1968, EL AÑO EN QUE EL MUNDO SE LEVANTÓ POR LA LIBERTAD

 

1968, EL AÑO EN QUE EL MUNDO SE LEVANTÓ POR LA LIBERTAD

Se cumple en 2018 medio siglo de 1968, uno de los años más convulsos y de más cambio de la historia reciente. Fue un año de revolución, de despertar, pero también de represión y de frustración. Fue el año en que los estudiantes franceses y el pueblo americano salieron a la calle, para defender la libertad, aunque con matices entre los diferentes países. Fue el año en que el pueblo de Checoslovaquia tuvo que enfrentar una invasión cuyas consecuencias aún se aprecian en el tejido social del país. Fue también un año de despertar racial, con la icónica protesta de dos atletas norteamericanos que levantaron el puño en protesta contra la xenofobia durante los Juegos Olímpicos de México, que a su vez vivió en 1968 una de sus matanzas más trágicas, la de Tlatelolco. 

Algunos de los eventos más relevantes de 1968 (Collage propio)

En Estados Unidos, 1968 fue un año especialmente intenso, con el crecimiento definitivo de la escalada militar en Vietnam, que se llevó por delante al presidente Lyndon Johnson, quien renunció a su reelección por sorpresa, y con el asesinato de dos figuras fundamentales de la década, el reverendo Martin Luther King Jr. y el senador Robert Kennedy, así como la efervescencia de movimientos estudiantiles que quisieron reivindicar sus derechos, y concluyó con la elección de un nuevo presidente, el republicano Richard Nixon. Nunca antes en la historia y en tiempos de paz se habían juntado tantos acontecimientos de esta relevancia, en el que las ansias de cambio, revolución e integración pudieron más que el miedo y la represión, al menos durante un tiempo.

El pozo sin fondo de Vietnam

“En Vietnam, la mierda se acumula con tanta rapidez que necesitas alas para no mancharte” decía Martin Sheen, en el personaje de Benjamin Willard, en la película de Francis Ford Coppola “Apocalipsis now”. Ninguna de las guerras sucesivas a las que Estados Unidos se ha enfrentado en su historia ha tenido el efecto que Vietnam tuvo sobre el imaginario colectivo americano. La guerra, que se inició en 1955 cuando Francia abandonó la región, cambió de tercio ante la decisión del presidente Johnson de enviar más soldados a la zona, y participar abiertamente en el conflicto, en lo que se conoció como “la escalada”. Casi 60.000 soldados estadounidenses murieron en Vietnam, y 150.000 quedaron marcados para siempre por el conflicto, que se mantuvo oculto del pueblo americano todo lo posible.

Fotografía de la ejecución de un miembro del Vietcong en Saigón (FOTO: Twitter)

En 1968, la guerra cambió dramáticamente, perjudicando a los intereses norteamericanos. Fue el año en que se produjo una de las operaciones militares más importantes del conflicto, la ofensiva del Tet, que tuvo tres fases, y que fue extremadamente mortífera. Las tropas del Vietcong, que apoyaban a Vietnam del Norte, iniciaron un ataque contra las posiciones norteamericanas. Vietnam del Sur, apoyado por Estados Unidos, consiguió repeler bien el ataque. La ofensiva fue per se un fracaso de los procomunistas, que sufrieron muchas pérdidas humanas, más de 45.000, y además experimentaron un retroceso en los territorios ganados, pero consiguieron que los norteamericanos cambiasen su estrategia militar, lo que, a la larga, les permitió ganar la guerra.

Victoria táctica para Vietnam del Sur, pero propagandística para Vietnam del Norte. Este fue el titular de muchas de las batallas que se sucedieron en 1968 en Vietnam, como la primera batalla de Saigón, que provocó un aumento de las protestas contrarias a la guerra en Estados Unidos, la operación Sealord, con la que se consiguió boicotear las redes de contacto norvietnamitas, o la operación Commando Hunt, que perseguía evitar las provisiones de personal y de armamento a las tropas de Vietnam del Norte por el llamado Camino Ho Chi Minh. A pesar de que los norteamericanos consiguieron triunfos militares, la guerra era cada vez más impopular.

Eso se vio más que nunca en las calles de Estados Unidos, donde el movimiento antibélico, considerado marginal durante los años anteriores, se estaba transformando en un evento transversal que movilizaba a una importante parte de la ciudadanía americana en contra de la guerra. Las manifestaciones públicas de todo tipo empezaron a ser muy frecuentes, aunque todas predicaban la no violencia. Sin embargo, el Gobierno de Johnson respondió con dureza, y los disturbios se hicieron habituales. Uno de los más importantes se produjo a finales de agosto, cuando la Convención Nacional Demócrata, que se celebró en agosto en Chicago, donde chocaron manifestantes contrarios a la guerra y agentes de la Guardia Nacional de Illinois, deparando en un alto número de personas heridas.

