MADRE EDUVIGES PORTALET: Bigrafia de Madre Eduviges

lunes, 13 de julio de 2015

Bigrafia de Madre Eduviges

BIOGRAFÍA DE MADRE EDUVIGES PORTALET
Eduviges Portalet Couturier Sierva de Dios Eduviges Portalet nació el 3 de diciembre de 1826 en la ciudad de Lyon (Francia). Fue bautizada a los tres días de nacida con los nombres de Francisca Genoveva Eduviges. Sus padres fueron, Benoit Gastón Portalet, abogado de la Corte Real de Lyon y Zelié Eleonore Couturier, parisense de excepcionales cualidades humanas, destacándose su clara inteligencia, perseverancia y virtud. Sus padres eran cristianos ejemplares, Eduviges heredó las virtudes más relevantes de sus padres. Recibió su Primera Comunión en 1838 siendo alumna de las religiosas Ursulinas de Villefranche.
Este primer encuentro con Jesús dejó en su alma indelebles huellas y desde allí no suspiró sino por el Divino Esposo a quién le consagró su virginidad.
A los quince años ingresó como alumna en el Convento de la Visitación de Marcellín para terminar su educación. En noviembre de 1862 no pudiendo retardar más el llamado poderoso a la vocación religiosa, ingresó al Instituto de María Inmaculada de reciente fundación en Marsella.
Tomó el hábito en la noche Navidad, al mes de su ingreso. Cumpliendo el año canónico de noviciado, hizo su profesión temporal con un gozo indecible. Tres años aún quedó en la casa de Noviciado, siendo modelo de observancia, virtud y sacrificio.
 
Fue nombrada Maestra de Novicias, cargo que ejerció con mucho acierto hasta su partida a Toulouse. El Señor tenía otros designios sobre esta alma privilegiada.
Él la quería para Madre de una nueva familia religiosa que extendería su Reino de Amor sobre la tierra. Fue así como el 25 de junio de 1866, fue enviada a Toulouse para fundar un instituto para niños ciegos del cual sería ella la superiora. Los comienzos de esta fundación como toda obra escogida por Dios, tuvo grandes pruebas que Madre Eduviges Portalet soportó con gran espíritu de fe, amor y sacrificio. Gran amiga de la santa pobreza, se abrazó a ella con alegría para asemejarse mejor al esposo de su alma. Madre Eduviges se abandonó a la Divina Providencia y no deseó sino hacer en todo la voluntad de Dios.Fue el mismo Señor que tomó la dirección del instituto y dirigió los acontecimientos. Así en agosto de 1868, la Curia Eclesiástica obligó a nuestra Venerable Madre a separarse de la casa de Marsella, por motivos serios y poderosos de la Administración del Instituto, quedando autónoma esta fundación y establecida la «Congregación Tolosana de la Inmaculada Concepción», bajo los auspicios de Monsier l’Abbé de Pons, Vicario General.
El 3 de octubre de 1868 a los dos meses de estos acontecimientos, renovó Madre Eduviges sus Votos Temporales. Mientras tanto otras almas generosas deseosas de congregarse al Señor, ingresaron al reciente Instituto, cuya vida de Comunidad se convirtió en semillero de virtudes. Fiel colaboradora fue la Madre María Francisca Lohier, quién desplegó gran celo apostólico secundando a Madre Fundadora en sus actividades y aliviándola en sus fatigas con verdadero cariño filial. Se le considera como Cofundadora de la Congregación y su recuerdo va muy unido a los inicios de esta nueva familia religiosa.Rápidamente se extendieron en toda esa República con florecientes obras de beneficencia y Educación. Algunos años más tarde, solicitadas para una fundación en el Perú, un grupo de religiosas pasó a la ciudad de Trujillo (1898) donde iniciaron el Colegio «Santa Rosa» que fue el primero de una serie de florecientes planteles de educación. La Madre Fundadora seguía infatigable trabajando en nuevas fundaciones. El 19 de marzo de 1894, funda en Fanjeaux una Escuela en el Convento de tantos recuerdos de nuestro Bienaventurado Padre Santo Domingo y verifica la compra de dicho Convento. El 8 de agosto del mismo año, traslada a Mazéres la Casa Madre y abre Escuela y Taller. El 4 de noviembre del 1894, la venerada Madre cae gravemente enferma
. El Señor la reclamaba para sí. Ella había cumplido la misión que Jesús le había encargado. El Esposo Divino la llamaba a las Bodas Eternas para coronarla y ella se le presentaba con las manos llenas de buenas obras. El 16 de noviembre de 1894, después de 12 días de gravedad rodeada de todas sus hijas que la lloraban, su alma se abrió como una flor para el cielo.
A la edad de 68 años y 31 de profesión Religiosa, dejó el invierno de la tierra, para ingresar a la primavera eterna de la felicidad del cielo. El perfume de sus virtudes y la semilla de su vida santa, sería el germen que fecundaría el jardín de la Orden Dominicana.

1 comentario:

  1. Amiga todo bien pero creo que la letrita un poco más grande ;V, Después todo bien

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