España despide a un revolucionario clave en la Transición

Santiago Carrillo
Pie de foto, Muchos recordarán a Carrillo con un cigarrillo entre los labios, pues era un fumador empedernido.

España despidió este martes a uno de los protagonistas de su más reciente historia. El emblemático líder comunista Santiago Carrillo falleció en Madrid a los 97 años.

De revolucionario antifranquista en su juventud a persona clave en la Transición, Carrillo es la última figura pública sobreviviente de la Guerra Civil española (1936-1939).

El que fuera líder del Partido Comunista Español entre 1960 y 1982 (PCE) estuvo más de cuatro décadas exiliado durante el régimen militar de Francisco Franco, una época en la que se convirtió en secretario general de su partido.

Tras la muerte de Franco, Carrillo regresó a España disfrazado y vivió un año de forma clandestina hasta que en 1976 fue detenido por unos días después de dar una conferencia de prensa.

Su partido fue legalizado en 1977 y desde entonces, Carrillo se convirtió en una figura destacada de la Transición a la democracia, en la que se destacó por su actitud moderada y sus muestras de respeto a la Monarquía.

El político asturiano dimitió como secretario general del PCE en 1982 y tres años más tarde fue expulsado de su partido. Desde entonces, se ha dedicado a ofrecer su opinión en libros, artículos y entrevistas.

Clave en la Transición

Santiago Carrillo ante la portada de uno de sus libros
Pie de foto, En los últimos años, Carrillo se dedicó a dar su opinión en libros, artículos y entrevistas.

La noticia de la muerte de Carrillo en la tarde del martes se divulgó rápidamente en España e impactó en las redes sociales donde muchos españoles recordaron que el político asturiano se negó a tirarse al suelo durante el fallido golpe de estado del 23 de febrero de 1982 cuando miembros de la Guardia Civil encabezados por el general Antonio Tejero asaltaron el Congreso de los Diputados de Madrid.

Sus detractores también usaron esas plataformas para indicar que durante la Guerra Civil se le señaló como implicado en una matanza de militares sublevados en la localidad madrileña de Paracuellos del Jarama, aunque Carrillo "siempre sostuvo que fue obra de descontrolados", indica la agencia Efe.

La muerte del exsecretario general del PCE también impactó fuertemente en la escena política española.

El diputado de Izquierda Unida (IU) Gaspar Llamazares quien se confesó como su "amigo y admirador" recordó a través de su cuenta de la red social Twitter que "para un joven militante del movimiento estudiantil, Santiago Carrillo era una referencia de la República y la resistencia antifascista".

"Era una figura muy potente que deja un gran hueco que deberá ser llenado por las nuevas generaciones", afirmó por su parte el líder socialista Alfonso Guerra que, en declaraciones a Efe, destacó su "sentido común" y la responsabilidad que desplegó durante la Transición, en la que consiguió poner de acuerdo a "la derecha y la izquierda".

En ese sentido, el dirigente del conservador Partido Popular, Carlos Floriano, destacó que Carrillo "supo anteponer los intereses de la Constitución, de la armonía y de la convivencia entre españoles a sus intereses de partido y de persona".

"La salud de nuestra democracia está tocada"

Pero, además, en una España azotada por una profunda crisis económica donde las voces de los viejos revolucionarios parecen tomar más vigencia que nunca, muchos recurrieron a algunas de las frases que ha dejado en sus libros, artículos y entrevistas.

Precisamente, en uno de sus últimos artículos publicado en el diario El País en febrero de este año, Carrillo se preguntaba si España estaba volviendo a los tiempos del miedo y alertaba a la ciudadanía que "debía ponerse en guardia contra un posible peligro de involución".

En el texto que escribió después de la inhabilitación al juez español Baltasar Garzón, Carrillo advertía que la salud de la democracia española estaba tocada.

"En este país está creciendo el miedo y los españoles tenemos una larga experiencia de lo que puede ser el miedo como paralizante del espíritu cívico", afirmaba entonces en una crítica a la recién aprobada reforma laboral en un país "con más de cinco millones de parados -desempleados-".

La muerte de Carrillo se produce en el mismo año que otras de las consideradas figuras claves de la Constitución como el socialista Gregorio Peces Barba y el conservador Manuel Fraga.