Historia del olimpismo

El renacer de los Juegos Olímpicos

Pierre de Coubertin tuvo la idea de crear una competición que rememorase los Juegos Olímpicos de la Antigüedad, olvidados tras más de quince siglos. Su idea funcionó y, tras la fundación del Comité Olímpico Internacional, creó un acontecimiento que reuniese a la élite deportiva mundial. El resto es historia.

Ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de 1896 en el estadio Panathinaikó.

Ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de 1896 en el estadio Panathinaikó.

Foto: Cordon Press

La historia del olimpismo está llena de tanto de atletas anónimos como de grandes estrellas a nivel internacional, todos ellos fundamentales para su creación y su establecimiento como la competición deportiva más prestigiosa a nivel mundial. La cita olímpica, en la actualidad, es una oportunidad para que la excelencia deportiva se junte a lo largo de un mes en algunas de las grandes capitales del mundo, que exhiben sus instalaciones, su capacidad organizativa y su tecnología más vanguardista al planeta. Los Juegos Olímpicos son una oportunidad perfecta para que, cada cuatro años, los atletas de élite muestren su excelencia al mundo. Pero no siempre ha sido así.

En la Antigüedad, Grecia contaba con un sinfín de competiciones deportivas, todas ellas celebradas en lugares con una fuerte impronta sagrada. Estos juegos se desarrollaban en Olimpia, Delfos, Corinto y Nemea, pero fue en los juegos organizados cada cuatro años en Olimpia donde las competiciones hípica y atlética se consagraron como grandes espectáculos multitudinarios. En ellos, tan solo atletas griegos masculinos podían competir, por lo que con el declive de Grecia, la tradición se perdió en el año 393 d.C cuando fueron prohibidos por el emperador romano Teodosio. Los juegos eran entendidos como un culto religioso pagano tras la consolidación del cristianismo en el Imperio.

Los juegos fueron prohibidos porque pensaban que era un culto religioso pagano tras la consolidación del cristianismo en el Imperio.

Transcurrieron 15 siglos hasta que a finales del siglo XIX, la insistencia de Pierre de Frédy, barón de Coubertin, consiguió poner de nuevo en el mapa a los Juegos Olímpicos. Este noble francés se interesó desde muy joven por la historia, la educación y el deporte, y fue en el Instituto Parisino de Estudios Políticos (Sciences Po) donde se le ocurrió unir sus tres pasiones y revivir esta antigua tradición de la cultura griega. En junio de 1894, la Universidad de la Sorbona de París acogió un encuentro entre Coubertin y los representantes deportivos de 11 países. Este fue el germen que dio fruto a los planes de restauración de los Juegos Olímpicos modernos.

El barón Pierre de Coubertin, fundador del COI y padre de los primeros Juegos Olímpicos de la modernidad.

El barón Pierre de Coubertin, fundador del COI y padre de los primeros Juegos Olímpicos de la modernidad.

Foto: Cordon Press

La creación del COI y los primeros juegos: Atenas 1896

Pierre de Coubertin era consciente de que, para que la competición perdurara en el tiempo, era necesario que una institución internacional se situara al mando, fuera la encargada de organizar el evento y garantizara su independencia política. Así fue como en 1894 Coubertin y Dimitrios Vikelas fundaron el Comité Olímpico Internacional (COI) en París.

La idea del barón francés se iba materializando poco a poco y, tras crear la institución organizadora, empezó a idear los primeros Juegos Olímpicos modernos junto a Vikelas. Como no podía ser de otro modo, Atenas fue la ciudad elegida para organizar la cita en el año 1896 y el proyecto de reconstrucción del estadio Panathinaikó se puso en marcha para acoger la gran cita internacional gracias a la financiación de benefactores privados. Giorgios Averoff, un mecenas griego afincado en Alejandría, aportó cerca de un millón de dracmas para hacer el proyecto realidad.

Atenas fue la sede de los primeros Juegos Olímpicos modernos y el estadio Panathinaikó se remodeló para la gran cita.

Estadio Panathinaikó tras su reconstrucción en mármol en el año 1896.

Estadio Panathinaikó tras su reconstrucción en mármol en el año 1896.

Foto: Haui Balázs / CC

El estadio, construido por primera vez en el año 330 a.C. fue reacondicionado para ser el perfecto anfitrión de la primera edición de los Juegos Olímpicos. De este modo, el Panathinaikó se convirtió en el único estadio del mundo construido en su totalidad a base de mármol. Cuando estuvieron preparados tanto la entidad organizadora como el estadio, solo quedaba definir las disciplinas que competirían en los juegos y sus participantes.

En Atenas 1896 tuvieron cabida 43 eventos deportivos de 9 disciplinas distintas: atletismo, ciclismo, esgrima, gimnasia, levantamiento de peso, tenis, lucha, natación y tiro. Orientadas a un público amateur y condicionadas por las dificultades logísticas y económicas, las primeras olimpiadas modernas solo contaron con 241 atletas masculinos de 14 países.

Varios miembros del COI en los Juegos Olímpicos de Atenas 1896. Sentado en el centro de la imagen se encuentra Dimitrios Vikelas y, a su izquierda, Pierre de Coubertin.

Varios miembros del COI en los Juegos Olímpicos de Atenas 1896. Sentado en el centro de la imagen se encuentra Dimitrios Vikelas y, a su izquierda, Pierre de Coubertin.