La guerra en Vietnam acabaría en 1975, con una derrota histórica para las tropas norteamericanas y con una censura popular en aumento. Los Papeles del Pentágono, publicados en 1971, revelaron que Johnson sabía a mediados de los años 60 que la guerra no podía ganarse, pero mantuvo el despliegue para intentar ahorrar la humillación al Ejército americano. Los costes humanos de la guerra fueron casi iguales a los costes económicos. El presupuesto de defensa norteamericano se multiplicó cada año desde que comenzó la operación, tal y como denunció el presidente Eisenhower en 1960. La guerra cambió definitivamente en 1968, tanto en el terreno como en la percepción popular, que dejó de justificar la guerra.

 

MLK y RFK, la muerte del sueño

Martin Luther King Jr., un reverendo bautista, asumió durante los años 60 la cara visible del imparable movimiento de los derechos civiles. Su emblemático discurso durante la Marcha por el Trabajo y la Libertad en Washington en agosto de 1963, recordado por su cita “I have a dream”, dio un lema a un movimiento que acabaría conquistando los objetivos marcados, con tres leyes que acabaron con la segregación y dieron derecho a voto a los negros. El propio Luther King obtuvo en 1964 el premio Nobel de la Paz, en reconocimiento por sus acciones. Sin embargo, el hecho de que estuviese siempre en el primer plano provocó que se granjease poderosos enemigos que querían quitarle de en medio. MLK era consciente de que, antes o después, llegarían a él y le matarían. Y así fue, el 4 de abril de 1968.

Luther King y sus seguidores habían llegado a Memphis el día anterior, para participar en una movilización contra la discriminación racial en los servicios sanitarios de la ciudad. El reverendo pronunció aquella noche un emotivo discurso con referencias bíblicas que posteriormente fue considerado profético. El grupo se alojó en el motel Lorraine de Memphis. La tarde del 4 de abril, MLK salió al exterior de su habitación, la 306, y en ese momento recibió un único balazo, que entró por su mejilla, y le produjo daños irreversibles. Luther King no murió inmediatamente, pero falleció minutos después en un centro hospitalario de Memphis a los 39 años. El autor material del crimen, James Earl Ray, consiguió escapar, pero fue detenido el 8 de junio.

Ese mismo día, el senador Bobby Kennedy tenía previsto un mitin en Indianápolis, en el marco de su campaña presidencial. Cuando aterrizó en la ciudad, fue informado de la muerte de Luther King, y, a pesar de las sugerencias de su equipo de campaña, que temía por su propia seguridad, decidió no suspender su aparición. “Tengo malas noticias para todos vosotros – comenzó el senador por Nueva York – para todos los que aman la paz alrededor del mundo, y es que Martin Luther King ha sido asesinado”. Durante toda su breve intervención, el senador Kennedy realizó un alegato a favor de la paz y del entendimiento, y en contra de la división y del odio. Esta intervención es considerada uno de los más brillantes alegatos por la paz, y, de hecho, Indianápolis fue la única gran ciudad de los Estados Unidos en la que no se produjeron disturbios aquella noche.

La candidatura de Bobby Kennedy a la presidencia se venía pronosticando desde el momento del asesinato de su hermano. Sin embargo, decidió dar el paso en 1968, oponiéndose al presidente Johnson y abrazando la oposición a la guerra de Vietnam como tema de campaña. En su bando, tuvo que enfrentar la pujanza del senador Eugene McCarthy, que también se oponía a la guerra, y que tenía un gran apoyo de las capas más jóvenes de la sociedad. Sin embargo, Bobby tenía ante el público la vieja magia Kennedy, y explotaba al máximo la fantasía de una parte de la sociedad de regresar a los tiempos de la Nueva Frontera. Fue una campaña histórica, que sirvió como catarsis para el propio candidato y sus simpatizantes, ansiosos de restañar juntos las heridas que provocó el magnicidio del 22 de noviembre de 1963. El 28 de mayo, en las primarias de Oregón, McCarthy derrotó a Kennedy, y fue una dura derrota que estuvo a punto de acabar con la campaña del hermano del presidente asesinado. Sin embargo, en las elecciones primarias de California, el 4 de junio, Bobby Kennedy consiguió ganar claramente a McCarthy, y muchos consideraron que ese sería el punto de inflexión de su campaña.

