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Bajo su manto: La Maternidad espiritual de María en la vida de la Iglesia
María, como madre espiritual, nos enseña a abrir nuestros corazones al amor de Dios y a compartir ese amor con el mundo.


Por: Redacción | Fuente: Catholic.net



La figura de la Virgen María, en su maternidad extendida a toda la Iglesia, es un faro de esperanza y un símbolo de amor incondicional. En la catequesis del Papa Francisco del 24 de marzo de 2021, nos invita a contemplar a María no solo como la madre de Jesús, sino como la madre de todos nosotros, una madre que nos acoge bajo su manto protector y nos guía con su ejemplo de fe y devoción.

Bajo el manto de María

Desde la cruz, Jesús nos legó un regalo de incalculable valor: la maternidad de María. En ese acto de amor supremo, nos encomendó a su madre, asegurándose de que no estuviéramos solos en nuestra jornada espiritual. Los frescos y cuadros medievales a menudo retratan a María con su manto extendido, cobijando a los fieles y a la Iglesia misma, simbolizando su protección y cuidado maternal.

Madre, no Diosa

Es esencial recordar que María, en su grandeza, permanece humana, una madre que intercede por nosotros, pero no una deidad. La distinción que hace el Papa Francisco es clara: María es venerada, amada y respetada, pero no adorada. Los títulos que se le otorgan son expresiones de cariño filial, no de divinización.



La unicidad redentora de Cristo

Las alabanzas a María, por más hermosas y poéticas que sean, no deben oscurecer la verdad central de nuestra fe: Jesucristo es el único Redentor. Las expresiones de amor hacia María son reflejo de nuestro amor humano, a veces exagerado, pero siempre sincero y bienintencionado.

Theotokos: Madre de Dios

El título “Theotokos”, confirmado por el Concilio de Éfeso, es un reconocimiento de la singularidad de María como la madre de Jesús, Dios hecho hombre. Este título refleja la profunda conexión entre la humanidad y la divinidad, una relación que María personifica de manera única.

Intercesión Maternal



En la oración del Ave María, pedimos a María que interceda por nosotros, reconociendo su cercanía y su capacidad de comprender nuestras luchas y pecados. Su intercesión es un acto de ternura maternal, un puente entre nosotros y Dios.

María en Nuestra Vida

María, como primera discípula, nos muestra el camino hacia la vida eterna. Su presencia en las situaciones concretas de la vida y en el momento final de nuestra existencia terrenal es un recordatorio de que no estamos solos. Su amor y guía son un consuelo en la vida y una promesa de acompañamiento en la muerte.

La reflexión sobre María nos lleva a una mayor comprensión de nuestra propia vocación como hijos e hijas de la Iglesia. Nos invita a vivir con la esperanza y la fe que ella demostró, y a buscar su intercesión en nuestro camino hacia la santidad. María, como madre espiritual, nos enseña a abrir nuestros corazones al amor de Dios y a compartir ese amor con el mundo.







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