Foto: Cordon Press

Spiridon Louis, el protagonista inesperado

Uno de los elementos más místicos de toda competición es la sorpresa, el desenlace inesperado que cambia el devenir de la historia preestablecida y surge, como un golpe de efecto, para dejar atónitos a propios y a extraños. Atenas 1896 contó con un personaje muy singular que se encargó de reescribir el guión. Spiridon Louis fue el protagonista sorpresa en la maratón, una prueba de 40 kilómetros que rememoraba la historia de Filípides, el mensajero ateniense que realizó el trayecto de 42 kilómetros que separaba la ciudad de Maratón y Atenas para anunciar la victoria del bando ateniense en la Batalla de Atenas (490 A.C.) y morir poco después de llegar por agotamiento.

La leyenda de Filípides asegura que realizó el trayecto entre Maratón y Atenas para contar la noticia de la victoria en la capital griega.

Spyros, un joven griego oriundo de Marousi, a las afueras de Atenas, trabajaba como aguador con su padre para llevar agua potable a la gran urbe griega. Un oficio tan sacrificado como atlético que convirtió a Spyros Louis en una leyenda. El joven atleta tenía características físicas naturales que favorecían su desempeño en carrera y, tras recibir la propuesta, decidió competir en una prueba controvertida, pues el comité tuvo dudas de sobre su inclusión debido a la gran exigencia física que suponía. Spyros clasificó como quinto en una de las dos semifinales y accedió a la gran final, donde partía como favorito Kharilaos Vasilakos, que terminó la semifinal en 3 horas y 18 minutos.

Spyros Louis, ganador de la maratón en los Juegos Olímpicos de Atenas 1896.

Spyros Louis, ganador de la maratón en los Juegos Olímpicos de Atenas 1896.

Foto: Albert Meyer

17 corredores se situaron en la línea de salida en la ciudad de Maratón, de los que 12 eran griegos. En la línea de meta de la carrera, situada en el estadio Panathinaikó, esperaba la multitud a los corredores que se disputaban el oro olímpico. 2 horas y 58 minutos después de partir de Maratón, Spyros cruzó la línea de meta en primera posición ante miles de almas superando a Vasiliakos, que terminó en segundo lugar. Fue la última competición del joven héroe griego que, tras asistir como invitado de honor a los Juegos Olímpicos de Berlín 1936, murió en 1940 a la edad de 67 años.

Crecimiento y desarrollo del olimpismo moderno

Una vez se constató el éxito rotundo que supuso la primera edición de los Juegos Olímpicos modernos, la competición siguió creciendo tanto en número de atletas como de disciplinas. En la siguiente edición, celebrada en París en el año 1900, la principal novedad fue la inclusión de atletas femeninas, la primera vez en toda la historia en la que la mujer ocupaba un lugar en el olimpismo. También fue la primera edición en la que participaron atletas españoles, que además consiguieron la primera medalla olímpica para el país en pelota vasca.

Con el paso del tiempo y el crecimiento de la competición, la misma se fue profesionalizando e institucionalizando cada vez más. El propio Coubertin diseñó la bandera olímpica, que se izó por primera vez en los Juegos Olímpicos de Amberes 1920, un diseño compuesto por los aros que representan los cinco continentes y que perdura hasta nuestros días.

Un operario iza la bandera en la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Amsterdam en 1928.

Un operario iza la bandera en la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Amsterdam en 1928.

Foto: Cordon Press

La bandera olímpica está formada por cinco anillos de colores en representación de los cinco continentes del planeta.

Pocos años después, ese alejamiento de la política que había caracterizado al certamen deportivo desde su fundación en 1896 se vio puesto en entredicho. En Berlín 1936, el régimen de la Alemania nazi llevó a cabo la edición más desarrollada y completa a nivel organizativo hasta el momento, competición en la que Jesse Owens se convirtió en una estrella internacional tras conseguir la victoria en las pruebas atléticas de 100 metros, 200 metros, salto de longitud y carrera de relevos.

Adolf Hitler y otros altos cargos nazis durante la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Berlín 1936.

Adolf Hitler y otros altos cargos nazis durante la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Berlín 1936.

Foto: dpa / picture-alliance / dpa / AP Images / Gtres
La multitud realiza el saludo nazi a los atletas durante su entrada en el Estado Olímpico de Berlín, el 1 de agosto de 1936.

La multitud realiza el saludo nazi a los atletas durante su entrada en el Estado Olímpico de Berlín, el 1 de agosto de 1936.

Foto: AP Photo / Gtres
Jesse Owens, el "Antílope de Ébano", gran estrella de Berlín 1936.

Jesse Owens, el "Antílope de Ébano", gran estrella de Berlín 1936.

Foto: Cordon Press
Jesse Owens en el centro del podio celebra su victoria el 9 de agosto de 1936. El segundo fue Lutz Long de Alemania y el tercero Tajiman de Japón.

Jesse Owens en el centro del podio celebra su victoria el 9 de agosto de 1936. El segundo fue Lutz Long de Alemania y el tercero Tajiman de Japón.

Foto: AP Photo / Gtres

Juegos olímpicos durante la Guerra Fría

La política internacional también condicionó el desarrollo de los Juegos Olímpicos tras la Segunda Guerra Mundial y durante la Guerra Fría, a pesar de que desde su fundación el comité luchó por el mantenimiento de un equilibrio apolítico. A Moscú 1980 no acudió representación de Estados Unidos, mientras que cuatro años después, en Los Ángeles, la Unión Soviética hizo lo propio.

Ese giro hacia la profesionalización de los Juegos Olímpicos, los máximos representantes de la excelencia deportiva a nivel mundial, ha hecho que su crecimiento tanto en disciplinas como en atletas haya llegado hasta cotas nunca imaginadas por Pierre de Coubertin. Para la edición de Tokio 2021, se esperan más de 11.000 atletas provenientes de más de 206 países reconocidos por el Comité Olímpico Internacional. Sin duda, la iniciativa del aristócrata francés ha dejado una huella imborrable en la historia del deporte.

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