Entrevista con José Aguirre, director del Grupo Niche

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Música y Libros

José Aguirre, el pupilo de Jairo Varela que engrandece al Grupo Niche

José Aguirre ha hecho parte de agrupaciones de renombre como Los del Caney, Guayacán Orquesta y Grupo Niche.

José Aguirre ha hecho parte de agrupaciones de renombre como Los del Caney, Guayacán Orquesta y Grupo Niche.

Foto:Prensa OSNC

Entrevista con el director de la legendaria agrupación de salsa colombiana.

'Niche Sinfónico', el álbum grabado por el Grupo Niche junto a la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia, es una de las producciones recientes más importantes de la música colombiana. No solo porque eleva al máximo nivel artístico la obra de un genio como Jairo Varela, fundador y director hasta su muerte en 2012 de la banda salsera más bailada y querida de este país, sino porque está a la vanguardia en términos de grabación, arreglos e ingeniería de sonido.
José Aguirre es el gran artífice de este disco, que en noviembre pasado se llevó el Grammy Latino al mejor álbum de salsa y que está nominado al Grammy anglo en la categoría Best Tropical Album.
Aguirre nació en una vereda del Eje Cafetero hace 53 años. Es el penúltimo de once hermanos y en sus recuerdos de niñez se entremezclan la música y el constante andar de una finca a la otra junto a su familia. Su papá era agricultor y su mamá costurera. Para esquivar las asignaturas de manualidades en el colegio, se inscribió en la banda escolar y ahí descubrió, a los 10 años, su fascinación por la trompeta, el instrumento que le cambió la vida.
Tras radicarse en Pereira, empezó a tocar en orquestas de música tropical y a trascribir arreglos. Al cumplir la mayoría de edad, se mudó a Cali, atraído por el boom salsero. Allí se unió como trompetista a Los del Caney, donde empezó a componer y a escribir arreglos. Luego de un breve paso por Guayacán Orquesta, finalmente conoció a Jairo Varela, quien al descubrir su talento lo vinculó como coproductor del álbum 'Un alto en el camino', en 1993. Aguirre tenía apenas 23 años.
A partir de ese momento, se convirtió en la mano derecha del director chocoano y trabajó con él en una docena de álbumes, acompañándolo incluso en los momentos más duros, como su reclusión en la cárcel de Villanueva, a donde iba a visitarlo y a componer canciones. Mientras crecía su prestigio como trompetista y productor, y tras un receso del trabajo con Niche, Aguirre creó su propio estudio y empezó a trabajar con artistas como Yuri Buenaventura, Diego ‘El Cigala’, Thalía y Tito Nieves.
Tras la muerte de Jairo Varela, su hija Yanila Varela le propuso regresar a la dirección del Grupo Niche en 2015. El reto, nada fácil, era mantener vivo el legado del fundador de la orquesta y al mismo tiempo componer y grabar temas originales, con la esencia de Niche, pero en sintonía con otras audiencias. La unión de fuerzas entre Yanila y Aguirre dio sus primeros frutos cuando el álbum '40', compuesto, arreglado y dirigido en su totalidad por él, ganó el Grammy Latino a mejor álbum de salsa, y el Grammy anglo en la categoría Best Tropical Latin Album, en 2021.
