Historia de literatura

Ann Radcliffe, la precursora de la novela gótica de terror

La famosa escritora británica fue toda una pionera en su tiempo al crear unos personajes femeninos fuertes, valerosos y decididos, capaces de vencer a los villanos y malvados de la historia. Radcliffe fue la creadora de un estilo literario que influenció profundamente a autores contemporáneos y posteriores, como sir Walter Scott o Edgar Allan Poe.

Escena gótica similar a las descritas en las novelas de Ann Radcliffe.

Foto: iStock

Ann Radcliffe nació el 9 de julio de 1764. Aunque no se sabe mucho sobre la vida de esta pionera de la literatura gótica, sí es conocido que abandonó una prometedora carrera literaria tras el éxito conseguido con sus cinco novelas publicadas en vida. De hecho, Radcliffe, consumida por la melancolía tras la pérdida de sus padres y a causa de la enfermedad degenerativa que sufría su esposo, dejó la pluma y se retiró del mundo. Con todo, son muchos los críticos literarios que se han mostrado sorprendidos del contenido de su obra. Y es que llama la atención que una mujer criada en un ambiente puritano como fue Ann Radcliffe (por otra parte, algo muy habitual en la Inglaterra que le tocó vivir) mostrara sin tapujos los horrores más ocultos del ser humano en algunos de sus libros como Los misterios de Udolfo (1794) o El italiano (1797).

Ann Radcliffe hizo uso de una técnica literaria absolutamente personal para describir los elementos de aire sobrenatural que se describen en sus novelas. Tras su muerte, la escritora adquirió cierta notoriedad en el mundo de la literatura gótica, y acabó convirtiéndose en la autora más popular del género y ganándose la admiración de numerosos lectores. Los críticos literarios de la época la bautizaron como "la poderosa hechicera" y el "Shakespeare de los escritores románticos". La popularidad de Radcliffe siguió manteniéndose durante el siglo XIX, y el interés por su obra reapareció a principios del siglo XXI con la publicación de varias biografías sobre la autora.

Retrato de fecha desconocida de la escritora británica de novela gótica Ann Radcliffe.

Foto: PD

Una vida solitaria

El nombre de nacimiento de Ann Radcliffe era Ann Ward, y aunque no se conoce demasiado sobre los primeros años de su vida, lo que sí es seguro es que nació en Holborn, un céntrico barrio de Londres. Ann era hija de un comerciante que se trasladó a la ciudad de Bath para regentar una tienda de porcelana. Allí, y a pesar de que su familia sentía pasión por la cultura, la educación de la joven Ann se redujo a recibir ciertas nociones de arte y algunas de música. En 1787, Ann se casó con un joven periodista llamado William Radcliffe, que era copropietario y editor del periódico vespertino English Chronicley. Al parecer, el matrimonio fue feliz y William, conocedor de la afición de su esposa por la lectura, en seguida la animó a escribir.

El marido de Anne, William, conocedor de la afición de su esposa por la lectura, en seguida la animó a escribir.

Ilustración para la novela de Ann Radcliffe Los misterios de Udolfo (1794).

Foto: PD

Tras su matrimonio, Ann se convirtió en una mujer muy celosa de su vida privada, y, curiosamente, dejó de escribir a los 32 años, cuando sus cuotas de popularidad se encontraban en lo más alto. De hecho, se ha especulado mucho sobre el motivo real por el cual Ann Radcliffe llevó desde entonces una vida tan solitaria y recluida. Ann apenas salía de su casa y nunca visitó los países que fueron el escenario de sus novelas. En realidad, sus únicos viajes al extranjero fueron a Holanda y a Alemania, y los hizo después de haber escrito la mayoría de sus novelas. Ann narró aquellos dos viajes en una obra publicada en 1795 a la que tituló A Journey Made in the Summer of 1794 (Un viaje realizado en el verano de 1794). Así, aunque dejó de publicar novelas muy pronto, Ann siguió escribiendo poesía y una última novela, Gastón de Blondeville, que sería publicada de manera póstuma.

