Belleza más allá del canon

Los secretos de 'Las Tres Gracias' de Rubens

Tres gracias

Tres gracias

Foto: Museo del Prado

En las paredes del Museo del Prado cuelga una pintura del primer tercio del siglo XVII que desafía todas las convenciones sobre la belleza, el cuerpo ideal femenino de la actualidad y, sobre todo, que nos recuerda que la belleza está en la mirada del observador. Las tres gracias es una obra que el artista flamenco Pedro Pablo Rubens realizó en una época especialmente próspera para él. A los 53 años, su posición como el pintor flamenco vivo más reconocido le proporcionaba una vida desahogada y le llovían los encargos de las casas reales de toda Europa.

Pero sobre todo, era una época inmensamente feliz en lo personal. Su matrimonio con Helena Fourment, de apenas 16 años, parecía haber rejuvenecido al viejo maestro, que amplió su estilo pictórico con pinceladas más sueltas. A partir de entonces, sus trabajos evocarían la alegría de vivir y el amor y la devoción que el pintor parecía sentir por la mujer que le dio cinco hijos.

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Inspiración para los artistas

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Inspiración para los artistas

Aglaea (Belleza), Euphrosyne (Júblio) y Thalia (Abundancia) son las tres charites o gracias que Hesíodo nombraba en el siglo VIII a.C. como hijas de Zeus. Encarnaban virtudes como el encanto, la belleza, la o la fertilidad y formaban parte del séquito de Afrodita, a la que acompañaban a todas partes. Desde épocas antiguas fueron representadas formando un círculo (como muestra la imagen del mural hallado en Pompeya), una imagen recuperada a partir del Renacimiento por artistas como Rafael o Botticelli, que las incluyó en su Primavera.

casa rubans

Foto: Ans Brys

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Artista próspero

Durante la última década de su vida, Rubens era un hombre rico y un artista reconocido, nombrado caballero por los reyes de España e Inglaterra. Vivía en un lujoso palacio de Amberes (hoy convertido en casa-museo) en el que atesoraba una inmensa colección de arte que incluía obras de genios como Tiziano o Veronés. En la actualidad, la residencia se ha convertido en un museo dedicado a la obra de Rubens y sus contemporáneos.

Unhombre enamorado

Foto: Museo del Prado

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Un hombre enamorado

Los últimos años de vida de Rubens se caracterizan por el amor que ha encontrado en su segunda esposa, Helena Fourment, a la que supera en casi 50 años. Durante la última década de su vida, el artista se recrea en escenas que transmiten una alegría de vivir relacionada con el amor, la fertilidad y la abundancia, como este Jardín del amor (también del Museo del Prado), de evidente atmósfera sensual. En esta obra, Helena aparece retratada como la mujer de vestido azul

La amada helena

Foto: Museo del Prado

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La amada Helena

De igual manera, la joven de la izquierda de la composición de Las tres Gracias suele considerarse que fue retratada con el rostro de Helena Fourment. Las ropas colgadas del árbol, de época de Rubens, pertenecerían a la nueva gracia, que se ha desprendido de ellas para entrar en el mundo de estas criaturas extremadamente bellas y sensuales 

Foto: Museo del Prado

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Cuerpos voluptiosos

Rubens no duda en asociar la belleza carnal a un cuerpo generoso, entrado en carnes y del que no hay porque avergonzarse, apenas tapados por unas transparencias que no impiden la visión de la piel desnuda.

Los símbolos del amor

Foto: Museo del Prado

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Los símbolos del amor

Rubens poseía una cultura muy amplia y un gran conocimiento de los mitos y el arte clásico y del Renacimiento, en los que se inspiraba. Los detalles iconográficos son ricos en alusiones. Las flores son el símbolo de la belleza, la juventud y la fertilidad y, como en el caso de las gracias, se presentan en una guirnalda generosa y abundante.

Foto: Museo del Prado

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La fertilidad

Sobre la rosa blanca en el centro de la guirnalda, Rubens situó una abeja, que puede ser leída como un símbolo de la fertilización. La joven esposa acabaría por dar cinco descendientes al artista antes de que este falleciera.

Foto: Museo del Prado

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Fuente voluptuosa

Las formas de la fuente también parecen recrear las curvas voluptuosas de las protagonistas de la obra, y de ella emana el agua que es la responsable de la vida.

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Casi impresionismo

Rubens consigue un increíble nivel de detalle con sus pinceladas sueltas, casi "impresionistas". El pendiente de la gracia, por ejemplo, apenas parece esbozado por un par de pinceladas, igual que los tonos rubios de su cabellera.

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