Biografia de Carlomagno

Carlomagno

(Carlos I el Grande; Aquisgrán, 742 - Aix-la-Chapelle, 814) Monarca germ�nico que restaur� el Imperio en Europa occidental. Hijo primog�nito del rey de los francos, Pipino el Breve, hered� el trono al morir su padre (768) y lo complet� con los territorios orientales concedidos a su hermano Carlom�n, al morir �ste en el a�o 771.


Carlomagno (óleo de Alberto Durero)

Su pol�tica expansiva continu� con la conquista y anexi�n del reino lombardo (el norte de Italia), realizada en el 774, mediante una alianza de los francos con el Papado. Dominada Italia (aunque perviv�an tendencias particularistas, especialmente fuertes en los ducados meridionales de Spoleto y Benevento), Carlomagno concentr� sus energ�as en la conquista de Sajonia (norte de Alemania), empresa que le exigi� dieciocho campa�as sucesivas entre los a�os 772 y 804.

Carlomagno dominaba as� el m�s importante reino de la Europa de su �poca; pero para mantenerlo tuvo que combatir continuamente: unas veces contra rebeliones o resistencias internas y otras para asegurar las fronteras contra enemigos exteriores.

Entre estas �ltimas cabe destacar la guerra contra los �varos en la frontera oriental, que le llev� a dominar los territorios actuales de Hungr�a, Croacia y parte de Serbia; y tambi�n un intento infructuoso de penetrar en Espa�a, abortado por la derrota que le infligieron los vascos en la batalla de Roncesvalles (778), pero que le sirvi� al menos para crear una Marca Hisp�nica sometida al reino franco, que iba de Pamplona a Barcelona.


El imperio de Carlomagno en el año de su coronación (800)

La extensi�n geogr�fica del reino de Carlomagno correspond�a a la totalidad de lo que hoy son Francia, Suiza, Austria, B�lgica, Holanda y Luxemburgo, y la mayor parte de Alemania, Italia, Hungr�a, la Rep�blica Checa, Eslovaquia y Croacia. Ha sido considerado por ello un predecesor de la unidad europea. Ning�n monarca hab�a reunido en su mano un territorio tan extenso desde la ca�da del Imperio Romano (476); por lo que no es de extra�ar que la idea de la restauraci�n imperial se abriese paso, ligada a la alianza estable que Carlomagno mantuvo con el Papado.

El d�a de Navidad del a�o 800 el papa Le�n III coron� a Carlomagno emperador, dando comienzo as� un nuevo Imperio germ�nico, que pervivir�a hasta comienzos del siglo XIX. Aunque la continuidad de este Imperio germ�nico con el Imperio Romano de Occidente, desaparecido tres siglos antes, era una ficci�n, la restauraci�n de la idea imperial significaba una aspiraci�n a un poder universal por encima de los pr�ncipes de los distintos reinos, que ser�a la contrapartida temporal de la supremac�a del papa en lo espiritual. Esta peculiar alianza y complementariedad del emperador con el papa dar�a lugar a una pugna por la supremac�a entre ambos poderes, que se prolongar�a a lo largo de la Edad Media.

En una �poca caracterizada por el alto grado de violencia y de anarqu�a que presid�a la vida social, el Imperio carolingio fue un gran esfuerzo de organizaci�n pol�tico-administrativa. Aunque no hab�a una capital fija (la capital del Imperio estaba donde se encontrara el emperador con su corte), la ciudad germ�nica de Aquisgr�n cumpli� esas funciones de manera casi permanente. Desde all�, una Canciller�a, a cuyo frente se encontraba un cl�rigo culto, dirig�a los asuntos tanto civiles como eclesi�sticos; el control del territorio estaba en manos de los condes, salvo en las marcas fronterizas, organizadas militarmente; y unos enviados del emperador (missi dominici) supervisaban la administraci�n en cada rinc�n del territorio.

La religi�n cristiana constitu�a un elemento cultural de integraci�n, de estabilidad y de orden social, que el emperador se encarg� de cultivar: protegi� a los monasterios y procur� extender la fe cristiana hacia el norte (imponi�ndola por la fuerza a los sajones).

Sin embargo, aquel gran conglomerado territorial no sobrevivi� mucho tiempo. El propio Carlomagno hab�a previsto que, a su muerte, el Imperio se repartiera entre sus tres hijos; pero la muerte de dos de ellos retras� la fragmentaci�n hasta el momento en que muri� el �nico sucesor superviviente, Ludovico P�o, que tambi�n dividi� el Imperio entre sus tres hijos (Tratado de Verd�n, 843). La dinast�a Carolingia sigui� al frente del Imperio hasta comienzos del siglo X, y en el Trono de Francia, hasta el 987.

C�mo citar este art�culo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].