LITERATURA
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Muere el acad�mico Francisco Rico, sabio, amigo y animador de la literatura espa�ola

El catedr�tico barcelon�s conect� la filolog�a hisp�nica con la Historia de la cultura europea y divulg� una visi�n moderna y atractiva del Siglo de Oro.

Francisco Rico, en 2003.
Francisco Rico, en 2003.BEGO�A RIVAS
Actualizado

Francisco Rico, catedr�tico, cr�tico, acad�mico de la RAE, editor y ensayista, debi� de verse a s� mismo como un personaje novelesco, a medias moral y a medias p�caro, a medias leyenda y a medias funcionario de la Administraci�n P�blica nivel 27. Durante a�os, a Rico se le han atribuido poderes, amistades, man�as y fobias que �l siempre trat� como un malentendido guas�n. Hoy, el acad�mico ha muerto un d�a antes de cumplir 82 a�os.

Rico fue, antes que nada, parte de una tradici�n acad�mica a la que el tiempo ha ennoblecido: sus maestros en la Universidad de Barcelona, Jos� Manuel Blecua y Mart�n de Riquer, modernizaron la Filolog�a Hisp�nica y el conocimiento de la literatura espa�ola en un momento en el que la universidad espa�ola parec�a paralizada. Rico, que lleg� a la universidad en los a�os 60, fue un paso adelante en ese trabajo: estudi� la conexi�n de la literatura espa�ola en sus primeros siglos con la de los otros idiomas europeos. Sobre todo, con Italia, que era el pa�s m�s creativo est�tica e intelectualmente de Europa y que llev� a Rico hasta Petrarca, su principal objeto de estudio.

Para saber m�s

Otro italiano, Indro Montanelli, dijo de Javier Mar�as que escrib�a "en europeo". Rico fue amigo �ntimo de Mar�as y podr�a haber sido explicado con esas mismas palabras. La mirada de Rico sobre la literatura espa�ola en sus primeros siglos consisti� sobre todo, en mostrarla en su cosmopolitismo, en quitarle el ensimismamiento y, a la vez, en ahondar en su esencia. La novela picaresca y el punto de vista (1984), por ejemplo, se fijaba en que lo verdaderamente nuevo de la novela espa�ola del Siglo de Oro era que conced�a el privilegio de la narraci�n al personaje despose�do. Rico argumentaba en aquellas p�ginas que ese gesto, probablemente espont�neo, fue la clave de toda la narrativa europea posterior.

P�caros y humanistas se mezclaron siempre en la obra acad�mia de Rico. El contrapunto de La novela picaresca y el punto de vista podr�a ser El sue�o del humanismo. De Petrarca a Erasmo, un ensayo que dialogaba con la filosof�a italiana del Renacimiento para esbozar una casi biograf�a intelectual. Rico explicaba a los autores a los que m�s hab�a idealizado y a trav�s de ellos se explicaba a s� mismo. Del conjunto sobresal�a una idea o, mejor dicho, un anhelo y una nostalgia: la del conocimiento como un todo, al estilo de los antiguos humanistas, opuesto al mundo moderno de la hiperespecializaci�n.

En el punto medio entre los p�caros y los humanistas quedaban Don Quijote y Cervantes, el escritor que viaj� a Italia y acab� malviviendo casi como un p�caro, y el personaje universal que invent�. Rico fue para Cervantes algo parecido a lo que Harold Bloom fue para Shakespeare: un divulgador formidable, capaz de encontrar gestos esenciales en detalles aparentemente secundarios. Su lectura del Quijote era melanc�lica. Su pasaje favorito era el del regreso a la aldea de Quijano, que en una conversaci�n banal ca�a en que Dulcinea era un sue�o que ya nunca ser�a realidad. Pero tambi�n era una lectura moral, ya que descubr�a en Cervantes una forma de amor a la vida en lo sencillo y en lo doloroso.

