�Todos ellos perseveraban en la oraci�n, con un mismo esp�ritu en compa��a de algunas mujeres, de Mar�a, la madre de Jes�s, y de sus hermanos. (...) Al llegar el d�a de Pentecost�s, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido (...) que llen� toda la casa en la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Esp�ritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, seg�n el Esp�ritu les conced�a expresarse�
4- La Asunci�n de la Virgen Sant�sima
(
Ct 2, 10-11, 14)
��Lev�ntate, amada m�a, hermosa m�a, y vente! Porque, mira, ha pasado ya el invierno, han cesado las lluvias y se han ido. (...) Mu�strame tu semblante, d�jame o�r tu voz; porque tu voz es dulce, y bello tu semblante.
5 -La Coronaci�n de la Virgen Sant�sima como Reina de Cielos y Tierra.
(Sal. 45, 14-15; Ap 11, 19;12, 1)
�Toda espl�ndida, la hija del rey, va adentro, con vestidos en oro recamados; con sus brocados es llevada ante el rey.� Y �una gran se�al apareci� en el cielo; una mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza.

 

 

 

 

 

 

 

Letan�as de la Virgen Mar�a

 

Se�or, ten piedad de nosotros. Se�or, ten piedad.
Cristo, ten piedad de nosotros. Cristo, ten piedad.
Se�or, ten piedad de nosotros. Se�or, ten piedad.
Cristo, �yenos. Cristo, �yenos.
Cristo, esc�chanos. Cristo, esc�chanos.
Dios, Padre Celestial. Ten piedad de nosotros.
Dios, Esp�ritu Santo. Ten piedad de nosotros.
Trinidad Santa, un s�lo Dios. Ten piedad de nosotros.

 


Ruega por nosotros.

Ruega por nosotros.

Santa Mar�a, 
Santa Madre de Dios.
Santa Virgen de las V�rgenes.
Madre de Cristo.
Madre de divina gracia.
Madre pur�sima.
Madre cast�sima. Madre virgen.
Madre inmaculada.
Madre admirable.
Madre del buen consejo.
Madre del Creador. Madre del Salvador.
Virgen prudent�sima.
Virgen digna de veneraci�n.
Virgen digna de alabanzas.
Virgen poderosa.
Virgen clemente.
Virgen fiel.
Espejo de justicia.
Trono de sabidur�a.
Causa de nuestra alegr�a.
Vaso espiritual.
Vaso digno del honor.
Vaso insigne de devoci�n.

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Rosa m�stica. 
Torre de David.
Torre de Marfil.
Casa de oro.
Arca de la Alianza.
Puerta del cielo.
Estrella de la ma�ana.
Salud de los enfermos.
Refugio de los pecadores.
Consoladora de los afligidos
Auxilio de los cristianos.
Reina de los �ngeles.
Reina de los Patriarcas.
Reina de los Profetas.
Reina de los Ap�stoles.
Reina de los M�rtires.
Reina de los Confesores.
Reina de las v�rgenes.
Reina de todos los Santos.
Reina concebida sin pecado original.
Reina elevada al cielo.
Reina del Sant�simo Rosario.
Reina de la Paz.

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Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo. Perd�nanos, Se�or.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo. Esc�chanos, Se�or.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo. Ten misericordia de nosotros.

 

Tres Ave-Mar�as en honor a la pureza de la Sant�sima Virgen:

1

Dios te salve, Mar�a, pura y casta antes del parto, hija de Dios Padre, llena eres de gracia, el Se�or es contigo. Bendita t� eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jes�s.

Santa Mar�a, Madre de Dios*, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Am�n.

2

Dios te salve, Mar�a, pura y casta durante el parto, Madre de Dios Hijo , llena eres de gracia, el Se�or es contigo. Bendita t� eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jes�s.

Santa Mar�a, Madre de Dios*, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Am�n.

3

Dios te salve, Mar�a, pura y casta despu�s del parto, esposa de Dios Esp�ritu Santo, llena eres de gracia, el Se�or es contigo. Bendita t� eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jes�s.

Santa Mar�a, Madre de Dios*, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Am�n.

Oraci�n:

Dios te salve, Mar�a, pura y casta antes del parto, en el parto y despu�s del parto Templo y Sagrario de la Sant�sima Trinidad concebida sin mancha alguna de pecado original Am�n.

Gloria: Gloria al Padre, al Hijo y al Esp�ritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Am�n.

Oremos: Se�or Dios nuestro: conc�denos gozar de constante salud de alma y cuerpo, y por los ruegos de la Virgen Mar�a, l�branos de las penas de esta vida y haz que alcancemos la alegr�a sin fin. Por Cristo, nuestro Se�or. Am�n.

Oraci�n de San Bernardo: Acu�rdate, Oh piados�sima Virgen Mar�a, que jam�s se oy� decir que hayas abandonado a ninguno de cuantos han acudido a tu amparo, implorando tu protecci�n y reclamando tu auxilio. Animado con esta confianza, tambi�n yo acudo a t�, Virgen de v�rgenes, y gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a compadecer ante soberana presencia. No deseches mis s�plicas, Madre del Verbo divino, antes bien, �yelas y ac�gelas benignamente. Am�n.

Consagraci�n al Inmaculado Coraz�n de Mar�a: CORAZ�N INMACULADO DE MARIA... ! que a cambio de tu amor para con nosotros, recibes tantas ofensas: yo te ofrezco y consagro perpetuamente todo mi ser, para corresponder de la mejor manera a tu ternura maternal, para reparar las injurias de que eres objeto de parte de tantos hijos ingratos, y para vivir por mi parte la consagraci�n del mundo entero, tan deseado por tu Coraz�n, y llevada a cabo por el Sumo Pont�fice. D�gnate aceptar este humilde, pero sincero ofrecimiento. Mi alma, mi cuerpo, mi vida son tuyos; y pues enteramente te pertenezco, gu�rdame y defi�ndeme como cosa enteramente tuya. Am�n.

Palabras del Santo Padre sobre el Santo Rosario

EL ROSARIO

"El Rosario es mi oraci�n preferida. Oraci�n maravillosa en su sencillez y en su profundidad. En esta oraci�n repetimos muchas veces las palabras que la Virgen Mar�a escuch� de boca del �ngel y de su prima Isabel. A estas palabras se asocia toda la Iglesia.

Se puede decir que el Rosario es, en cierto modo, una oraci�n-comentario del �ltimo cap�tulo de la Constituci�n "Lumen Gentium" del Vaticano II, cap�tulo que trata de la admirable presencia de la Madre de Dios en el misterio de Cristo y de la Iglesia.

Sobre el fondo de las palabras "Dios te salve, Mar�a", pasan ante los ojos del que las reza los principales episodios de la vida de Cristo, con sus misterios gozosos, dolorosos y gloriosos, que nos hacen entrar en comuni�n con Cristo, podr�amos decir, a trav�s del coraz�n de su Madre.

Nuestro coraz�n puede encerrar en estas decenas del Rosario todos los hechos que componen la vida de cada individuo, de cada familia, de cada naci�n, de la Iglesia y de la humanidad: los acontecimientos personales y los del pr�jimo y, de modo particular, de los que m�s queremos. As�, la sencilla oraci�n del Rosario late al ritmo de la vida humana".

S.S. Juan Pablo II

 



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