Por un puñado de votos
15/05/2024
Autor: Dr. David Sánchez Sánchez
Cargo: Director de la Facultad de Humanidades UPAEP

Hoy en TUHISTORIA UPAEP nos preguntamos sobre la consolidación del voto en la actual República Federal. Ahora que estamos camino de un nuevo encuentro democrático con las urnas el próximo 2 de junio para la elección de un nuevo representante de la Presidencia de la República, y otros cargos en todo México, debemos reflexionar, tomar conciencia de nuestra responsabilidad ciudadana y acercamos junto a la Historia a frases como la que expresó “Sufragio efectivo, no reelección” que nació realmente en la oposición de Porfirio Díaz Mori frente a don Benito Juárez. En la Historia de estos procesos uno de los momentos más ajustados dentro de una votación para la obtención del poder presidencial en México fue el 11 de junio de 1861 cuando Benito Juárez fue declarado por el Congreso, con 61 votos a favor y 55 en contra, Presidente Constitucional. Los partidarios de González Ortega, de Lerdo de Tejada o aquellos que deseaban un cambio de rumbo fueron casi la mitad del Congreso.

Para entender lo joven que es aún nuestra libertad respecto al voto y por tanto ejercerla libremente, debemos recordar que en la Ley Electoral del 18 de diciembre de 1901 no se hace mención alguna a los partidos políticos. Las elecciones de 1911 siguieron rigiéndose por la ley vigente de 1901:

De acuerdo con las disposiciones de la época, los ciudadanos eran los varones que, siendo mexicanos, hubieren cumplido 18 años si eran casados o 21 si no lo eran y que tuvieran un modo honesto de vivir.

Nuestra amada historia nos dice que por entonces no tenía un voto cada ciudadano, sino que por poblaciones con más de 20.000 habitantes se generaba un Distrito Electoral Federal que generaba a su vez una división en secciones electorales y con ello el voto a un candidato. De 15,160,369 habitantes, participaron 27,000 electores, acudiendo 18,826; es decir, se obtuvo el 69,73% de participación. Francisco Ignacio Madero ganó las elecciones con el 99,26% de los votos. La historia nos recuerda que su gobierno vivió muy poco tiempo sin una fuerte oposición pues a los 22 de días de su toma de posesión, Emiliano Zapata, promulgó el Plan de Ayala el 28 de noviembre de 1911 contra el presidente electo.

La Historia nos dice que tuvimos que esperar hasta el 3 de julio de 1955, para que las mujeres tuvieran por primera vez derecho al voto en una elección federal, la de diputados a la XLIII (cuarenta y tres) Legislatura. Hasta entonces, la mitad de la República no había podido votar en dichas elecciones por ser mujer. México fue el país número 47 a nivel mundial en reconocer dicho derecho que inició Nueva Zelanda en 1893. Sin embargo, en 2005, México alcanzó el puesto número 11 mundial en porcentaje de participación de mujeres en sus órganos de gobierno.

Nuestra hermosa Historia nos recuerda que, en 1976, y cercanos a profundos cambios económicos, con un solo voto al no tener rivales en la elección, el del propio candidato del PRI, José López Portillo, se pudo ganar la presidencia de la República. Con una participación del 67,94 % y con 16,462,930 votos, asumió la presidencia.

¿Qué nos dirá la Historia del próximo 2 de junio? La Historia no hace cábalas ni adivinaciones, pero ojalá nos diga que, de 96,984,196 habitantes registrados, superamos el 80% de participación electoral alejados de un promedio de participación del 57,58% desde 1991. Haciendo una breve alusión a la película Per un pugno di dollari (Por un puñado de dólares) de 1964 dirigida por Sergio Leone, ambientada en una época tras la muerte de Benito Juárez en 1872 y con el gran Clint Eastwood como protagonista de este género del spaghetti western junto con una excelsa banda sonora de Ennio Morricone; cerremos los ojos, escuchemos dicha banda sonora y sintámonos que cada uno de nosotros somos el protagonista de nuestra propia Historia, y que por un puñado de votos, donde debe estar el nuestro, podemos cambiar o dar continuidad a una propuesta política que impulse o frene al propio país. Lo que no debería estar permitido a nivel de nuestra conciencia histórica, es no votar, pues millones de mexicanos nunca tuvieron dicha libertad ni responsabilidad; a ellos, a nuestras familias y a nosotros mismos nos debemos el ejercicio del voto democrático.

Nuestros jóvenes no son solo herederos en esta lucha, son agentes activos a los que debemos animar a participar en libertad en esta alta responsabilidad que es votar y elegir al nuevo representante de un camino que como indicó José María Morelos y Pavón inspirado en Mateo 20:27 …

El que quisiere ser el primero entre vosotros, sea vuestro servidor; Y el que quisiere entre vosotros ser el primero, será vuestro siervo.

Seguimos la lucha.