Los nombres del demonio: origen, nombres y mitología

Origen, nombres y mitología del demonio

En esta galería, hacemos un repaso por las diferentes formas en que el ‘mal’ encarnado se ha presentado en la mitología y las religiones. Lucifer, Belcebú, Lilith... ¿cuántos de ellos conoces?

Origen, nombres y mitología del demonio
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El dualismo entre el bien y el mal es la base de la moral humana, y también de las religiones monoteístas. Tanto el judaísmo como el cristianismo y el islam comparten una clasificación binaria de seres procedentes del mundo que trasciende lo material, es decir, el mundo espiritual. A aquellos seres que materializan la bondad y lo considerado como puro y deseable se les llama ángeles; en cambio, aquellos considerados malévolos son llamados, por el contrario, demonios.

El demonio, entendido como la encarnación de todo mal, ha sido representado a lo largo de la historia de diversas formas. De hecho, existe toda una rama de estudio dedicada a la comprensión de las diferentes formas y nombres que el mal ha adoptado a lo largo de la historia: la demonología. Según esta, existiría más de un demonio, cada uno de ellos suele asociarse con uno de los pecados capitales.

Si atendemos a los postulados de la mitología de las religiones monoteístas, la existencia de estos seres duales implica necesariamente un cielo y un infierno. Es en sendos lugares donde habitarían tanto los ángeles, plácidamente en el Paraíso; como los demonios, bajo torturas y castigos inmundos en las profundidades de la tierra.

Y, ¿qué características poseen estos demonios? La teología suele evocar al representante del mal con algunas características sobrenaturales. Además de la inmortalidad, suele atribuírseles el poder de la levitación, de la telekinesis, de la adivinación, la telepatía, la fuerza sobrehumana y la capacidad de poseer tanto a personas como a animales. Esta última característica, de hecho, ha inspirado multitud de obras de terror, por el horror que provoca en los humanos la idea de una posesión infernal.

Los demonios, en sus diferentes forman, pertenecen a una rica mitología asociada a la moral religiosa, que hoy en día es una parte importante de la cultura de la humanidad. Hoy, nos detenemos en algunas de estas formas que adopta el demonio. Sigue desplazándote por nuestra galería.

El origen de la palabra ‘demonio’

‘Demonio’ es un término de origen griego. Deriva de la palabra griega daimōn, que significa ‘ser sobrenatural’ o ‘espíritu’. Como vemos, al principio la palabra daimōn no poseía connotaciones malignas, pero las fue adoptando con el tiempo. De hecho, según la Enciclopedia Británica, un agathos daimōn (‘buen espíritu’) era benévolo en su relación con los humanos. El filósofo griego Sócrates, por ejemplo, habló de su daimōn como un espíritu que lo inspiró a buscar y decir la verdad. Finalmente, la interpretación dominante se inclinó a favor del mal, la desgracia y la travesura.

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Ángel caído

Se trata del mito más aceptado sobre el origen del demonio, la encarnación del mal como personaje mitológico en la tradición judeocristiana. En el origen de los tiempos, el demonio era un ángel más, un ser divino creado por Dios, pero inmortal y con fines benévolos. Este ser, no obstante, se rebeló contra los postulados de Dios, por lo que fue llamado ‘ángel caído’.Según las fuentes que consultemos, encontramos que habría varios ángeles caídos o demonios; o bien solo uno, que adoptaría diferentes formas.

Satanás, el antipoder de Dios

Significa ‘el adversario’. El ángel de la creación del mundo de la materia, llamado Yahvé (a veces llamado el Demiurgo) tenía a su servicio a un ángel a cargo de tareas desagradables. Este ser maligno (Satán o Satanás) que significa enemigo u opositor, sería el que representa el antipoder de dios, rebelándose ante sus designios.