Artículo recomendado

Edgar Allan Poe

Edgar Allan Poe, el maestro literario del terror

Leer artículo

Las protagonistas de sus novelas: jóvenes doncellas

Hacia la segunda mitad del siglo XVIII, la literatura gótica causaba furor entre los lectores y Ann Radcliffe saboreó el éxito desde sus primeras publicaciones a pesar de que The Castles of Athlin and Dunbayne (Los castillos de Athlin y Dunbayne,1789) y A Sicilian Romance (Un romance siciliano, 1790), sus dos primeras novelas, se publicaron de forma anónima. Ann describe con maravillosa precisión castillos en ruinas, puertas misteriosas y espectros terroríficos, que pueblan todas y cada una de las páginas de sus libros. Estos escenarios oníricos son el tenebroso preámbulo de la violencia sin límites que van a sufrir las jóvenes y bellas doncellas que protagonizarán sus novelas.

En sus libros, Ann describe con maravillosa precisión castillos en ruinas, puertas misteriosas y espectros terroríficos.

Su tercera novela, una historia que transcurre en la Francia del siglo XVII titulada El romance del bosque (1791), consolidó definitivamente a Ann como una escritora de éxito, aunque sería Los misterios de Udolfo (1794), la cuarta, la que acabó por convertirla en la novelista más popular de Inglaterra. En esta última novela, Radcliffe relata la historia de una huérfana llamada Emily St. Aubert que es encerrada en el castillo Udolfo, propiedad de un bandolero que se ha casado con su tía. Muchos críticos definen esta novela de Radcliffe como el romance gótico por excelencia, una narración repleta de incidentes de terror, tanto físico como psicológico, de castillos remotos y en ruinas, y de acontecimientos sobrenaturales, protagonizada por un villano malvado y retorcido y una valiente heroína perseguida. Ann ganó bastante dinero con sus obras, así que tras la publicación de su quinta novela, El italiano, por la cual percibió 800 libras en concepto de derechos de autor, la escritora decidió dejar de publicar.

Artículo recomendado

Mary Shelley

Mary Shelley, la escritora que inventó a Frankenstein

Leer artículo

El Terror y el Horror

Tras dejar la pluma, Ann Radcliffe permaneció 26 años años retirada del mundo, junto a su esposo y su perro. El aislamiento llegó a tal extremo que mucha gente rumoreaba que la autora se había vuelto loca. Pero Ann no había dejado de escribir. Tras su muerte, el 7 de febrero de 1823, posiblemente a causa de una neumonía, se descubrió un libro suyo titulado Lo sobrenatural en la poesía, en el que la autora afirmaba que su objetivo a la hora de incluir escenas de terror en sus obras había sido, sobre todo, estimular la imaginación de sus lectores. Asimismo, para componer sus paisajes y escenarios tenebrosos, Radcliffe se basó en las pinturas de artistas como Claude Lorrain y Salvatore Rosa. Su admiración por la obra de estos artistas se refleja en la novela Los misterios de Udolfo.

Portada de Los Misterios de Udolfo, de Ann Radcliffe.

Foto: PD

Pero a pesar del éxito que había obtenido con sus obras, se dice que a Ann Radcliffe no le convencía en absoluto el rumbo que empezaba a tomar la novela gótica de su tiempo. De hecho, Ann describía el terror en sus novelas, pero no revelaba detalles del horror, como sí hicieron otros autores como Matthew Gregory Lewis o el marqués de Sade, cuya obra tenía un enfoque innegablemente más violento. Posteriormente, la producción literaria de Radcliffe influiría en autores como sir Walter Scott o Edgar Allan Poe, considerado el inventor del genero de ficción.

Ann describía el terror en sus novelas, pero no revelaba detalles del horror, como sí hicieron otros autores.

Otro aspecto a destacar en las novelas de Radcliffe, como por ejemplo en The Italian, es que presenta a sus personajes femeninos en igualdad de condiciones a los masculinos, algo muy novedoso para la época. Estas mujeres eran capaces de vencer a los villanos a pesar de todas las dificultades a las que debían enfrentarse. De hecho, Radcliffe hizo de sus heroínas unas mujeres fuertes y decididas, algo impensable en la literatura de la época. Asimismo, la autora británica estableció una clara diferencia entre el terror, un elemento recurrente en sus obras, y el horror, que para ella eran elementos contrapuestos. En su obra Lo sobrenatural en la poesía lo explica con estas palabras: "Terror y Horror son tan opuestos, que el primero expande el alma y despierta las facultades a un alto grado de vida; el otro las contrae, congela y casi las aniquila".