El juicio del motín del Caine

Traslada hasta nuestros días el juicio militar por el motín en el dragaminas "El Caine", cuya historia completa ya fue plasmada en la excelente cinta de Edward Dmytryk protagonizada por Humphrey Bogart y Fred MacMurray, "El motín del Caine", allá por 1954. Sin llegar a su altura, sin siquiera pretenderlo, y con referentes como "Algunos hombres buenos" de Rob Reiner o "Marea Roja" de Tony Scott, no es más que la típica película americana de juicios, esta vez reducida al ámbito militar. realizada con un marcado acabado teatral ya que todo transcurre entre cuatro minimalistas paredes.

Bien interpretada (mucho más contenida la composición de "Kiefer Sutherland" que la algo exagerada del sin igual "Bogart" en su momento) y dirigida con firmeza por el veterano William Friedkin, nos traslada perfectamente lo que sucedió en alta mar componiendo una historia verosímil y amena, fundamentalmente por sus diálogos, por lo bien que están escritos y narrados los interrogatorios. El final no está lo suficientemente preparado tal y como queda y puede parecerle algo excesivo a quien no conozca la historia, incluso que de alguna manera se desdijera de lo que ha mostrado hasta ese momento.

Pero aún así la película se ve con agrado y cumple su función, la de entretener al mismo tiempo que diserta sobre la fina línea que hay entre la cordura y la locura, así como sobre las bondades y miserias de la secular obediencia en el ámbito militar.

Como siempre que se hace una crítica de una película que parte de la misma idea original que otra pero con un guion distinto lo mejor es olvidarse de las anteriores y centrarse en ella. Así que sin comparaciones.

El guion parece bastante trabajado para no dejar aspectos sueltos pero no me ha gustado en absoluto. No me interesa casi nada de lo que plantea por simplista. Solo desarrolla los personajes para que tengan un comportamiento simple: los soldados, los mandos, los médicos, los jueces, fiscal o abogado defensor.

Kiefer Sutherland no da con la tecla de su personaje en ningún momento. De los actores, salvo Jason Clarke, no se salva ninguno, destacando en el aspecto negativo Monica Raymund que no llega para el papel estelar que la han dado.

Esta película podría haber dado mayor sensación de agobio usando, al menos, espacios suficientemente cerrados y sin embargo casi todas las situaciones se desarrollan en espacios amplios.

Por el título me imaginé que sería una revisión de aquella película de Bogart que había visto hace tiempo. La de Bogart ya no es una maravilla. Interesante, correcta y poco más. Pues imaginé mal porque poco tienen que ver salvo partir del mismo motín a bordo del USS Caine.

La película con Bogart es cine bélico, en exteriores y con la particularidad de que enlaza con el juicio militar de los hechos que se nos relatan. La película de Friedkin es un procedimental jurídico militar puro y duro, entre cuatro paredes sin ningún exterior. Un consejo de guerra y punto.

Confieso que ni siquiera llegué a acabarla. En parte porque habiendo visto la de Bogart recordaba lo que iba a pasar y no habría sorpresa. En parte porque la película, al no poder oxigenarse con exteriores o recreaciones de los hechos, se convierte en un soberano peñazo de interrogatorios y contrainterrogatorios de acusación y defensa llenos de verborrea, repetición de los hechos y típicos y tópicos giros de películas de juicios. Se acaba volviendo muy cansina y a la hora y media decidí dejar de torturarme.

Tampoco ayudan mucho los actores, bastante conocidos pero que el estilo de la película tampoco deja brillar demasiado, encorsetados en lo que ya de por si no creo que sea algo muy espectacular, si hablamos de un serio, estricto y formal consejo de guerra.

Y luego, en un director de bastante probado oficio, uno de bastante renombre, sorprende el tufo a telefilm cutre de por las tardes, con una fotografía bastante pobre y mediocre y una manera de ser realizada sin ningún brillo, ni nada destacable. Un estilo impersonal, mediocre y que como ya he dicho parece hecha para la televisión.