Lucifer, el portador de la luz

Lucifer, (del latín, ‘portador de luz’) o también llamado ‘la estrella de la mañana’ (es decir, el planeta Venus al amanecer). En la época cristiana, Lucifer llegó a ser considerado como el nombre de Satanás antes de su caída. Suele representársele con la figura de un hombre portando una antorcha. También es considerado el demonio de la soberbia, uno de los siete pecados capitales.

La serpiente, la manzana y el pecado original

Para comprender por qué la serpiente es considerada en la cultura popular como uno de los símbolos del mal y la perversión, hay que remitirse al Génesis. En este texto sagrado del antiguo testamento, se dice que el demonio acudió en forma de este reptil para tentar a Adán y Eva a comer de la fruta prohibida (la manzana), entendida como el pecado original. El génesis cuenta cómo, al comer de la fruta, ambos entendieron que estaban desnudos y sintieron pudor. En este contexto, el pecado original estaría muy relacionado con la consciencia, el conocimiento y la sexualidad.

El macho cabrío

Siguiendo con las semejanzas con el reino animal, al demonio entendido como el mal original también se le representa como un macho cabrío en la tradición judeocristiana o, al menos, como un ser humanoide con atributos como cornamenta o patas de cabra. La razón es que, en la Biblia, se representa a Jesús como el pastor, que guía moralmente al rebaño; sin embargo, el macho cabrío se rebelaría contra este tipo de poder.

Lilith, la mujer que precedió a Eva

Se derivan de la mitología mesopotámica: los llamados lilû (femenino: lilītu), generalmente traducidos como ‘monstruos nocturnos’. Según la tradición judía, Lilith fue la primera mujer, y no Eva. Al parecer, se rebeló contra Dios y abandonó a Adán para convertirse en un demonio. Representa un peligro para los niños y las mujeres embarazadas.

El origen de la palabra ‘diablo’

Se deriva del griego διάβολος (diábolos) y significa ‘calumniador’, que a su vez procede de dia (a través de) y ballein (tirar o arrojar); es decir, el diablo es aquel que arroja mentiras o enfrenta a unas personas con otras; el calumniador.

Belcebú, el 'señor de las moscas’

En hebreo significa ‘el señor de las moscas’. En el Antiguo Testamento, la forma Baalzebub hace referencia al mal encarnado llamándole también ‘el príncipe de los dioses’. De hecho, este demonio inspiró el título de la popular novela El señor de las moscas (1954) de William Golding, en la que un grupo de niños sobrevive atrapados en una isla sin ningún tipo de autoridad ni orientación moral, y en la que se impone el lado más salvaje del ser humano, la lucha de poder y la muerte.

Leviatán, el monstruo marino de la leyenda de Baal

Por lo general, suele representarse como un monstruo marino, parecido a una serpiente y a veces, también como un dragón o una serpiente con forma de hidra. Se asocia con el mal en diferentes textos bíblicos. Sin embargo, su origen es anterior: reside en la mitología mesopotámica prebíblica, como un monstruo marino en el mito de Baal, una criatura que también se opuso a Dios y que se enfrentó a él en batalla, según los textos registrados en tablillas descubiertas en Ugarit (ciudad costera al norte de Siria). En el Antiguo Testamento, el Leviatán aparece en el Salmo 74:14 como una serpiente marina de múltiples cabezas que Dios mata y da como alimento a los hebreos en el desierto. En Isaías 27: 1, Leviatán es una serpiente y un símbolo de los enemigos de Israel, que serán asesinados por Dios.

Balar, el rey celta de los demonios

Esta deidad es la encarnación del mal según la mitología celta. Se dice que poseía un único ojo en el centro de la frente, como un cíclope.

Íncubos y Súcubos, los demonios sexuales

Los íncubos (demonios masculinos) y súcubos (en su forma femenina) son representaciones del mal encarnados en seres lujuriosos y de gran belleza, cuyo objetivo era seducir a los humanos y cometer contra ellos todo tipo de perversiones.

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