Willie Colón, uno de los grandes productores de la historia del género, reconoció los méritos de la orquesta (de ayer y hoy), y tuiteó, a propósito del reciente premio obtenido por Niche Sinfónico: “Quiero felicitar especialmente a Niche, un grupo que con el tiempo ha llegado a un punto de excelencia. Es porque son trabajadores fuertes y humildes. Desde los músicos a la dirección musical y artística, tienen un equipo formidable que hay que respetar. Un fuerte abrazo y felicidades. Gracias por mantener el género. Me alegra ver que estará en buenas manos”. Viniendo de quien vienen, estas palabras expresan un auténtico mensaje de relevo generacional.
Niche Sinfónico fue lanzado en marzo de este año y recoge 10 temas históricos, imbatibles, como 'Buenaventura y Caney' y 'Cali Pachanguero', interpretados por 102 artistas que, con sus voces e instrumentos, hicieron cantar y bailar a los 14.000 espectadores que se gozaron el concierto de presentación en agosto pasado.
Su niñez estuvo marcada por la música, pero también por un constante ir y venir…
Así es. Éramos una familia nómada, casi desplazada, porque mi papá sufrió la violencia bipartidista de los 50. Recuerdo que vivíamos ocho días en una finca, quince en otra, dos meses en otra más. El trasteo de toda la familia consistía en un fogón de petróleo, baúles con ropa, algunos colchones y listo. Yo pasé por seis o siete escuelas rurales. La música siempre estuvo presente en casa porque mi papá tocaba muy bien el tiple y mis hermanas cantaban. Ahí se fue sembrando esa semilla.
Luego vino el encuentro con Alonso Quintero, quien lo metió de lleno en la música…
Eso fue a comienzos de los 80, cuando me inscribí en la banda musical del colegio, en Pensilvania, Caldas, dirigida por el profesor Alonso Quintero. Él era trompetista y también me dio las primeras lecciones de solfeo y armonía en la guitarra. Algo de orquestación también aprendí, porque la banda era muy buena y nos preparó a los jóvenes para tocar guabinas, pasillos, porros, gaitas, marchas, música religiosa; en fin, tocábamos de todo.
Con esa sólida formación da el salto a Pereira y luego a Cali…
A Pereira llegué a los 14 años y empecé a tocar en orquestas de música tropical o en donde me dieran trabajo como trompetista. En el 88, decidí vivir en Cali porque en Pereira encontré un entorno de músicos muy interesante que me llevó a la salsa y al jazz, que escuchaban a la Fania, a los buenos músicos cubanos, a grupos como Manguaré y Son 14, al gran Adalberto Álvarez. Ahí entendí que tenía que irme a una ciudad donde la salsa fuera fuerte, lo mismo que lo negro, porque siempre me ha apasionado la música negra, sea jazz, salsa o música del Pacífico. Además, soñaba con conocer a maestros como Jairo Varela, Alexis Lozano, Nino Caicedo y Andrés Viáfara, de quienes tenía mucho que aprender.
¿Cómo fue el despegue en el medio salsero de Cali, en 1988?
Supe que estaban buscando trompetista en Los del Caney, hice una audición y quedé. Jorge Huertas, el director, me alojó en su casa porque no tenía dónde quedarme. Luego me mudé a una pieza en el garaje donde ensayaba la orquesta y como no tenía mucho que hacer me la pasaba estudiando. Me levantaba y agarraba la trompeta, luego seguía con el bajo, también practicaba la guitarra.
¿Y el encuentro con Jairo Varela?
Nos conocimos gracias a Jorge Huertas. Recuerdo que al maestro Jairo le gustó mucho un tema mío que se llamaba Faltó el amor, que escribí para Los del Caney. Yo empecé a tocar con Guayacán Orquesta, pero Jairo Varela me llamaba para otros proyectos suyos como La suprema corte y Alma del barrio. Así me fue probando, me pedía que escribiera, que arreglara, que grabara. Tiempo después me contrató como director y arreglista. Debuté como su coproductor en el álbum 'Un alto en el camino'.

