Cuando se analiza la evolución del PIB es común oír que el ‘jalonador’ del crecimiento es tal o cual sector; a veces la minería o la construcción, otras, el comercio o el ramo financiero, casi nunca la agricultura, y en el último trimestre la industria. Por lo general, son afirmaciones equivocadas, pues solo en contadas ocasiones estos sectores son los motores del crecimiento; en realidad son más bien como las ruedas del carro de la economía que son impulsadas por los verdaderos motores. ¿Cuáles son esas fuerzas que jalonan el incremento del PIB?
Desde una perspectiva keynesiana, cuando el aparato productivo funciona en condiciones de debilidad de la demanda y exceso de oferta –como es el caso actual, y lo ha sido en Colombia desde la recesión de finales del siglo pasado–, las fuerzas que jalonan el crecimiento son los componentes de la demanda: el consumo interno, el gasto del Gobierno, la inversión privada y las exportaciones.
Así, si la industria aumenta su producción es porque hay quién compre sus productos; no basta con que Reficar entre en operación si no bajan las importaciones de combustibles refinados; los constructores de vivienda VIS y carreteras 4G necesitan un ‘comprador’ que pague por ellas, en este caso el gobierno; el comercio y el sector financiero solo crecen si hay consumidores dispuestos a comprar los bienes y servicios que ofrecen.
En esta óptica, son muy preocupantes los datos del Dane sobre el PIB del primer trimestre, no solo porque la tasa de crecimiento anual de 2,5 por ciento es la más baja desde la crisis financiera del 2008, sino porque todos los componentes de la demanda crecen todavía menos, señalando un gran debilitamiento de los motores de la economía.
En efecto, el total de la demanda interna solo crece 1,3 por ciento, y es positivo solo porque el consumo de los hogares mantiene algún impulso al crecer 3,5 por ciento, pues el consumo del Gobierno solo se incrementa 1,6 por ciento y la inversión pública y privada cae (¡sí, disminuye!) 4,8 por ciento.
En todos los años de este siglo, con excepción del 2009, la demanda interna creció más que el PIB, ya que el gran aumento de las importaciones por la apertura hacia adentro era un freno al crecimiento. Este año, el PIB, es decir la producción nacional, aumenta más que las compras internas por el impulso que le está dando a la economía la devaluación del peso, que incrementa la demanda externa neta por dos vías: la sustitución de importaciones y el estímulo a las exportaciones.
A pesar de la caída de los precios del petróleo, las ventas al exterior están creciendo más que la demanda interna (2,1 por ciento), y, por primera vez en mucho años, las importaciones disminuyen 1,5 por ciento. Esto significa que los consumidores y el Gobierno han reducido el gasto en bienes importados y lo han aumentado en bienes nacionales.
No pinta bien el resto del año. Será difícil llegar al 3 por ciento esperado por el gobierno, pues el aumento de tasas de interés del Banco de la República y el recorte de gasto público, por el déficit fiscal, van a frenar la demanda interna, y no se espera más devaluación acelerada que mejore la demanda externa.
Adenda: aplausos para la valiente decisión del ministro de Salud, Alejandro Gaviria, de declarar como de interés público el medicamento contra el cáncer Glivec, para reducir su exagerado precio, dado que su fabricante, la multinacional farmacéutica Novartis, no quiso bajarlo de manera concertada. La salud pública ha primado sobre los intereses privados.
Mauricio Cabrera G.
Consultor privado
macabrera99@hotmail.com
Los motores del crecimiento
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