Sin embargo, pocos minutos después de pronunciar su discurso triunfal en el hotel Ambassador de Los Ángeles, el senador Kennedy fue asesinado en la cocina del propio hotel. Fue detenido un joven palestino, Sirhan Bishara Sirhan, aunque las sombras de conspiración que rodearon el asesinato de JFK empezaron a cernirse sobre el de su hermano. Tras su muerte, unas horas después del tiroteo, el féretro de Bobby Kennedy fue trasladado a Washington en un tren que iba a baja velocidad para que todos los que quisieran despedirse de él pudiesen hacerlo, produciendo emotivas imágenes, y fue posteriormente enterrado en el cementerio de Arlington, a escasos metros de la tumba de su hermano, y con un monumento en el que se recuerdan para siempre sus palabras en Indianápolis tras el asesinato de MLK.

Cinco meses después del asesinato de Bobby Kennedy, Richard Nixon fue elegido presidente de los Estados Unidos, tras conseguir derrotar al vicepresidente Hubert Humphrey, candidato de los demócratas, y al exgobernador de Alabama, George Wallace, que consiguió un importante apoyo en los estados del Sur. 1968 se cerró en Estados Unidos con sentimientos dispares en su ciudadanía, ante la enorme cantidad de conflictos abiertos, pero para siempre quedó grabado en la historia como un año difícil en que una forma de entender el país murió, en que desapareció el sueño de la Nueva Frontera y de una buena parte de los años 60.

“La imaginación al poder”

1968 fue también un año de despertar y de estallido contra el poder establecido. Desde las manifestaciones de mayo en Francia, que pusieron a jaque el poder del presidente Charles de Gaulle, hasta los sucesos en Checoslovaquia, donde se produjo una tímida apertura aplastada meses después por el ejército soviético, pasando por la icónica imagen de dos deportistas norteamericanos levantando el puño en favor de los derechos civiles tras ganar sendas medallas en una prueba de los Juegos Olímpicos de México. Todo lo que ocurrió en este aspecto dejó un poso que años después provocaría cambios de calado en las sociedades en las que se produjo. Aquel año, se encendió la llama del cambio.

Imagen de las manifestaciones del Mayo del 68 (FOTO: Twitter)

El evento más importante fue el Mayo del 68. Un conjunto de estudiantes, liderado por Daniel Cohn-Bendit, apodado “Dany el Rojo”, había organizado un grupo de resistencia en la universidad de Nanterre, con la reivindicación de mejorar la situación educativa en Francia. Sin embargo, lo que empezó como un movimiento estudiantil pronto se tornó en otra cosa. Obreros, sindicatos y miembros del Partido Comunista Francés se sumaron a las manifestaciones y a sus consecuencias, como las huelgas que se produjeron. Los manifestantes pintaron en las calles sus lemas en forma de grafiti, y de esta manera, pasaron a la historia frases como “Dejemos el miedo al rojo para los animales con cuernos”, “Prohibido prohibir” o “Seamos realistas, pidamos lo imposible”.

El Gobierno de Charles de Gaulle y Georges Pompidou estuvo contra las cuerdas, temiendo una insurrección popular que pudiese derrocarles. Por ello, en un movimiento político que se definió como audaz, De Gaulle decidió disolver la Asamblea Nacional y convocar nuevas elecciones. El resultado supuso un espaldarazo al Gobierno, cuya mayoría aumentó en 119 escaños, y una caída de la oposición de izquierdas, sobre todo del Partido Comunista, que había apoyado las reivindicaciones. Sin embargo, pese a que las revueltas no lograron su objetivo, los argumentos de los manifestantes y el espíritu del Mayo del 68 permanecieron para siempre en la sociedad francesa y europea.

También hubo un intento revolucionario en Checoslovaquia, motivado por la difícil situación económica en el país, y que terminó con una invasión soviética. La unión de República Checa y Eslovaquia había iniciado un proceso de desestalinización, sin embargo, en enero de 1968, el líder del país, Antonín Novotny, fue sustituido por Alexander Dubček, un tecnócrata cuya formación se había producido en Moscú, y que por tanto era visto con buenos ojos por la Unión Soviética. Sin embargo, Dubček inició una batería de reformas liberalizadoras que recibieron el nombre de “socialismo con rostro humano”, y que consistieron, entre otros elementos, en la relajación de la censura mediática, y una economía mixta para mejorar la situación financiera.

