Tres años antes de que Walter White se pusiera a cocinar metanfetamina, Nancy Botwin ya estaba vendiendo marihuana en su barrio residencial de California. Si el profesor de química recurría a tan extremas medidas para poder costearse el tratamiento contra su cáncer de pulmón, el caso de Nancy era mucho menos trágico. Sí, ella era una viuda reciente y echaba de menos a su marido, pero lo cierto es que había acabado trabajando como “camella” por falta de aptitudes, cualidades e inquietudes. Era una mujer de clase media alta que no quería perder su estatus. “Vendo droga para mantener mi estilo de vida”, explicaba ella misma.

El punto de partida de ‘Weeds’ era, irónicamente, más cínico y transgresor que el de la obra maestra de Vince Gilligan. El hecho de que una serie estrenada en 2005 fuera protagonizada por una mujer aparentemente de bien que decidía juguetear con el narcotráfico sin plantearse muchos dilemas ni buscar grandes justificaciones era por aquel entonces revolucionario y puso a Showtime, la cadena de cable siempre a la sombra de HBO, en el mapa (luego vendrían ‘Dexter’, ‘Californication’, ‘Los Tudor’…). Era la historia de una chica mala que no solo no pedía perdón: cometía sus fechorías con una media sonrisa arrebatadora mientras sorbía por una pajita un smoothie sobrepreciado.

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Showtime
Mary-Louise Parker como Nancy Botwin en ’Weeds’

Una mujer frustrada e insatisfecha

Si había algo de insatisfacción y rabia contenida en ‘Weeds’ es porque Jenji Kohan las volcó en ella. La guionista que años después crearía los fenómenos de Netflix ‘Orange Is the New Black’ y 'GLOW' tuvo una primera mitad de carrera un poco frustrante. Se había curtido en las salas de guionistas de ‘Mad About You’, ‘Sexo en Nueva York’, ‘Las chicas Gilmore’, ‘Friends’ o ‘Will & Grace’, casualmente creada por su hermano David. En 2004 estrenó la primera ficción creada por ella, ‘The Stones’, una sit-com en la que Kohan chocó en muchos aspectos creativos con CBS.

Mientras perdía la ilusión por su trabajo, veía ‘The Shield’ y ‘Los Soprano’ y soñaba con escribir algo parecido. “Me encantaba lo encantadores que eran los personajes, y la moralidad nebulosa. Yo también quería jugar a ese juego”, le contó al New York Times. Cuando decidió contar una historia sobre la relación de Estados Unidos con la marihuana encontró “la oportunidad para escribir algo sofisticado, sucio y divertido sobre los tipos de personajes que me gusta ver: personas complicadas y muy defectuosas”.

‘Weeds’, cuyas ocho temporadas están disponibles a partir de hoy en HBO Max, está llena de personas complicadas y muy defectuosas. Como Celia, la vecina cotilla y juiciosa que quiere que su hija adolescente adelgace así que le esconde laxantes junto a sus chucherías mientras la llama “Isa-belly” (“belly” es “barriga” en inglés). O Doug, el contable, político corrupto y en general ser despreciable que es uno de los clientes más fieles de Nancy. O Andy, el cuñado de Nancy, un ni-ni que se propone convertirse en rabino con tal de que no le manden a la guerra de Irak. O Shane, el hijo pequeño de Nancy que empieza pronto a dar señales de problemas mentales y acabará convirtiéndose en un sociópata muy peligroso.

Y en el centro, Nancy Botwin. Una mujer que esquiva todo intento de definición. No es típica como viuda (echa de menos a su marido pero no tarda en reconstruir su vida sin él), ni como ama de casa (sus negocios ilegales son, en parte, para poder seguir pagando a Lupita, la mujer mexicana que limpia y cocina para los Botwin), ni como amante (se interesa por los hombres pero se aburre fácilmente, a menos que le traten mal, su mayor fetiche), ni, por supuesto, como madre. Nancy siempre fue cariñosa y entregada con sus hijos a la vez que egoísta, descuidada, negligente y rencorosa. En la televisión estadounidense de los 2000 ‘Weeds’ ya se atrevió a hacer un retrato desacomplejado y sarcástico, sin dramatismos, de una mala madre. Sin juzgarla ni justificarla.

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Showtime
’Weeds’

La caída de la clase media estadounidense

Puede que el castillo de naipes se hubiera caído si la actriz encargada de dar vida a una mujer tan fallida no tuviera el talento, el carisma, la fortaleza y la belleza de Mary-Louise Parker. Su interpretación tenía cierto espíritu de niña traviesa que tiene varios ases bajo la manga. Lo cual era aún más divertido cuando sabías que no los tenía.

Nancy era una mujer sin miedo, con cierto gusto por el peligro y atracción al dolor. Una mujer que decidiría quemar su propia casa para poder escapar de ella, como si fuera una cárcel. Al fin y al cabo la cabecera (durante sus primeras tres temporadas) cantaba eso de “little boxes on the hillside, little boxes made of ticky-tacky”, el himno inconformista de Malvina Reynolds en los años 60. En una de las mejores escenas de la serie, Nancy intenta señalar su casa desde una ladera, pero no sabe distinguirla de entre todas las edificaciones idénticas que forman su barrio. “Este es un valle enano. Más allá de la colina hay uno idéntico”, le dice Guillermo, un narcotraficante mexicano interpretado por Guillermo Díaz. “Y otra colina, y otro valle… y sigue así una y otra vez”.

