Cuando de películas sobre genios se trata, la fórmula para el éxito involucra saber cómo hacer que el o la sujeto en cuestión sea interesante para la audiencia, algo que no siempre es fácil considerando la naturaleza fría con la que se suele retratar la genialidad. En este caso, aunque su historia no siempre lleve hacia caminos novedosos o impredecibles, la directora Anna Novion resuelve dicha ecuación en Marguerite’s Theorem, una película sobre matemáticas y sentimientos que encuentra en sus elementos de coming-of-age la ecuación ganadora.

Marguerite (Ella Rumpf) es una brillante matemática que estudia en una prestigiosa academia parisina. En la primera escena, durante una pequeña entrevista, aprendemos que no tiene una vida más allá de las matemáticas, pues sus únicos pasatiempos son caminar y “jugar Yahtzee con su madre”. Actualmente se encuentra felizmente trabajando en un complejísimo teorema junto a su profesor Laurent Werner (Jean-Pierre Darroussin), quien comienza a mostrar signos de querer apartarse de su pupila; uno de ellos es integrar a Lucas (Julien Frison), otro brillante estudiante, al equipo. 

Un error es todo lo que se necesita para hacer añicos el trabajo de tres años de Marguerite, quien con la confianza en los suelos y tras percatarse de que su mentor la quiere desplazar, decide renunciar y comenzar una vida “normal”. Pronto conoce y se hace roomie de Noa (Sonia Bonny Eboumbou), una bailarina que le ayuda a socializar y explorar nuevas facetas de sí misma.

Marguerite’s Theorem es una historia de dos partes, ambas desarrolladas con diferentes grados de éxito. Por un lado tenemos la relación entre Marguerite y Werner en donde Novion, junto a sus coguionistas Marie-Stéphane Imbert y Agnès Feuvre, nos presenta un hilo con tintes patriarcales en donde una mujer debe navegar en un mundo de hombres para hacerse de un nombre. La escena del “error” es crucial en mostrar la devastación que siente Marguerite por fallar frente a decenas de hombres.

En un principio da la impresión de que Marguerite es quien está cargando con el peso del proyecto y es ella misma quien se da cuenta de que su arduo trabajo no está recibiendo ni el apoyo ni el reconocimiento debido por parte de su mentor, quien la critica por ser demasiado “emocional” (algo que, según él, no va de la mano con las matemáticas) y además, a lo largo del filme muestra señales de ser un matemático frustrado. Esta realización es dura para Marguerite, quien en un inicio veía a Werner como su gran protector y tal vez hasta un reemplazo para su padre ausente. Es este hilo al que la película eventualmente regresa, pero lo hace sin mucha fuerza porque la relación entre Marguerite y Werner tiene muy poco tiempo en pantalla para realmente dejar su marca.

La otra faceta de la película es también su más efectiva: la del coming-of-age. Es divertido y satisfactorio ver a Marguerite reconstruir su vida, intentar socializar y meterse de lleno en un nuevo hobbie para ganar dinero. Asimismo, es agradable ver que, a diferencia de muchas películas y series de TV, el guion no retrata a su protagonista como un ser asexuado, sino como una mujer abierta que activamente quiere disfrutar su sexualidad. 

Estos eventos constituyen uno de los pilares de Marguerite’s Theorem: ver a una joven genio aprendiendo a lidiar con sus sentimientos. Al ser una matemática innata, a Marguerite le cuesta trabajo asimilar con todo lo que sea ilógico o irracional, y esto se extiende a su incapacidad para expresar sus sentimientos y lidiar con los más negativos. Es cuando aparece Lucas de nuevo en su camino que este problema se exacerba de maneras inesperadas para nuestra protagonista.

Toda esta sección tiene clichés del género y más de una conveniencia narrativa, sin embargo, es gracias al encanto del guion y de las actuaciones —destacando a una efervescente Sonia Bonny Eboumbou que se roba más de una escena— que la película cautiva y te hace interesarte en el desarrollo de Marguerite. Definitivamente sentí un poco de decepción cuando Novion vira nuevamente hacia la relación con Werner y la obsesiva resolución del teorema; un romance mantiene la llama coming-of-age viva durante el último tercio pero el aterrizaje no es tan sólido.

Encanto y grandes actuaciones derrotan a los clichés y elementos predecibles de Marguerite’s Theorem, un coming-of-age romántico sobre autodescubrimiento y resiliencia en donde Anna Novion hace algo que pocos de tus maestros lograron en primaria: hacer interesantes las matemáticas.

“Marguerite’s Theorem” tuvo su estreno mundial en Cannes 2023 como parte de la sección de Special Screenings.

Imagen de portada cortesía de THE PR FACTORY.