Rico no solo ley� el Quijote; tambi�n lo trabaj� como un cient�fico. En la d�cada de 2000, se adentr� entre todos sus textos, entre la multitud de ediciones que ha tenido la obra de Cervantes, las cotej� y pudo sintetizarlas, eliminando lo a�adido y lo superfluo. Rico sosten�a como hip�tesis que el mismo Cervantes habr�a sintetizado a�n m�s el texto de su novela si hubiese podido, que hubiese hecho un Quijote que fuese m�s Quijano y menos libro de aventuras, como ocurri� en la segunda parte de la obra. Pero esa fue s�lo una teor�a. En la pr�ctica, el fil�logo se encarg� de la edici�n de la RAE del Quijote en su centenario, una versi�n que era tambi�n un mapa intelectual de la obra maestra de la literatura espa�ola.

La met�fora del mapa se puede emplear en relaci�n con la otra gran obra de Francisco Rico, Historia y cr�tica de la literatura espa�ola, un conjunto colectivo (pero coordinado por el catedr�tico de la UB) de nueve tomos que empezaba en Santo Domingo de la Calzada y San Millan de la Cogolla y terminaba en la generaci�n del autor. Hoy, un empe�o as� parece tan anacr�nico como construir una pir�mide en el desierto, pero el enfoque de la obra es reconocible: la literatura espa�ola aparece tratada en la colecci�n como una gu�a con la que explicar la historia intelectual de los hombres que han hablado una lengua, el espa�ol, y han vivido en un territorio, Espa�a. La libertad, la pobreza y la igualdad eran los temas de Historia y cr�tica de la literatura espa�ola tanto o m�s que el soneto italianizante o la novela realista.

Cada tomo de Historia y cr�tica de la literatura espa�ola llevaba un naipe en su cubierta. Los nuevos nombres 1975-2000, su primer suplemento, firmado junto a Jordi Gracia, llevaba un nueve de espadas, como si fuese una invitaci�n a la pelea. Aquel se ley� m�s como un libro period�stico, m�s bien mordaz, que como un trabajo acad�mico. Gran parte de la fama de Rico como un cr�tico temido y un poco pendenciero viene de esa �poca. �Era una fama justa? El mundo est� lleno de antiguos alumnos del catedr�tico de la Universidad de Barcelona que dejan esa misma pregunta en el aire. Lo recuerdan como a un profesor que pod�a intimidar y, a la vez, como a un artista extravagante y encantador de la transmisi�n del conocimiento. �l mismo parec�a sentirse c�modo en esa ambig�edad.

Rico fue tambi�n un personaje moderno en su manera de conectar el mundo acad�mico con el exterior. Coqueto, hedonista, ir�nico, impredecible, encantador a pesar de su disfraz de profesor y cr�tico col�rico, teatral... Rico estuvo en el cogollo de la vida cultural espa�ola de su generaci�n, fue amigo de todos y enemigo algunos y se convirti� en el gran prescriptor cultural de su �poca. Dos libros suyos, Mil a�os de poes�a europea y Mil a�os de poes�a espa�ola, muestran el talento de Rico para entender el arte como un conjunto con sentido. Adem�s, son dos objetos perfectos para que los enamorados se los regalen entre ellos, idea que a Rico, mitad p�caro y mitad humanista, podr�a considerar con buen humor.

Los �ltimos libros publicado por Francisco Rico parecen ahora, en su muerte, dos mon�logos de despedida al estilo del teatro medieval. En Una larga lealtad (2022),Rico escrib�a sobre sus maestros y sobre la tradici�n en la que se insertaba: Ram�n Men�ndez Pidal, Eduard Valent�, D�maso Alonso, Mart�n de Riquer, Mario Vargas Llosa, Jos� Manuel y Alberto Blecua, Roberto Calasso, Fernando L�zaro Carreter, Claudio Guill�n, Jos� Mar�a Valverde, Yakov Malkiel, Mar�a Rosa Lida...

Por �ltimo, Petrarca. Poeta, pensador, personaje, publicado en 2024, recog�a cuatro art�culos de Rico sobre la figura a la que m�s esfuerzos hab�a dedicado en su carrera acad�mica, la que lo hab�a acompa�ado desde el bachillerato. Uno de esos textos explicaba que el fil�sofo italiano desdobl� su yo entre una intimidad m�s o menos inaccesible y una imagen ante el mundo teatral, hoy dir�amos que performativa. Es dif�cil esquivar la tentaci�n de pensar que Francisco Rico debi� de estar en el mismo juego, que hizo de su yo algo parecido a una obra de arte.