La historia de Nancy Botwin se parecía a la de Walter White en que ambos personajes se acababan conociendo a sí mismos por el camino y aceptando el hecho de que no hacían lo que hacían por necesidad, sino porque se lo pasaban bien haciéndolo. Eran dos caras de la misma moneda: una clase media estadounidense adormecida y aburrida, fruto de unos tiempos de bonanza y comodidad que ya se habían acabado (la crisis económica se encargaría de acabar con esa clase media, salvándola de su aburrimiento). ‘Weeds’ y ‘Breaking Bad’ satirizaban la vida de barrio residencial como lo hicieron ‘American Beauty’ y ‘Mujeres desesperadas’, con la que la serie de Jenji Kohan fue muy comparada en sus inicios. Después todo el mundo vería que ‘Weeds’ era la prima malhablada, fumeta y guarrilla de la serie de Marc Cherry.

Malas mujeres

Hablando de ‘Mujeres desesperadas’, por aquella época la televisión empezó a ensanchar los límites de lo que era aceptable para una mujer en la ficción. ‘Weeds’ fue tal éxito de audiencia dentro de Showtime, convirtiéndose en una de sus series más vistas hasta la fecha, que la cadena siguió explotando la idea con otras mujeres defectuosas que protagonizaron series muy disfrutables como ‘United States of Tara’ o ‘The Big C’. El ejemplo más claro era el de ‘Nurse Jackie’, protagonizada por Edie Falco: ahora no era Tony Soprano sino su mujer Carmela el personaje lleno de claroscuros en el centro del relato.

Hemos visto al público mandar a la hoguera a personajes femeninos complejos e imperfectos como Skyler en ‘Breaking Bad’, Sansa en ‘Juego de Tronos’ o Betty Draper en ‘Mad Men’. En la actualidad está volviendo a ocurrir con Kim, la co-protagonista de ‘Better Call Saul’, según ha denunciado la periodista Joanna Robinson. Así que el hecho de que ‘Weeds’ durara tanto tiempo y tuviera tanto éxito con una protagonista como Nancy Botwin, más y más reprobable con cada temporada que pasaba, es toda una hazaña.

Una comedia tan lúcida como irregular

Tristemente, ‘Weeds’ está lejos de ser perfecta. Quizá habría sido bastante redonda si hubiera puesto su punto y final al terminar su tercera temporada, con Nancy quemando el barrio residencial y su casa para poder ser libre y salvaje. Después la serie de Jenji Kohan tuvo muchos altibajos y fue muy irregular, perdiendo el foco y el interés por momentos, aunque nunca cayendo del todo en el pozo (si algo supo hacer la guionista siempre es recoger tramas y acabar las temporadas por todo lo alto). Por otra parte, el personaje de Mary-Louise Parker nunca dejó de hacerse más grande y fascinante hasta el mismo final de la serie.

En aquella escena entre Nancy y Guillermo hay otros detalles que sirven para ilustrar las bondades de ‘Weeds’. Cuando ella se queja de que su vida se va al garete por el incendio, él le responde: “Eres blanca, eres lista y guapa”. “Sí, ya se me ocurrirá algo, ¿no? Que te jodan, esa es mi vida entera, todo eso”. Kohan abordaría de frente y con observaciones muy interesantes las tensiones raciales de Estados Unidos años más tarde en ‘Orange Is the New Black’, pero ya en ‘Weeds’ era muy consciente del privilegio blanco de Nancy Botwin cuando esta se enfrentaba a personajes negros y latinos.

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’Weeds’

Más adelante, cuando Guillermo le dice que le vendría bien su ayuda en el negocio, le toca el trasero. “Las manos lejos del culo”, le responde ella. Cómo Nancy se enfrentaba a la masculinidad exacerbada y a menudo agresiva del mundo del narcotráfico, haciéndose más fuerte y lista por momentos, era otro placer de ver ‘Weeds’; al fin y al cabo era la historia de una mujer que se hacía valer en un negocio típicamente masculino.

Pero sobre todo ‘Weeds’ siempre fue divertida. Ahora que se van a cumplir 10 años de su final y Starz prepara una secuela, ‘Weeds 4.20’, que estará protagonizada por Mary-Louise Parker, es el momento de ponerla donde se merece. Y si no la habéis visto, aprovechad que acaba de entrar al completo en el catálogo de HBO Max. He aquí una serie con una protagonista icónica e inolvidable, un reparto en estado de gracia (lo de Justin Kirk y Elizabeth Perkins son dos clases de interpretación de comedia y construcción sutil de personajes complejos), un puñado de secundarios descacharrantes (Doug, Lupita, Sanjay) y un constante ataque al puritanismo y la hipocresía de la clase media estadounidense.

‘Weeds’ siempre fue una comedia, no demasiado seria ni demasiado inteligente, pero sí muy lúcida. Ese tipo de lucidez que solo te da fumarte un buen porro.

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Javier P. Martín

Licenciado en Comunicación Audiovisual, es el típico que entró en la carrera queriendo ser director de cine hasta que se le quitó la tontería a los 15 minutos. Le encanta escribir sobre series, pero también lo hace sobre películas. Marvel, terror, HBO o dramones indies, cualquier género, forma y medio es bueno si la historia lo vale. Las entrevistas y el cine español son su debilidad, y está enganchado a ‘Drag Race’.