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Holismo secular y holismo bíblico

El holismo preponderante actualmente, que tanto presume de integrador, en realidad convierte al universo en un departamento estanco, aislado y desligado de la misma base de sustentación que le da sentido y propósito.

07 DE JULIO DE 2016 · 09:17

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La palabra holístico (del griego holos = todo) se ha puesto de moda en nuestro tiempo y es expresión de esa filosofía que enseña que nada es independiente, ni está suelto o aislado del resto en el universo sino que forma parte de un conjunto global con el que se interrelaciona, así como con cada una de las partes que lo componen.

Esta percepción tiene ramificaciones variadas, como por ejemplo en el estudio de las diversas disciplinas científicas, que antiguamente se consideraban por separado y ahora se contemplan teniendo en cuenta lo que entre unas y otras se aportan recíprocamente. Por ejemplo, en el campo de la medicina lo holístico se hace palpable de forma evidente, existiendo de hecho una corriente llamada medicina holística, que subraya la necesidad de considerar a la persona como un todo: Cuerpo, mente, emociones y entorno. Mientras que la medicina tradicional tiende a tratar la enfermedad como un problema físico, la holística la considera parte de un conjunto. Y lo mismo que hay una medicina holística, hay también una antropología holística, una psicología holística, una sociología holística, una biología holística, etc.

También la ecología, que es una reciente aproximación al entendimiento del mundo, es holística, porque enseña la mutua relación que todos los organismos tienen entre sí y con su entorno; de ahí la importancia de preservar el equilibrio entre las partes, porque de lo contrario la misma vida en el planeta correrá grave peligro. De hecho, la propia palabra ecología refleja esa noción global, al proceder del vocablo griego oikos que significa casa y que se acuñó porque servía para describir la casa o morada que es la Tierra, donde todos los seres y cosas que hay en ella existen de manera interrelacionada.

Por tanto, lo holístico es una visión unificadora de la realidad frente a la visión fraccionada y por compartimentos de la misma. Son evidentes sus ventajas, al partir de una perspectiva integradora que enseña a contemplar la parte dentro del conjunto, no habiendo nada desechable ni sin sentido, sino que cada elemento aporta algo vital al todo, lo cual implica el valor que hasta lo más ínfimo tiene. Lo grande y lo pequeño, lo alto y lo bajo, lo viejo y lo joven, tienen cabida perfectamente en ese sistema, en el que la armonía del conjunto viene definida por la concordancia que hay entre sus miembros.

Pero hay una gravísima deficiencia que esta filosofía holística tiene y es que a pesar de proclamar la importancia de la unificación que aglutina a todas las cosas, niega de raíz la relación que todas esas cosas tienen con su origen. Es decir, traicionando su propio principio, rechaza la visión unificadora total, por la cual todas las criaturas están ligadas no sólo entre sí sino también con quien las trajo a la existencia. Por tanto, el holismo preponderante actualmente, que tanto presume de integrador, en realidad convierte al universo en un departamento estanco, aislado y desligado de la misma base de sustentación que le da sentido y propósito. Y al hacerlo queda expuesta su verdadera naturaleza, que es o atea o panteísta. En cualquiera de los dos casos, se trata de una visión reduccionista de la realidad y manifiesta una contradicción profunda, al proclamar por un lado la unificación y al negarla por otro.

Por eso yo me quedo con la visión holística que me enseña la Biblia, que es coherente consigo misma, al enseñar que todas las cosas en el universo están interrelacionadas entre sí, porque proceden de un solo principio unificador que es Dios. La unificación de origen es lo que da fundamento a la unificación de relaciones y también es el fundamento del valor intrínseco que cada criatura tiene, al proceder del acto creativo de Dios, no del acto de un azar impersonal. Lo que confiere dignidad es el origen o la causa y dependiendo de la categoría de dicha causa u origen así será el valor de lo generado o causado. Por eso hay un abismo entre venir de un azar impersonal y venir de ese Dios que es personal, sabio, bueno, justo y poderoso.

Pero no solamente por origen la visión holística de la Biblia es infinitamente superior a la miope secular actual, sino también por propósito, esto es, por designio. La palabra teleología, no confundir con teología, fue acuñada precisamente para definir ese maravilloso designio holístico, por el cual Dios está llevando a su creación a una final y gloriosa consumación cuando su voluntad no sólo será hecha, sino que también será percibida y cuando todas las cosas reflejarán su gloria, designio por el cual Cristo ha sido constituido jefe unificador de todas las cosas, ‘así las que están en los cielos, como las que están en la tierra.i

¿Cómo voy a cambiar este sublime holismo de la Biblia por el promovido por el ateísmo, cuya esperanza se basa en que al morir el cuerpo se fundirá con la química del planeta Tierra? ¿Cómo comparar la unificación que consiste en la resurrección del cuerpo, esto es, la reunión de lo material e inmaterial de mi personalidad, con la desintegración de mi personalidad, cuerpo y alma, que enseña el ateísmo? No hay color. Así pues, el único holismo que merece llevar ese nombre, porque no traiciona el principio inherente de la unificación, es el que enseña la Biblia.

 

i Efesios 1:10

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