CVC. Rinconete. Arte. Carlos I de Espa�a y V de Alemania, por Juan Carlos Ruiz Souza.
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Martes, 14 de noviembre de 2000

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ARTE / Claroscuro

Carlos I de Espa�a y V de Alemania

Por Juan Carlos Ruiz Souza

El 24 de febrero de 1500 naci� el hijo de Juana de Castilla y Felipe el Hermoso, nieto por lo tanto de los Reyes Cat�licos, Isabel y Fernando, y del emperador Maximiliano I de Austria. La gran herencia territorial aunada en su mano, que inclu�a grandes territorios de Europa y Am�rica, le convirti� de forma autom�tica en el principal protagonista de la pol�tica europea de la primera mitad del siglo xvi.

Su vida se vio marcada por el Imperio, la guerra, sus continuos viajes y por su ac�rrima defensa del cristianismo cat�lico frente a la amenaza turca y el protestantismo. Su llegada a Espa�a en 1517, junto a un sinf�n de funcionarios flamencos, se tradujo en la guerra de las Comunidades y en el ajusticiamiento en Villalar de los comuneros Bravo, Padilla y Maldonado, abanderados de los privilegios nobiliarios castellanos. Por otra parte, la muerte de su abuelo Maximiliano en 1519 trajo consigo su elecci�n como emperador al a�o siguiente en Aquisgr�n, lo que provoc� una larga y dura confrontaci�n con el rey de Francia, Francisco I, por el dominio de Italia.

Sosegado el marco italiano tras la Paz de Cambray, y conseguida la reconciliaci�n con el papa Clemente VII, tras la b�rbara y descontrolada actuaci�n de las tropas imperiales en el denominado Saco de Roma de 1527, Carlos fue coronado en Bolonia en 1530 como rey de Lombard�a y como emperador de Romanos. Poco debi� durarle la alegr�a ante la fuerza que iba adquiriendo en el propio coraz�n del Imperio el protestantismo de Lutero, y por el frente abierto con el Imperio Otomano, al intentar Solim�n el Magn�fico llevar sus fronteras al Danubio, lo que finalmente no consigui�.

A pesar de la conquista de M�jico, Per�, Chile, etc. en el Nuevo Mundo, de sus triunfos contra el Turco, de sus incursiones en el norte de �frica, de sus victorias sobre los pr�ncipes protestantes o de sus campa�as en Italia, el Emperador debi� comprender al final de su vida, al abdicar en su hermano Fernando y en su hijo Felipe, y tras retirarse al apartado monasterio cacere�o de Yuste en 1557, un a�o antes de morir, que su gran proyecto de crear una gran imperio cristiano cat�lico que aglutinase a todas las naciones de Europa era algo imposible. Su gran pintor Tiziano, igualmente consciente de ello, en el retrato ecuestre que realiz� en 1548 del Emperador en la batalla de M�hlberg acaecida un a�o antes, no muestra en su rostro la alegr�a del triunfo, sino la extra�a melancol�a de un sue�o irrealizable. Lejos quedaban ya aquellos felices momentos de su boda en el Alc�zar de Sevilla con su amada Isabel de Portugal y del viaje en su compa��a a la Alhambra de Granada.

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