Un lugar en la cumbre (1959), de Jack Clayton

Duro drama social, crítica a las diferencias de clase, y de los mejores filmes de Jack Clayton, que demuestra ser un narrador increíble, con pulso de hierro en las escenas más difíciles. Adapta la primera novela de John Braine, que se había publicado el año anterior y había tenido una buena acogida. El guión de Neil Paterson se hizo acreedor de la estatuilla dorada del Oscar.

En la Inglaterra de la postguerra el antiguo prisionero de guerra Joe Lampton llega a una pequeña población industrial, para ocupar un puesto en el departamento de tesorería del ayuntamiento. De baja extracción social, tiene deseos de prosperar, pero apunta demasiado alto, a Susan, la hija de uno de los potentados locales. En cambio parece entenderse mejor con Alice, de más edad y casada, con la que coincide en una actividad teatral a la que se ha apuntado para tejer relaciones sociales. Se verá en el dilema de escoger entre su planeada carrera de 'trepa' o continuar su romance con una mujer casada, despreciada por su marido, que le ama sinceramente.

El film disecciona de modo implacable las casi infranqueables barreras de clase, que sólo se pueden sortear cuando se comete un "desliz" que hay que ocultar a los ojos de la sociedad. Hay escenas tremendas del desprecio que los padres o un pretendiente de Susan exhiben ante Joe, quien a su vez carga con una rabia, un complejo de inferioridad y un deseo de tomarse la revancha, que le sobrepasan, de modo que al final se comporta como uno de esos seres "superiores" a los que solía despreciar, aunque desde luego, su motor casi siempre ha sido la ambición. La estupenda Simone Signoret está conmovedora como la mujer acostumbrada al sufrimiento y el desengaño, lo que le valió el Oscar, pero no le anda a la zaga un formidable Laurence Harvey, en su composición de Joe. Les rodean un magnífico plantel de secundarios, todos extraordinarios.

Resulta obligado mencionar la extraordinaria fotografía en blanco y negro de Freddie Francis, con encuadres de un gusto soberbio, cada plano tiene algún detalle, los pasajes con lluvia, por ejemplo, y algunos que aprovechan el reflejo de los personajes en un charco de agua, son de una belleza asombrosa.