Presentaciones y lenguaje corporal: El contacto visual

Presentaciones y lenguaje corporal: El contacto visual

¡Cómo me molesta cuando la gente que me habla no me mira a los ojos! ¿No te pasa?

El manual de lenguaje corporal de Toastmasters dice que, después de la voz, los ojos son la herramienta más poderosa para comunicar. Y desde luego, ¡cuánto podemos decir con una mirada sin ni siquiera abrir la boca! “Hola”, “Me gustas”, “¡Cállate!” son algunas pocas cosas que con frecuencia indicamos a nuestros interlocutores con la mirada.

Dejando a un lado las diferencias culturales (en cuanto a género y nivel jerárquico se refiere), con el contacto visual transmitimos toda una serie de mensajes complementarios a nuestro mensaje verbal que enriquecen nuestras conversaciones al indicar, entre otras cosas, el grado de interés y de compenetración que existe entre aquéllos que interactúan.

El contacto visual en las presentaciones

Las presentaciones son una forma de conversación amplificada en la que, idealmente, buscamos cruzar la mirada con cada uno de los miembros del público para hacerlos sentirse como si estuviéramos hablándoles individualmente. Por ello, un contacto visual natural y efectivo con todos los presentes es fundamental para que la charla obtenga los resultados deseados.

Beneficios de establecer un buen contacto visual con el público

Credibilidad: Kevin Hogan, en su libro “The Psychology of Persuasion”, indica que romper el contacto visual en el momento en el que se comienza a responder a una pregunta puede dar la impresión de estar mintiendo. Y efectivamente, no mirar a los miembros del público mientras presentamos podría despertar en ellos cierto grado de desconfianza y la idea de que estamos escondiendo algo. Mantener el contacto visual con el público transmite que somos de fiar e invita a seguir escuchando.

Autoconfianza: No ser capaces de mirar a las personas a los ojos puede significar que nos sentimos inferiores a o intimidados por éstas o que no estamos seguros de lo que estamos diciendo. Dar la impresión de no estar seguros de lo que decimos puede resultar desastroso. Si no creemos en nosotros mismos y en nuestro mensaje, nadie lo hará por nosotros. En cambio, si somos capaces de mirar al público son seguridad, podremos mantener el aura de autoconfianza y de autoridad necesaria para que el mensaje sea bien recibido.

Cercanía: Mirar a las personas a los ojos permite estrechar lazos y acercarnos emocionalmente a éstas. Facilita el entendimiento del mensaje verbal y crea complicidad. Sin embargo, no mirar a nuestro interlocutor a los ojos transmite que no estamos 100% presentes en la interacción, lo que imposibilita el rapport y, en cierta medida, supone una falta de respeto a nuestros interlocutores. Mirar al público a los ojos da la sensación de estar interactuando “uno a uno”, de manera individual, lo que fortalece el mensaje por hacerlo parecer personalizado.

Cómo establecer contacto visual con el público

La clave está en buscar entablar conversaciones individuales. Mirar a los ojos a una persona y no retirar el contacto por unos segundos hasta terminar la frase o la idea, o hasta sentir que ha habido una conexión. Luego pasar a otra persona en un área distinta de la sala y establecer también contacto visual con ésta. Y así, repetir el ejercicio hasta haber cubierto toda la sala. Esta técnica es relativamente fácil de poner en práctica en grupos reducidos y es de gran efectividad ya que permite contacto visual con cada individuo. Pero ¿cómo hacer con grupos grandes (o muy grandes)?

Cuando el número de espectadores es importante (superior a 50, por ejemplo), es posible generar una sensación similar eligiendo a personas clave en toda la superficie del salón a quienes mirar mientras se habla, especialmente aquéllos que desprenden un alto nivel de entusiasmo y mucha energía positiva. Lilly Walters, en su libro “Secrets of Successful Speakers” habla de la técnica de la “V Mágica” para establecer contacto visual con grandes audiencias. Dice que cuando miramos a una persona, todas las personas detrás de ésta (formando una “V”) sentirán que las estamos mirando a ellas. Así, si dividimos el salón en una cuadrícula y buscamos la mirada de una persona en una de las cuadrículas de la sala, el efecto de la “V” supondrá otorgar nuestra mirada a un amplio grupo de personas, cada una de las cuales sentirá que la estamos mirando de forma individual. Tras sentir que hemos conectado, pasamos aleatoriamente a otro cuadro de dicha cuadrícula y así sucesivamente hasta haber cubierto todo el salón.

Lamentablemente existe el miedo escénico que, en un contexto actual, no es más que miedo a ser juzgados por los demás. Como consecuencia de éste, en muchos casos intentamos rehuir la mirada del público para evitar tomar consciencia de su (supuesto) escrutinio. Por ello podemos encontrarnos en la situación de pasear nuestra mirada por la sala sin rumbo y sin un punto fijo, mirar al fondo del escenario (o al techo, o al suelo), no ponernos las gafas de ver (necesitándolas) para tener una visión borrosa, o incluso desconectar e imaginar a la audiencia en pelotas. Siendo muy populares, lo único que logran estas técnicas es dar algo de seguridad al presentador pero en detrimento de la conexión con el público sin la cual se pierde una buena parte del mensaje y se corre el riesgo de no alcanzar los objetivos de la ponencia.

El miedo escénico es controlable y sobre esto hay más información en un artículo anterior. Pero en línea con el contenido de éste, existe un prerrequisito básico para lograr un contacto visual efectivo con el público: conocer el material de cabo a rabo. Estar empapado del tema del cual se quiere hablar, saber exactamente qué se quiere decir al respecto y tener tatuada en la memoria la estructura que se quiere seguir, son las claves para poder mirar a la audiencia a los ojos como si estuviésemos conversando con ésta. De otro modo, nos pasaremos paseando la mirada entre las notas, las diapositivas y el vacío en busca de inspiración para poder salir adelante.

Y como público ¿qué preferimos? ¿Qué nos hablen o que nos lean? ¿Qué nos miren o que no nos miren a los ojos?

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