Platónico (2023), de Francesca Delbanco

Sylvia, casada con Charlie y madre de tres hijos, se entera por Instagram que su viejo amigo Will se divorcia. Puede ser la ocasión de retomar una relación de amistad abandonada por varias razones: mientras Charlie es abogado en un prestigioso bufete, Sylvia renunció a su carrera para criar a sus hijos; y ella nunca aprobó el matrimonio de Will con Audrey, una mujer que, estaba convencida, no le convenía. El caso es que sin darse por enterada del divorcio, llama a Will, que regenta un establecimiento chic de cerveza artesana.

Francesca Delbanco y Nicholas Stoller, que están casados en la vida real –el segundo está detrás de Cigüeñas y Malditos vecinos, dos caras de una moneda que maneja el humor–, son los creadores, guionistas y directores de esta comedia de situación, compuesta de 10 episodios en torno a la media hora. El punto de partida, citado expresamente –no lo llames plagio, llámalo homenaje y dilo desde el principio–, es el que configuraba la película Cuando Harry encontró a Sally, o sea, la duda metódica de si dos personas de distinto sexo pueden ser simplemente buenos amigos, o es inevitable que la intimidad que se genera en el intercambio de confidencias derive en relación romántica. Y la novedad es plantear que Sylvia tiene un matrimonio feliz, y que Will no acaba de aceptar que lo suyo con Audrey ha terminado.

A partir de aquí cabe desarrollar muchas tramas episódicas, mientras el espectador se pregunta si la amistad se puede mantener en los términos de partida o no. Así que se juega a un Charlie al principio aceptador de que su esposa retome esa amistad, pero no podría dejar de advertir que aquello se vuelve demasiado absorbente; y entretanto se juega con muchas cosas, las adicciones a las pantallas de los hijos, la búsqueda de una casa mayor para la numerosa familia, las dudas de si ella podría retomar su vida profesional; y por parte de él, el pasar página en su vida amorosa, y el desarrollo con más ambición de su negocio, en definitiva, un poco de madurez.

Hay buena química en la pareja protagonista, Rose Byrne y Seth Rogen, que exhiben una buena vis cómica, pero está bien todo el reparto, los diálogos son chispeantes y rápidos. En los chistes, inevitable signo de los tiempos, hay espacio para la frivolidad, por ejemplo al hablar de sexo y drogas.