Para Jairo la música exigía dedicación 24-7. No había términos medios

¿Qué lo sorprendió de trabajar con él?
Para Jairo la música exigía dedicación 24-7. No había términos medios. En esos años, él llevaba un ritmo de vida brutal. Gozaba de gran reconocimiento, había hecho mucha música exitosa y, por ende, era un hombre adinerado. Pero aun teniendo toda esa plata, era el primero en llegar al estudio y el último en irse. También me impresionaba que jamás reparó ni en la raza ni en el estrato de los músicos, lo único que le importaba era la calidad. Eso siempre fue lo primero.
¿Cómo recuerda sus visitas a Jairo Varela en la cárcel?
Esa época fue durísima. Yo iba todos los días a visitarlo y llevaba la guitarra. Nos poníamos a componer y luego, en el dorso de esa guitarra, yo escribía lo que luego trabajaba en el estudio. Así hicimos dos álbumes. Yo llegaba a las 10 de la mañana y me iba a las seis de la tarde. En total, con Jairo hicimos como once o doce discos.
Cuando él sale de la cárcel, usted se va de Niche. ¿Por qué?
Me enfermé de claustrofobia por estrés. Primero tuve problemas en los vuelos internacionales, pero llegó el punto en que ni siquiera toleraba los vuelos cortos en Colombia. Luego fue un bus, un camerino. Cualquier lugar lleno de gente me producía angustia y ahogo. Así que le dije a Jairo que me iba para recuperar mi salud, quería montar un estudio y trabajar sin salir de casa.
Es ahí cuando aparece Yuri Buenaventura y le propone trabajar con él…
Se dio esa oportunidad e hicimos como cinco o seis álbumes juntos. En 2002 intenté volver a Niche, pero sentía que aún no estaba listo, así que empecé otro proyecto con Sergio George, haciendo cosas para Thalía, Luis Enrique, JLo y otros artistas.
Hablando de grandes productores en la salsa, ¿a cuáles admira?
Willie Colón es el más grande. También lo son Luis ‘Perico’ Ortiz, Bobby Valentín, Papo Lucca y Tommy Villariny. A Sergio George también lo admiro muchísimo y le agradeceré siempre el haberme dado la oportunidad de aprender y trabajar a su lado. En Colombia, sin duda mencionaría a Andrés Viáfara.
¿Qué debe tener un buen productor para triunfar?
Algo que tenía Tommy Villariny: una enorme sensibilidad al escribir arreglos monumentales para la orquesta de Willy Rosario, y de inmediato pasar a composiciones más básicas que se quedaban en el gusto de la gente, por ejemplo, en el espectro de la salsa romántica. El gran error de muchos músicos y productores es querer plasmar toda la música que saben en todo lo que hacen. Lo mismo puedo decir de Quincy Jones, un genio en el sentido de saber a dónde quiere llevar al artista con el que está trabajando.
Su regreso a Niche se da en 2015 y, de ahí para acá, ha sido un camino de éxitos…
Yanila me llamó para que produjera un álbum y ahí arrancamos esta nueva etapa. Yo quería grabar música nueva, pero ese era un tema sensible porque los hijos de Jairo tenían muy fresco el duelo por su papá y son los dueños de la empresa. Incluso buscamos en los archivos de Jairo a ver si había dejado canciones inéditas, pero no encontramos ni un verso, nada. De modo que, para escribir, había que empezar de cero, haciendo caso omiso de quienes creían que el Grupo Niche no necesitaba grabar temas nuevos porque tenía suficiente con sus éxitos de siempre. Afortunadamente, Yanila me respaldó y lanzamos el álbum '40' , para el que compuse, dirigí y arreglé todos los temas. Nos ganamos dos Grammy, uno latino y otro anglo.

El sonido de Niche tiene su ciencia, tiene una forma de tocarse.

Es verdad que '40' es un álbum inédito, pero suena muy al Grupo de Niche de siempre…
Ese disco lo hice pensando en Jairo, rememorando lo vivido con él, imaginando cómo le gustaría que sonara. Porque el sonido de Niche tiene su ciencia, tiene una forma de tocarse. Los patrones de la salsa son los mismos, sean de Nueva York, Cuba o Puerto Rico, pero las acentuaciones y los énfasis se hacen de una forma distinta para que tengan la sonoridad de Niche, los fraseos de las voces, la forma de escribir los metales, el brillo de las trompetas, todos estos códigos son fundamentales a la hora de hacer que algo tenga ese sonido particular.
¿Por qué hacer 'Niche Sinfónico'?
Porque es el formato musical más grande que existe y quería ese sonido para darle más fuerza a los temas emblemáticos de Niche. También porque soy partidario de unir la academia y la cultura popular, lo cual se traduce en una experiencia muy valiosa para los músicos y los públicos de ambos lados.
Su hijo Juan José y usted escribieron los arreglos de ese álbum…
Sí, y lo hicimos con la idea de romper ciertos estereotipos cuando se trabaja este formato. Muchas veces se acude a lo sinfónico como simple telón de fondo, como algo decorativo que se pone detrás de un gran artista. Incluso puede ser una apuesta para relanzar una carrera que no está generando nuevas ideas. En este caso nos propusimos desde el primer momento que 'Niche Sinfónico' fuera un auténtico mano a mano entre las orquestas.
¿Ha pensado en un segundo Niche Sinfónico?
Sí, pero esta vez me gustaría incluir al Coro Nacional de Colombia, con lo cual tendríamos a más de 200 músicos en escena. Por ahora, es solo una idea…
El grupo cumple 45 años de vida en 2024. ¿Qué tienen en mente para celebrarlos?
Estoy escribiendo temas para otro álbum inédito. En esas ando. La celebración tiene que ser, ante todo, con mucha salsa.
JUAN MARTÍN FIERRO
ESPECIAL PARA EL TIEMPO
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