Una de las fotografías más emblemáticas de la Primavera de Praga (FOTO: Twitter)

El pueblo checoslovaco reaccionó de manera positiva a los intentos de reforma de Dubček, pero esa respuesta no fue similar en la Unión Soviética y en las fuerzas del Pacto de Varsovia, que decidieron actuar. Así, el 20 de agosto, las tropas soviéticas, apoyadas por Hungría, Bulgaria y Polonia, invadieron Checoslovaquia. El pueblo checoslovaco salió a las calles a defender la integridad de su territorio, a veces a costa de su propia integridad física. 137 civiles murieron en aquellos disturbios. Del lado de Dubček, estaban dos de los líderes comunistas del Este que se habían alejado de la ortodoxia soviética, el yugoslavo Josip Broz Tito y el albanés Enver Hoxha, así como el rumano Nicolae Ceausescu. La victoria militar fue para las tropas del Pacto de Varsovia, y en 1969, Alexander Dubček fue sustituido al frente del Partido Comunista Checo por Gustáv Husák, que inició la llamada época de la Normalización. Sin embargo, la invasión soviética de Checoslovaquia trajo consecuencias importantes en el Pacto de Varsovia, ya que, en septiembre, Albania decidió abandonarlo por su desacuerdo con lo ocurrido en Checoslovaquia. En el país, quedó inoculada la semilla del cambio que ocurriría décadas después.

 

Black power sobre México

1968 fue uno de los años más intensos para México, que combinó el acontecimiento histórico de organizar los Juegos Olímpicos con las protestas estudiantiles a las que se unieron otros colectivos sociales, y que culminaron dramáticamente el 2 de octubre con la matanza de Tlatelolco, en Ciudad de México, que se produjo 10 días antes del inicio de los Juegos, y que fue parte de la guerra sucia del Gobierno del Partido Revolucionario Institucional (PRI) contra los estudiantes de izquierdas y los guerrilleros. Las cifras de personas muertas en esta masacre oscilan entre 300 y 400 personas.

Los Juegos de México, los primeros que se celebraban en un país de habla hispana, pasaron a la historia por una emblemática fotografía en el podio de los 200 metros. Los atletas norteamericanos Tommie Smith y John Carlos, medalla de oro y de bronce respectivamente, levantaron sus enguantados puños realizando el que pasó a ser conocido como “Black power salute”. El atleta que consiguió la medalla de plata, el australiano Peter Norman, llevaba una insignia del Proyecto Olímpico para los Derechos Humanos, la organización a la que Smith y Carlos pertenecían.

En este año, también se produjo la consolidación de dos regímenes autoritarios en Europa. El 27 de septiembre, el dictador portugués António de Oliveira Salazar dejó el cargo en manos de Marcelo Caetano, con un perfil más técnico, y que gobernaría el país luso hasta la Revolución de los Claveles de 1974. Dos días después, se produjo un referéndum en Grecia para apuntalar el poder de la Junta de los Coroneles en el país helénico. A partir de entonces, y oficialmente, el general Georgios Zoitakis fue reconocido como regente, sustituyendo así al rey Constantino II.

En la carrera espacial, que marcó los años 60, se produjo un hito histórico para el bando americano, el lanzamiento de la misión Apolo 7 de la NASA, la primera vez que los Estados Unidos enviaban una tripulación humana al espacio desde 1966. La URSS, por su parte, despidió a uno de sus héroes nacionales, el astronauta Yuri Gagarin, el primer hombre que rodeó la Tierra en una nave. Gagarin recibió un funeral de Estado, y fue enterrado dentro de los muros del Kremlin. 

Uno de los astronautas del Apolo 7 observa la Tierra desde la nave (FOTO: Flickr)

Asimismo, el 14 de mayo, los Beatles, en el pico de su popularidad, creó el sello discográfico Apple Records, en la que editarían la mayor parte de sus trabajos más célebres. Dos semanas después, el Manchester United entrenado por Matt Busby y con el norirlandés George Best como estrella ganó su primera Copa de Europa contra el Benfica. En Canadá, el liberal Pierre Trudeau, padre del actual primer ministro, se convirtió en líder del Gobierno. También, como consecuencia final de los movimientos sociales en Estados Unidos, la universidad de Yale anunció en noviembre que admitiría mujeres el siguiente curso.

El escritor Mark Kurlansky, autor del libro “1968: el año que sacudió el mundo” escribió “Nunca ha habido un año como 1968, y es improbable que haya otro parecido. Se produjo una combustión de espíritus rebeldes alrededor del mundo”. Fue un año en el que el mundo creyó en la libertad, y que siempre luchó por los principios que le movían. En cierto modo, 1968 fue un fracaso. Ni el Mayo del 68 consiguió cambiar Francia, ni los candidatos contrarios a la guerra de Vietnam consiguieron el triunfo en las presidenciales norteamericanas, ni las reformas aplicadas por Alexander Dubček vencieron en Checoslovaquia. Sin embargo, las cosas nunca volvieron a ser iguales a partir de 1968. La gente fue consciente de que podían cambiar el mundo a partir de acciones individuales, y, finalmente, consiguieron cambiarlo, con compasión y determinación. Ese es el mejor legado de 1968, el año de las ansias de libertad.

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